Entrevista al historiador mexicano Enrique Krauze
"La sumisión de destacados intelectuales al caudillo Andrés Manuel López Obrador es vergonzosa e inadmisible", declara el historiador Enrique Krauze al glosar la fractura entre escritores y artistas que se ha producido en México por el apoyo o rechazo al líder populista. El escritor destaca que no se trata de izquierda o derecha, sino de democracia frente al totalitarismo.
La radicalización de López Obrador -candidato derrotado en los comicios presidenciales de 2006- contra las instituciones democráticas provocó la división de los intelectuales. Por un lado, conocidos escritores respaldan a López Obrador; hace unos días, decenas de ensayistas, novelistas e historiadores rechazaron la ocupación del Congreso.
En vísperas de los comicios presidenciales de 2006, Enrique Krauze (Ciudad de México, 1947) publicó El Mesías Tropical, un ensayo que desde un enfoque político-histórico-psicológico mostró la veta caudillista de Andrés Manuel López Obrador; el escrito levantó gran polvareda al denunciar la vertiente antidemocrática del candidato populista, que en estos días se reafirmó con la ocupación del Congreso durante 16 días.
Krauze se vinculó desde joven a la revista Vuelta, a la sombra de su mentor intelectual Octavio Paz. En 1993 obtuvo el premio Comillas de la editorial Tusquets por su libro Biografía del poder. Autor de La presidencia imperial sobre los 71 años de mandato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ha cultivado la biografía, la historia, el ensayo y la entrevista. También es autor de numerosos documentales históricos para la cadena Televisa. En 1991 fundó la Editorial Clío, de la cual es director. En 1999 creó la prestigiosa revista Letras Libres (que tomó el relevo de Vuelta), que desde octubre de 2001 también tiene una edición en España.
En una entrevista a La Vanguardia, Krauze expone la distancia que separa a los intelectuales mexicanos.
-¿Cómo explica que autores como Sergio Pitol, Lorenzo Meyer, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, respalden la vía insurreccional de López Obrador?
-Cada caso es distinto. Algunos porque cuidan a su clientela radical de jóvenes universitarios que los aplauden en cada instante de su vida. En otros casos, por auténtica convicción romántica de pensar que la historia de 2008 es la misma que la de 1938 (fecha en que el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó la industria petrolera). Pero, en cualquier caso, prácticamente todos, son unos ignorantes infinitos de la vida económica real. También es vergonzoso e inadmisible la sumisión de esos intelectuales al caudillo López Obrador.
-¿Cómo interpreta que intelectuales que durante el largo mandato del PRI destacaron en su defensa de la democracia respalden ahora el asalto a las instituciones?
-¡Qué te puedo decir! Es una gran decepción. Estas grandes sumisiones de intelectuales a un caudillo antidemocrático son incomprensibles, difíciles de asimilar. Ellos, claro, dirán, que no son sumisos al caudillo sino a las causas del pueblo. Algunos son inteligentes, no todos, por lo que deben ser conscientes de lo que ocurre en el mundo cuando un pueblo se pone de rodillas ante un líder. En unos casos los mueve la frivolidad, el romanticismo, o simple y llanamente el odio al PAN y al PRI.
-El académico Roger Bartra me dijo que a algún intelectual le prometieron un cargo importante.
-Puede ser. No lo creo en el caso de Monsiváis, él no quiere cargos. Quizá sea agradecimiento porque la gente de López Obrador le ha montado un museo, y en el mes de mayo le rendirá un gran homenaje por sus 70 años. Es triste que el intelectual ponga su prestigio a la sombra del caudillo. (En diez ocasiones, La Vanguardia intentó hablar con Carlos Monsiváis para que pudiera contestar a los señalamientos de Krauze, pero no atendió nuestro requerimiento)
-Usted firmó una carta abierta de un grupo de escritores contra el secuestro del Congreso. ¿Hay guerra de intelectuales?
-El motivo de publicar ese manifiesto fue dejar claro ante la opinión pública que hay un grupo amplio y plural de personas que pensamos que la ocupación de la Cámara de Diputados y del Senado es un acto de fuerza, inadmisible, y que nosotros optamos por el diálogo y el debate. Sobre todo, quisimos señalar la contradicción política y moral de pedir el debate y el diálogo y secuestrar la casa del debate y el diálogo. Estamos viviendo un momento muy, muy grave, Había que hacer el deslinde de que no todos los intelectuales, escritores o artistas, pensamos como los que siguen al caudillo. .
-¿Usted los llamaría intelectuales orgánicos de López Obrador?
