12 julio 2010
Protección Civil
Por Ángel Pujalte Piñeiro
“Patética explotación política de la miseria, necesidad y dolor”
Toca el turno desnudar a otra mafia coludida con el jefe de gobierno para fagocitar instrumentos de control del desarrollo, para usarlos para depredar de mejor manera a la sociedad.
La “protección civil” como concepto certifica el fracaso de la racionalidad y buena fe en la administración pública y ausencia de Ingeniería Civil. La suplantación de la razón social por la codicia de los gobernantes es lo que origina que los asentamientos vayan contra la Naturaleza. Es el origen de la mala disposición física territorial, que causa las desgracias que los “políticos” presentan como ataques impredecibles de la Naturaleza. Irresponsabilidad que pretenden cubrir con un galimatías, que denominan protección civil. La que certifica el abandono de la racionalidad, que se anticipa, por la desesperanzada resignación a sufrir irremediablemente la furia de dioses paganos. En otra evidencia más del retroceso de la racionalidad en la conducción del país.
La necesidad de ese parche la crea el abuso del poder político. Que privilegia sus anémicos beneficios particulares de momento, sobre el beneficio social de largo plazo. Para lo cual ha desalojado a las prácticas profesionales de la inteligencia nacional, para escamotear y ejercer a su capricho las responsabilidades profesionales. La razón social nacional la debe formar las prácticas profesionales que administran una frontera de contacto de la sociedad con la Naturaleza. Como la ingeniería civil, medicina, veterinaria, botánica, agronomía, etcétera. Pero como la razón profesional se contrapone a las ambiciones de los “políticos”, las han desplazado y vuelto inerme e inútiles. Una ridícula parodia de lo que deben ser.
Como la planeación física del territorio de Ingeniería Civil se antepone al capricho de hacer lo que quiera, cuando y como quiera, “que para eso soy el jefe de gobierno”. Han vuelto grotescas parodias a los instrumentos donde la inteligencia debe manifestarse, como la “planeación democrática” en el caso federal o de plano los desaparecen con todo y sus accesorios, (planes de desarrollo, uso de suelo, licencia de construcción) como en la ciudad de México. Para reinventarlos y delegar sus facultades en caricaturas manipulables. Como los comités de asesores, consejos consultivos e institutos de tartufos, integrados con cobardes espantapájaros, que sin dar la cara se ostentan como velados “expertos”, “especialistas” y chuchas cuereras.
Pero como el mundo verdadero no traga cuentos infantiles ni lo apantallan los “expertos” de sus comités, consejos, institutos, secretarias ni burocracias monopólicas y parasitarias, pues cada que la Naturaleza se manifiesta arrasa a la parte de la población que encuentra atravesada en su paso. Descubriendo la desatención a la primera obligación del gobierno, que es cuidar la vida y propiedad de la población. Pero nuestros gobernantes en vez de atender ese mandato social, crearon una retorcida caricatura, la protección civil, como parche que tape el faltante.
Hay que reconocer su refinada tortuosa perversidad. Esta construida sobre el engaño de sorprender con el cambio de nombre a las cosas. Trampa que la PC lleva a su máxima sofisticación.
El primer artificio es renombrar al rescate como protección. Con la simple redenominación lo posterior se presenta como anterior. Magia de político. Los únicos que pueden anticiparse y proteger a la población de la Naturaleza son los auténticos Ingenieros Civiles. Al incluir “civil” en la denominación se finge que una parte del gobierno atiende la soslayada primera obligación gubernamental de proteger la vida y propiedad de la población. Al delegar esa irrenunciable obligación, aunque sea [I]“denominativamente”,[colro=red] los demás se dedican sin distracciones a depredar a la sociedad.[/color]
Pero allí no termina la farsa ni es toda la perfidia de este garlito de antología. Encima el pretexto lo aprovechan los depredadores sociales para crear otro territorio presupuestal con su burocracia monopólica y parasitaria complementaria, para acantonar más señores feudales y alcanza para repartir una tajada en renta, para comprar indulgencias a los “tartufos” e incluye una simpática gleba de ingenuos gratuitos, que utilizan como “pajaritos de mago”[ß] para distraer, dar forma, encubrir el engaño y darle cariz de humanitarismo.
