¿Máquinas humanas?
Inteligencia Artificial
Marcos Barraza Urquidi
Cuando escuchamos hablar de inteligencia artificial algo en el interior nos dice que una máquina no puede pensar como un hombre, le hemos dado a la inteligencia el máximo atributo humano y quizás lo sea, luego un montón de fierros no se puede comparar a un ser humano.
Nos estamos preguntando si una máquina puede ser humana y la respuesta es categórica, en este momento ninguna máquina puede reproducir el total de los potenciales del hombre.
Luego hay que cambiar la pregunta ¿Pueden las máquinas hacer funciones que realiza el hombre? Esta pregunta tampoco la hacemos de esta forma porque su respuesta es obvia cada vez mas funciones humanas son realizadas por las máquinas.
Luego la pregunta correcta sería: ¿hasta donde una máquina puede hacer funciones relacionadas con el cerebro? Y aquí entra la inteligencia artificial, si hemos avanzado en el conocimiento de las funciones cerebrales podemos copiarlas y simularlas en una computadora, pero ¿Por dónde empezar?
Hemos subido a un altar nuestra capacidad de razonar, aunque aquí entre nos, nuestra conducta inmediata rara vez se apoya en un razonamiento, normalmente somos intuitivos, emocionales o actuamos en forma automática respondiendo a costumbres, hábitos u ocurrencias, poco usamos la razón en el momento de reaccionar, sin embargo, nos es muy útil en la reflexión, en el autoaprendizaje y el alimento a la intuición.
Desde mi personal punto de vista, la mejor definición que he encontrado de la conciencia es la que da Platón cuando dice que “Es la ventana donde vemos el mundo exterior y reflexionamos sobre él” y centra al “Ser” en el mundo interior donde la complejidad es inconmensurable.
Pues en este terreno del cerebro tan delimitado es donde entra la inteligencia artificial, la ventana a la que se refiere Platón no puede ser otra que nuestros sentidos, aunque no se lo he podido preguntar porque no encuentro su email, ni su twitter, pero es obvio.
En el terreno de los sentidos, las máquinas nos llevan la delantera, son capaces de percibir el mundo exterior mejor que nosotros; el ejemplo más claro es el espectro electromagnético, las máquinas pueden detectar cualquier frecuencia, nosotros muy pocas.
Pero no es solo percibir los datos, sobre ellos hay que generar información y cuando se accesa información hay que desmembrar esta información en datos para que acto seguido generemos nueva información de acuerdo con nuestros intereses, la noticia es que las máquinas ya lo están haciendo y a una velocidad y capacidad impresionante.
¿Cuántos artículos puede leer una persona al día? ¿Diez, veinte? Hay computadoras que “leen” y clasifican millones al día, si no me creen pregúntenle a Google que indexa casi todo lo que se publica diariamente en internet.
Pero espérate, una cosa es información y otra es conocimiento, nuestro cerebro procesa esa información con nuestra memoria y patrones para generar conocimiento, pues ¿Qué creen? Las computadoras ya los están haciendo, mediante algoritmos transforman la información en bases de conocimiento.
Bueno, una cosa es el conocimiento y otra la comprensión de él, pues también se está emulando esta función del cerebro y las máquinas pueden comprender las características del conocimiento que se les programa.
Bien pero el hombre sabe qué hacer con el conocimiento que comprende, en el momento que actuamos de acuerdo a la comprensión es donde aparece la inteligencia, pues las máquinas también lo hacen, los motores de inferencia le permiten a la maquina tomar decisiones en base a la comprensión del conocimiento que tengan para actuar de inmediato, la muestra más clara son los automóviles autónomos, perciben el entorno, generan información, aprenden, conocen, comprenden cada evento que se les presentan y toman la decisión correcta.
Siguiendo la cadena de preguntas ahora formularíamos otra ¿Cuál es la decisión correcta? Paradójicamente esta pregunta es muy fácil para responderla en función de las máquinas y prácticamente imposible en el caso de los humanos, a la maquina se le fija una meta y reglas para llegar a ella, por ejemplo, en el caso de los autos autónomos tienen un destino, una ruta y reglas para saber interpretar las señales de tráfico, los semáforos, los peatones y los demás vehículos.
Tendremos aceptar que, de alguna manera, primitiva, elemental o como usted guste llamarle, las máquinas razonan, pero ¿Qué me dice de las emociones? Pues acaba de aparecer la computación afectiva que estudia las emociones que se manifiestan en la cara o en el timbre de voz para que la máquina pueda saber como atender al humano que tiene enfrente, con decirle que hay un robot, “Sofia” que sonríe, se enoja y cuenta chistes, de muy mal gusto, pero finalmente chistes.
Esto será tema para otra charla por lo pronto le dejo este material para reflexión y seguramente usted tendrá la mejor opinión sobre el tema.
