No hay antes ni después
Marcos Barraza Urquidi
Los físicos cuánticos de la Universidad de Queenland mueven de nuevo el avispero con un experimento que le llaman “Orden causal indefinido”.
En el experimento logran que una partícula atraviese dos eventos en forma simultánea, pero no radica aquí el problema sino en que no pueden determinar que acción ocurre primero, al final logran medir 18 desviaciones más del límite definido desmoronando nuestras nociones del antes y después.
El no haber antes y después nos lleva a la metafísica de todo sucede “Aquí y ahora”.
Vuelve la Cuántica a describir el comportamiento de las partículas en forma contra intuitiva.
El antes, hoy y mañana es algo que experimentamos a diario o creemos experimentar, la causalidad nos dice que los eventos que ocurren hoy son causados por eventos del pasado y los presentes serán los causantes del futuro, si no hay antes y después no existe la causalidad.
Nuestro pensamiento es cada vez más determinístico, todo tiene su razón dirían los abuelos, consideramos que cuando no se encuentra la causa de algo se debe a nuestra ignorancia, no al hecho de que no la tenga, pero las partículas parecen ir en sentido contrario.
El BIG BANG es el ejemplo más importante de la no causalidad, el todo surge de la nada, hace un siglo los físicos cuánticos descubren que para las partículas entrelazadas no existe ni el tiempo ni la distancia, por cierto Einstein nunca estuvo de acuerdo y lanzó su famosa paradoja EPR.
La no causalidad afecta al determinismo que afirma que toda la realidad esta determinada y puede explicarse por leyes naturales, sin causalidad no hay determinismo.
La sacudida al determinismo renueva el debate milenario sobre ¿Qué es la realidad? ¿Es la realidad una apariencia? Como decía Platón o las realidad es como decía Aristóteles “Causa y efecto es la ley suprema que rige los sucesos del mundo”
Con el paso de los siglos lejos de encontrarse estas corrientes de pensamiento se radicalizan más , Newton al integrar la física celeste con la terrestre consolida el determinismo haciendo creer que todo efecto en la física tiene una razón.
La filosofía de nuestra civilización parece encerrarse en dos corrientes, el materialismo donde la realidad es lo que puedo ver y tocar, el reino de los sentido y la otra el dualismo cartesiano donde soy mi conciencia y todo el resto del mundo está fuera de mi.
Por cierto resulta vertiginoso el crecimiento del conocimiento del mundo que nos rodea y preocupante el abandono del estudio del “yo” o el ego.
Laplace fue muy aventurado al afirmar que si conociéramos la posición y velocidad de todos los átomos del universo, conoceríamos el futuro, hoy toda la capacidad de cómputo del mundo sería insuficiente para predecir el comportamiento de una partícula.
Vendría el gran genio de la física Maxwell a concebir la realidad como campos magnéticos inexplicables desde la mecánica newtoniana.
Pensamos que nuestra incapacidad es el motivo por el cual no tenemos un modelo util y exacto de nuestros datos, sin considerar que la variación puede ser un elemento inherente a los datos.
Durante 50 años la mecánica cuántica basada en probabilidades y estadísticas ha venido verificando sus predicciones incorporando aspectos acausales e indeterminados a la realidad.
El universo y sobre todo la vida marcha de la simplicidad a la complejidad y esto solo tiene sentido en el plano acausal, las singularidades en la física y las mutaciones en la vida parecen ser los constructores de la naturaleza. El orden que sucede al caos.
Y si la ley de la conservación, el continuo espacio tiempo y la causalidad se inclinan por el determinismo, el sincronismo consistente en relaciones fortuitas, donde desaparecen las relaciones causales y racionales del orden del espacio tiempo, apuntalan lo aleatorio, la incertidumbre de donde surgen esquemas auto organizativos.
Lo que llevó a Platón a decir que la realidad era una apariencia lleva a filósofos contemporáneos a afirmar que la realidad es una falacia, una falacia persistente pero finalmente una falacia, otros llegan a afirmar que la vida es un juego o a físicos como Stephen Hawking a considerar que la realidad es un holograma.
Pero todas estas “Explicaciones” nos lanzan a un abismo de incertidumbre aún mayor porque si la realidad es una falacia ¿Dónde está la certeza? Si la vida es un juego ¿Dónde esta el jugador? Porque nosotros seríamos solo las fichas ya que no conocemos las reglas, ni se nos pidió el consentimiento para jugar, ni tenemos claro a qué estamos jugando y lo peor, si la realidad es un holograma, ¿Quien y donde se genera este holograma?
