Bróder de Putin
Manuel J. Jáuregui
14 Dic. 2016
El hombre escogido por Donald Trump para ser Secretario de Estado, Rex Tillerson, mandamás del gigante Exxon Mobil, no es amigo de Putin: ¡ES BRÓDER DE PUTIN!
Son socios en un proyecto de 500 mil millones de dólares para perforar en el Ártico, y desde 1998 Rex Wayne Tillerson tiene nexos con Putin.
De hecho, uno de sus compañeros consejeros del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales afirma que ningún norteamericano, con la posible excepción del Dr. Kissinger, tiene en su haber tanto tiempo "tête a tête" con Vladimir Putin como Rex W. Tillerson.
La empresa que encabeza, la petrolera más grande del mundo, tiene relaciones e intereses en Rusia desde la época del Premier Boris Yeltsin.
Decir que como Secretario de Estado este empresario tendrá fuertes conflictos de interés por sus relaciones rusas es tanto como afirmar que el sol brilla.
Con todo y que renuncie a su cargo como directivo del gigante petrolero, sus relaciones rusas generan sospechosismo sobre su imparcialidad en relación a Rusia y a su amistad con Putin, quien en el 2013 le otorgó a Tillerson la distinción de premiarlo con la Orden Rusa de la Amistad.
Del 2012 al 2015, Tillerson ha recibido compensaciones anuales de la empresa para la que ha trabajado toda su vida, más de 127 millones de dólares (40.5 tan sólo en el 2012).
¿Quién puede creer que faltando su paquete de compensación del 2016, y sólo porque pide ser relevado para irse con Trump, va a dejar de traer puesta la camiseta de Exxon Mobil arriba de la que le regaló Putin?
A esta cercana relación del que propone El Donaldo como Secretario de Estado se le agregan las afirmaciones de la CIA, las cuales pidió el Presidente Obama que sean investigadas, en el sentido de que Rusia se entrometió en las pasadas elecciones presidenciales a favor de Trump, por ejemplo, hackeando y divulgando correos del Consejo Nacional del Partido Demócrata.
Adicionalmente, y como buen petrolero, Tillerson es uno de los que minimiza el impacto del cambio climático: afirma que el efecto de los humanos en éste es indeterminado y que si existiese no queda claro qué hacer al respecto.
(Por ejemplo, dejar de quemar los hidrocarburos que él explota sustituyéndolos por otros tipos de energía, solar, viento, etc.).
Eso no le queda claro, sólo que el mundo "le guste o no" va a tener que seguir consumiendo combustibles fósiles.
De lo mucho que ya se sabe sobre este nombramiento del hombre color naranja se pueden hacer algunas inferencias, ninguna positiva.
El equilibrio entre el poderío ruso, militar y económico existente desde el fin de la Guerra Fría con Estados Unidos, puede acabar en un maridaje insano con Putin, en el cual Estados Unidos cede todas sus posiciones en el Medio Oriente a Rusia, apoyando a Putin en sus planes expansionistas respecto a Ucrania, y sobre todo, en apoyar al tirano Assad en Siria.
La política petrolera norteamericana puede también cambiar liberalizando los obstáculos actuales ambientalistas para la expansión de los oleoductos en las zonas más prístinas y protegidas desde Alaska hasta la frontera con México, y lo mismo con la explotación de los yacimientos de shale en Texas y Dakota.
Ya el señor Trump, incluso desde antes de escoger a Tillerson, había dicho que dejaría de comprar petróleo a Arabia Saudita porque quería romper la dependencia norteamericana en el crudo extranjero. Esto, parece ser, de la mano de los rusos y en perjuicio de los demás productores petroleros del mundo, incluyendo a México.
Por supuesto, falta que el Congreso norteamericano apruebe este nombramiento, tan claramente inapropiado.
Sin embargo, como los republicanos dominan tanto la Cámara de Representantes como el Senado, es enteramente probable que se despliegue una aplanadora partidista para confirmar a este señor, cuyo encumbramiento equivale a poner la Iglesia en manos de Lutero.
