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Ya no existe como partido revolucionario y menos democrático
Se pudrió; en la izquierda mexicana existe un gran vacío
¿Qué tiene que pasar para que regresen al PRD legalidad, ética, democracia, decencia, sensatez, congruencia, autocrítica y, claro, las mínimas pinceladas de un partido de izquierda?
Y por supuesto que planteamos la anterior interrogante bajo la lógica de que muchos demócratas no comparten los rancios conceptos de los llamados “custodios” de la izquierda mexicana, que justifican las peculiares características de la izquierda representada por el PRD: corrupta, ilegal, nada ética y menos democrática, indecente, locuaz e incapaz de la mínima autocrítica.
Y es que son muchos los indicios —y están a la vista de todos— de que la respuesta a la pregunta no acepta muchas variantes ni tiene margen de maniobra. Es decir, parece que no existen muchas alternativas. El PRD ya no existe como partido revolucionario y menos democrático. Dejó de ser útil para los ciudadanos que creen en la vida democrática y en las reglas del juego pactadas, y se ha convertido en una caricatura, en un instrumento de un solo hombre, luego del “atraco” que desde 2003 impulsó su nuevo dueño, Andrés Manuel López Obrador.
El PRD tiene que desaparecer como lo conocemos hoy —tiene que cambiar no sólo de piel sino en la forma y en el fondo— para dar paso a una nueva organización que, como van las cosas, en el camino podría dejar tirado el emblema de la izquierda, para moverse por un lado al centro —Los Chuchos se moverán rumbo a la socialdemocracia— mientras que los lopezobradoristas ya regresan al viejo PRI.
¿Alguien puede creer en una reconstrucción del PRD con los actuales grupos en disputa y los niveles de la pelea, la farsa de partido de izquierda y el engaño de que son demócratas? Resulta impensable. Por eso el PRD no tiene remedio, está condenado a la extinción.
¿Qué tiene que pasar para que a los fanáticos amarillos —incluidos sus intelectuales orgánicos— les diga algo la vergonzosa elección del nuevo presidente del PRD, el penoso autoritarismo mostrado por “el movimiento soy yo” en la célebre pelea con Navarrete, la imposición y renuncia de Arturo Núñez a la Comisión Técnica Electoral y que esa efectiva bandera de “voto por voto, casilla por casilla” y el mito del fraude electoral de julio de 2006 terminarán en el bote de basura?
¿Qué tiene que pasar para que se sacudan las conciencias de los demócratas de izquierda frente a denuncias como la de Dolores de los Ángeles Nazares Jerónimo, ahora ex integrante de la Comisión Nacional de Garantías del PRD, quien denunció que dejó el cargo “por congruencia”, ya que recibió presiones del ex dirigente, Leonel Cota, para imponer de manera ilegal el triunfo de Alejandro Encinas?
¿Qué tiene que pasar para que aparezca un mínimo de vergüenza, de lealtad con los principios, de ética frente al partido amarillo, por parte de los derrotados Alejandro Encinas y Jesús Ortega? Queda claro que ni uno ni otro tienen la menor vergüenza, y menos una pizca de lealtad, principios y ética, ya que a pesar de que el cochinero ha llevado al partido a su destrucción total siguen peleando por mendrugos de poder.
¿Qué tiene que pasar para que “el movimiento soy yo” saque las manos del partido, para que dé marcha atrás al atraco que pretende imponer, para que deje de manipular a un rebaño que denigra a todos en la izquierda y en la política en general, para que sus leales en la política, en los medios, en el poder de gobiernos como los del DF se den cuenta de que están destruyendo una alternativa política y electoral que no les pertenece, que es de los ciudadanos que votaron por ellos en algún momento?
¿Qué tiene que pasar para que los ambiciosos que han secuestrado al PRD lo devuelvan a los ciudadanos?
Porque el PRD, si no lo recuerdan sus secuestradores, es una entidad de interés público, financiada por el dinero de todos y que debe rendir cuentas a los ciudadanos. El pasado martes vimos de nueva cuenta cómo la presidenta de la Comisión de Garantías del PRD, impuesta por AMLO —recuerden que fue la abogada que llevó adelante el asunto del desafuero— validó la elección con apenas 81% de los votos contados. ¿A todo eso se le puede llamar legalidad?
De caricatura. Los que gritaron “fraude”, que reclamaron “voto por voto y casilla por casilla”, los que llamaron “espurio” al presidente Calderón, los que crucificaron al presidente Fox por meter las manos en el proceso electoral son los mismos que ven que su “legítimo” mete la mano, se roba la elección, pretende imponer a su legítimo, y son incapaces del voto por voto, limpiar la elección y castigar a los tramposos.
El PRD se pudrió. Y les guste o no a los amarillos, quieran o no sus “intelectuales orgánicos”, en la izquierda mexicana existe un gran vacío. Y en política, igual que en física —la capilaridad— los vacíos siempre se llenan. ¿Quién va a llenar los vacíos que ya dejó el PRD en cuanto a la franja de izquierda representada en la geometría partidista?
En el camino
Por cierto, nadie puede ignorar las señales que desde hace por lo menos siete meses envía el EPR respecto al diálogo con el gobierno; nadie puede ignorar sus propuestas y condiciones para incursionar en la vida política y bajo las reglas del juego democrático. Sin duda que el escenario está bastante complicado y muchas cosas no están claras. Pero los mensajes del EPR son, contra lo que muchos suponen, bastante claros. Esa podría ser la nueva izquierda…
Lo que no provocó el nuevo impuesto predial en el Distrito Federal lo consiguieron las obras en el Circuito Interior. Mal por Marcelo, quien en otro salto al vacío podría nombrar como su nueva vocera a Jéssica Miranda, verdadera amenaza para el jefe de Gobierno… El ex rector Juan Ramón de la Fuente quiso ser puntilloso con la política, pero se equivocó de cabo a rabo al comparar a la política con el circo. Lo puede comprobar si lee el Itinerario Político del domingo 13 de abril.
aleman2@prodigy.net.mx
Nota
como decía mi agüe:
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