El gobierno federal, cada estatal y municipal, “debe” contar con una botarga de estas, para desviar de mejor manera presupuesto a manos de un funcionario a modo, que lo maneje con absoluta arbitrariedad e impunidad. Consuma el sueño de políticos, de un mundo de puros derechos sin obligaciones. El presupuesto mayor es el federal, de miles de millones. Para usar parte en forma patética y clientelar en las contingencias y lo demás quien sabe, porque en las urgencias “ni modo de pedir comprobantes” y menos con requisitos, fiscales o no. Lo que es una maravillosa excusa para disponer a capricho y encubrir desvíos y robos.[/i}]
La burocracia del feudo es ideal para mantener a ineptos parientes y compromisos políticos. Los tartufos desquitan su tajada como “mirones de palo” refugiados [ ]en “centros de desastres”, donde elaboran crónicas y mapas de la historia de las tragedias que causa la irresponsabilidad gubernamental. Bueyes que van atrás de la carreta desde donde ven para el piso de atrás, el surco dejado en el camino andado, por incapacidad para levantar la mirada y ver al frente. Investigadores de institutos de ingeniería tan ciegos que no se percatan, que las “zonas estadísticas de desastre” que “descubren” son los lugares que cualquier Ingeniero Civil auténtico reconoce como propiedad exclusiva de la Naturaleza. Lagos que quieren volver a ser lago, ríos que reclaman su cauce o partes donde la gravedad y erosión natural trabajan en modificar para dar su dinámica al perfil cambiante de la superficie del planeta. Ridículos ratones de gabinete y laboratorio que pretenden suplantar a la auténtica Ingeniería Civil profesional, pero que por alienados ignoran cómo jugar con la casa, por lo que impotentes se limitan a “registrar” las penalidades de ir contra ella.
Lo mejor es la gleba de incautos. Formada por cándidos ex bomberos, ex policías, ex panaderos, ex lavadores de cisternas y fracasados profesionales (titulados a cambio de tiempo parcial de reclusión) que compran el lavado de cerebro de salvadores, creyendo que le van a dar la vuelta a su falta de méritos mediante un cursito de unas cuantas horas. Curso en que dicen lo que todo mundo sabe pero cambiando las palabras. Y aprendiendo el cambio de denominación piensan lograr jerarquía e ingresos decorosos. Aunque sea en una tropa para la que no alcanza la nómina oficial, sino en la que cada quien se debe rascar con sus propias uñas. Todo “sin palancas” que pretenda vivir de la PC, debe vender programas “internos” de Protección Civil.
Los que son una vacilada ortogonal. Los despistados que intentan venderlos no son autoridad, Su certificado no autoriza nada ni ningunas ley los respalda. Son particulares usados como tapadera gratuita, sin formar parte del gobierno. Así, sin ningún derecho, la venta de un programa se vuelve una estafa en la que se engatusa, apela a la buena voluntad de despistados o mala fe de perversos, que compran una simulación de lavado de tepalcuanas.
Protección Civil
Por Ángel Pujalte Piñeiro
“Patética explotación política de la miseria, necesidad y dolor”
Toca el turno desnudar a otra mafia coludida con el jefe de gobierno para fagocitar instrumentos de control del desarrollo, para usarlos para depredar de mejor manera a la sociedad.
La “protección civil” como concepto certifica el fracaso de la racionalidad y buena fe en la administración pública y ausencia de Ingeniería Civil. La suplantación de la razón social por la codicia de los gobernantes es lo que origina que los asentamientos vayan contra la Naturaleza. Es el origen de la mala disposición física territorial, que causa las desgracias que los “políticos” presentan como ataques impredecibles de la Naturaleza. Irresponsabilidad que pretenden cubrir con un galimatías, que denominan protección civil. La que certifica el abandono de la racionalidad, que se anticipa, por la desesperanzada resignación a sufrir irremediablemente la furia de dioses paganos. En otra evidencia más del retroceso de la racionalidad en la conducción del país.
La necesidad de ese parche la crea el abuso del poder político. Que privilegia sus anémicos beneficios particulares de momento, sobre el beneficio social de largo plazo. Para lo cual ha desalojado a las prácticas profesionales de la inteligencia nacional, para escamotear y ejercer a su capricho las responsabilidades profesionales. La razón social nacional la debe formar las prácticas profesionales que administran una frontera de contacto de la sociedad con la Naturaleza. Como la ingeniería civil, medicina, veterinaria, botánica, agronomía, etcétera. Pero como la razón profesional se contrapone a las ambiciones de los “políticos”, las han desplazado y vuelto inerme e inútiles. Una ridícula parodia de lo que deben ser.
Como la planeación física del territorio de Ingeniería Civil se antepone al capricho de hacer lo que quiera, cuando y como quiera, “que para eso soy el jefe de gobierno”. Han vuelto grotescas parodias a los instrumentos donde la inteligencia debe manifestarse, como la “planeación democrática” en el caso federal o de plano los desaparecen con todo y sus accesorios, (planes de desarrollo, uso de suelo, licencia de construcción) como en la ciudad de México. Para reinventarlos y delegar sus facultades en caricaturas manipulables. Como los comités de asesores, consejos consultivos e institutos de tartufos, integrados con cobardes espantapájaros, que sin dar la cara se ostentan como velados “expertos”, “especialistas” y chuchas cuereras.
