Cuando los arqueólogos del futuro analicen esta época, sin duda, la describirán como la época de las grandes reivindicaciones así como la de las grandes aberraciones.
La “intelectualida” ha elevado al los altares a los homosexuales, vía la martirización de una minoría, el exceso ha llegado al grado de considerarla como una célula familiar y otorgarles el derecho del matrimonio en pleno con la posibilidad de la adopción.
Esta misma corriente ha atacado duramente a los curas pederastas lo cual era una tarea atrasada y necesaria, aunque lamentablemente no ha ido más allá porque deja en el tintero y en la impunidad a los pederastas de otros grupos como el gobernador Carlos Marín y toda su banda así como a tantos otros denunciados y olvidados.
Lo que estos intelectuales NO DICEN es que la pederastia en la mayoría de los casos es un acto homosexual, porque si se va a la definición de homosexualidad se encontrará que no hace distinciones entre edades para definir que un acto entre dos personas del mismo sexo es homosexualidad.
Los estudiosos del fenómeno homosexual, también hablan de la alta actividad y promiscuidad de este grupo de gentes y algunos científicos, por cierto callados violentamente, afirmaron que era una enfermedad de conducta altamente contagiosa.
En este contexto se vuelve altamente peligroso para los niños ser adoptados por un par de homosexuales donde el riesgo de ser víctimas de sus padres es muy alto.
De aquí que la pasión anticlerical y jacobina de estos grupos los lleve a la paradoja atraparse en sus mismas críticas, al pontificar por un lado la homosexualidad y por otro atacar la pederastia homosexual.
Lo mas grave es la mayoría silenciosa, la que no se atreve a opinar por el temor de que los llamen mochos y retrógrados y ahí tenemos el patético desfile de el orgullo homosexual donde hombres pintarrajeados y con senos y nalgas artificiales vociferan e insultan a los paseantes.
A excepción de Sodoma y Gomorra, no recuerdo pueblo que glorificara la homosexualidad como lo estamos haciendo y elevara al rango de matrimonio las relaciones homosexuales, bueno veremos que frutos salen de esta siembra inmunda
La “intelectualida” ha elevado al los altares a los homosexuales, vía la martirización de una minoría, el exceso ha llegado al grado de considerarla como una célula familiar y otorgarles el derecho del matrimonio en pleno con la posibilidad de la adopción.
Esta misma corriente ha atacado duramente a los curas pederastas lo cual era una tarea atrasada y necesaria, aunque lamentablemente no ha ido más allá porque deja en el tintero y en la impunidad a los pederastas de otros grupos como el gobernador Carlos Marín y toda su banda así como a tantos otros denunciados y olvidados.
Lo que estos intelectuales NO DICEN es que la pederastia en la mayoría de los casos es un acto homosexual, porque si se va a la definición de homosexualidad se encontrará que no hace distinciones entre edades para definir que un acto entre dos personas del mismo sexo es homosexualidad.
Los estudiosos del fenómeno homosexual, también hablan de la alta actividad y promiscuidad de este grupo de gentes y algunos científicos, por cierto callados violentamente, afirmaron que era una enfermedad de conducta altamente contagiosa.
En este contexto se vuelve altamente peligroso para los niños ser adoptados por un par de homosexuales donde el riesgo de ser víctimas de sus padres es muy alto.
De aquí que la pasión anticlerical y jacobina de estos grupos los lleve a la paradoja atraparse en sus mismas críticas, al pontificar por un lado la homosexualidad y por otro atacar la pederastia homosexual.
Lo mas grave es la mayoría silenciosa, la que no se atreve a opinar por el temor de que los llamen mochos y retrógrados y ahí tenemos el patético desfile de el orgullo homosexual donde hombres pintarrajeados y con senos y nalgas artificiales vociferan e insultan a los paseantes.
A excepción de Sodoma y Gomorra, no recuerdo pueblo que glorificara la homosexualidad como lo estamos haciendo y elevara al rango de matrimonio las relaciones homosexuales, bueno veremos que frutos salen de esta siembra inmunda
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