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Complejidad, espíritu
A raíz de mi articulo anterior me han llegado algunos emails y llamadas telefónicas de mis amigos ateos.
Para los hombres de Fe, la naturaleza divina del espíritu no necesita explicación, para quien no tiene Fe no hay explicación satisfactoria.
Pero mi artículo no nace de la Fe, sino de las investigaciones que están haciendo los hombre de ciencia, el que establezca una hipótesis de un hecho probado, aunque no pueda demostrarlo, no creo que esté fuera de la ciencia.
Si los neurocientíficos han concluido que “el código del conocimiento es un código relacional” en base a la experimentación y observación de la actividad cerebral, tenemos pues finalmente el punto de unión entre lo material y lo espiritual, lo tangible y lo intangible.
Podríamos establecer un símil entre los fierros de la computadora, sus programas y sus datos. Si bien los datos y los programas requieren de un medio físico para almacenarse, ya sea un campo magnético en disco o un estado eléctrico en los circuitos, la naturaleza de estos datos es de una naturaleza distinta a su contenedor físico.
En el momento de migrar lo podrán hace como parpadeos de luz, como variaciones en la amplitud, frecuencia o ángulo de una señal electromagnética y el nuevo contenedor podrá ser de cualquier tipo sin importar su naturaleza material, solamente nos importará que se guarde la relación que tenía antes.
Si alguna vez encontramos la forma de leer, transportar y regrabar las conexiones cerebrales podríamos estar transportando el conectoma de la persona, sus pensamientos, su inteligencia, sus recuerdos, sus patrones de conducta, esto es, la esencia de su ser.
Pero, ¡ojo¡, nadie nos puede decir que la naturaleza no lo esté haciendo, si en el estertor de la muerte el conectoma migra a otro contenedor estaríamos hablando de la eternidad del espíritu, o de la “vida” después de la vida, creencia difundida desde el principio de los tiempos.
Mis amigos ateos me dicen, ¡Muy bien¡ ahora explícanos el proceso de migración y la naturaleza del contenedor, la respuesta es ¡no sé¡. De la misma forma que hace unas décadas los científicos no sabían nada de las neuronas y sus conexiones, como tampoco sabían de las señales electromagnéticas.
Podemos percibir una cantidad ínfima de las energías que nos rodean, ahorita mismo nos están atravesando señales de TV, radio, infrarrojos, ultravioletas y miles de señales que no percibimos y cuya información no decodificamos, hoy no podemos decir que no existen, porque las usamos a diario, en forma intensiva a través de aparatos que convierten las señales en frecuencias que podemos percibir.
A través de la historia hay testimonios de personas que dicen haber interactuado con espíritus de gente fallecida, podemos creerles o no, hay tanto charlatán que es una posición mas cómoda no creer, pero vamos, por un momento a creerles.
Tratando de ver similitudes en los relatos leídos, escuchados o vividos podemos sacar algunas características: el contenedor en caso de existir tiene una densidad de masa casi cero pero hay suficiente energía para ser percibidos al menos por algunos segundos.
¿Hay algo en el mundo físico conocido semejante?
Le pongo un ejemplo; los primeros satélites geoestacionarios, ubicados a 35,800 km trasmitían a un watt de potencia, eran antenas omnidireccionales, esto es, trasmitían en forma esférica, esta esfera iba creciendo conforme avanzaba la señal y el watt de potencia se distribuía por la superficie de la esfera, lo que le llega a su antena parabólica en la tierra son 12 milonésimas de una millonésima de una millonésima parte de un watt, en notación científica 1.2 a la -17, y eso sin contar la atenuación de la atmósfera, eso en buen español es NADA y sin embargo cuando lo decodifica y amplifica tiene usted en ese nada, cientos de canales de televisión, miles de llamadas telefónicas y eso que la tecnología aún esta en pañales y si aún no cree en la pequeñez de la energía necesaria para enviar información, calcule la energía que llega desde la sonda Cassini que anda de paseo por Saturno y sus satélites, mandando fotos, información de temperaturas, composiciones químicas y decenas de datos mas.
Pero si queremos un ejemplo mas tangible de energía, con un mínimo de masa, tenemos al electrón, el cual tiene la misma carga que el protón pero prácticamente sin masa.
Vivimos interactuando con diferentes dimensiones, la mayor parte desconocidas, el mundo de los átomos está en otra dimensión a la que no podemos accesar sin aparatos especiales, lo mismo podemos decir de la célula y las señales electromagnéticas.
No podemos afirmar categóricamente que exista una dimensión donde vayan nuestros conectomas a formar, lo que hemos dado por llamar, espíritus pero tampoco lo podemos descartar tajantemente porque desde hace 14,000 años se han estado dando testimonios de su existencia.
Desde la antigua religión Tibetana del Bon, de naturaleza animista, se habla de los espíritus y dada la antigüedad de esta religión, puede ser que traiga vestigios del pensamiento de la civilización anterior a la edad del hielo, pero sin ir tan lejos, el concepto de los espíritus está presente en casi todas las culturas de esta civilización.
En síntesis, no podemos desdeñar lo que no podemos demostrar, la ciencia es avanzar en el camino de la certidumbre.
La teoría de la complejidad trata de crear una ciencia unificadora de todas las ciencias, porque todas ellas pertenecen a una sola realidad, romper la barrera entra la física y la sociología, entre la biología, filosofía y teología, en fin entre todas.
La física del caos, entre otras cosas, busca borrar los límites entre lo determinístico y el azar, encontrar el orden en el caos, comprender la maravilla del universo que nos rodea y de la cual somos actores importantes.
