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¿Ley de Seguridad interna? por Ángel Pujalte Piñeiro
febrero 2017
Por Ángel Pujalte Piñeiro
Llama la atención la mentalidad de mosca de nuestros dirigentes, cuya ligereza mental los exime de la gravedad y consciencia pero incapacita para atender los problemas de la sociedad y sacar adelante al país. La falta de seriedad y profundidad la exhibe la fatua, estrecha y corta visión con que plantean y discuten una ley de seguridad interna reducida a solo un problema de disciplinar al ejército para que limpie las porquerías de autoridades locales y policías, sin que se ensucien las manos.
La mentalidad de mosca induce el mismo tipo de sempiternos errores, que las circunstancias actuales permiten calibrar con la contundencia de un balde de agua helada. Los graves errores que han sido muchas decisiones que nuestras autoridades tomaron en el pasado y presentaron como grandes aciertos o única posibilidad.
Como la de que “es más barato comprar la gasolina que refinarla nosotros”. Cuando si ya no fueran negocio las refinerías ya nos las hubieran vendido y nuestras autoridades las hubieran comprado con sobreprecio, pregonando que hicieron un gran negocio. Y el otro cadáver que la situación actual saca a flote la decisión que “es más barato comprar la comida que producirla nosotros”.
Gracias a decisiones como estas, el país perdió muchos empleos, autodeterminación y autonomía. De 23 000 productores de arroz hoy solo quedan 2000. Importamos hasta maíz. Todo el jamón hoy es importado de nuestro querido, solidario y fiel “socio” Canadá. Y la lista de alimentos que antes producían empresarios mexicanos dando trabajo a mexicanos es interminable. [b]Importamos el 60 % de alimentos y prácticamente en el producto del tipo y nivel que se revise, lo han dejado de producir connacionales porque para nuestras “autoridades” era más barato y conveniente comprárselo a precios dumping a extranjeros. Con lo que exportamos infinidad de dignas y honestas fuentes de empleo y tras ellas emigrantes.
Otra familia de errores complementarios la esconden tras la sincera e ingenua confesión, de que “se seco la gallina de los huevos de oro”. Cuando la pregunta debe ser la de que [b]¿donde quedaron esos huevos? Porque en el país no dejaron huella. Son más baratos muchos productos agrícolas gringos porque están subsidiados. Y los gringos los subsidian porque saben que de la autosuficiencia en alimentos y productos básicos depende su autodeterminación, independencia y seguridad interna.
Una parte de los huevos de oro de la gallina que se secó, se debieron haber usado para construir infraestructura física que respaldara y facilitara la producción de alimentos, de productos básicos y fuentes de empleo mexicanas. Todos los campos con vocación agrícola deberían haberse hecho distritos de riego y no de temporal.
Todas las poblaciones que eran centros de producción de alimentos, productos básicos y centros de empleo deberían, gracias a los huevos de la gallina que se secó, tener vías de transporte que faciliten la entrada de insumos y salida de productos a los mercados y no inaccesibles caminos de terracería de temporal, que desaparecen las lluvias.
Y todos los centros de producción de alimentos, productos básicos y centros de empleo, gracias a los huevos de la gallina que se secó, deberían tener electricidad, agua potable y drenaje. Para que conecten motores que faciliten lo que hagan. En vez de que por el pecado de ser pequeñas poblaciones no hayan merecido ninguna atención por parte del gobierno y por falta de oportunidades quedar como expulsores de habitantes o refugio de delincuentes.
La desprotección de los que eran centros de empleo la ejemplifica Chiconcuac, al que la competencia dumping de China ya hizo desaparecer la producción de suéteres y tejidos de lana, junto con toda la cadena de producción y empleos que sostenía.
Todo porque para la mentalidad de mosca, en vez de construir un país que se pare sobre sus propios pies es mejor viajar de mosca colgado del desarrollo de otro. Lo peor no fue vender y desaparecer los huevos de la gallina que se secó, sino vender y desaparecer la autodeterminación, la independencia, la dignidad y el orgullo nacional.
La ligereza de la mentalidad de mosca libera de la gravedad, de la consciencia, del asco de pararse en excrementos y hace ver y tratar al país como tarro de miel, por el que se pelean entre ellas.
https://angelpujaltepineiro.com/ ,
Autor de: La infracultura en la construcción, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas, ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional! y en proceso de publicación: Actualización de la Disección de la LOPySRM, El descalabro de la razón, La hermana perversa de la Ingeniería Civil y Recensión metafísica.
