Re: Caen Molinar, la Kessel y varios más
¿Predestape de Ernesto Cordero?
Dicen los que saben que los cambios en el gabinete anunciados el viernes 7 por el presidente Felipe Calderón se inscriben en la lógica político-electoral de 2012. La lectura política dominante en estos días es que las decisiones prefiguran el destape del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero.
Se argumenta que los nuevos titulares de las secretarías de Comunicaciones (SCT) y Energía (Sener) manejarán jugosos presupuestos, el carretero y el eléctrico, con miras a ganar votos en el 2012; que desde la SCT se inducirán acciones u omisiones de actores claves: el Grupo Carso y las televisoras; que ya hay “luz verde” en materia sucesoria y el candidato del Presidente es Cordero; que así lo evidencia el ascenso de dos subsecretarios de Hacienda… En consecuencia, el ajuste al equipo presidencial sonaría a clarinada partidista.
No comparto esas visiones. Los poderes fácticos (hoy más que nunca) siguen sus propios intereses; su juego es ganar/ganar, y no van a emprender ninguna aventura porque los “induzca” el nuevo titular de Comunicaciones.
Si el reacomodo hubiera tenido que ver con la operación político-electoral, los cambios se habrían dado en otras dependencias (Gobernación y Desarrollo Social, significativamente) donde hay mejores instrumentos y suficientes recursos políticos y económicos para inducir comportamientos y ensanchar clientelas. Pero, además, si la racionalidad dominante fuera sucesoria, los promovidos habrían sido operadores políticos y no administradores del área financiera.
Creo que a veces las cosas son más simples de lo que parecen y que, ante el desgaste y los pobres resultados de los que se fueron, los cambios buscan apretar las tuercas, hacer un nuevo intento en el último tramo de la administración, para que sin pretextos ni dilaciones se aterricen los proyectos prioritarios. Por eso, Calderón instruyó a Pérez Jácome “a ejecutar con prontitud y eficiencia el Programa Nacional de Infraestructura…”.
A Molinar Horcasitas, quizá el secretario más cuestionado del gabinete, lo despide Calderón reconociendo “su talento y capacidad, su dedicación y profesionalismo”.
Nada dijo sobre los temas que lo han desgastado desde su paso por la dirección del IMSS (el caso de la guardería ABC de Hermosillo), o de aquellos que lo dañaron durante su efímera gestión en la SCT de un año y meses: la polémica licitación 21, los subejercicios presupuestales (documentados por la Secretaría de Hacienda hace una semana) y el empantanamiento de proyectos.
Molinar llega al Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional como secretario de Elecciones, pero sus antecedentes en esa materia han sido adversos: en 2003 fue vocero de aquella campaña que le pedía a los ciudadanos “quitarle el freno al cambio”; el PAN perdió 54 curules en la Cámara de Diputados y la gubernatura de Nuevo León.
Al nuevo secretario de Energía, José Antonio Meade, le encarga Calderón “una transformación de raíz de Pemex”, la empresa irredimible, y de la Comisión Federal de Electricidad, envuelta en escándalos de corrupción.
En lugar de Luis Felipe Bravo Mena, llega Roberto Gil Zuarth a la secretaría particular. Su tarea más importante será, en palabras del Presidente, la que corresponde legalmente al secretario de Gobernación: “la relación del Titular del Ejecutivo federal con los otros Poderes de la Unión, con las soberanías estatales y, desde luego, con los ciudadanos”; una especie de Juan Camilo Mouriño cuando era jefe de la Oficina de la Presidencia.
Hoy es muy difícil inventar una candidatura presidencial. Ernesto Cordero estuvo en Sedesol, la secretaría diseñada para el lucimiento de su titular y la creación de redes clientelares. Pasó sin pena ni gloria. Ahora está en Hacienda, donde se muestra indeciso y frágil. Nada en su personalidad perfila al líder político que reclama el país. Para colmo, estamos en los tiempos de la imagen: su presencia y su discurso son anticlimáticos. ¿Un candidato de la inercia para un país al que le urge moverse rápido? ¿Es así como pensaría el PAN enfrentarse al candidato telegénico del PRI?
Bravo Mena ya dijo que sí quiere: candidato reloaded al gobierno del Estado de México. En 1990 perdió la elección para presidente municipal de Naucalpan ante Roberto Soto Prieto, y tres años más tarde perdió la elección por la gubernatura ante Emilio Chuayffet.
Ni Cordero como eventual candidato presidencial, ni Bravo Mena para la elección del Estado de México anticipan nada bueno para Acción Nacional. A menos, claro, que Calderón y sus estrategas hayan optado por el suicidio político.
www.twitter.com/alfonsozarate
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/51323.html
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¿Predestape de Ernesto Cordero?