A raíz de mi articulo anterior me han llegado algunos emails y llamadas telefónicas de mis amigos ateos.
Para los hombres de Fe, la naturaleza divina del espíritu no necesita explicación, para quien no tiene Fe no hay explicación satisfactoria.
Pero mi artículo no nace de la Fe, sino de las investigaciones que están haciendo los hombre de ciencia, el que establezca una hipótesis de un hecho probado, aunque no pueda demostrarlo, no creo que esté fuera de la ciencia.
Si los neurocientíficos han concluido que “el código del conocimiento es un código relacional” en base a la experimentación y observación de la actividad cerebral, tenemos pues finalmente el punto de unión entre lo material y lo espiritual, lo tangible y lo intangible.
Podríamos establecer un símil entre los fierros de la computadora, sus programas y sus datos. Si bien los datos y los programas requieren de un medio físico para almacenarse, ya sea un campo magnético en disco o un estado eléctrico en los circuitos, la naturaleza de estos datos es de una naturaleza distinta a su contenedor físico.
En el momento de migrar lo podrán hace como parpadeos de luz, como variaciones en la amplitud, frecuencia o ángulo de una señal electromagnética y el nuevo contenedor podrá ser de cualquier tipo sin importar su naturaleza material, solamente nos importará que se guarde la relación que tenía antes.
Si alguna vez encontramos la forma de leer, transportar y regrabar las conexiones cerebrales podríamos estar transportando el conectoma de la persona, sus pensamientos, su inteligencia, sus recuerdos, sus patrones de conducta, esto es, la esencia de su ser.
Pero, ¡ojo¡, nadie nos puede decir que la naturaleza no lo esté haciendo, si en el estertor de la muerte el conectoma migra a otro contenedor estaríamos hablando de la eternidad del espíritu, o de la “vida” después de la vida, creencia difundida desde el principio de los tiempos.
Mis amigos ateos me dicen, ¡Muy bien¡ ahora explícanos el proceso de migración y la naturaleza del contenedor, la respuesta es ¡no sé¡. De la misma forma que hace unas décadas los científicos no sabían nada de las neuronas y sus conexiones, como tampoco sabían de las señales electromagnéticas.
Podemos percibir una cantidad ínfima de las energías que nos rodean, ahorita mismo nos están atravesando señales de TV, radio, infrarrojos, ultravioletas y miles de señales que no percibimos y cuya información no decodificamos, hoy no podemos decir que no existen, porque las usamos a diario, en forma intensiva a través de aparatos que convierten las señales en frecuencias que podemos percibir.
A través de la historia hay testimonios de personas que dicen haber interactuado con espíritus de gente fallecida, podemos creerles o no, hay tanto charlatán que es una posición mas cómoda no creer, pero vamos, por un momento a creerles.
Tratando de ver similitudes en los relatos leídos, escuchados o vividos podemos sacar algunas características: el contenedor en caso de existir tiene una densidad de masa casi cero pero hay suficiente energía para ser percibidos al menos por algunos segundos.
¿Hay algo en el mundo físico conocido semejante?
Le pongo un ejemplo; los primeros satélites geoestacionarios, ubicados a 35,800 km trasmitían a un watt de potencia, eran antenas omnidireccionales, esto es, trasmitían en forma esférica, esta esfera iba creciendo conforme avanzaba la señal y el watt de potencia se distribuía por la superficie de la esfera, lo que le llega a su antena parabólica en la tierra son 12 milonésimas de una millonésima de una millonésima parte de un watt, en notación científica 1.2 a la -17, y eso sin contar la atenuación de la atmósfera, eso en buen español es NADA y sin embargo cuando lo decodifica y amplifica tiene usted en ese nada, cientos de canales de televisión, miles de llamadas telefónicas y eso que la tecnología aún esta en pañales y si aún no cree en la pequeñez de la energía necesaria para enviar información, calcule la energía que llega desde la sonda Cassini que anda de paseo por Saturno y sus satélites, mandando fotos, información de temperaturas, composiciones químicas y decenas de datos mas.
Pero si queremos un ejemplo mas tangible de energía, con un mínimo de masa, tenemos al electrón, el cual tiene la misma carga que el protón pero prácticamente sin masa.
Vivimos interactuando con diferentes dimensiones, la mayor parte desconocidas, el mundo de los átomos está en otra dimensión a la que no podemos accesar sin aparatos especiales, lo mismo podemos decir de la célula y las señales electromagnéticas.
No podemos afirmar categóricamente que exista una dimensión donde vayan nuestros conectomas a formar, lo que hemos dado por llamar, espíritus pero tampoco lo podemos descartar tajantemente porque desde hace 14,000 años se han estado dando testimonios de su existencia.
Desde la antigua religión Tibetana del Bon, de naturaleza animista, se habla de los espíritus y dada la antigüedad de esta religión, puede ser que traiga vestigios del pensamiento de la civilización anterior a la edad del hielo, pero sin ir tan lejos, el concepto de los espíritus está presente en casi todas las culturas de esta civilización.
En síntesis, no podemos desdeñar lo que no podemos demostrar, la ciencia es avanzar en el camino de la certidumbre.
La teoría de la complejidad trata de crear una ciencia unificadora de todas las ciencias, porque todas ellas pertenecen a una sola realidad, romper la barrera entra la física y la sociología, entre la biología, filosofía y teología, en fin entre todas.
La física del caos, entre otras cosas, busca borrar los límites entre lo determinístico y el azar, encontrar el orden en el caos, comprender la maravilla del universo que nos rodea y de la cual somos actores importantes.
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