México no es Colombia
Por Juan E. Pardinas
Las comparaciones suelen ser un recurso de las inteligencias limitadas y perezosas: "la crisis de 2009 es la repetición de la debacle financiera de 1929" o "Costa Rica es la Suiza de América Latina". Estas comparaciones dicen mucho, pero omiten lo más importante. Xochimilco tiene canales de agua y chinampas, pero eso no significa que sea Venecia. Nuestro país tiene muertos y altos niveles de violencia, pero, por desgracia y por fortuna, México no es Colombia.
Desde mediados de los años sesenta este país sudamericano vive en un estado de guerra civil. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), inspiradas por la revolución cubana, decretaron la guerra al Estado y levantaron un ejército calculado entre los 9 y 15 mil efectivos. En los momentos más difíciles del conflicto, las FARC llegaron a controlar entre 15 y 20% del territorio nacional colombiano.
Las FARC se levantaron en armas por motivos ideológicos, como un grupo guerrillero que buscaba ganar el poder político para imponer un sistema comunista. Al paso de los años, la guerrilla colombiana formó una sinergia estratégica con el negocio del narcotráfico. La guerrilla controlaba amplias extensiones de territorio necesarias para el cultivo y la producción de droga. El principal negocio de las mafias mexicanas no es el cultivo de estupefacientes, sino su transporte y distribución. Los cárteles mexicanos necesitan más vías de paso que plantíos con miles de hectáreas.
La autoridad de las FARC sobre el territorio no implicaba tener controladas a las policías locales, ni amenazar a los presidentes municipales. Las FARC eran a la vez la policía, la autoridad política y el Poder Judicial en las áreas bajo su mando. Las FARC no tenían capturadas a las instituciones del Estado colombiano, las FARC eran el Estado en vastas regiones, donde el Ejército no podía ni entrar. Además de las milicias de izquierda, el gobierno colombiano tenía un segundo frente de guerra abierto con los paramilitares de derecha. Un símil válido entre México y Colombia es que en ambos países las fuerzas de la delincuencia organizada han aprovechado la debilidad del Estado para hacer prosperar sus intereses. Sin embargo, las respectivas tragedias de ambos países tienen demasiadas diferencias. Sólo una generalización simplista podría forzar un paralelo entre las dos historias.
Hay otra diferencia clave entre Colombia y México: [colro=red]la calidad de su clase política. [/color]En este caso, la discrepancia no debería ser motivo de optimismo. En la pasada elección presidencial, Colombia tenía dos excelentes candidatos a la Presidencia para satisfacer múltiples apetitos ideológicos. El perdedor, Antanas Mockus, es un brillante y sui generis líder de centro izquierda. El ganador, Juan Manuel Santos, ha resultado un heredero pragmático del mandato de Álvaro Uribe. Ya quisiera México a cualquiera de los tres, para un domingo del 2012.
Los colombianos tienen nuestro mismo material genético, observan con dos ojos y caminan con dos pies. Cómo es posible que ellos tengan líderes de primera categoría y nosotros nos tengamos que conformar con: (favor de agregar el nombre del político mexicano más mezquino e impresentable). Hay una diferencia clave en su legislación electoral: ellos tienen candidaturas independientes y nosotros no. Líderes como Álvaro Uribe o Antanas Mockus llegaron a la política por la ruta de las candidaturas independientes.
Para tener éxito dentro de la burocracia de un partido político hay dos cualidades fundamentales: saber tragar sapos y besar pies. Personas con capacidad crítica y pensamiento propio favor de abstenerse. Con estos criterios de selección, nuestros liderazgos políticos se destacan por su mediocridad. Las candidaturas independientes no son un simple ornamento que adorna a un régimen democrático, sino un incentivo a la competencia que mejora los mecanismos de reclutamiento de la clase política. Ojalá en este aspecto Hillary Clinton tuviera razón y México se pareciera un poquito a Colombia.
