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La Reforma Mas Trascendental

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  • La Reforma Mas Trascendental

    Capital humano

    Luis Rubio
    18 May. 08

    No hay nada más fundamental para el desarrollo del país y de las personas que el capital con que éstas cuentan. Ese capital, lo que los técnicos llaman "capital humano", es la suma de habilidades y conocimientos con que cuenta cada individuo y que le permite actuar, desarrollarse y enfrentar los retos de la vida. El hombre de la era paleolítica requería habilidades que le permitieran cazar para alimentar a su familia. El ser humano de la era de la globalización y la tecnología de la información requiere habilidades muy sofisticadas que comienzan con el lenguaje, las matemáticas y la capacidad de resolver problemas. El hombre primitivo no requería de la educación formal; el ser humano de hoy no puede ser exitoso si no cuenta con una educación excepcional. Es en este contexto que la reforma educativa anunciada esta semana adquiere una extraordinaria trascendencia.

    El éxito del hombre primitivo que vivía de la caza dependía mayoritariamente de su fuerza física. Aunque el mundo evolucionó de muchas maneras entre la era paleolítica y la era industrial, las habilidades esenciales que requería una persona para funcionar no eran del todo distintas. La fuerza física siguió siendo central para la actividad del obrero de la era industrial: aunque tenía que seguir instrucciones o entender procesos, lo medular de su actividad, como para el cazador de milenios antes, era físico: embonar partes, ensamblar aparatos, mover manivelas, emplear herramientas. En este sentido simplista, la vida del ser humano no cambió mucho en siglos o milenios.

    La educación formal adquirió importancia en la medida en que se fue reconociendo que las personas requerían habilidades y conocimientos para poder funcionar en la vida. Así nació la escuela que hoy conocemos como una actividad formal en la que todos pasamos nuestra niñez y adolescencia. Pero esa educación enfatizaba las disciplinas y habilidades del mundo de la era industrial en donde lo importante era entender procesos y seguir instrucciones.

    El mundo de hoy ha cambiado de tal manera que esa vieja forma de educar ya no responde a las necesidades de la vida actual. Hoy en día el éxito de las personas ya no depende de su capacidad para trabajar en una línea de producción, característica típica de la era industrial, sino de crear ideas, inventar procesos o desarrollar nuevas tecnologías. La era de la información, esa que tiene que ver con cosas tan diversas como internet, el cine, las computadoras, la logística, las marcas y otros servicios, no requiere de manivelas o bandas sin fin, sino de personas que emplean sus habilidades para desarrollar personajes, comunicarse, modificar un código de software o saber vender mejor un producto.

    En esta era de la información y los servicios, lo que agrega valor y lo que deja dinero -en la forma de mejores empleos y mayores ingresos- es todo aquello que está alrededor de la producción de bienes industriales o agrícolas. A diferencia de la era agrícola o la industrial en las que la productividad dependía de la velocidad con que se producía un bien o los ahorros que se logran en el uso de los insumos, en la era de la información lo central, el verdadero valor agregado, está en la tecnología que permite elevar la productividad de los procesos industriales, en la búsqueda de nuevas formas de producir, en el desarrollo de nuevos productos (por ejemplo, a través de la biotecnología).

    En este contexto, la educación adquiere una dimensión trascendental, superior a la de cualquier época anterior. La educación se torna en la piedra angular del desarrollo de las personas, en el factor que hace posible -o imposible- que las personas desarrollen las capacidades apropiadas para enfrentar con éxito los retos de nuestra era. Y es por eso que la reforma anunciada esta semana es trascendental.

    El sistema educativo mexicano fue diseñado y orientado a las disciplinas de la era industrial y toda su estructura y modo de funcionamiento dependía de los intereses del sindicato. La suma de un inadecuado proyecto educativo y de un sindicato dedicado a controlar a los agremiados en lugar de promover el desarrollo de las capacidades de los educandos nos había colocado en una posición de inmovilidad e incapacidad para ser exitosos, como personas y como país, en la era de la información en que hoy vivimos. El mundo cambiaba y nosotros, gracias a este peculiar arreglo político-institucional, seguíamos atados al pasado.

