Itinerario Político Ricardo Alemán 06 de mayo de 2008 |
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Ebrard entregó a empresas privadas servicio de grúas. Campaña legal de extorsión de la que nadie se salva. Algo grave está ocurriendo en el gobierno de Marcelo Ebrard. Y es que mientras que una buena parte de “la gente” parece preocupada por la aparente o real privatización petrolera, los capitalinos ya somos víctimas de una insultante modalidad de privatización. Sí, resulta que el jefe de Gobierno decidió privatizar una de las expresiones más emblemáticas de la corrupción cotidiana; entregó a empresas privadas el servicio de grúas que arrastran a corralones a los automóviles mal estacionados. De esa manera se pretendió acabar con los corruptos y míticos “gruyeros” que hacían de las suyas en las calles de toda la ciudad capital. Pero en realidad lo que ocurrió es que se dio paso a otra forma, más agresiva y grosera, de esa misma corrupción. Es decir, que a los genios que rodean al jefe de Gobierno y al propio Ebrard se les ocurrió la brillante idea de privatizar a los “gruyeros” mediante el reparto equitativo del botín. ¡Y claro! Lo que hoy vemos y padecemos todos en la capital del país es una campaña legal de extorsión, de la que nadie se salva y que ha convertido a los ciudadanos en algo más que enemigos; en verdaderas presas a las que persigue y extorsiona a placer. Claro, siempre dentro de los márgenes “de la legalidad”. ¿De qué estamos hablando? Si usted que nos lee no ha sido víctima, lo será en cualquier momento. Y es que desde hace algunos meses el gobierno de Marcelo Ebrard decidió privatizar el servicio de grúas, esas que se llevan al corralón a los automóviles estacionados en lugares prohibidos. De esa manera, el contrato de las empresas concesionadas del servicio de grúas, estipula que los particulares se llevarán un porcentaje de cada infracción que pagará el propietario del automotor arrastrado a un corralón. Y por supuesto, para garantizar la rentabilidad del negocio, los concesionarios del servicio de grúas decidieron, a su vez, entregar a los operadores de las grúas un porcentaje de la infracción que paga cada automovilista pillado al estacionar su automotor en un lugar prohibido. De esa manera, cada jornada de ocho horas de los operadores de las grúas se ha convertido en una frenética carrera que confronta dos variables fundamentales; el tiempo y el dinero. Es decir, se trata de levantar el mayor número de automóviles, en el menor tiempo posible, para llevarse a casa la mayor cantidad de dinero como salario. ¿Cuánto quieres ganar diario?, les preguntan a los aspirantes a “gruyeros”. Cada pareja de operadores de las grúas tiene la posibilidad de incrementar sus ingresos casi a placer —y de llevarse una comisión adicional si superan ciertos límites—, ya que por cada automóvil arrastrado se ganan entre 80 y 90 pesos. Al final de un turno la ganancia es de casi mil pesos diarios. Esa fórmula perversa, de repartir de manera legal un porcentaje del costo de la infracción entre los concesionarios de las grúas y los operadores de las mismas, lo único que ha generado es una persecución depredadora de los automovilistas que, por la razón que se quiera, dejan en lugar prohibido y por unos segundos su automóvil. Se han dado casos vergonzosos en donde los nuevos “gruyeros” literalmente están a la caza de los potenciales infractores, a los que espían en espera del momento propicio para el asalto —el que llevan a cabo en complicidad con el uniformado que acompaña a los “gruyeros”—, y dejan en indefensión total a los automovilistas. Bueno, en los pocos meses en que opera esa privatizada extorsión los ladrones con licencia han llegado a niveles de tal sofisticación que, por ejemplo, si usted baja de su automóvil para abrir el zaguán del garaje, cuando voltea su coche ya está enganchado y el uniformado o la uniformada ya colocó los sellos respectivos. Y frente a ese caso, sobreviene el infaltable; “¡Y hágale como quiera!”. En ese momento el “gruyero” ya habrá ganado entre 80 y 90 pesos, el concesionario de las grúas se habrá ganado por ahí de 150 pesos, y el resto de lo que usted pagará por la infracción se lo llevará el gobierno de Marcelo Ebrard. Es decir, que la privatización del servicio de grúas en el DF se ha convertido, en los hechos, en un vergonzoso caso de privatización de la corrupción. El escándalo, la indignación, el enojo social por esa corrupción institucional ha llegado a niveles de franco rechazo, como el de la colonia Balbuena, en donde los habitantes se han organizado y a través de mantas y piquetes ciudadanos han impedido el ingreso a su colonia de los modernos “gruyeros” privados, que han resultado una plaga peor que aquellos que ya todos conocimos. Pero según el secretario de Seguridad Pública del DF, Joel Ortega, la nueva plaga de los “gruyeros” —hasta hoy se han concesionado 70 grúas—, se incrementará de manera notable —se intenta triplicar—, bajo el siguiente argumento: “Lo que queremos es que las grúas sean un servicio concesionado a la policía, que nosotros tengamos sólo un uniformado que realice el acto de autoridad, pero que el arrastre quede en manos de operadores privados, y borrar esa historia que teníamos donde la policía era señalada porque las grúas hacían lo que se les pegaba la gana”. Lo que faltaba, ladrones con licencia, a la caza del dinero privado. En el camino Por cierto, se confirman cambios en la comunicación social del GDF. El pasado jueves advertimos aquí de la posibilidad de que Marcelo Ebrard designara a Jéssica Miranda como nueva vocera. La especie se confirmó. Y pronto se verán los estropicios. Un ejemplo, para documentar el optimismo de los que festejan. La nueva funcionaria fue brazo derecho del fundador del concepto radiofónico Monitor. La capacidad de intriga, el gusto por la brujería y otras perlas, llevaron a Gutiérrez Vivó a la ruina económica y moral. Al tiempo. aleman2@prodigy.net.mxo |
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