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Está cabrón en lo que caen algunas leyes cuando las autorizan
Radiografía del aborto
Acarrean al DF a mujeres de provincia
Con la despenalización del aborto en el Distrito Federal surgió un grupo de polleras que se dedican a traer mujeres de otros estados a interrumpir su embarazo en los hospitales públicos de la Ciudad de México.
Foto: René Soto
28-Abril-08
El aborto en la Ciudad de México, practicado antes de la duodécima semana de gestación, ya se popularizó en el país. Hay mujeres que actúan como polleras y traen a otras, “en apuros”, a realizarse un legrado en los hospitales públicos capitalinos.
Viajan de la mano de sus guías. Claro, mediante cierta cantidad de dinero.
Luisa permanece en la sala de espera del hospital de Milpa Alta. Viene de Tlalmanalco, una comunidad del Estado de México. El contacto, la recomendación, hospedaje y viaje le salió barato: 5 mil pesos. Ella pone el calificativo.
Con una de sus trenzas en ambas manos, como si la midiera de la base de la cabeza a la punta, se frota con las puntas de los dedos el cabello castaño, como si de ello dependiera cada una de las frases que expresa.
El contacto es una enfermera de ese hospital.
—¿Y cuándo llegó?
—Hace unos días.
—¿Cómo y dónde duerme?
—Pues, aquí me prestan donde quedarme. Sólo son pocos días…
—¿Ya le hicieron sus
análisis?
—Ya, creo que ya me van a aprobar, y de ahí al otro día me voy.
—¿Y con quién se va?
—Una enfermera me lleva, ella me trajo.
—¿Una enfermera?
—Sí, ella ayuda a mujeres de la colonia…
—¿O sea que ya ha traído a varias mujeres?
—Sí, yo por eso me enteré. Trajo a dos primas y una amiga. Dicen que a otras igual. Yo sólo traigo mis papeles y un recibo con el domicilio de unos familiares de aquí (del Distrito Federal).
—¿Pero la van a atender…?
—Sí, dicen que sí. Ya venía mala…
—¿Y en cuanto le salió el viaje?
—Algo barato, por todo, fueron como 5 mil pesos y es que estaba en un apuro…
—¿Es lo que cobra la enfermera o aquí?
—No, la enfermera. Aquí no sé, dicen que no, poco…
***
Para Jorge Serrano Limón, dirigente de Provida —quien el año pasado calificó las reformas aprobadas en materia de aborto como “una ley de sangre”—, no hay duda: la práctica del aborto jaló a mujeres de diversos estados del país.
“La Ciudad de México se convirtió en el paraíso del aborto, aunque después se transforme en una infierno para ellas. Vienen mujeres del Estado de México, Puebla, Veracruz, Querétaro, del Bajío, Tijuana y Yucatán, de muchas partes más”.
***
Lupe, de 19 años, creció al lado de su madre, quien le inculcó su forma de vida, su práctica, sus amores y desamores, sus fracasos...
“Me heredó todo. La veía abortar, se metía unos ganchos por la vagina; siempre con el auxilio de una vecina, quien conocía varios métodos. Si fallaban las yerbas, pastillas o el té venía el último recurso: el gancho”.
Los trozos de metal retorcido fallaron y a sus 12 años, Lupe se quedó sin madre.
Lupe es oriunda de Tenancingo, Tlaxcala, tierra de padrotes y tráficos de prostitutas. Sin embargo, ahora vive en Puebla, donde contactó a una mujer para venir a abortar al DF.
Llegó al hospital Gregorio Salas, en el Centro Histórico, por recomendación de una enfermera.
Su historia se asemeja a la de Luisa, sólo que ella pagará 7 mil pesos por interrumpir su embarazo.
Al igual que su madre, recurrió a remedios caseros, que casi le cuestan la vida.
“Me metieron algo en la vagina y era como si estuviera ardiendo, tanto que me desmayé”.
Ahora estoy aquí, en la capital esperando que me atiendan.
—¿Cómo conoció a la
enfermera?
—Allá la conocen todos. Allá la contactamos, la mandamos traer.
