Pablo Hiriart
El que va a enjuiciar a Calderón
En el Simposio Petróleo y Seguridad Energética, que organizó el Frente Amplio Progresista la semana anterior, hubo una declaración francamente telúrica:
“El intento de Felipe Calderón de trampear la Constitución modificando leyes secundarias para privatizar Petróleos Mexicanos lo hace sujeto de juicio político, advirtió el doctor en derecho Raúl Carrancá y Rivas.”
Carrancá tiene toda la libertad para decir lo que se le ocurra, pero el ciudadano también tiene derecho a recordar.
Recordar, por ejemplo, cuando Raúl Carrancá y Rivas quiso comprar el cargo de procurador general de la República en 60 mil dólares, en el año 1998.
Todo empezó cuando un narcotraficante (así lo dice un boletín de la PGR del 24 de enero de 1998), de nombre Raúl Medina Gaxiola, convenció al ex gobernador de Jalisco, Flavio Romero de Velasco, de que él tenía una relación muy estrecha con el entonces presidente Ernesto Zedillo.
Romero de Velasco, que había sido gobernador en plena “docena trágica”, estaba impresionado por la relación de su amigo con el Presidente de la República, a quien por teléfono le hablaba de tú.
El socio de Medina Gaxiola, Jorge Alejandro Ábrego Reyna, le dijo a Romero de Velasco: “Mira, ‘Ernesto’ quiere que le compres a tu nombre una finca en Ajijic (calle Pedro Moreno número 75)”.
El ex gobernador cumplió la “orden presidencial”.
Una vez, incluso, le pasaron al teléfono a “Ernesto”, quien le adelantó sus intenciones de invertir más en Jalisco.
En una de las más de 30 reuniones que tuvieron Ábrego y Romero de Velasco, en viajes a todo lujo por Mazatlán, Culiacán y Hermosillo, Jorge Ábrego le dio una noticia que le impactó aún más:
La nota de La Jornada, del 27 de enero de 1988, reporta que (ante el juez tercero, de Almoloya de Juárez), el ex gobernador declaró que Ábrego le había expresado que Ernesto Zedillo había pensado en él como procurador, pero como no llenaba los requisitos, “me ofreció el cargo de secretario de Gobernación, y también me pidió que si podía recomendar a otra persona con el perfil necesario para ocuparse de la PGR”
Convencido de la estrecha relación del narcotraficante con el Poder Ejecutivo, “Romero de Velasco se comunicó telefónicamente con su ex alumno, el jurista Raúl Carrancá y Rivas, con quien se reunió en un restaurante de la Ciudad de México, donde le afirmó que estaba frente al próximo secretario de Gobernación”.
En esa reunión, Romero de Velasco “le ofreció (a Carrancá) el cargo de procurador general de la República, pero le indicó que necesitaba reunirse con unos amigos del presidente Zedillo para iniciar los trabajos previos a su designación, condición que fue aceptada por el jurista universitario, quien recibió 100 mil pesos para sus gastos, mismos que habrían sido ordenados por la Presidencia de la República” (La Jornada, 27-1-98).
Poco después, para amarrar su nombramiento al frente de la PGR, Romero de Velasco le dijo a Carrancá que debía “aceitar la maquinaria”, de entrada, con 60 mil dólares.
Pasaron los días y el nombramiento de procurador general de la República no llegaba, así es que Carrancá decidió ir personalmente a Los Pinos a preguntarle al secretario particular del Presidente, Liébano Sáenz, ¿qué pasaba, por qué el retraso si él había jugado derecho?
“Maestro, ¿de qué me habla? Lo engañaron”, recibió como respuesta Carrancá.
El 24 de enero de ese año, la PGR emitió un boletín en el que explicó el caso:
“Se recibió en la propia Presidencia de la República la manifestación del jurista Raúl Carrancá y Rivas en el sentido de que Romero de Velasco, después de asegurarle que estaba a pocos días de ser nombrado
secretario de Gobernación, le había ofrecido a Carrancá que se hiciera cargo de la titularidad de la Procuraduría General de la República, habiéndole solicitado incluso una contraprestación de 500 mil pesos para contar con la seguridad de dicho nombramiento”.
Bueno, ahora el doctor Carrancá es el abogado de lujo del Frente Amplio Progresista para tumbar la reforma energética y llevar a “juicio político” al presidente Calderón.
Cuidado, doctor Carrancá: no le vayan a vender la presidencia interina o un asiento en la Suprema Corte, a cambio de sus servicios a la aventura desestabilizadora del Frente Amplio Progresista.
