18 Mayo, 2008Es verdaderamente lamentable ver cómo se pretende hacer pasar a los foros sobre la reforma energética como un ejercicio de debate democrático. Lo que debería ser un espacio de reflexión técnico, económico y jurídico no ha sido más que una patética pasarela de aprendices de todo y especialistas en nada, como son la mayoría de los políticos de todos los partidos, y algunos intelectuales.
¿Alguien cree en verdad que lo que se diga en ese foro, más allá de sus verborreicos argumentos, va a cambiar la posición de Andrés Manuel López Obrador y el Frente Amplio Progresista sobre la reforma energética y el futuro de Pemex? ¿De verdad este pretendido debate habría modificado en algo las negociaciones entre el gobierno y el PAN con el PRI para lograr su aprobación final?
Pues claro que no: pero ocurre que veremos durante 71 días a los partidos y sus personeros ocupando ese espacio para realizar actos de lucimiento, en el mejor de los casos, o de franco ridículo, en el peor.
¿Alguien le puede atribuir a personajes como Porfirio Muñoz Ledo, El Niño Verde o Lorenzo Meyer conocimiento alguno sobre yacimientos transfronterizos, ingeniería y tecnología de explotación petrolera, modelos de financiamiento de inversión en materia energética, legislación comparada y un amplio etcétera sobre el tema? ¿En la discusión sobre el futuro de Petróleos Mexicanos vale la pena volver un asunto prioritario la búsqueda de los culpables de su crisis, como plantea Cuauhtémoc Cárdenas, o el lamentable discurso de propaganda del presidente del PAN, Germán Martínez, a quien lo único que se le puede justificar es haberse retirado antes de ese debate de sordos?
¿De verdad Beatriz Paredes, en su estilo propio del Jurásico, realizó un aporte significativo a la discusión al reiterar el rechazo a la participación privada en refinerías y gasoductos, como desde hace semanas habían planteado los legisladores priistas que encabezan Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa?
La realidad es que estos foros, más que un aporte, son una farsa, porque ahora resulta que le tenemos que agradecer a El Peje y a la toma de las tribunas su realización, cuando en realidad son la expresión de la cancelación del debate parlamentario-legislativo, de la que se vanaglorian los pejistas y
Milenio, editorial
¿Alguien cree en verdad que lo que se diga en ese foro, más allá de sus verborreicos argumentos, va a cambiar la posición de Andrés Manuel López Obrador y el Frente Amplio Progresista sobre la reforma energética y el futuro de Pemex? ¿De verdad este pretendido debate habría modificado en algo las negociaciones entre el gobierno y el PAN con el PRI para lograr su aprobación final?
Pues claro que no: pero ocurre que veremos durante 71 días a los partidos y sus personeros ocupando ese espacio para realizar actos de lucimiento, en el mejor de los casos, o de franco ridículo, en el peor.
¿Alguien le puede atribuir a personajes como Porfirio Muñoz Ledo, El Niño Verde o Lorenzo Meyer conocimiento alguno sobre yacimientos transfronterizos, ingeniería y tecnología de explotación petrolera, modelos de financiamiento de inversión en materia energética, legislación comparada y un amplio etcétera sobre el tema? ¿En la discusión sobre el futuro de Petróleos Mexicanos vale la pena volver un asunto prioritario la búsqueda de los culpables de su crisis, como plantea Cuauhtémoc Cárdenas, o el lamentable discurso de propaganda del presidente del PAN, Germán Martínez, a quien lo único que se le puede justificar es haberse retirado antes de ese debate de sordos?
¿De verdad Beatriz Paredes, en su estilo propio del Jurásico, realizó un aporte significativo a la discusión al reiterar el rechazo a la participación privada en refinerías y gasoductos, como desde hace semanas habían planteado los legisladores priistas que encabezan Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa?
La realidad es que estos foros, más que un aporte, son una farsa, porque ahora resulta que le tenemos que agradecer a El Peje y a la toma de las tribunas su realización, cuando en realidad son la expresión de la cancelación del debate parlamentario-legislativo, de la que se vanaglorian los pejistas y
Milenio, editorial
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