-Lo son. Y si tú preguntas a la gran mayoría de esos intelectuales qué saben del petróleo te contestarán con una estupidez o una frivolidad
-¿López Obrador sigue la vía golpista?
-Está claro que López Obrador pretende tumbar al gobierno de Felipe Calderón. Estamos frente a un mesías que cada vez evidencia más sus características de caudillo antidemocrático. En su mente y en la de sus más cercanos está seguir la vía desestabilizadora con la que Evo Morales llegó a la presidencia. Es su proyecto. Hay que recordar que México no tiene una interrupción del orden constitucional desde 1920. Lo que este hombre está queriendo hacer es algo que no tiene precedentes en México por casi cien años. López Obrador tiene seguidores por su carácter de demagogo mesiánico, pero no están con él la mayoría de los mexicanos, los partidos, e incluso una buena parte de lo que era el PRD, el partido de izquierda que él ha puesto empeño en destruir.
-Ninguno de los dirigentes del PRD se atreve a levantar la voz contra López Obrador.
-Los tiene a todos secuestrados. En el momento en que tomen distancia los va a estigmatizar y a condenar como traidores. Se quiere apropiar del partido. Pero partido o no partido, López Obrador se está apoderando de un mito histórico, la nacionalización del petróleo en 1937. Usa y manipula la historia para sus propios fines políticos, para llegar al poder.
-¿Hay parálisis del Gobierno frente a López Obrador?
-Claro que sí. El gobierno ha cometido el error de quedarse enconchado, metido en el caparazón, sin iniciativa. Es insostenible la presencia de Juan Camilo Mouriño en el ministerio de Gobernación pese a estar implicado en tráfico de influencias. Al Gobierno le falta imaginación comunicativa. Desde hace mucho tiempo vengo insistiendo en que una salida posible para este embrollo sería la realización de amplios y organizados debates en los medios de comunicación. Estos debates públicos por televisión pueden educar a la gente en la tolerancia y hacer ver a la gente que el problema del petróleo es complejo y que no estamos en una situación de blancos y negros.
-¿López Obrador debilita al gobierno con su plan de desestabilización?
-Es lo que pretende, pero no estamos todavía en esa situación. No creo que el Estado mexicano en peligro de colapsar. Pero es lo que quiere López Obrador. Todo lo que dice hay que creerlo. Cuando dice "al diablo con las instituciones" es que quiere acabar con todo vestigio de institucionalidad.
-López Obrador dice que con sus protestas hace resistencia civil.
-Habla de resistencia civil pacífica pero sus acciones, como poner barricadas en la tribuna del Congreso, son violentas. López Obrador se ha cerrado la vía electoral y sigue la insurreccional. Espera que el Gobierno cometa algún traspié, que haya algún muerto, para montarse sobre eso y derrocar a Calderón. Al mandar al diablo a las instituciones marcó la ruta a seguir. El analista Ricardo Alemán reveló que cuando hace unos meses le dijeron a López Obrador que Petróleos Mexicanos (Pemex) no podía seguir así, que había que cambiar, contestó: "Al diablo con Pemex y con Calderón. Que se hunda Pemex". Si Gandhi volviera a nacer y viera lo que están haciendo los seguidores de López Obrador se volvería a morir, porque la verdad es que de pacífico no tiene nada. Amenazar con secuestrar instituciones es un acto de fuerza. Si no queremos anarquía, si no queremos violencia y si no queremos dictadura, lo que tenemos que hacer es fortalecer la democracia.
-Usted definió a López Obrador como mesías tropical en plena campaña electoral de 2006, cuando la propaganda del entonces candidato Felipe Calderón lo calificaba como "un peligro para México". ¿Se le sigue considerando como un peligro para México?
-El populismo es el mayor peligro para América Latina al adaptar formas muy autoritarias, potencialmente dictatoriales. La llegada al poder de nuevos presidentes de izquierda no me preocupa porque la mayoría sigue cauces democráticos. Paraguay seguirá ese camino.
-¿Peligran las instituciones mexicanas?
-No diría tanto, pero estamos en un momento muy delicado. Yo creo que no peligra la estabilidad del Estado porque ahí están el Ejército, el PAN, el PRI, los medios, los empresarios, la sociedad, la Iglesia. Más del 80 % de la población repudia la ocupación del Congreso. No hay un vacío institucional como el que existió en Venezuela. -Es lo que pretende, pero todavía no estamos en esa situación. No creo que el Estado mexicano esté en peligro de colapsar. López Obrador se parece cada vez más a Hugo Chávez, pero al menos Chávez es divertido y ocurrente, tiene algo de alegría. En López Obrador no hay una molécula que no sea de odio
Periódico La Vanguardia.
