Las eufóricas
Ya hace algunos lustros, antes de casarnos, cumplimos el protocolo de entregar personalmente las invitaciones a familiares y amigos, de entrada me parecía algo brumoso, pero luego le tomé el gusto, el rito duraba algunos minutos pero en ocasiones alcanzaba horas por los consejos, remembranzas, anécdotas, preguntas etc.
Era una forma en que el novio conocía la familia de la novia y viceversa, dentro del alud de consejos y recomendaciones hubo uno que me llamó la atención y que de alguna forma me decepcionaba ya que lo consideraba como un hombre sabio e inteligente, me dijo muy serio !Marcos! yo solo te voy a dar un consejo, si quieres conservar tu matrimonio "no permitas que tu mujer se junte con divorciadas", hasta de mal gusto me pareció.
Pasaron tres años y Dios nos envió un regalo magnífico, el primer hijo, dada mi naturaleza de mocho, retrógrado y analfabeto, le planteé a mi mujer la necesidad de que uno de los dos dejara su trabajo para cuidar de tiempo completo al niño, perdió el "volado" y se tuvo que quedar en casa, era la época de oro del feminismo así que familiares y amigos pusieron el grito en el cielo, ¡machista¡, te casaste con una mujer no con una sirvienta, ¡represor¡, etc. me cubrían con una cantidad regular de adjetivos, la esposa de un amigo tenía la gentileza de presentarme en las reuniones como el último macho mexicano, yo me ponía de pie y agradecía al respetable con una sonrisa.
Cuando el niño entró al kínder me encontré con la sorpresa de que no era el último macho mexicano, sino que abundaban, por lo cual empezamos a reunirnos para hacer días de campo y las señoras se iban a desayunar para platicar de los niños, la escuela y los maestros, empezaron las actividades deportivas y las señoras que no trabajaban llevaban a los niños al entrenamiento y a los juegos inter escolares.
En segundo año empezaron los divorcios y en el grupo empezaron a aparecer los desgraciados y las pinches viejas, vocablos nuevos, el grupo empezó a resquebrajarse, los desgraciados, ya no asistían y las pinches viejas se aburrían con las amas de casa.
Una de las divorciadas estaba enamorada del entrenador y lo acosaba en forma grotesca, el entrenador era grosero con ella pero parecía no importarle, las groserías se volvieron humillaciones pero tampoco le importaban, para todos era muy incómodo presenciar ese espectáculo, pero no nos atrevíamos a decir algo, aunque en privado comentábamos como al marido lo ponía barrido y trapeado por llegar unos minutos tarde y a este le permitía tantas humillaciones.
Poco a poco el grupo de señoras se dividió, las divorciadas entraron a trabajar y se reunían por las tardes al café y a los karaokes, los viernes en un bar.
Martha pertenecía a los dos grupos y comentaba que se la pasaba muy bien en el otro grupo por los chistes y temas mas interesantes de plática como los ligues, los viajes de parejas etc. ella las bautizó como las eufóricas.
Un día decidió dejar el gripo de las eufóricas y cuando le preguntaron el porque fue tajante, mi marido y mis hijos son los mas valiosos para mi y estas chavas andan muy aceleradas.
Hace 2 años fui a la boda de la hija de un amigo, la muchacha bonita, inteligente, culta, bien educada, en una palabra encantadora, el novio era el equivalente a ella, serio trabajador, responsable lo que decían las abuelitas que debía de ser un buen marido, al año la recién formada familia aumentó trayendo la felicidad de padres, abuelos, familiares y amigos todo como en un cuento de hadas, un poco tiempo después se divorciaban ante el asombro de quienes les conocíamos, nos quebrábamos la cabeza pensando en cual era el motivo, en ese momento recordé el consejo de aquel hombre sabio y resultó que al parecer tenía un grupo de amigas divorciadas.
Me di a la ingrata y metiche tarea de preguntarles a mis amigos divorciados si sus ex esposas tenían un grupo de amigas divorciadas con las que se juntaban, el tamaño de mi muestra eran 5 amigos divorciados y en los cinco casos, la regla se confirmaba, todas tenían su grupo de amigas divorciadas.
Ya entrado en la investigación o mas bien en el chisme, le llamé a mi amiga Martha para que me explicara el significado de la palabra eufórica, no se si ella la inventó, pero fue a la única que se la he oído, me explicó que tenía dos acepciones, la primera por la euforia e intensidad con la que querían vivir una etapa que no correspondía a su edad y la segunda relacionada con el furor, querían sustituir con sexo la falta de amor y al no darles resultado lo intensificaban.
En este punto escucho las voces indignadas de las feministas decirme que la mujer puede hacer lo que quiera con su cuerpo, bla bla bla todo ese discurso que usted y yo conocemos a la perfección por las miles de veces escuchado y claro no sería yo el que pusiera en duda tan sacrosanto derecho, que hagan con su cosa lo que quieran pero... una gran parte de estas mujeres eufóricas son madres y ahí es donde empiezan los problemas o se limitan las libertades, porque aparecen las responsabilidades y los daños colaterales.
Esa conducta súbita, de estas mujeres, causa extrañeza y confusión, en el mejor de los casos, a sus hijos, que ven a su madre hacer lo que tanto les prohibieron y aparte del golpe de la separación de sus padres, ahora aparece el abandono aunque sea por momentos de sus madres.
Los niños, en muchas ocasiones, empiezan a tener problemas en la escuela, conductas agresivas, desinterés por el estudio, los ex maridos depresiones, ¿pues en que fallé? se preguntan. Si mi maestro tenía razón , la respuesta sería: en permitirles ir a esas reuniones de eufóricas, porque hay enfermedades sociales contagiosas y esa podría ser una.
Si la mujer ha sido siempre el corazón de la familia y la familia el corazón de la sociedad creo que por ahí traemos una arritmia.
Comment