Nota.
El que va a enjuiciar a Calderón
En el Simposio Petróleo y Seguridad Energética, que organizó el Frente Amplio Progresista la semana anterior, hubo una declaración francamente telúrica:
“El intento de Felipe Calderón de trampear la Constitución modificando leyes secundarias para privatizar Petróleos Mexicanos lo hace sujeto de juicio político, advirtió el doctor en derecho Raúl Carrancá y Rivas.”
Carrancá tiene toda la libertad para decir lo que se le ocurra, pero el ciudadano también tiene derecho a recordar.
Recordar, por ejemplo, cuando Raúl Carrancá y Rivas quiso comprar el cargo de procurador general de la República en 60 mil dólares, en el año 1998.
Todo empezó cuando un narcotraficante (así lo dice un boletín de la PGR del 24 de enero de 1998), de nombre Raúl Medina Gaxiola, convenció al ex gobernador de Jalisco, Flavio Romero de Velasco, de que él tenía una relación muy estrecha con el entonces presidente Ernesto Zedillo.
Romero de Velasco, que había sido gobernador en plena “docena trágica”, estaba impresionado por la relación de su amigo con el Presidente de la República, a quien por teléfono le hablaba de tú.
El socio de Medina Gaxiola, Jorge Alejandro Ábrego Reyna, le dijo a Romero de Velasco: “Mira, ‘Ernesto’ quiere que le compres a tu nombre una finca en Ajijic (calle Pedro Moreno número 75)”.
El ex gobernador cumplió la “orden presidencial”.
Una vez, incluso, le pasaron al teléfono a “Ernesto”, quien le adelantó sus intenciones de invertir más en Jalisco.
En una de las más de 30 reuniones que tuvieron Ábrego y Romero de Velasco, en viajes a todo lujo por Mazatlán, Culiacán y Hermosillo, Jorge Ábrego le dio una noticia que le impactó aún más:
La nota de La Jornada, del 27 de enero de 1988, reporta que (ante el juez tercero, de Almoloya de Juárez), el ex gobernador declaró que Ábrego le había expresado que Ernesto Zedillo había pensado en él como procurador, pero como no llenaba los requisitos, “me ofreció el cargo de secretario de Gobernación, y también me pidió que si podía recomendar a otra persona con el perfil necesario para ocuparse de la PGR”
Convencido de la estrecha relación del narcotraficante con el Poder Ejecutivo, “Romero de Velasco se comunicó telefónicamente con su ex alumno, el jurista Raúl Carrancá y Rivas, con quien se reunió en un restaurante de la Ciudad de México, donde le afirmó que estaba frente al próximo secretario de Gobernación”.
En esa reunión, Romero de Velasco “le ofreció (a Carrancá) el cargo de procurador general de la República, pero le indicó que necesitaba reunirse con unos amigos del presidente Zedillo para iniciar los trabajos previos a su designación, condición que fue aceptada por el jurista universitario, quien recibió 100 mil pesos para sus gastos, mismos que habrían sido ordenados por la Presidencia de la República” (La Jornada, 27-1-98).
Poco después, para amarrar su nombramiento al frente de la PGR, Romero de Velasco le dijo a Carrancá que debía “aceitar la maquinaria”, de entrada, con 60 mil dólares.
Pasaron los días y el nombramiento de procurador general de la República no llegaba, así es que Carrancá decidió ir personalmente a Los Pinos a preguntarle al secretario particular del Presidente, Liébano Sáenz, ¿qué pasaba, por qué el retraso si él había jugado derecho?
“Maestro, ¿de qué me habla? Lo engañaron”, recibió como respuesta Carrancá.
El 24 de enero de ese año, la PGR emitió un boletín en el que explicó el caso:
“Se recibió en la propia Presidencia de la República la manifestación del jurista Raúl Carrancá y Rivas en el sentido de que Romero de Velasco, después de asegurarle que estaba a pocos días de ser nombrado
secretario de Gobernación, le había ofrecido a Carrancá que se hiciera cargo de la titularidad de la Procuraduría General de la República, habiéndole solicitado incluso una contraprestación de 500 mil pesos para contar con la seguridad de dicho nombramiento”.
Bueno, ahora el doctor Carrancá es el abogado de lujo del Frente Amplio Progresista para tumbar la reforma energética y llevar a “juicio político” al presidente Calderón.
Cuidado, doctor Carrancá: no le vayan a vender la presidencia interina o un asiento en la Suprema Corte, a cambio de sus servicios a la aventura desestabilizadora del Frente Amplio Progresista.
Nota.
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