Dicen los que saben que los cambios en el gabinete anunciados el viernes 7 por el presidente Felipe Calderón se inscriben en la lógica político-electoral de 2012. La lectura política dominante en estos días es que las decisiones prefiguran el destape del secretario de Hacienda, Ernesto Cordero.
Se argumenta que los nuevos titulares de las secretarías de Comunicaciones (SCT) y Energía (Sener) manejarán jugosos presupuestos, el carretero y el eléctrico, con miras a ganar votos en el 2012; que desde la SCT se inducirán acciones u omisiones de actores claves: el Grupo Carso y las televisoras; que ya hay “luz verde” en materia sucesoria y el candidato del Presidente es Cordero; que así lo evidencia el ascenso de dos subsecretarios de Hacienda… En consecuencia, el ajuste al equipo presidencial sonaría a clarinada partidista.
No comparto esas visiones. Los poderes fácticos (hoy más que nunca) siguen sus propios intereses; su juego es ganar/ganar, y no van a emprender ninguna aventura porque los “induzca” el nuevo titular de Comunicaciones.
Si el reacomodo hubiera tenido que ver con la operación político-electoral, los cambios se habrían dado en otras dependencias (Gobernación y Desarrollo Social, significativamente) donde hay mejores instrumentos y suficientes recursos políticos y económicos para inducir comportamientos y ensanchar clientelas. Pero, además, si la racionalidad dominante fuera sucesoria, los promovidos habrían sido operadores políticos y no administradores del área financiera.
Creo que a veces las cosas son más simples de lo que parecen y que, ante el desgaste y los pobres resultados de los que se fueron, los cambios buscan apretar las tuercas, hacer un nuevo intento en el último tramo de la administración, para que sin pretextos ni dilaciones se aterricen los proyectos prioritarios. Por eso, Calderón instruyó a Pérez Jácome “a ejecutar con prontitud y eficiencia el Programa Nacional de Infraestructura…”.
A Molinar Horcasitas, quizá el secretario más cuestionado del gabinete, lo despide Calderón reconociendo “su talento y capacidad, su dedicación y profesionalismo”.
Nada dijo sobre los temas que lo han desgastado desde su paso por la dirección del IMSS (el caso de la guardería ABC de Hermosillo), o de aquellos que lo dañaron durante su efímera gestión en la SCT de un año y meses: la polémica licitación 21, los subejercicios presupuestales (documentados por la Secretaría de Hacienda hace una semana) y el empantanamiento de proyectos.
Molinar llega al Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional como secretario de Elecciones, pero sus antecedentes en esa materia han sido adversos: en 2003 fue vocero de aquella campaña que le pedía a los ciudadanos “quitarle el freno al cambio”; el PAN perdió 54 curules en la Cámara de Diputados y la gubernatura de Nuevo León.
Al nuevo secretario de Energía, José Antonio Meade, le encarga Calderón “una transformación de raíz de Pemex”, la empresa irredimible, y de la Comisión Federal de Electricidad, envuelta en escándalos de corrupción.
En lugar de Luis Felipe Bravo Mena, llega Roberto Gil Zuarth a la secretaría particular. Su tarea más importante será, en palabras del Presidente, la que corresponde legalmente al secretario de Gobernación: “la relación del Titular del Ejecutivo federal con los otros Poderes de la Unión, con las soberanías estatales y, desde luego, con los ciudadanos”; una especie de Juan Camilo Mouriño cuando era jefe de la Oficina de la Presidencia.
Hoy es muy difícil inventar una candidatura presidencial. Ernesto Cordero estuvo en Sedesol, la secretaría diseñada para el lucimiento de su titular y la creación de redes clientelares. Pasó sin pena ni gloria. Ahora está en Hacienda, donde se muestra indeciso y frágil. Nada en su personalidad perfila al líder político que reclama el país. Para colmo, estamos en los tiempos de la imagen: su presencia y su discurso son anticlimáticos. ¿Un candidato de la inercia para un país al que le urge moverse rápido? ¿Es así como pensaría el PAN enfrentarse al candidato telegénico del PRI?
Bravo Mena ya dijo que sí quiere: candidato reloaded al gobierno del Estado de México. En 1990 perdió la elección para presidente municipal de Naucalpan ante Roberto Soto Prieto, y tres años más tarde perdió la elección por la gubernatura ante Emilio Chuayffet.
Ni Cordero como eventual candidato presidencial, ni Bravo Mena para la elección del Estado de México anticipan nada bueno para Acción Nacional. A menos, claro, que Calderón y sus estrategas hayan optado por el suicidio político.
www.twitter.com/alfonsozarate
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/51323.html
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