detalles de apuntes personales de Olga Wornat
agosto de 2020
Tenía indicios de que Genaro García Luna y sus siniestros
policías, dueños de la tecnología más sofisticada y poderosa,
amos del espionaje ilegal y el crimen, estaban detrás. Mis
fuentes, tanto fuera como dentro del Gobierno, lo señalaban sin
pronunciar su nombre. Mi intuición reconocía su identidad.
Pero nunca tuve tanta seguridad como aquella noche de otoño,
cuando Felipe Zamora, quién sabe por qué razón, pronunció su
nombre sin disfraces.
—Cuenta conmigo, estoy a tu disposición para lo que
necesites. Te marco mañana a esta misma hora —avisó y se
despidió.
Esa fue la última vez que escuché su voz.
A la mañana siguiente, un amigo me dio la noticia. El
helicóptero en el que viajaba Felipe Zamora junto a Francisco
Blake Mora, el secretario de Gobernación, y cinco personas
más, se había estrellado contra un cerro en un paraje solitario
de Chalco, en el Estado de México. «Están todos muertos», me
dijo alarmado.
Quedé en shock y colgué.
Tenía un hueco en la boca del estómago. Las amenazas se
incrementaron: ese día recibí cuatro.
A partir del mandato de Vicente Fox, las altas esferas
facilitaron la creación de un cártel que se incrustó y se
expandió adentro del Estado, como declararon los traficantes
Vicente Zambada Niebla y Jesús Zambada García, hijo y
hermano del Mayo Zambada, capo del Cártel de Sinaloa.
También fueron señalados por Sergio Villarreal Barragán, el
Grande, y por Édgar Valdez Villarreal, la Barbie, todos presos
en Estados Unidos.
En medio de la escritura de este prólogo, el Departamento
de Justicia de Estados Unidos solicitó al Gobierno mexicano la
detención y extradición de Luis Cárdenas Palomino y Ramón
Pequeño, miembros del círculo íntimo de García Luna,
Las actividades ilícitas de García Luna alcanzaron a Édgar
Monroy, mi asistente y colaborador, al que la Comisión de
Derechos Humanos del Distrito Federal tuvo que colocarle
custodia las 24 horas
a finales de noviembre de 2011, la ONG Artículo 19
sacó a Édgar Monroy de México para reubicarlo en Praga,
porque su vida, al igual que la mía, pendía de un hilo.
Gabriel Bauducco,
periodista y amigo, por entonces director de la edición
mexicana de Playboy, publicó un adelanto del capítulo sobre
Rosi Orozco y su secta Casa sobre la Roca; tanto ella como su
esposo, Alejandro Orozco, eran íntimos de Felipe Calderón y
Margarita Zavala, y partícipes de los negocios sucios de Genaro
García Luna y su banda. Bauducco fue hostigado
violentamente y estuvo seis meses con custodia. Gabriel
Sandoval, director editorial de Grupo Planeta México, fue
amenazado con los mismos métodos:
Los personajes que albergan sus páginas son los hombres y
las mujeres que Felipe Calderón eligió, en los que confió las
tareas clave del gobierno y a los que, por complicidad y
confabulación, les permitió lo inimaginable, los peores delitos.
Amigos sin mérito, neopanistas sin luces intelectuales,
trepadores, corruptos, criminales, cínicos e insensibles que
dejaron el poder enriquecidos frente a un país cada día más
pobre y doliente
Felipe Calderón no es el único que deberá pagar por la
herencia que dejó. Los priistas que gobernaron durante 70
años y Vicente Fox, copartícipe del fraude electoral que le abrió
la puerta de Los Pinos y con el que pactó no investigar las
corruptelas de los hijos de Marta Sahagún, también son
responsables. Lo mismo ocurre con su mediocre y corrupto
sucesor, Enrique Peña Nieto, con gobernadores, jueces y una
casta empresarial que guardó silencio frente a los aberrantes
ilícitos
agosto de 2020
agosto de 2020
Tenía indicios de que Genaro García Luna y sus siniestros
policías, dueños de la tecnología más sofisticada y poderosa,
amos del espionaje ilegal y el crimen, estaban detrás. Mis
fuentes, tanto fuera como dentro del Gobierno, lo señalaban sin
pronunciar su nombre. Mi intuición reconocía su identidad.
