Vida nacional
Pablo Hiriart
Va a saltar
López Obrador puso al amor como eje de su nuevo discurso.
Pero… ¿no es el mismo personaje que hace unos días descalificó la vía parlamentaria para solucionar los conflictos y llamaba traidores a la patria a quienes no piensan como él?
¿Qué le ocurrió a este líder político que auguraba “violencia popular” y calificaba al secretario de Gobernación como “un pirrurris frívolo, ambicioso y ladrón”? (La Jornada, 9 de marzo, 2008).
Algo ha de haber ocurrido para que en su discurso del domingo en el Zócalo no se refiriera al Presidente de la República como usurpador, pelele, etcétera, y cuando menos se dignó llamarlo por su nombre.
Sí, sí pasó algo.
Algo tan obvio que está al alcance de cualquier persona que tenga una computadora y entre a Google.
Dos meses antes de las elecciones presidenciales en Venezuela, celebradas el 3 de diciembre de 2006, el aspirante a la reelección, Hugo Chávez, decidió cambiar su discurso de denuestos y agresiones por uno que tenía al amor como eje.
“El fin de semana pasado el presidente Chávez dio su visto bueno al proyecto publicitario que se apoya en el ‘amor por el pueblo’”, informó el 12 de octubre de 2006 el diario venezolano El Tiempo.
La nota añadía que “la idea surgió de la Comisión de Publicidad y Propaganda del Comando Miranda, que está a cargo del diputado Pablo Carreño”.
La campaña, que incluía la frase “Chávez es amor”, se elaboró “después de la primera etapa, que consistió en montar la maquinaria oficialista, constituida por los batallones electorales”, según informó entonces otro dirigente del Comando Miranda, Erick Rodríguez.
La iglesia saludó el giro pacífico de la campaña del presidente Chávez: “Nunca es tarde para amar ni para convertirse”, dijo el arzobispo de Coro, Roberto Lückert.
El cambio de piel le sirvió a Hugo Chávez para atenuar los miedos que generaban su discurso polarizador y su gobierno atrabiliario.
Una vez reelecto, Chávez mandó al diablo el discurso del amor, cerró la única cadena nacional de televisión crítica a él, lanzó una campaña durísima contra la Iglesia, propuso una Constitución socialista y llamó a referéndum para quedarse de por vida en la presidencia.
¿A cuento de qué López Obrador hizo del amor el centro de su discurso el domingo en el Zócalo?
“Aceptemos la afirmación del amor como la mejor forma de hacer política”, dijo.
“Lo que se obtiene con amor se conserva para siempre”, agregó.
“Tengamos confianza en que se impondrá la fuerza del amor”, sostuvo.
O sea, el que ordenó la toma de la tribuna del Senado y de la Cámara de Diputados para “ablandar” a sus adversarios, ahora nos dice que el amor es él.
El que ordenó la persecución con piedras e insultos a los legisladores que buscaban un salón para hacer su trabajo, nos viene a decir que el amor es él.
El que mandó golpeadores a insultar de manera cobarde a su compañera de partido, Ruth Zavaleta, nos dice que el amor es él.
Pura mercadotecnia. Pura propaganda copiada de Hugo Chávez.
Ya tiene sus batallones para “la defensa del petróleo” y ahora pasa a la siguiente etapa, que es agazaparse para tranquilizar, con el cuento del amor, y luego, no hay duda, va a saltar.
Como lo hizo Chávez. Idéntica letra, misma melodía.
El problema está en que a Chávez sí le resultó esa propaganda que hizo olvidar en algunos sus verdaderas intenciones.
La opinión pública es volátil y en ciertos casos se deja llevar por cantos de sirena.
De eso se trata. Mientras esté el debate sobre la reforma energética, [color=red}López Obrador se pondrá la túnica de abanderado del bien contra el mal.[/color]
Sus comandos y adelitas seguirán hostigando y manipulando, casa por casa, con el pretexto de “informar” sobre la “privatización” de Pemex.
Pero él actuará con mayor prudencia, si es que su temperamento se lo permite.
Va a impulsar un “referéndum” nacional sobre la reforma energética, que “distinguidas personalidades” se encargarán de sancionar.
Desde luego, ganará el “no” a la “privatización” y esa va a ser su arma contra el Congreso, para impedir la reforma.
Ahí volveremos a ver al verdadero López Obrador.
No falta mucho tiempo.
Toda esta demagogia del amor, las brigadas que van a explicar casa por casa y el referéndum que sin duda van a realizar, son los pasos previos de López Obrador para el gran salto.