Hoy en una sociedad hedonista, tecnológica y apática de los grandes temas, convendría reflexionar sobre el dilema ontológico de quienes somos y que hacemos en este mundo
Marcos Barraza Urquidi
Los físicos cuánticos de la Universidad de Queenland mueven de nuevo el avispero con un experimento que le llaman “Orden causal indefinido”.
En el experimento logran que una partícula atraviese dos eventos en forma simultánea, pero no radica aquí el problema sino en que no pueden determinar que acción ocurre primero, al final logran medir 18 desviaciones más del límite definido desmoronando nuestras nociones del antes y después.
El no haber antes y después nos lleva a la metafísica de todo sucede “Aquí y ahora”.
Vuelve la Cuántica a describir el comportamiento de las partículas en forma contra intuitiva.
El antes, hoy y mañana es algo que experimentamos a diario o creemos experimentar, la causalidad nos dice que los eventos que ocurren hoy son causados por eventos del pasado y los presentes serán los causantes del futuro, si no hay antes y después no existe la causalidad.
Nuestro pensamiento es cada vez más determinístico, todo tiene su razón dirían los abuelos, consideramos que cuando no se encuentra la causa de algo se debe a nuestra ignorancia, no al hecho de que no la tenga, pero las partículas parecen ir en sentido contrario.
El BIG BANG es el ejemplo más importante de la no causalidad, el todo surge de la nada, hace un siglo los físicos cuánticos descubren que para las partículas entrelazadas no existe ni el tiempo ni la distancia, por cierto Einstein nunca estuvo de acuerdo y lanzó su famosa paradoja EPR.
La no causalidad afecta al determinismo que afirma que toda la realidad esta determinada y puede explicarse por leyes naturales, sin causalidad no hay determinismo.
La sacudida al determinismo renueva el debate milenario sobre ¿Qué es la realidad? ¿Es la realidad una apariencia? Como decía Platón o las realidad es como decía Aristóteles “Causa y efecto es la ley suprema que rige los sucesos del mundo”
Con el paso de los siglos lejos de encontrarse estas corrientes de pensamiento se radicalizan más , Newton al integrar la física celeste con la terrestre consolida el determinismo haciendo creer que todo efecto en la física tiene una razón.
La filosofía de nuestra civilización parece encerrarse en dos corrientes, el materialismo donde la realidad es lo que puedo ver y tocar, el reino de los sentido y la otra el dualismo cartesiano donde soy mi conciencia y todo el resto del mundo está fuera de mi.
Por cierto resulta vertiginoso el crecimiento del conocimiento del mundo que nos rodea y preocupante el abandono del estudio del “yo” o el ego.
Laplace fue muy aventurado al afirmar que si conociéramos la posición y velocidad de todos los átomos del universo, conoceríamos el futuro, hoy toda la capacidad de cómputo del mundo sería insuficiente para predecir el comportamiento de una partícula.
Vendría el gran genio de la física Maxwell a concebir la realidad como campos magnéticos inexplicables desde la mecánica newtoniana.
Pensamos que nuestra incapacidad es el motivo por el cual no tenemos un modelo util y exacto de nuestros datos, sin considerar que la variación puede ser un elemento inherente a los datos.
Durante 50 años la mecánica cuántica basada en probabilidades y estadísticas ha venido verificando sus predicciones incorporando aspectos acausales e indeterminados a la realidad.
El universo y sobre todo la vida marcha de la simplicidad a la complejidad y esto solo tiene sentido en el plano acausal, las singularidades en la física y las mutaciones en la vida parecen ser los constructores de la naturaleza. El orden que sucede al caos.
Y si la ley de la conservación, el continuo espacio tiempo y la causalidad se inclinan por el determinismo, el sincronismo consistente en relaciones fortuitas, donde desaparecen las relaciones causales y racionales del orden del espacio tiempo, apuntalan lo aleatorio, la incertidumbre de donde surgen esquemas auto organizativos.
Lo que llevó a Platón a decir que la realidad era una apariencia lleva a filósofos contemporáneos a afirmar que la realidad es una falacia, una falacia persistente pero finalmente una falacia, otros llegan a afirmar que la vida es un juego o a físicos como Stephen Hawking a considerar que la realidad es un holograma.
Pero todas estas “Explicaciones” nos lanzan a un abismo de incertidumbre aún mayor porque si la realidad es una falacia ¿Dónde está la certeza? Si la vida es un juego ¿Dónde esta el jugador? Porque nosotros seríamos solo las fichas ya que no conocemos las reglas, ni se nos pidió el consentimiento para jugar, ni tenemos claro a qué estamos jugando y lo peor, si la realidad es un holograma, ¿Quien y donde se genera este holograma?
Hoy en una sociedad hedonista, tecnológica y apática de los grandes temas, convendría reflexionar sobre el dilema ontológico de quienes somos y que hacemos en este mundo