Copyright © Grupo Reforma Servicio Informativo
Fecha de publicación: 12 Sep. 10
Por Juan E. Pardinas
Las comparaciones suelen ser un recurso de las inteligencias limitadas y perezosas: "la crisis de 2009 es la repetición de la debacle financiera de 1929" o "Costa Rica es la Suiza de América Latina". Estas comparaciones dicen mucho, pero omiten lo más importante. Xochimilco tiene canales de agua y chinampas, pero eso no significa que sea Venecia. Nuestro país tiene muertos y altos niveles de violencia, pero, por desgracia y por fortuna, México no es Colombia.
Desde mediados de los años sesenta este país sudamericano vive en un estado de guerra civil. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), inspiradas por la revolución cubana, decretaron la guerra al Estado y levantaron un ejército calculado entre los 9 y 15 mil efectivos. En los momentos más difíciles del conflicto, las FARC llegaron a controlar entre 15 y 20% del territorio nacional colombiano.
Las FARC se levantaron en armas por motivos ideológicos, como un grupo guerrillero que buscaba ganar el poder político para imponer un sistema comunista. Al paso de los años, la guerrilla colombiana formó una sinergia estratégica con el negocio del narcotráfico. La guerrilla controlaba amplias extensiones de territorio necesarias para el cultivo y la producción de droga. El principal negocio de las mafias mexicanas no es el cultivo de estupefacientes, sino su transporte y distribución. Los cárteles mexicanos necesitan más vías de paso que plantíos con miles de hectáreas.
La autoridad de las FARC sobre el territorio no implicaba tener controladas a las policías locales, ni amenazar a los presidentes municipales. Las FARC eran a la vez la policía, la autoridad política y el Poder Judicial en las áreas bajo su mando. Las FARC no tenían capturadas a las instituciones del Estado colombiano, las FARC eran el Estado en vastas regiones, donde el Ejército no podía ni entrar. Además de las milicias de izquierda, el gobierno colombiano tenía un segundo frente de guerra abierto con los paramilitares de derecha. Un símil válido entre México y Colombia es que en ambos países las fuerzas de la delincuencia organizada han aprovechado la debilidad del Estado para hacer prosperar sus intereses. Sin embargo, las respectivas tragedias de ambos países tienen demasiadas diferencias. Sólo una generalización simplista podría forzar un paralelo entre las dos historias.
Hay otra diferencia clave entre Colombia y México: [colro=red]la calidad de su clase política. [/color]En este caso, la discrepancia no debería ser motivo de optimismo. En la pasada elección presidencial, Colombia tenía dos excelentes candidatos a la Presidencia para satisfacer múltiples apetitos ideológicos. El perdedor, Antanas Mockus, es un brillante y sui generis líder de centro izquierda. El ganador, Juan Manuel Santos, ha resultado un heredero pragmático del mandato de Álvaro Uribe. Ya quisiera México a cualquiera de los tres, para un domingo del 2012.
Los colombianos tienen nuestro mismo material genético, observan con dos ojos y caminan con dos pies. Cómo es posible que ellos tengan líderes de primera categoría y nosotros nos tengamos que conformar con: (favor de agregar el nombre del político mexicano más mezquino e impresentable). Hay una diferencia clave en su legislación electoral: ellos tienen candidaturas independientes y nosotros no. Líderes como Álvaro Uribe o Antanas Mockus llegaron a la política por la ruta de las candidaturas independientes.
Para tener éxito dentro de la burocracia de un partido político hay dos cualidades fundamentales: saber tragar sapos y besar pies. Personas con capacidad crítica y pensamiento propio favor de abstenerse. Con estos criterios de selección, nuestros liderazgos políticos se destacan por su mediocridad. Las candidaturas independientes no son un simple ornamento que adorna a un régimen democrático, sino un incentivo a la competencia que mejora los mecanismos de reclutamiento de la clase política. Ojalá en este aspecto Hillary Clinton tuviera razón y México se pareciera un poquito a Colombia.
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Fecha de publicación: 12 Sep. 10