Pero como el mundo verdadero no traga cuentos infantiles ni lo apantallan los “expertos” de sus comités, consejos, institutos, secretarias ni burocracias monopólicas y parasitarias, pues cada que la Naturaleza se manifiesta arrasa a la parte de la población que encuentra atravesada en su paso. Descubriendo la desatención a la primera obligación del gobierno, que es cuidar la vida y propiedad de la población. Pero nuestros gobernantes en vez de atender ese mandato social, crearon una retorcida caricatura, la protección civil, como parche que tape el faltante.
Hay que reconocer su refinada tortuosa perversidad. Esta construida sobre el engaño de sorprender con el cambio de nombre a las cosas. Trampa que la PC lleva a su máxima sofisticación.
El primer artificio es renombrar al rescate como protección. Con la simple redenominación lo posterior se presenta como anterior. Magia de político. Los únicos que pueden anticiparse y proteger a la población de la Naturaleza son los auténticos Ingenieros Civiles. Al incluir “civil” en la denominación se finge que una parte del gobierno atiende la soslayada primera obligación gubernamental de proteger la vida y propiedad de la población. Al delegar esa irrenunciable obligación, aunque sea [I]“denominativamente”,[colro=red] los demás se dedican sin distracciones a depredar a la sociedad.[/color]
Pero allí no termina la farsa ni es toda la perfidia de este garlito de antología. Encima el pretexto lo aprovechan los depredadores sociales para crear otro territorio presupuestal con su burocracia monopólica y parasitaria complementaria, para acantonar más señores feudales y alcanza para repartir una tajada en renta, para comprar indulgencias a los “tartufos” e incluye una simpática gleba de ingenuos gratuitos, que utilizan como “pajaritos de mago”[ß] para distraer, dar forma, encubrir el engaño y darle cariz de humanitarismo.
El gobierno federal, cada estatal y municipal, “debe” contar con una botarga de estas, para desviar de mejor manera presupuesto a manos de un funcionario a modo, que lo maneje con absoluta arbitrariedad e impunidad. Consuma el sueño de políticos, de un mundo de puros derechos sin obligaciones. El presupuesto mayor es el federal, de miles de millones. Para usar parte en forma patética y clientelar en las contingencias y lo demás quien sabe, porque en las urgencias “ni modo de pedir comprobantes” y menos con requisitos, fiscales o no. Lo que es una maravillosa excusa para disponer a capricho y encubrir desvíos y robos.[/i}]
La burocracia del feudo es ideal para mantener a ineptos parientes y compromisos políticos. Los tartufos desquitan su tajada como “mirones de palo” refugiados [ ]en “centros de desastres”, donde elaboran crónicas y mapas de la historia de las tragedias que causa la irresponsabilidad gubernamental. Bueyes que van atrás de la carreta desde donde ven para el piso de atrás, el surco dejado en el camino andado, por incapacidad para levantar la mirada y ver al frente. Investigadores de institutos de ingeniería tan ciegos que no se percatan, que las “zonas estadísticas de desastre” que “descubren” son los lugares que cualquier Ingeniero Civil auténtico reconoce como propiedad exclusiva de la Naturaleza. Lagos que quieren volver a ser lago, ríos que reclaman su cauce o partes donde la gravedad y erosión natural trabajan en modificar para dar su dinámica al perfil cambiante de la superficie del planeta. Ridículos ratones de gabinete y laboratorio que pretenden suplantar a la auténtica Ingeniería Civil profesional, pero que por alienados ignoran cómo jugar con la casa, por lo que impotentes se limitan a “registrar” las penalidades de ir contra ella.
Lo mejor es la gleba de incautos. Formada por cándidos ex bomberos, ex policías, ex panaderos, ex lavadores de cisternas y fracasados profesionales (titulados a cambio de tiempo parcial de reclusión) que compran el lavado de cerebro de salvadores, creyendo que le van a dar la vuelta a su falta de méritos mediante un cursito de unas cuantas horas. Curso en que dicen lo que todo mundo sabe pero cambiando las palabras. Y aprendiendo el cambio de denominación piensan lograr jerarquía e ingresos decorosos. Aunque sea en una tropa para la que no alcanza la nómina oficial, sino en la que cada quien se debe rascar con sus propias uñas. Todo “sin palancas” que pretenda vivir de la PC, debe vender programas “internos” de Protección Civil.
Los que son una vacilada ortogonal. Los despistados que intentan venderlos no son autoridad, Su certificado no autoriza nada ni ningunas ley los respalda. Son particulares usados como tapadera gratuita, sin formar parte del gobierno. Así, sin ningún derecho, la venta de un programa se vuelve una estafa en la que se engatusa, apela a la buena voluntad de despistados o mala fe de perversos, que compran una simulación de lavado de tepalcuanas.
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