Inteligencia Artificial
Marcos Barraza Urquidi
Cuando escuchamos hablar de inteligencia artificial algo en el interior nos dice que una máquina no puede pensar como un hombre, le hemos dado a la inteligencia el máximo atributo humano y quizás lo sea, luego un montón de fierros no se puede comparar a un ser humano.
Nos estamos preguntando si una máquina puede ser humana y la respuesta es categórica, en este momento ninguna máquina puede reproducir el total de los potenciales del hombre.
Luego hay que cambiar la pregunta ¿Pueden las máquinas hacer funciones que realiza el hombre? Esta pregunta tampoco la hacemos de esta forma porque su respuesta es obvia cada vez mas funciones humanas son realizadas por las máquinas.
Luego la pregunta correcta sería: ¿hasta donde una máquina puede hacer funciones relacionadas con el cerebro? Y aquí entra la inteligencia artificial, si hemos avanzado en el conocimiento de las funciones cerebrales podemos copiarlas y simularlas en una computadora, pero ¿Por dónde empezar?
Hemos subido a un altar nuestra capacidad de razonar, aunque aquí entre nos, nuestra conducta inmediata rara vez se apoya en un razonamiento, normalmente somos intuitivos, emocionales o actuamos en forma automática respondiendo a costumbres, hábitos u ocurrencias, poco usamos la razón en el momento de reaccionar, sin embargo, nos es muy útil en la reflexión, en el autoaprendizaje y el alimento a la intuición.
Desde mi personal punto de vista, la mejor definición que he encontrado de la conciencia es la que da Platón cuando dice que “Es la ventana donde vemos el mundo exterior y reflexionamos sobre él” y centra al “Ser” en el mundo interior donde la complejidad es inconmensurable.
Pues en este terreno del cerebro tan delimitado es donde entra la inteligencia artificial, la ventana a la que se refiere Platón no puede ser otra que nuestros sentidos, aunque no se lo he podido preguntar porque no encuentro su email, ni su twitter, pero es obvio.
En el terreno de los sentidos, las máquinas nos llevan la delantera, son capaces de percibir el mundo exterior mejor que nosotros; el ejemplo más claro es el espectro electromagnético, las máquinas pueden detectar cualquier frecuencia, nosotros muy pocas.
Pero no es solo percibir los datos, sobre ellos hay que generar información y cuando se accesa información hay que desmembrar esta información en datos para que acto seguido generemos nueva información de acuerdo con nuestros intereses, la noticia es que las máquinas ya lo están haciendo y a una velocidad y capacidad impresionante.
¿Cuántos artículos puede leer una persona al día? ¿Diez, veinte? Hay computadoras que “leen” y clasifican millones al día, si no me creen pregúntenle a Google que indexa casi todo lo que se publica diariamente en internet.
Pero espérate, una cosa es información y otra es conocimiento, nuestro cerebro procesa esa información con nuestra memoria y patrones para generar conocimiento, pues ¿Qué creen? Las computadoras ya los están haciendo, mediante algoritmos transforman la información en bases de conocimiento.
Bueno, una cosa es el conocimiento y otra la comprensión de él, pues también se está emulando esta función del cerebro y las máquinas pueden comprender las características del conocimiento que se les programa.
Bien pero el hombre sabe qué hacer con el conocimiento que comprende, en el momento que actuamos de acuerdo a la comprensión es donde aparece la inteligencia, pues las máquinas también lo hacen, los motores de inferencia le permiten a la maquina tomar decisiones en base a la comprensión del conocimiento que tengan para actuar de inmediato, la muestra más clara son los automóviles autónomos, perciben el entorno, generan información, aprenden, conocen, comprenden cada evento que se les presentan y toman la decisión correcta.
Siguiendo la cadena de preguntas ahora formularíamos otra ¿Cuál es la decisión correcta? Paradójicamente esta pregunta es muy fácil para responderla en función de las máquinas y prácticamente imposible en el caso de los humanos, a la maquina se le fija una meta y reglas para llegar a ella, por ejemplo, en el caso de los autos autónomos tienen un destino, una ruta y reglas para saber interpretar las señales de tráfico, los semáforos, los peatones y los demás vehículos.
Tendremos aceptar que, de alguna manera, primitiva, elemental o como usted guste llamarle, las máquinas razonan, pero ¿Qué me dice de las emociones? Pues acaba de aparecer la computación afectiva que estudia las emociones que se manifiestan en la cara o en el timbre de voz para que la máquina pueda saber como atender al humano que tiene enfrente, con decirle que hay un robot, “Sofia” que sonríe, se enoja y cuenta chistes, de muy mal gusto, pero finalmente chistes.
Esto será tema para otra charla por lo pronto le dejo este material para reflexión y seguramente usted tendrá la mejor opinión sobre el tema.
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