¿#Ley_de_Seguridad_interna?
#Mentalidad_de_mosca
#Mentalidad_de_mosca
Por Ángel Pujalte Piñeiro
Llama la atención la mentalidad de mosca de nuestros dirigentes, cuya ligereza mental los exime de la gravedad y consciencia pero incapacita para atender los problemas de la sociedad y sacar adelante al país. La falta de seriedad y profundidad la exhibe la fatua, estrecha y corta visión con que plantean y discuten una ley de seguridad interna reducida a solo un problema de disciplinar al ejército para que limpie las porquerías de autoridades locales y policías, sin que se ensucien las manos.
La mentalidad de mosca induce el mismo tipo de sempiternos errores, que las circunstancias actuales permiten calibrar con la contundencia de un balde de agua helada. Los graves errores que han sido muchas decisiones que nuestras autoridades tomaron en el pasado y presentaron como grandes aciertos o única posibilidad.
Como la de que “es más barato comprar la gasolina que refinarla nosotros”. Cuando si ya no fueran negocio las refinerías ya nos las hubieran vendido y nuestras autoridades las hubieran comprado con sobreprecio, pregonando que hicieron un gran negocio. Y el otro cadáver que la situación actual saca a flote la decisión que “es más barato comprar la comida que producirla nosotros”.
Gracias a decisiones como estas, el país perdió muchos empleos, autodeterminación y autonomía. De 23 000 productores de arroz hoy solo quedan 2000. Importamos hasta maíz. Todo el jamón hoy es importado de nuestro querido, solidario y fiel “socio” Canadá. Y la lista de alimentos que antes producían empresarios mexicanos dando trabajo a mexicanos es interminable. [b]Importamos el 60 % de alimentos y prácticamente en el producto del tipo y nivel que se revise, lo han dejado de producir connacionales porque para nuestras “autoridades” era más barato y conveniente comprárselo a precios dumping a extranjeros. Con lo que exportamos infinidad de dignas y honestas fuentes de empleo y tras ellas emigrantes.
Otra familia de errores complementarios la esconden tras la sincera e ingenua confesión, de que “se seco la gallina de los huevos de oro”. Cuando la pregunta debe ser la de que [b]¿donde quedaron esos huevos? Porque en el país no dejaron huella. Son más baratos muchos productos agrícolas gringos porque están subsidiados. Y los gringos los subsidian porque saben que de la autosuficiencia en alimentos y productos básicos depende su autodeterminación, independencia y seguridad interna.
Una parte de los huevos de oro de la gallina que se secó, se debieron haber usado para construir infraestructura física que respaldara y facilitara la producción de alimentos, de productos básicos y fuentes de empleo mexicanas. Todos los campos con vocación agrícola deberían haberse hecho distritos de riego y no de temporal.
Todas las poblaciones que eran centros de producción de alimentos, productos básicos y centros de empleo deberían, gracias a los huevos de la gallina que se secó, tener vías de transporte que faciliten la entrada de insumos y salida de productos a los mercados y no inaccesibles caminos de terracería de temporal, que desaparecen las lluvias.
Y todos los centros de producción de alimentos, productos básicos y centros de empleo, gracias a los huevos de la gallina que se secó, deberían tener electricidad, agua potable y drenaje. Para que conecten motores que faciliten lo que hagan. En vez de que por el pecado de ser pequeñas poblaciones no hayan merecido ninguna atención por parte del gobierno y por falta de oportunidades quedar como expulsores de habitantes o refugio de delincuentes.
La desprotección de los que eran centros de empleo la ejemplifica Chiconcuac, al que la competencia dumping de China ya hizo desaparecer la producción de suéteres y tejidos de lana, junto con toda la cadena de producción y empleos que sostenía.
Todo porque para la mentalidad de mosca, en vez de construir un país que se pare sobre sus propios pies es mejor viajar de mosca colgado del desarrollo de otro. Lo peor no fue vender y desaparecer los huevos de la gallina que se secó, sino vender y desaparecer la autodeterminación, la independencia, la dignidad y el orgullo nacional.
La ligereza de la mentalidad de mosca libera de la gravedad, de la consciencia, del asco de pararse en excrementos y hace ver y tratar al país como tarro de miel, por el que se pelean entre ellas.
https://angelpujaltepineiro.com/ ,
Autor de: La infracultura en la construcción, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas, ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional! y en proceso de publicación: Actualización de la Disección de la LOPySRM, El descalabro de la razón, La hermana perversa de la Ingeniería Civil y Recensión metafísica.