no son sexoservidoras
, y totalmente derrotado en población abierta, donde el 65% de los mexicanos dicen que, definitivamente, jamás votarían por él. En la última semana se dedicó a buscar pleito con la dirigencia del a partir de la negación total de una eventual alianza electoral en el estado de México, como una estrategia —ya conocida— para mantener su vigencia y evitar desaparecer del escenario público. La dirigencia del le respondió de manera limitada, pero don Andrés Manuel tuvo una ayuda, tan enorme como inesperada: la de Felipe Calderón. El Presidente, de la nada, declaró que su equipo de campaña ideó la frase electorera de que era “una amenaza para México”, reviviendo innecesariamente una polémica a partir de una efeméride. Qué chistosos son los políticos mexicanos. Si alguien necesitaba oxígeno era precisamente López Obrador, y quien menos se esperaba que se lo hiciera, fue precisamente Calderón. Tal para cual. No ha terminado de dirimir sus rencores internos tras la intensa batalla campal de 2006, y sigue supurando veneno. Ambos se recriminan que los lances de cada uno de ellos pretenden polarizar al país, tal y como se encontraba en 2005 y 2006 y de lo cual aún no sale la sociedad plenamente, y los dos se empeñan en reeditar aquellos momentos gélidos de juicios sumarios en las plazas públicas. Pero en esta primera entrada, López Obrador le conectó de home run a un pitcher que no amaneció con las estrellas de su lado.
, y totalmente derrotado en población abierta, donde el 65% de los mexicanos dicen que, definitivamente, jamás votarían por él. En la última semana se dedicó a buscar pleito con la dirigencia del a partir de la negación total de una eventual alianza electoral en el estado de México, como una estrategia —ya conocida— para mantener su vigencia y evitar desaparecer del escenario público. La dirigencia del le respondió de manera limitada, pero don Andrés Manuel tuvo una ayuda, tan enorme como inesperada: la de Felipe Calderón. El Presidente, de la nada, declaró que su equipo de campaña ideó la frase electorera de que era “una amenaza para México”, reviviendo innecesariamente una polémica a partir de una efeméride. Qué chistosos son los políticos mexicanos. Si alguien necesitaba oxígeno era precisamente López Obrador, y quien menos se esperaba que se lo hiciera, fue precisamente Calderón. Tal para cual. No ha terminado de dirimir sus rencores internos tras la intensa batalla campal de 2006, y sigue supurando veneno. Ambos se recriminan que los lances de cada uno de ellos pretenden polarizar al país, tal y como se encontraba en 2005 y 2006 y de lo cual aún no sale la sociedad plenamente, y los dos se empeñan en reeditar aquellos momentos gélidos de juicios sumarios en las plazas públicas. Pero en esta primera entrada, López Obrador le conectó de home run a un pitcher que no amaneció con las estrellas de su lado.
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¡Ahora si ya nos cargó la chingada!
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