Re: Intrascendencias
23.- reflexión: la Tolerancia. @rchavezt
Somos malos y vivimos entre malos. Una sola cosa nos puede dar la quietud: la tolerancia. Somos irrespetuosos, nada piadosos con nuestros semejantes y no nos interesa saber sin un medio eficaz para allanar el camino, suavizar nuestra aridez y refrescar nuestra pesada atmósfera.
La tolerancia atraviesa hoy por la peor crisis, así como nuestra economía. Los jóvenes no toleran a los viejos no los viejos toleran a los jóvenes. Los fuertes no toleran a los débiles ni estos la arrogancia de los potentes. Los sabios y perfeccionistas no toleran a los ignorantes ni mucho menos los errores de los novatos.
Los pobres no toleran a los ricos ni los ricos a los pobres. Los que dicen tener la verdad no soportan a los que, según ellos, no tienen ni pizca de revelación y así sigue la lista de los intolerantes y sus víctimas.
Cuanto más egoísta, petulante y tosca es una persona, mayor es su intolerancia, su incomprensión y falta de respeto hacia las ideas ajenas. Los inteligentes nunca son fanáticos.
La verdadera devoción es ser tolerante, la hipocresía y superstición son fanáticas intolerantes. La tolerancia, que en algunos casos, es como un dominado por la razón, se basa en la cortesía, el respeto y en la sospecha de que la otra persona puede tener la razón y que nosotros pudiéramos estar equivocados.
Hay que recordar en el tiempo como hemos ido modificando muchas opiniones sostenidas con calurosa convicción, muchos sentimientos que juzgábamos inmutables.
Esto debería bastarnos para ponernos en guardia contra esa terca pretensión de infalibilidad. Difícil es encontrar a alguien que al reflexionar acerca de sus opiniones de años atrás, este completamente de acuerdo con los creía, a excepción de la creencia descrita por la Biblia sobre la salvación eterna únicamente por la obra de Cristo.
Esto lo digo como una gran verdad que para algunos no lo es pero si para la mayoría, sobre todo si es creyente. La historia moderna nos ha cambiado mucho la óptica de los hechos, al salir la verdad sobre personas destacadas a flote que los investigadores han realizado.
Cuando nos equivocamos queremos que los otros nos disculpen. Disculpemos y procuremos enseñar con el ejemplo, no critiquemos al que cae porque la crítica destruye. Ayudémoslo a levantarse, así nos gustaría que hicieran con nosotros si estuviéramos en el mismo caso.
Seamos un ejemplo vivo y disculpemos los errores ajenos, porque muchas personas, enfermos e ignorantes de la ley, no saben que todo lo que hacemos a otros, recae sobre nosotros, ya sea el bien o el mal, las críticas o la tolerancia.
Todo el asunto de la tolerancia radica en un profundo respeto por el otro. En saber y comprender que no solo hay una manera correcta de ser, de actuar, de pensar, de desear, de vivir, sino que hay muchas. Hay que dejar de pensar que yo soy el bueno, yo soy el que digo la verdad, los demás no.
Los hombres complican la vida y dificultan la existencia, porque se creen distintos unos de otros. No hay que rivalizar con los demás, mejor seamos como el sol que da luz y calor a todos sin fijarse en distinguir a nadie.
Los ancianos necesitan de nuestro calor y nosotros de su luz, hagamos de la tolerancia una virtud más útil en la vida social y una prueba de civilización.
El predicador económico.
23.- reflexión: la Tolerancia. @rchavezt
Somos malos y vivimos entre malos. Una sola cosa nos puede dar la quietud: la tolerancia. Somos irrespetuosos, nada piadosos con nuestros semejantes y no nos interesa saber sin un medio eficaz para allanar el camino, suavizar nuestra aridez y refrescar nuestra pesada atmósfera.
La tolerancia atraviesa hoy por la peor crisis, así como nuestra economía. Los jóvenes no toleran a los viejos no los viejos toleran a los jóvenes. Los fuertes no toleran a los débiles ni estos la arrogancia de los potentes. Los sabios y perfeccionistas no toleran a los ignorantes ni mucho menos los errores de los novatos.
Los pobres no toleran a los ricos ni los ricos a los pobres. Los que dicen tener la verdad no soportan a los que, según ellos, no tienen ni pizca de revelación y así sigue la lista de los intolerantes y sus víctimas.
Cuanto más egoísta, petulante y tosca es una persona, mayor es su intolerancia, su incomprensión y falta de respeto hacia las ideas ajenas. Los inteligentes nunca son fanáticos.
La verdadera devoción es ser tolerante, la hipocresía y superstición son fanáticas intolerantes. La tolerancia, que en algunos casos, es como un dominado por la razón, se basa en la cortesía, el respeto y en la sospecha de que la otra persona puede tener la razón y que nosotros pudiéramos estar equivocados.
Hay que recordar en el tiempo como hemos ido modificando muchas opiniones sostenidas con calurosa convicción, muchos sentimientos que juzgábamos inmutables.
Esto debería bastarnos para ponernos en guardia contra esa terca pretensión de infalibilidad. Difícil es encontrar a alguien que al reflexionar acerca de sus opiniones de años atrás, este completamente de acuerdo con los creía, a excepción de la creencia descrita por la Biblia sobre la salvación eterna únicamente por la obra de Cristo.
Esto lo digo como una gran verdad que para algunos no lo es pero si para la mayoría, sobre todo si es creyente. La historia moderna nos ha cambiado mucho la óptica de los hechos, al salir la verdad sobre personas destacadas a flote que los investigadores han realizado.
Cuando nos equivocamos queremos que los otros nos disculpen. Disculpemos y procuremos enseñar con el ejemplo, no critiquemos al que cae porque la crítica destruye. Ayudémoslo a levantarse, así nos gustaría que hicieran con nosotros si estuviéramos en el mismo caso.
Seamos un ejemplo vivo y disculpemos los errores ajenos, porque muchas personas, enfermos e ignorantes de la ley, no saben que todo lo que hacemos a otros, recae sobre nosotros, ya sea el bien o el mal, las críticas o la tolerancia.
Todo el asunto de la tolerancia radica en un profundo respeto por el otro. En saber y comprender que no solo hay una manera correcta de ser, de actuar, de pensar, de desear, de vivir, sino que hay muchas. Hay que dejar de pensar que yo soy el bueno, yo soy el que digo la verdad, los demás no.
Los hombres complican la vida y dificultan la existencia, porque se creen distintos unos de otros. No hay que rivalizar con los demás, mejor seamos como el sol que da luz y calor a todos sin fijarse en distinguir a nadie.
Los ancianos necesitan de nuestro calor y nosotros de su luz, hagamos de la tolerancia una virtud más útil en la vida social y una prueba de civilización.
El predicador económico.
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