"La sumisión de destacados intelectuales al caudillo Andrés Manuel López Obrador es vergonzosa e inadmisible", declara el historiador Enrique Krauze al glosar la fractura entre escritores y artistas que se ha producido en México por el apoyo o rechazo al líder populista. El escritor destaca que no se trata de izquierda o derecha, sino de democracia frente al totalitarismo.
La radicalización de López Obrador -candidato derrotado en los comicios presidenciales de 2006- contra las instituciones democráticas provocó la división de los intelectuales. Por un lado, conocidos escritores respaldan a López Obrador; hace unos días, decenas de ensayistas, novelistas e historiadores rechazaron la ocupación del Congreso.
En vísperas de los comicios presidenciales de 2006, Enrique Krauze (Ciudad de México, 1947) publicó El Mesías Tropical, un ensayo que desde un enfoque político-histórico-psicológico mostró la veta caudillista de Andrés Manuel López Obrador; el escrito levantó gran polvareda al denunciar la vertiente antidemocrática del candidato populista, que en estos días se reafirmó con la ocupación del Congreso durante 16 días.
Krauze se vinculó desde joven a la revista Vuelta, a la sombra de su mentor intelectual Octavio Paz. En 1993 obtuvo el premio Comillas de la editorial Tusquets por su libro Biografía del poder. Autor de La presidencia imperial sobre los 71 años de mandato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ha cultivado la biografía, la historia, el ensayo y la entrevista. También es autor de numerosos documentales históricos para la cadena Televisa. En 1991 fundó la Editorial Clío, de la cual es director. En 1999 creó la prestigiosa revista Letras Libres (que tomó el relevo de Vuelta), que desde octubre de 2001 también tiene una edición en España.
En una entrevista a La Vanguardia, Krauze expone la distancia que separa a los intelectuales mexicanos.
-¿Cómo explica que autores como Sergio Pitol, Lorenzo Meyer, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, respalden la vía insurreccional de López Obrador?
-Cada caso es distinto. Algunos porque cuidan a su clientela radical de jóvenes universitarios que los aplauden en cada instante de su vida. En otros casos, por auténtica convicción romántica de pensar que la historia de 2008 es la misma que la de 1938 (fecha en que el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó la industria petrolera). Pero, en cualquier caso, prácticamente todos, son unos ignorantes infinitos de la vida económica real. También es vergonzoso e inadmisible la sumisión de esos intelectuales al caudillo López Obrador.
-¿Cómo interpreta que intelectuales que durante el largo mandato del PRI destacaron en su defensa de la democracia respalden ahora el asalto a las instituciones?
-¡Qué te puedo decir! Es una gran decepción. Estas grandes sumisiones de intelectuales a un caudillo antidemocrático son incomprensibles, difíciles de asimilar. Ellos, claro, dirán, que no son sumisos al caudillo sino a las causas del pueblo. Algunos son inteligentes, no todos, por lo que deben ser conscientes de lo que ocurre en el mundo cuando un pueblo se pone de rodillas ante un líder. En unos casos los mueve la frivolidad, el romanticismo, o simple y llanamente el odio al PAN y al PRI.
-El académico Roger Bartra me dijo que a algún intelectual le prometieron un cargo importante.
-Puede ser. No lo creo en el caso de Monsiváis, él no quiere cargos. Quizá sea agradecimiento porque la gente de López Obrador le ha montado un museo, y en el mes de mayo le rendirá un gran homenaje por sus 70 años. Es triste que el intelectual ponga su prestigio a la sombra del caudillo. (En diez ocasiones, La Vanguardia intentó hablar con Carlos Monsiváis para que pudiera contestar a los señalamientos de Krauze, pero no atendió nuestro requerimiento)
-Usted firmó una carta abierta de un grupo de escritores contra el secuestro del Congreso. ¿Hay guerra de intelectuales?
-El motivo de publicar ese manifiesto fue dejar claro ante la opinión pública que hay un grupo amplio y plural de personas que pensamos que la ocupación de la Cámara de Diputados y del Senado es un acto de fuerza, inadmisible, y que nosotros optamos por el diálogo y el debate. Sobre todo, quisimos señalar la contradicción política y moral de pedir el debate y el diálogo y secuestrar la casa del debate y el diálogo. Estamos viviendo un momento muy, muy grave, Había que hacer el deslinde de que no todos los intelectuales, escritores o artistas, pensamos como los que siguen al caudillo. .
-¿Usted los llamaría intelectuales orgánicos de López Obrador?
