Curiosamente, en EU se muestra un movimiento d edescontento y de incomodidad al gobierno federal, lo interesante del asunto es que las razones o puntos que aquí se manejan, son muy parecidos a los que los grupos nacionales hacen mención aquí, les pongo a su consideración la nota...
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Introducción
¿Por qué el ataque lanzado desde la derecha contra el «Papá Estado» se deja oír cada vez más entre la clase trabajadora? Los liberales afirman que la población asalariada actúa «contra su propio interés» aludiendo a programas sociales como la seguridad social o las prestaciones por desempleo. Los progresistas sostienen que los trabajadores hostiles al Estado son «racistas», «fundamentalistas» y/o actúan de forma irracional o ciega a causa del miedo injustificado a las amenazas a las libertades individuales. Expondré aquí que hay muchas razones sensatas, racionales y materiales para que la clase trabajadora se rebele contra el Estado.
Veintidós razones por las que la clase trabajadora estadounidense odia al Estado
1.) La mayoría de las personas asalariadas pagan una suma desproporcionadamente más elevada de impuestos que los empresarios ricos y, por consiguiente, millones de estadounidenses trabajan en la «economía sumergida» para llegar a fin de mes, con lo que se exponen a ser detenidos y a que el Estado los procese por tratar de ganarse la vida eludiendo impuestos onerosos.
2.) El Estado concede exenciones generosas durante varios años a las empresas, con lo que elevan la carga fiscal de las personas asalariadas o eliminan servicios esenciales. Las políticas no equitativas de recaudación fiscal del Estado suscitan resentimiento.
3.) Los impuestos altos, unidos a la reducción y encarecimiento de los servicios públicos, incluidos el aumento de los costes de la educación superior y de los gastos sanitarios, alimentan el antagonismo popular y la frustración ante el hecho de que se les está negando a ellos y a sus hijos las oportunidades de progresar y vivir sanos.
4.) A muchos trabajadores y trabajadoras les sienta mal que el Estado gaste el dinero de sus impuestos en guerras remotas e interminables y en financiar rescates en Wall Street, en lugar de invertirlo en reindustrializar Estados Unidos para crear puestos de trabajo bien remunerados o ayudar a quienes no tienen empleo o están subempleados y son incapaces de afrontar el pago de sus hipotecas y se exponen a un desahucio o a vivir sin techo. Casi todos los trabajadores rechazan los gastos presupuestarios injustos que privilegian a los ricos y niegan a la clase trabajadora.
5.) A los trabajadores les horrorizan la hipocresía y los dobles raseros del Estado cuando denuncia a los «aprovechados» que se llevan unos centenares de dólares y hace la vista gorda con los estafadores de bancos y empresas, y los gastos militares del Pentágono cuestan excesos presupuestarios de centenares de miles de millones de dólares. Pocos trabajadores creen que exista la igualdad ante la ley, con lo que implícitamente no aceptan sus exigencias de legitimidad.
6.) Muchas familias trabajadoras se niegan a admitir el hecho de que el Estado reclute a sus hijos e hijas para guerras que se traducen en muerte y en lesiones atroces en lugar de para puestos de trabajo en el sector público, mientras que los hijos de las personas ricas y acomodadas se forjan una carrera en la vida civil.
7.) El Estado subvenciona y mejora en los barrios acomodados las infraestructuras públicas (carreteras, parques y servicios), mientras ignora las demandas de mejora en las comunidades de rentas más bajas. Además, el Estado sitúa las instalaciones contaminantes (incineradoras, industrias con alto contenido de residuos, etc.) muy cerca de los hogares y las escuelas de los trabajadores.
8.) El Estado mantiene el salario mínimo por debajo de los incrementos del coste de la vida, pero fomenta y promueve el aumento desmesurado de beneficios.
9.) En los barrios ricos los desvelos para hacer cumplir la ley son rigurosos, y en las comunidades con rentas bajas son laxos, lo que se traduce en una tasa más elevada de homicidios y robos.
10.) El Estado impone restricciones sobre las organizaciones sindicales que luchan por garantizar los salarios y los beneficios, e ignora la intimidación y el despido arbitrario de trabajadores que llevan a cabo las empresas. El Estado favorece las fusiones y adquisiciones empresariales que desembocan en monopolios, pero pone freno a la acción colectiva nacida desde la base.
11.) Las instituciones económicas del Estado buscan a las personas que ocuparán cargos públicos en los bancos e instituciones financieras para que tomen decisiones que favorezcan a sus antiguos jefes, mientras que los asalariados quedan excluidos y no cuentan con representación en los cargos rectores de la política económica.
12.) Cada vez más, el Estado quebranta las libertades individuales de los activistas sociales mediante la Ley Patriótica y las detenciones arbitrarias, y garantiza la impunidad de la violencia policial y castiga a quienes denuncian irregularidades, con lo que desdeña las críticas de los ciudadanos con su capacidad de castigar.