Pero nunca tuve tanta seguridad como aquella noche de otoño,
cuando Felipe Zamora, quién sabe por qué razón, pronunció su
nombre sin disfraces.
—Cuenta conmigo, estoy a tu disposición para lo que
necesites. Te marco mañana a esta misma hora —avisó y se
despidió.
Esa fue la última vez que escuché su voz.
A la mañana siguiente, un amigo me dio la noticia. El
helicóptero en el que viajaba Felipe Zamora junto a Francisco
Blake Mora, el secretario de Gobernación, y cinco personas
más, se había estrellado contra un cerro en un paraje solitario
de Chalco, en el Estado de México. «Están todos muertos», me
dijo alarmado.
Quedé en shock y colgué.
Tenía un hueco en la boca del estómago. Las amenazas se
incrementaron: ese día recibí cuatro.
A partir del mandato de Vicente Fox, las altas esferas
facilitaron la creación de un cártel que se incrustó y se
expandió adentro del Estado, como declararon los traficantes
Vicente Zambada Niebla y Jesús Zambada García, hijo y
hermano del Mayo Zambada, capo del Cártel de Sinaloa.
También fueron señalados por Sergio Villarreal Barragán, el
Grande, y por Édgar Valdez Villarreal, la Barbie, todos presos
en Estados Unidos.
En medio de la escritura de este prólogo, el Departamento
de Justicia de Estados Unidos solicitó al Gobierno mexicano la
detención y extradición de Luis Cárdenas Palomino y Ramón
Pequeño, miembros del círculo íntimo de García Luna,
Las actividades ilícitas de García Luna alcanzaron a Édgar
Monroy, mi asistente y colaborador, al que la Comisión de
Derechos Humanos del Distrito Federal tuvo que colocarle
custodia las 24 horas
a finales de noviembre de 2011, la ONG Artículo 19
sacó a Édgar Monroy de México para reubicarlo en Praga,
porque su vida, al igual que la mía, pendía de un hilo.
Gabriel Bauducco,
periodista y amigo, por entonces director de la edición
mexicana de Playboy, publicó un adelanto del capítulo sobre
Rosi Orozco y su secta Casa sobre la Roca; tanto ella como su
esposo, Alejandro Orozco, eran íntimos de Felipe Calderón y
Margarita Zavala, y partícipes de los negocios sucios de Genaro
García Luna y su banda. Bauducco fue hostigado
violentamente y estuvo seis meses con custodia. Gabriel
Sandoval, director editorial de Grupo Planeta México, fue
amenazado con los mismos métodos:
Los personajes que albergan sus páginas son los hombres y
las mujeres que Felipe Calderón eligió, en los que confió las
tareas clave del gobierno y a los que, por complicidad y
confabulación, les permitió lo inimaginable, los peores delitos.
Amigos sin mérito, neopanistas sin luces intelectuales,
trepadores, corruptos, criminales, cínicos e insensibles que
dejaron el poder enriquecidos frente a un país cada día más
pobre y doliente
Felipe Calderón no es el único que deberá pagar por la
herencia que dejó. Los priistas que gobernaron durante 70
años y Vicente Fox, copartícipe del fraude electoral que le abrió
la puerta de Los Pinos y con el que pactó no investigar las
corruptelas de los hijos de Marta Sahagún, también son
responsables. Lo mismo ocurre con su mediocre y corrupto
sucesor, Enrique Peña Nieto, con gobernadores, jueces y una
casta empresarial que guardó silencio frente a los aberrantes
ilícitos
agosto de 2020
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