#EMIL_MICHEL_CIORAN:
Zaratustra
A un estudiante que quería saber que pensaba del autor de #Zaratustra, le dije que había dejado de leerlo desde hacía tiempo
¿Por qué?, me preguntó.
Porque lo encuentro demasiado “#ingenuo…”
Le reprocho sus arrebatos y hasta sus fervores. Demolió ídolos solo para reemplazarlos por otros. Un falso iconoclasta con visos de adolescente, y no se qué virginidad, qué inocencia inherentes a su carrera de solitario. Solo observó a los hombres desde lejos. Si los hubiera visto de cerca, nunca había podido concebir ni preconizar al superhombre, visión extravagante, risible, si no grotesca, quimera o antojo que solo podía surgir de la mente de quien no tuvo tiempo de envejecer, de conocer el desapego, el largo hastío sereno.
Mucho más cercano encuentro a un Marco Aurelio no vaciló entre el lirismo del frenesí y la prosa de la aceptación: encuentro mucho más consuelo , e incluso más esperanza, en un emperador fatigado que en un profeta fulgurante
Zaratustra
A un estudiante que quería saber que pensaba del autor de #Zaratustra, le dije que había dejado de leerlo desde hacía tiempo
¿Por qué?, me preguntó.
Porque lo encuentro demasiado “#ingenuo…”
Le reprocho sus arrebatos y hasta sus fervores. Demolió ídolos solo para reemplazarlos por otros. Un falso iconoclasta con visos de adolescente, y no se qué virginidad, qué inocencia inherentes a su carrera de solitario. Solo observó a los hombres desde lejos. Si los hubiera visto de cerca, nunca había podido concebir ni preconizar al superhombre, visión extravagante, risible, si no grotesca, quimera o antojo que solo podía surgir de la mente de quien no tuvo tiempo de envejecer, de conocer el desapego, el largo hastío sereno.
Mucho más cercano encuentro a un Marco Aurelio no vaciló entre el lirismo del frenesí y la prosa de la aceptación: encuentro mucho más consuelo , e incluso más esperanza, en un emperador fatigado que en un profeta fulgurante