***
Diez días después de que fueran aprobadas las reformas a la Ley de Salud y el Código Penal del Distrito Federal para despenalizar el aborto, el secretario de Salud del DF, Manuel Mondragón, afirmó que las mujeres que decidieran interrumpir su embarazo debían mostrar su credencial de elector vigente, para acreditar su residencia en la Ciudad de México.
Sin embargo, la puerta quedó abierta a mujeres de provincia en estado de salud delicado.
Durante el primer mes de operación, del 24 de abril al 24 de mayo de 2007 se practicaron 215 abortos, 13 de ellos correspondieron a mujeres que vivían en los municipios connurbados del Estado de México.
***
La diputada local del PAN, María de la Paz Quiñones, dudó que haya mujeres de provincia que lleguen a la Ciudad de México a abortar. No obstante, consideró que se trata de mujeres que viven fuera, pero que laboran en el DF.
***
Genoveva tiene tres hijos, 36 años, dos abortos y vive sin pareja, pues al enterarse de su embarazo la abandonó, como cuando nació su hija de 17 años. Después regresó, pero para preñarla nuevamente.
“Creí en su regreso. Me dijo que estaba arrepentido.Me cuidaba, pues por la edad. Pero hubo un descuido y salí embarazada”.
—¿De dónde viene?
—Del Estado de México.
—¿Cómo supo que aquí la pueden atender?
—Una vecina me presentó a una mujer, presuntamente doctora que trae a mujeres…
***
Un médico del hospital de Iztapalapa afirmó que “el acarreo” de mujeres que eligen abortar puede ser un nuevo negocio.
“Son rutas que se abren y uno se sorprende: extorsionadores, piratería, polleros y ahora polleras de embarazadas”.
Sin embargo, estimó que los trámites en los hospitales que dependen del GDF son “muy
rigurosos”.
“Cuando se comenzó a ayudar a las personas de la tercera edad sucedió lo mismo: vinieron ancianos de provincia a vivir al DF, aunque después regresaban a su lugar de origen y volvían por sus ayudas…”
México • Francisco Mejía
Milenio
Radiografía del aborto
Acarrean al DF a mujeres de provincia
Con la despenalización del aborto en el Distrito Federal surgió un grupo de polleras que se dedican a traer mujeres de otros estados a interrumpir su embarazo en los hospitales públicos de la Ciudad de México.
Foto: René Soto
28-Abril-08
El aborto en la Ciudad de México, practicado antes de la duodécima semana de gestación, ya se popularizó en el país. Hay mujeres que actúan como polleras y traen a otras, “en apuros”, a realizarse un legrado en los hospitales públicos capitalinos.
Viajan de la mano de sus guías. Claro, mediante cierta cantidad de dinero.
Luisa permanece en la sala de espera del hospital de Milpa Alta. Viene de Tlalmanalco, una comunidad del Estado de México. El contacto, la recomendación, hospedaje y viaje le salió barato: 5 mil pesos. Ella pone el calificativo.
Con una de sus trenzas en ambas manos, como si la midiera de la base de la cabeza a la punta, se frota con las puntas de los dedos el cabello castaño, como si de ello dependiera cada una de las frases que expresa.
El contacto es una enfermera de ese hospital.
—¿Y cuándo llegó?
—Hace unos días.
—¿Cómo y dónde duerme?
—Pues, aquí me prestan donde quedarme. Sólo son pocos días…
—¿Ya le hicieron sus
análisis?
—Ya, creo que ya me van a aprobar, y de ahí al otro día me voy.
—¿Y con quién se va?
—Una enfermera me lleva, ella me trajo.
—¿Una enfermera?
—Sí, ella ayuda a mujeres de la colonia…
—¿O sea que ya ha traído a varias mujeres?
—Sí, yo por eso me enteré. Trajo a dos primas y una amiga. Dicen que a otras igual. Yo sólo traigo mis papeles y un recibo con el domicilio de unos familiares de aquí (del Distrito Federal).
—¿Pero la van a atender…?
—Sí, dicen que sí. Ya venía mala…
—¿Y en cuanto le salió el viaje?