-Lo son. Y si tú preguntas a la gran mayoría de esos intelectuales qué saben del petróleo te contestarán con una estupidez o una frivolidad
-¿López Obrador sigue la vía golpista?
-Está claro que López Obrador pretende tumbar al gobierno de Felipe Calderón. Estamos frente a un mesías que cada vez evidencia más sus características de caudillo antidemocrático. En su mente y en la de sus más cercanos está seguir la vía desestabilizadora con la que Evo Morales llegó a la presidencia. Es su proyecto. Hay que recordar que México no tiene una interrupción del orden constitucional desde 1920. Lo que este hombre está queriendo hacer es algo que no tiene precedentes en México por casi cien años. López Obrador tiene seguidores por su carácter de demagogo mesiánico, pero no están con él la mayoría de los mexicanos, los partidos, e incluso una buena parte de lo que era el PRD, el partido de izquierda que él ha puesto empeño en destruir.
-Ninguno de los dirigentes del PRD se atreve a levantar la voz contra López Obrador.
-Los tiene a todos secuestrados. En el momento en que tomen distancia los va a estigmatizar y a condenar como traidores. Se quiere apropiar del partido. Pero partido o no partido, López Obrador se está apoderando de un mito histórico, la nacionalización del petróleo en 1937. Usa y manipula la historia para sus propios fines políticos, para llegar al poder.
-¿Hay parálisis del Gobierno frente a López Obrador?
-Claro que sí. El gobierno ha cometido el error de quedarse enconchado, metido en el caparazón, sin iniciativa. Es insostenible la presencia de Juan Camilo Mouriño en el ministerio de Gobernación pese a estar implicado en tráfico de influencias. Al Gobierno le falta imaginación comunicativa. Desde hace mucho tiempo vengo insistiendo en que una salida posible para este embrollo sería la realización de amplios y organizados debates en los medios de comunicación. Estos debates públicos por televisión pueden educar a la gente en la tolerancia y hacer ver a la gente que el problema del petróleo es complejo y que no estamos en una situación de blancos y negros.
-¿López Obrador debilita al gobierno con su plan de desestabilización?
-Es lo que pretende, pero no estamos todavía en esa situación. No creo que el Estado mexicano en peligro de colapsar. Pero es lo que quiere López Obrador. Todo lo que dice hay que creerlo. Cuando dice "al diablo con las instituciones" es que quiere acabar con todo vestigio de institucionalidad.
-López Obrador dice que con sus protestas hace resistencia civil.
-Habla de resistencia civil pacífica pero sus acciones, como poner barricadas en la tribuna del Congreso, son violentas. López Obrador se ha cerrado la vía electoral y sigue la insurreccional. Espera que el Gobierno cometa algún traspié, que haya algún muerto, para montarse sobre eso y derrocar a Calderón. Al mandar al diablo a las instituciones marcó la ruta a seguir. El analista Ricardo Alemán reveló que cuando hace unos meses le dijeron a López Obrador que Petróleos Mexicanos (Pemex) no podía seguir así, que había que cambiar, contestó: "Al diablo con Pemex y con Calderón. Que se hunda Pemex". Si Gandhi volviera a nacer y viera lo que están haciendo los seguidores de López Obrador se volvería a morir, porque la verdad es que de pacífico no tiene nada. Amenazar con secuestrar instituciones es un acto de fuerza. Si no queremos anarquía, si no queremos violencia y si no queremos dictadura, lo que tenemos que hacer es fortalecer la democracia.
-Usted definió a López Obrador como mesías tropical en plena campaña electoral de 2006, cuando la propaganda del entonces candidato Felipe Calderón lo calificaba como "un peligro para México". ¿Se le sigue considerando como un peligro para México?
-El populismo es el mayor peligro para América Latina al adaptar formas muy autoritarias, potencialmente dictatoriales. La llegada al poder de nuevos presidentes de izquierda no me preocupa porque la mayoría sigue cauces democráticos. Paraguay seguirá ese camino.
-¿Peligran las instituciones mexicanas?
-No diría tanto, pero estamos en un momento muy delicado. Yo creo que no peligra la estabilidad del Estado porque ahí están el Ejército, el PAN, el PRI, los medios, los empresarios, la sociedad, la Iglesia. Más del 80 % de la población repudia la ocupación del Congreso. No hay un vacío institucional como el que existió en Venezuela. -Es lo que pretende, pero todavía no estamos en esa situación. No creo que el Estado mexicano esté en peligro de colapsar. López Obrador se parece cada vez más a Hugo Chávez, pero al menos Chávez es divertido y ocurrente, tiene algo de alegría. En López Obrador no hay una molécula que no sea de odio
Periódico La Vanguardia.
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