Leído en el periódico MILENIO en el día de hoy.
Minutos previos a escribir éste texto, me llamó un periodista de la agencia rusa Sputnik y me preguntó si AMLO era de izquierda. Tardé unos segundos en que me cayera el veinte.
Le dije: lo consideré un echeverrista tardío. Creo que me equivoqué. Es más bien un neoliberal asistencialista. Aunque pensándolo bien, tampoco lo es.
Si bien hay elementos para considerarlo así. Es neoliberal su pretensión de subir la edad mínima para jubilarse a los 68 años de edad, citándolo: eso no lo tiene ni Obama.
Pero su propuesta de otorgar 3 mil 600 mensuales a 2 millones 600 mil jóvenes para que sean aprendices y de esa manera eviten ser ninis o como decía magistralmente la consigna de AMLO becarios sí, sicarios no; está en los rangos típicos del asistencialismo, lo mismo su intención de duplicar el subsidio de los viejitos.
No tengo tan claro su nacionalismo, dado que aplaudió las negociaciones del equipo de Peña Nieto con Trump (Tron en la lengua del Peje) una verdadera cesión a los gringos (popularmente se dice se bajaron los pantalones).
Tampoco está claro que eche abajo la llamada reforma energética, aunque tenga prácticamente la mayoría constitucional para hacerlo. Dada su sistemática política de “crecimiento” de sus diputados, mediante el ingreso a la fracción de Morena de verdes, panales y lo que se acumule en las semanas.
Tan no está claro, que ese fue el pretexto de CCS para no votar públicamente por AMLO, aunque fue a visitarlo con su hijo Lázaro, hoy su jefe de asesores, a la Casa Blanca de la Transición, donde por cierto han desfilado todos: empresarios de la antes llamada mafia del poder, altos funcionarios del gobierno gringo y hasta nuestro digno y autónomo rector de la UNAM para hacer votos conjuntos contra la desestabilización.
Hay otros signos de esa aparente esquizofrenia que implica el neoliberalismo asistencialista; sin embargo, empiezo a considerar que todas éstas clasificaciones u otras del lenguaje y los alineamientos de la era del marxismoleninismo, con guion o sin él, son simplemente anacrónicas, por buenas y malas razones.
Treinta millones votaron por el cambio, desde una óptica antisistema, cuando en realidad lo que había y hay es un: es… pejismo.
joelortegajuarez@gmail.com
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Tendrá razón este comentarista '?
Bien a bien no lo sé, pero lo que si se es que es de pensarse.
Saludos.
Minutos previos a escribir éste texto, me llamó un periodista de la agencia rusa Sputnik y me preguntó si AMLO era de izquierda. Tardé unos segundos en que me cayera el veinte.
Le dije: lo consideré un echeverrista tardío. Creo que me equivoqué. Es más bien un neoliberal asistencialista. Aunque pensándolo bien, tampoco lo es.
Si bien hay elementos para considerarlo así. Es neoliberal su pretensión de subir la edad mínima para jubilarse a los 68 años de edad, citándolo: eso no lo tiene ni Obama.
Pero su propuesta de otorgar 3 mil 600 mensuales a 2 millones 600 mil jóvenes para que sean aprendices y de esa manera eviten ser ninis o como decía magistralmente la consigna de AMLO becarios sí, sicarios no; está en los rangos típicos del asistencialismo, lo mismo su intención de duplicar el subsidio de los viejitos.
No tengo tan claro su nacionalismo, dado que aplaudió las negociaciones del equipo de Peña Nieto con Trump (Tron en la lengua del Peje) una verdadera cesión a los gringos (popularmente se dice se bajaron los pantalones).
Tampoco está claro que eche abajo la llamada reforma energética, aunque tenga prácticamente la mayoría constitucional para hacerlo. Dada su sistemática política de “crecimiento” de sus diputados, mediante el ingreso a la fracción de Morena de verdes, panales y lo que se acumule en las semanas.
Tan no está claro, que ese fue el pretexto de CCS para no votar públicamente por AMLO, aunque fue a visitarlo con su hijo Lázaro, hoy su jefe de asesores, a la Casa Blanca de la Transición, donde por cierto han desfilado todos: empresarios de la antes llamada mafia del poder, altos funcionarios del gobierno gringo y hasta nuestro digno y autónomo rector de la UNAM para hacer votos conjuntos contra la desestabilización.
Hay otros signos de esa aparente esquizofrenia que implica el neoliberalismo asistencialista; sin embargo, empiezo a considerar que todas éstas clasificaciones u otras del lenguaje y los alineamientos de la era del marxismoleninismo, con guion o sin él, son simplemente anacrónicas, por buenas y malas razones.
Treinta millones votaron por el cambio, desde una óptica antisistema, cuando en realidad lo que había y hay es un: es… pejismo.
joelortegajuarez@gmail.com
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Tendrá razón este comentarista '?
Bien a bien no lo sé, pero lo que si se es que es de pensarse.
Saludos.
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