Tweet
Pachangón Bicentenario de 580 millones de varos
Pachangón Bicentenario de 580 millones de varos
Política cero
Jairo Calixto Albarrán
Es muy molesto que por falta de agricultura, de inmediato se reproduzcan, cual gremlins, los agoreros del desastre, los profesionales de la protesta, los que hacen del sospechosismo su modus operandi, los que primero dudan y luego existen, y los que gozan armando berrinches colectivos, nada más porque el pachangón del Bicentenario costará 580 millones de pesos. Cómo es posible que en vez de alegrarnos por la big party que nos vamos a aventar, la bola de amargosos estén pensando en todo lo que se podría hacer con ese dinero en materias educativa, laboral y de rescate financiero. O sea, a quién le importa que con ese billetote se puedan resolver algunos problemas urgentes en la patria, cuando lo que en verdad importa es que se mantenga y reproduzca la muy mexicana tradición de echar la casa por la ventana.
De qué sirve ser una nación emergente pero pujante, digna de las mejores películas hollywoodenses de paranoia narcoterrorista, si no podemos darnos un atascón de juegos pirotécnicos, shows estilo Siempre en domingo y espectáculos cursis pero monstruosos, sin remordimientos de conciencia.
Pocas cosas tan emocionantes como ver al señorito Lujambio como gran promotor de una fiestototototota para los héroes que nos dieron patria, sobre todo cuando dice “Es la más grande fiesta en la historia de México. Belleza, grandeza, y su majestuosidad se va a poner de manifiesto. No sólo para los mexicanos sino para todo el mundo”.
Y lo bueno es que con tanto espectáculo de luz y sonido como en las grutas de Kafkahuamilpa, no se oirán los balazos de los hiperviolentos que ya ven cómo les gusta el mitin.
Y lo mejor es que ya en la cruda pos-Bicentenario, bien podemos ir a tocar a casa de Bill Gates, Warren Buffet, George Lucas o cualquiera de esos multimillonarios que como no saben qué hacer con sus fortunas y quieren donarlas a la caridad, para que nos echen una ayudadita, ahí como cosa suya. Porque ya se sabe que con Slim, el hombre más rico del mundo, no se contaría, pues ya dijo que el no va a andar regalando su lana a los pedigüeños. Él, en todo caso, nos daría una caña de pescar o un uniforme de camarera del Sanborns. No faltará, por supuesto, el acomedido que nos quiera poner a pilotear los aviones de Mexicana con salarios de vendedores de biblias, para sacar p’al chivo.
Pasada la guarapeta de 580 melones que siempre se nos harán poca cosa, podríamos emular a esos desempleados chinos que se amputaron y engulleron sus propios dedos, debido, dicen los especialistas, “al cada vez mayor abismo entre ricos y pobres”.
www.twitter.com/jairocalixto
jairo.calixto@milenio.com
Política cero
Jairo Calixto Albarrán
Es muy molesto que por falta de agricultura, de inmediato se reproduzcan, cual gremlins, los agoreros del desastre, los profesionales de la protesta, los que hacen del sospechosismo su modus operandi, los que primero dudan y luego existen, y los que gozan armando berrinches colectivos, nada más porque el pachangón del Bicentenario costará 580 millones de pesos. Cómo es posible que en vez de alegrarnos por la big party que nos vamos a aventar, la bola de amargosos estén pensando en todo lo que se podría hacer con ese dinero en materias educativa, laboral y de rescate financiero. O sea, a quién le importa que con ese billetote se puedan resolver algunos problemas urgentes en la patria, cuando lo que en verdad importa es que se mantenga y reproduzca la muy mexicana tradición de echar la casa por la ventana.
De qué sirve ser una nación emergente pero pujante, digna de las mejores películas hollywoodenses de paranoia narcoterrorista, si no podemos darnos un atascón de juegos pirotécnicos, shows estilo Siempre en domingo y espectáculos cursis pero monstruosos, sin remordimientos de conciencia.
Pocas cosas tan emocionantes como ver al señorito Lujambio como gran promotor de una fiestototototota para los héroes que nos dieron patria, sobre todo cuando dice “Es la más grande fiesta en la historia de México. Belleza, grandeza, y su majestuosidad se va a poner de manifiesto. No sólo para los mexicanos sino para todo el mundo”.
Y lo bueno es que con tanto espectáculo de luz y sonido como en las grutas de Kafkahuamilpa, no se oirán los balazos de los hiperviolentos que ya ven cómo les gusta el mitin.
Y lo mejor es que ya en la cruda pos-Bicentenario, bien podemos ir a tocar a casa de Bill Gates, Warren Buffet, George Lucas o cualquiera de esos multimillonarios que como no saben qué hacer con sus fortunas y quieren donarlas a la caridad, para que nos echen una ayudadita, ahí como cosa suya. Porque ya se sabe que con Slim, el hombre más rico del mundo, no se contaría, pues ya dijo que el no va a andar regalando su lana a los pedigüeños. Él, en todo caso, nos daría una caña de pescar o un uniforme de camarera del Sanborns. No faltará, por supuesto, el acomedido que nos quiera poner a pilotear los aviones de Mexicana con salarios de vendedores de biblias, para sacar p’al chivo.
Pasada la guarapeta de 580 melones que siempre se nos harán poca cosa, podríamos emular a esos desempleados chinos que se amputaron y engulleron sus propios dedos, debido, dicen los especialistas, “al cada vez mayor abismo entre ricos y pobres”.
www.twitter.com/jairocalixto
jairo.calixto@milenio.com
Comment