    Es en este marco que hay que apreciar la trascendencia del acuerdo logrado por el gobierno con el sindicato de maestros esta semana. El acuerdo anunciado entraña cuatro cambios radicales: en primer lugar, en franco contraste con el pasado, se hace depender el aumento del salario de los maestros del desempeño del alumno. Es decir, con este acuerdo, los maestros ya no elevarán su salario por la fuerza de su poder monopólico, sino a partir de los resultados que arrojen exámenes estandarizados. El maestro tendrá ahora un interés fundamental en asegurar que el alumno mejore en su desempeño, pues de otra manera no podrá mejorar su propio ingreso.

    Un segundo componente del arreglo consiste en que la llamada "carrera magisterial", el proceso de actualización y desarrollo de los maestros, se fundamentará en el aprendizaje y actualización en ciencias, lenguaje y matemáticas y tendrá lugar en las mejores universidades del país. Los maestros serán evaluados y ya no será el sindicato quien ofrezca los cursos o determine los resultados. Todo queda enfocado al desempeño de los alumnos.

    En tercer lugar, quizá el tema más trascendente en términos políticos, las plazas de profesores serán decididas por medio de concursos de oposición y ya no en la forma tradicional, por los mecanismos de control sindical.

    En el corazón de esta reforma se encuentra un sistema de evaluación estandarizada que permitirá conocer el desempeño de los alumnos en todo el país de una manera objetiva e independiente. Los padres de familia podrán saber cómo va la escuela de sus hijos en comparación con las demás y las autoridades educativas y los maestros podrán saber qué escuelas avanzan y cuáles retroceden, qué sistemas de organización arrojan mejores resultados y, en una palabra, dónde y cómo se contribuye mejor al desarrollo del capital de nuestros niños.

    Aunque probablemente tomará años en poder apreciar el resultado de este acuerdo, el país dio una vuelta extraordinaria esta semana. El gobierno está retomando su autoridad en un tema central para el desarrollo y lo que parecía imposible comenzó a pasar. De consolidarse, ésta podría ser la reforma más trascendente de esta generación.


    http://www.reforma.com/editoriales/nacional/442/882892/default.shtm

    La inteligencia no se mide por el IQ, sino por la capacidad que se tiene para entender a los demás.

  • #2
    Re: La Reforma Mas Trascendental

    Para escépticos



    Federico Reyes Heroles
    20 May. 08


    Una dosis de escepticismo siempre es sana. Es ingenuo el que cree todo lo que le dicen sin poner en duda las intenciones, la veracidad de los dichos o la viabilidad de las propuestas. Pero como todo, en el extremo, el escepticismo es una enfermedad. Cuando perdemos la capacidad de creer en algo de lo que nos dicen mostramos una relación enfermiza con los otros, con el mundo. El escepticismo radical no es progresista sino profundamente reaccionario. El escéptico radical cancela de entrada cualquier posible compromiso. Termina entonces con las manos vacías, no tiene nada que exigir al otro, porque nunca aceptó en prenda su palabra. México está enfermo de escepticismo radical.

    La semana pasada se dio a conocer un acuerdo entre las autoridades educativas federales y el SNTE. Huelga decir que el bien ganado desprestigio de la institución gremial de los maestros y la controvertida imagen de su dirigente, la maestra Gordillo, son motivos suficientes para un sano escepticismo. Sin embargo la política exige una lectura fría de los hechos. La maestra puede tener muchos defectos pero la falta de astucia no es uno de ellos. Todo cambia. La tensión entre el sindicato y las autoridades es una historia vieja. El forcejeo, las vencidas entre ambas instancias, ya demostraron algo muy concreto: las autoridades no pueden impulsar reforma alguna contra el sindicato. Pero también quedó claro que el sindicato está perdiendo la batalla frente a la sociedad.