13.) El Estado se muestra receptivo a la financiación del complejo militar-industrial, la deslocalización de empresas multinacionales en el extranjero y los elevados ingresos del lobby de Israel, y aumenta las partidas presupuestarias que les destina, mientras recorta la financiación de inversiones públicas en actividades productivas, tecnología aplicada y formación ocupacional en alta tecnología de los trabajadores y asalariados estadounidenses y de sus hijos.
14.) Las políticas del Estado llevan décadas incrementando las desigualdades existentes entre el 10 por ciento más rico y el 50 por ciento más pobre, lo que convierte a Estados Unidos en el país industrializado con las desigualdades más acusadas.
15.) Las políticas del Estado han supuesto un descenso del nivel de vida, ya que los asalariados tienen que trabajar más horas con menos seguridad laboral, durante más años para recibir una pensión y disfrutar de la seguridad social y soportando mayores riesgos medioambientales.
16.) Los cargos elegidos del Estado incumplen la mayoría de las promesas electorales que formulan durante sus campañas ante los trabajadores, y en cambio cumplen las promesas que hacen a las élites bancarias, empresariales y de las clases altas.
17.) Las autoridades del Estado prestan más atención y se muestran más receptivos a unos cuantos grandes contribuyentes económicos que a millones de votantes.
18.) Las autoridades del Estado son más sensibles a los sobornos de los lobbies empresariales que preservan los beneficios de las empresas que a las necesidades sanitarias, educativas y de renta del electorado.
19.) Los vínculos entre las empresas y el Estado se traducen en desregulación, que desemboca en contaminación del medio ambiente y lleva a la quiebra de los pequeños negocios y a la pérdida de muchos puestos de trabajo, así como a la desaparición de zonas recreativas, lo que deteriora el descanso y el recreo de la clase trabajadora.
20.) El Estado eleva la edad de jubilación en lugar de aumentar las aportaciones de los ricos a la seguridad social, lo que se traduce en que los trabajadores de entornos no saludables disfrutarán de menos años de jubilación con buena salud.
21.) Es más probable que el sistema judicial del Estado dicte sentencias favorables a los demandantes ricos que disponen de abogados con un salario alto y buenas relaciones políticas, y contrarias a los trabajadores, a quienes defienden abogados de oficio y sin experiencia.
22.) Es más fácil que los recaudadores del Estado inspeccionen a los contribuyentes asalariados que a los directivos empresariales de clase alta que contratan a contables especializados en lagunas fiscales y en tomar medidas de protección libres de impuestos.
FUENTE
P.D. Faltan las conclusiones, pero no me cabían en el texto (se pasaba del No. de caractéres permitidos), pero si les interesa vienen en la fuente
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Introducción
¿Por qué el ataque lanzado desde la derecha contra el «Papá Estado» se deja oír cada vez más entre la clase trabajadora? Los liberales afirman que la población asalariada actúa «contra su propio interés» aludiendo a programas sociales como la seguridad social o las prestaciones por desempleo. Los progresistas sostienen que los trabajadores hostiles al Estado son «racistas», «fundamentalistas» y/o actúan de forma irracional o ciega a causa del miedo injustificado a las amenazas a las libertades individuales. Expondré aquí que hay muchas razones sensatas, racionales y materiales para que la clase trabajadora se rebele contra el Estado.
Veintidós razones por las que la clase trabajadora estadounidense odia al Estado
1.) La mayoría de las personas asalariadas pagan una suma desproporcionadamente más elevada de impuestos que los empresarios ricos y, por consiguiente, millones de estadounidenses trabajan en la «economía sumergida» para llegar a fin de mes, con lo que se exponen a ser detenidos y a que el Estado los procese por tratar de ganarse la vida eludiendo impuestos onerosos.
2.) El Estado concede exenciones generosas durante varios años a las empresas, con lo que elevan la carga fiscal de las personas asalariadas o eliminan servicios esenciales. Las políticas no equitativas de recaudación fiscal del Estado suscitan resentimiento.
3.) Los impuestos altos, unidos a la reducción y encarecimiento de los servicios públicos, incluidos el aumento de los costes de la educación superior y de los gastos sanitarios, alimentan el antagonismo popular y la frustración ante el hecho de que se les está negando a ellos y a sus hijos las oportunidades de progresar y vivir sanos.
4.) A muchos trabajadores y trabajadoras les sienta mal que el Estado gaste el dinero de sus impuestos en guerras remotas e interminables y en financiar rescates en Wall Street, en lugar de invertirlo en reindustrializar Estados Unidos para crear puestos de trabajo bien remunerados o ayudar a quienes no tienen empleo o están subempleados y son incapaces de afrontar el pago de sus hipotecas y se exponen a un desahucio o a vivir sin techo. Casi todos los trabajadores rechazan los gastos presupuestarios injustos que privilegian a los ricos y niegan a la clase trabajadora.