El salto sobre las instituciones nacionales
Pablo Hiriart
Va a saltar
López Obrador puso al amor como eje de su nuevo discurso.
Pero… ¿no es el mismo personaje que hace unos días descalificó la vía parlamentaria para solucionar los conflictos y llamaba traidores a la patria a quienes no piensan como él?
¿Qué le ocurrió a este líder político que auguraba “violencia popular” y calificaba al secretario de Gobernación como “un pirrurris frívolo, ambicioso y ladrón”? (La Jornada, 9 de marzo, 2008).
Algo ha de haber ocurrido para que en su discurso del domingo en el Zócalo no se refiriera al Presidente de la República como usurpador, pelele, etcétera, y cuando menos se dignó llamarlo por su nombre.
Sí, sí pasó algo.
Algo tan obvio que está al alcance de cualquier persona que tenga una computadora y entre a Google.
Dos meses antes de las elecciones presidenciales en Venezuela, celebradas el 3 de diciembre de 2006, el aspirante a la reelección, Hugo Chávez, decidió cambiar su discurso de denuestos y agresiones por uno que tenía al amor como eje.
“El fin de semana pasado el presidente Chávez dio su visto bueno al proyecto publicitario que se apoya en el ‘amor por el pueblo’”, informó el 12 de octubre de 2006 el diario venezolano El Tiempo.
La nota añadía que “la idea surgió de la Comisión de Publicidad y Propaganda del Comando Miranda, que está a cargo del diputado Pablo Carreño”.
La campaña, que incluía la frase “Chávez es amor”, se elaboró “después de la primera etapa, que consistió en montar la maquinaria oficialista, constituida por los batallones electorales”, según informó entonces otro dirigente del Comando Miranda, Erick Rodríguez.
La iglesia saludó el giro pacífico de la campaña del presidente Chávez: “Nunca es tarde para amar ni para convertirse”, dijo el arzobispo de Coro, Roberto Lückert.
El cambio de piel le sirvió a Hugo Chávez para atenuar los miedos que generaban su discurso polarizador y su gobierno atrabiliario.
Una vez reelecto, Chávez mandó al diablo el discurso del amor, cerró la única cadena nacional de televisión crítica a él, lanzó una campaña durísima contra la Iglesia, propuso una Constitución socialista y llamó a referéndum para quedarse de por vida en la presidencia.
¿A cuento de qué López Obrador hizo del amor el centro de su discurso el domingo en el Zócalo?
“Aceptemos la afirmación del amor como la mejor forma de hacer política”, dijo.
“Lo que se obtiene con amor se conserva para siempre”, agregó.
“Tengamos confianza en que se impondrá la fuerza del amor”, sostuvo.
O sea, el que ordenó la toma de la tribuna del Senado y de la Cámara de Diputados para “ablandar” a sus adversarios, ahora nos dice que el amor es él.
El que ordenó la persecución con piedras e insultos a los legisladores que buscaban un salón para hacer su trabajo, nos viene a decir que el amor es él.
El que mandó golpeadores a insultar de manera cobarde a su compañera de partido, Ruth Zavaleta, nos dice que el amor es él.
Pura mercadotecnia. Pura propaganda copiada de Hugo Chávez.
Ya tiene sus batallones para “la defensa del petróleo” y ahora pasa a la siguiente etapa, que es agazaparse para tranquilizar, con el cuento del amor, y luego, no hay duda, va a saltar.
Como lo hizo Chávez. Idéntica letra, misma melodía.
El problema está en que a Chávez sí le resultó esa propaganda que hizo olvidar en algunos sus verdaderas intenciones.
La opinión pública es volátil y en ciertos casos se deja llevar por cantos de sirena.
De eso se trata. Mientras esté el debate sobre la reforma energética, [color=red}López Obrador se pondrá la túnica de abanderado del bien contra el mal.[/color]
Sus comandos y adelitas seguirán hostigando y manipulando, casa por casa, con el pretexto de “informar” sobre la “privatización” de Pemex.
Pero él actuará con mayor prudencia, si es que su temperamento se lo permite.
Va a impulsar un “referéndum” nacional sobre la reforma energética, que “distinguidas personalidades” se encargarán de sancionar.
Desde luego, ganará el “no” a la “privatización” y esa va a ser su arma contra el Congreso, para impedir la reforma.
Ahí volveremos a ver al verdadero López Obrador.
No falta mucho tiempo.
Toda esta demagogia del amor, las brigadas que van a explicar casa por casa y el referéndum que sin duda van a realizar, son los pasos previos de López Obrador para el gran salto.
El salto sobre las instituciones nacionales
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