    Si las autoridades no logran una reforma a la calidad educativa, el país no podrá remontar los bajos niveles de productividad. Los salarios de los futuros trabajadores serán bajos por la carencia de conocimientos y habilidades. La generación de riqueza nacional tropezará y la justicia social se verá más dañada aún. De ese trágico balance será responsable en buena medida el sindicato. La historia emitirá su juicio, de hecho ya lo viene haciendo. Las evaluaciones internacionales y también algunas nacionales como las del Ceneval o el INEE han acorralado a las autoridades y al sindicato: la crisis es muy grave. La globalización informativa es una nueva palanca de presión y transformación. No se llega al acuerdo por un acto de buena voluntad, eso en política no existe. Se llega al acuerdo por mutua conveniencia, por necesidad.

    No nos interesan las sonrisas entre el Presidente y la maestra, tampoco las simpatías o antipatías entre la secretaria y la maestra. Eso queda para el anecdotario. Lo verdaderamente relevante para el país es lo que se acordó. Hace unos meses hubiera resultado inimaginable. El eje es un sistema de evaluación estandarizada de los alumnos, es decir, la misma vara para todos y sin excepciones. Increíble pero ya está firmado. A partir de allí se conocerá públicamente qué escuelas y qué maestros tuvieron un mejor desempeño. Será el avance de los alumnos el que hable. Si un maestro flojea será delatado por las cifras que arrojen sus alumnos. Pero de los esmerados también quedará registro. Los aumentos salariales pasarán por esa evaluación. Por fin un sistema de estímulos que aliente a los buenos maestros, que los hay y muchos.

    La asignación de plazas, que es uno de los expedientes más oscuros, se hará por vía de concursos de oposición en los cuales habrá monitoreo profesional y social. Es decir, obtendrán las plazas los más capaces. El influyentismo, el compadrazgo, la corrupción se toparán con un dique. Los maestros podrán confiar en una meritocracia pública. Se trata de la noticia más importante frente a la degradación gremial que se ha anunciado en muchos años. Además los maestros serán evaluados por instancias profesionales externas lo cual acaba de tajo con el contubernio entre el sindicato y los maestros: la mano izquierda vigilaba a la derecha. La carrera magisterial, la preparación y actualización de los maestros, se apoyará en las universidades del país. Se rompe así la endogamia en la cual los maestros eran capacitados por su propio órgano gremial.

    Por supuesto que falta mucho por definir, habrá que leer la letra pequeña del acuerdo. El diablo está en los detalles. La implementación enfrentará resistencias e intereses. Pero de entrada el rumbo es correcto y el acuerdo es muy valiente. Insisto, es la mejor noticia que hemos tenido en el ámbito educativo en muchos años. Como en todas las reformas de fondo, los resultados aflorarán lentamente, pero de cumplir lo pactado sin duda habrá resultados. Cómo se llegó al acuerdo, quién salió vencedor y quién vencido. Ese balance nos regresa a las vencidas que demostraron ser inútiles. Sindicato y autoridades tienen por lo pronto que convivir.

    En esto el lenguaje de la victoria y de la derrota no ayuda. Por supuesto que la secretaria se coloca una medalla y la maestra y sus huestes comienzan la marcha en un camino de rectificación muy meritoria. Si siguen obtendrán reconocimiento. Pero ésos son asuntos evanescentes. Lo importante será que en una década el sindicato no sea visto como el gran enemigo; que las evaluaciones internacionales nos muestren un mejor rendimiento de los estudiantes mexicanos.

    Lo importante será que los conocimientos de lenguaje y matemáticas, tan deficientes, mejoren. Lo verdaderamente importante es que esos mexicanos, con maestros mejor preparados, maestros motivados por un sistema de estímulos moderno y abierto, podrán encontrar mejores oportunidades de trabajo. Tendrán más conocimientos y habilidades para formar familias y por supuesto tendrán mejores ingresos. Las inversiones vendrán tras de ese capital humano. Habrá más empleos, más justicia. Están haciendo historia. Lo demás es lo de menos.

    http://www.reforma.com/editoriales/n...2/default.shtm
    La inteligencia no se mide por el IQ, sino por la capacidad que se tiene para entender a los demás.

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