5.) A los trabajadores les horrorizan la hipocresía y los dobles raseros del Estado cuando denuncia a los «aprovechados» que se llevan unos centenares de dólares y hace la vista gorda con los estafadores de bancos y empresas, y los gastos militares del Pentágono cuestan excesos presupuestarios de centenares de miles de millones de dólares. Pocos trabajadores creen que exista la igualdad ante la ley, con lo que implícitamente no aceptan sus exigencias de legitimidad.
6.) Muchas familias trabajadoras se niegan a admitir el hecho de que el Estado reclute a sus hijos e hijas para guerras que se traducen en muerte y en lesiones atroces en lugar de para puestos de trabajo en el sector público, mientras que los hijos de las personas ricas y acomodadas se forjan una carrera en la vida civil.
7.) El Estado subvenciona y mejora en los barrios acomodados las infraestructuras públicas (carreteras, parques y servicios), mientras ignora las demandas de mejora en las comunidades de rentas más bajas. Además, el Estado sitúa las instalaciones contaminantes (incineradoras, industrias con alto contenido de residuos, etc.) muy cerca de los hogares y las escuelas de los trabajadores.
8.) El Estado mantiene el salario mínimo por debajo de los incrementos del coste de la vida, pero fomenta y promueve el aumento desmesurado de beneficios.
9.) En los barrios ricos los desvelos para hacer cumplir la ley son rigurosos, y en las comunidades con rentas bajas son laxos, lo que se traduce en una tasa más elevada de homicidios y robos.
10.) El Estado impone restricciones sobre las organizaciones sindicales que luchan por garantizar los salarios y los beneficios, e ignora la intimidación y el despido arbitrario de trabajadores que llevan a cabo las empresas. El Estado favorece las fusiones y adquisiciones empresariales que desembocan en monopolios, pero pone freno a la acción colectiva nacida desde la base.
11.) Las instituciones económicas del Estado buscan a las personas que ocuparán cargos públicos en los bancos e instituciones financieras para que tomen decisiones que favorezcan a sus antiguos jefes, mientras que los asalariados quedan excluidos y no cuentan con representación en los cargos rectores de la política económica.
12.) Cada vez más, el Estado quebranta las libertades individuales de los activistas sociales mediante la Ley Patriótica y las detenciones arbitrarias, y garantiza la impunidad de la violencia policial y castiga a quienes denuncian irregularidades, con lo que desdeña las críticas de los ciudadanos con su capacidad de castigar.
13.) El Estado se muestra receptivo a la financiación del complejo militar-industrial, la deslocalización de empresas multinacionales en el extranjero y los elevados ingresos del lobby de Israel, y aumenta las partidas presupuestarias que les destina, mientras recorta la financiación de inversiones públicas en actividades productivas, tecnología aplicada y formación ocupacional en alta tecnología de los trabajadores y asalariados estadounidenses y de sus hijos.
14.) Las políticas del Estado llevan décadas incrementando las desigualdades existentes entre el 10 por ciento más rico y el 50 por ciento más pobre, lo que convierte a Estados Unidos en el país industrializado con las desigualdades más acusadas.
15.) Las políticas del Estado han supuesto un descenso del nivel de vida, ya que los asalariados tienen que trabajar más horas con menos seguridad laboral, durante más años para recibir una pensión y disfrutar de la seguridad social y soportando mayores riesgos medioambientales.
16.) Los cargos elegidos del Estado incumplen la mayoría de las promesas electorales que formulan durante sus campañas ante los trabajadores, y en cambio cumplen las promesas que hacen a las élites bancarias, empresariales y de las clases altas.
17.) Las autoridades del Estado prestan más atención y se muestran más receptivos a unos cuantos grandes contribuyentes económicos que a millones de votantes.
18.) Las autoridades del Estado son más sensibles a los sobornos de los lobbies empresariales que preservan los beneficios de las empresas que a las necesidades sanitarias, educativas y de renta del electorado.
19.) Los vínculos entre las empresas y el Estado se traducen en desregulación, que desemboca en contaminación del medio ambiente y lleva a la quiebra de los pequeños negocios y a la pérdida de muchos puestos de trabajo, así como a la desaparición de zonas recreativas, lo que deteriora el descanso y el recreo de la clase trabajadora.
20.) El Estado eleva la edad de jubilación en lugar de aumentar las aportaciones de los ricos a la seguridad social, lo que se traduce en que los trabajadores de entornos no saludables disfrutarán de menos años de jubilación con buena salud.
21.) Es más probable que el sistema judicial del Estado dicte sentencias favorables a los demandantes ricos que disponen de abogados con un salario alto y buenas relaciones políticas, y contrarias a los trabajadores, a quienes defienden abogados de oficio y sin experiencia.
22.) Es más fácil que los recaudadores del Estado inspeccionen a los contribuyentes asalariados que a los directivos empresariales de clase alta que contratan a contables especializados en lagunas fiscales y en tomar medidas de protección libres de impuestos.
FUENTE
P.D. Faltan las conclusiones, pero no me cabían en el texto (se pasaba del No. de caractéres permitidos), pero si les interesa vienen en la fuente
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