—Algo barato, por todo, fueron como 5 mil pesos y es que estaba en un apuro…
—¿Es lo que cobra la enfermera o aquí?
—No, la enfermera. Aquí no sé, dicen que no, poco…
***
Para Jorge Serrano Limón, dirigente de Provida —quien el año pasado calificó las reformas aprobadas en materia de aborto como “una ley de sangre”—, no hay duda: la práctica del aborto jaló a mujeres de diversos estados del país.
“La Ciudad de México se convirtió en el paraíso del aborto, aunque después se transforme en una infierno para ellas. Vienen mujeres del Estado de México, Puebla, Veracruz, Querétaro, del Bajío, Tijuana y Yucatán, de muchas partes más”.
***
Lupe, de 19 años, creció al lado de su madre, quien le inculcó su forma de vida, su práctica, sus amores y desamores, sus fracasos...
“Me heredó todo. La veía abortar, se metía unos ganchos por la vagina; siempre con el auxilio de una vecina, quien conocía varios métodos. Si fallaban las yerbas, pastillas o el té venía el último recurso: el gancho”.
Los trozos de metal retorcido fallaron y a sus 12 años, Lupe se quedó sin madre.
Lupe es oriunda de Tenancingo, Tlaxcala, tierra de padrotes y tráficos de prostitutas. Sin embargo, ahora vive en Puebla, donde contactó a una mujer para venir a abortar al DF.
Llegó al hospital Gregorio Salas, en el Centro Histórico, por recomendación de una enfermera.
Su historia se asemeja a la de Luisa, sólo que ella pagará 7 mil pesos por interrumpir su embarazo.
Al igual que su madre, recurrió a remedios caseros, que casi le cuestan la vida.
“Me metieron algo en la vagina y era como si estuviera ardiendo, tanto que me desmayé”.
Ahora estoy aquí, en la capital esperando que me atiendan.
—¿Cómo conoció a la
enfermera?
—Allá la conocen todos. Allá la contactamos, la mandamos traer.
***
Diez días después de que fueran aprobadas las reformas a la Ley de Salud y el Código Penal del Distrito Federal para despenalizar el aborto, el secretario de Salud del DF, Manuel Mondragón, afirmó que las mujeres que decidieran interrumpir su embarazo debían mostrar su credencial de elector vigente, para acreditar su residencia en la Ciudad de México.
Sin embargo, la puerta quedó abierta a mujeres de provincia en estado de salud delicado.
Durante el primer mes de operación, del 24 de abril al 24 de mayo de 2007 se practicaron 215 abortos, 13 de ellos correspondieron a mujeres que vivían en los municipios connurbados del Estado de México.
***
La diputada local del PAN, María de la Paz Quiñones, dudó que haya mujeres de provincia que lleguen a la Ciudad de México a abortar. No obstante, consideró que se trata de mujeres que viven fuera, pero que laboran en el DF.
***
Genoveva tiene tres hijos, 36 años, dos abortos y vive sin pareja, pues al enterarse de su embarazo la abandonó, como cuando nació su hija de 17 años. Después regresó, pero para preñarla nuevamente.
“Creí en su regreso. Me dijo que estaba arrepentido.Me cuidaba, pues por la edad. Pero hubo un descuido y salí embarazada”.
—¿De dónde viene?
—Del Estado de México.
—¿Cómo supo que aquí la pueden atender?
—Una vecina me presentó a una mujer, presuntamente doctora que trae a mujeres…
***
Un médico del hospital de Iztapalapa afirmó que “el acarreo” de mujeres que eligen abortar puede ser un nuevo negocio.
“Son rutas que se abren y uno se sorprende: extorsionadores, piratería, polleros y ahora polleras de embarazadas”.
Sin embargo, estimó que los trámites en los hospitales que dependen del GDF son “muy
rigurosos”.
“Cuando se comenzó a ayudar a las personas de la tercera edad sucedió lo mismo: vinieron ancianos de provincia a vivir al DF, aunque después regresaban a su lugar de origen y volvían por sus ayudas…”
México • Francisco Mejía
Milenio
viejejitos que muchos empezaron a mudarse con todo y abuelitos al DF 
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