MÁS DE Manuel J. Jáuregui
Manuel J. Jáuregui
14 Dic. 2016
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Son socios en un proyecto de 500 mil millones de dólares para perforar en el Ártico, y desde 1998 Rex Wayne Tillerson tiene nexos con Putin.
De hecho, uno de sus compañeros consejeros del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales afirma que ningún norteamericano, con la posible excepción del Dr. Kissinger, tiene en su haber tanto tiempo "tête a tête" con Vladimir Putin como Rex W. Tillerson.
La empresa que encabeza, la petrolera más grande del mundo, tiene relaciones e intereses en Rusia desde la época del Premier Boris Yeltsin.
Decir que como Secretario de Estado este empresario tendrá fuertes conflictos de interés por sus relaciones rusas es tanto como afirmar que el sol brilla.
Con todo y que renuncie a su cargo como directivo del gigante petrolero, sus relaciones rusas generan sospechosismo sobre su imparcialidad en relación a Rusia y a su amistad con Putin, quien en el 2013 le otorgó a Tillerson la distinción de premiarlo con la Orden Rusa de la Amistad.
Del 2012 al 2015, Tillerson ha recibido compensaciones anuales de la empresa para la que ha trabajado toda su vida, más de 127 millones de dólares (40.5 tan sólo en el 2012).
¿Quién puede creer que faltando su paquete de compensación del 2016, y sólo porque pide ser relevado para irse con Trump, va a dejar de traer puesta la camiseta de Exxon Mobil arriba de la que le regaló Putin?
A esta cercana relación del que propone El Donaldo como Secretario de Estado se le agregan las afirmaciones de la CIA, las cuales pidió el Presidente Obama que sean investigadas, en el sentido de que Rusia se entrometió en las pasadas elecciones presidenciales a favor de Trump, por ejemplo, hackeando y divulgando correos del Consejo Nacional del Partido Demócrata.
Adicionalmente, y como buen petrolero, Tillerson es uno de los que minimiza el impacto del cambio climático: afirma que el efecto de los humanos en éste es indeterminado y que si existiese no queda claro qué hacer al respecto.
(Por ejemplo, dejar de quemar los hidrocarburos que él explota sustituyéndolos por otros tipos de energía, solar, viento, etc.).
Eso no le queda claro, sólo que el mundo "le guste o no" va a tener que seguir consumiendo combustibles fósiles.
De lo mucho que ya se sabe sobre este nombramiento del hombre color naranja se pueden hacer algunas inferencias, ninguna positiva.
El equilibrio entre el poderío ruso, militar y económico existente desde el fin de la Guerra Fría con Estados Unidos, puede acabar en un maridaje insano con Putin, en el cual Estados Unidos cede todas sus posiciones en el Medio Oriente a Rusia, apoyando a Putin en sus planes expansionistas respecto a Ucrania, y sobre todo, en apoyar al tirano Assad en Siria.
La política petrolera norteamericana puede también cambiar liberalizando los obstáculos actuales ambientalistas para la expansión de los oleoductos en las zonas más prístinas y protegidas desde Alaska hasta la frontera con México, y lo mismo con la explotación de los yacimientos de shale en Texas y Dakota.
Ya el señor Trump, incluso desde antes de escoger a Tillerson, había dicho que dejaría de comprar petróleo a Arabia Saudita porque quería romper la dependencia norteamericana en el crudo extranjero. Esto, parece ser, de la mano de los rusos y en perjuicio de los demás productores petroleros del mundo, incluyendo a México.
Por supuesto, falta que el Congreso norteamericano apruebe este nombramiento, tan claramente inapropiado.
Sin embargo, como los republicanos dominan tanto la Cámara de Representantes como el Senado, es enteramente probable que se despliegue una aplanadora partidista para confirmar a este señor, cuyo encumbramiento equivale a poner la Iglesia en manos de Lutero.
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