El cerebro de las lesbianas es más simétrico, similar al de los varones heterosexuales
La imagen muestra las diferencias entre el cerebro de personas homo y heterosexuales. (Foto: PNAS)
Actualizado lunes 16/06/2008 19:32 (CET)
CRISTINA DE MARTOS
MADRID.- Un equipo de científicos del prestigioso Instituto Karolinska sueco está cambiando la concepción de la sexualidad humana. Su última aportación a este campo promete levantar cierta polémica: el cerebro de las personas homosexuales tiene algunas diferencias respecto al de los heterosexuales. En concreto, la simetría de los hemisferios y ciertas conexiones nerviosas de los sujetos gays difieren de lo que cabría esperar atendiendo a su sexo biológico. Lo mismo ocurre con el cerebro de las lesbianas.
Después de comprobar cómo gays y lesbianas procesaban los olores de manera distinta a como lo hacen las personas atraídas por el sexo opuesto, Ivanka Savic, una de las investigadoras más prolíficas en este campo, y su colega Per Lindström, del departamento de neurociencia del Instituto Karolinsa, se han lanzado a explorar directamente el cerebro y algunas de sus conexiones en 90 sujetos de distinta orientación sexual.
Estudios previos sugerían que las mujeres y hombres homosexuales tenían una estructura cerebral atípica para su sexo durante la realización de ciertas pruebas. La actividad de los dos hemisferios no era la normal, cosa que podría explicarse por cambios en el volumen de los mismos. Eso fue precisamente lo que Savic y Lindström midieron utilizando la resonancia magnética en los participantes.
Feminización y masculinización
En el cerebelo –una estructura situada en la parte posterior e inferior de la cabeza rodeando al tronco del encéfalo, que integra una gran cantidad de información- no se han detectado diferencias llamativas. Sin embargo, el cerebro de los homosexuales, en lugar de la disposición típica de su sexo muestra una similar a la del opuesto. El de los gays está feminizado y el de las lesbianas masculinizado.
En las mujeres 'hetero' el hemisferio derecho suele ser más grande que el izquierdo. Esta característica se observa, paradójicamente, en los varones homosexuales. "Las lesbianas, por el contrario, tienen un cerebro más simétrico, más parecido al de los hombres heterosexuales. El hallazgo “encaja bien con observaciones anteriores", señalan los autores.
También han detectado, gracias al PET (tomografía por emisión de positrones), diferencias funcionales en una región llamada amígdala. Esta estructura, que es bilateral (hay una en cada lado del cerebro) forma parte del sistema límbico y está implicada en el procesamiento y almacenamiento de las emociones.
En el caso de los varones gays, las conexiones de este pequeño centro informativo mostraban un patrón marcadamente femenino. Se establecían preferentemente desde la amígdala izquierda hacia la contralateral, el cingulado anterior, el núcleo subcalloso y el hipotálamo. Por el contrario, la amígdala derecha de las lesbianas era, al igual que en los hombres heterosexuales, la más dominante y establecía comunicación con los núcleos caudado, putamen y el córtex prefrontal.
Genética o ambiente
(Foto: Paco Toledo)
Para Francisco Mora, profesor de fisiología humana de la facultad de medicina de la Universidad Complutense de Madrid, estas diferencias pueden explicarse a través de influencias sociales, psicológicas y culturales.
"La amígdala es la puerta de entrada al sistémica límbico. A ella llega toda la información sensorial, que emocionalmente es neutra, y en ella se le confiere una categoría (bueno, malo, etc.)", explica a elmundo.es Mora. "Aunque en esta estructura existan circuitos que están preprogramados, es necesario aprender para hacer esa clasificación", añade.
Desde este punto de vista, "los patrones culturales son capaces de modificar física y químicamente el cerebro" de forma que las observaciones de Savic y Lindström pueden explicarse a partir del ambiente y no serían innatas sino adquiridas.
Campo de estudio controvertido
Si el homosexual nace o se hace es una vieja pregunta; y su respuesta, temida por muchos. La posibilidad de que la orientación sexual sea algo innato, es decir, que tenga un sustrato biológico, podría abrir de nuevo la puerta a la búsqueda, que tanto daño ha provocado, de una cura para esta condición que dejó de ser considerada una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud hace 18 años.
Por otro lado, que la orientación sexual venga 'de fábrica' daría la vuelta al feo argumento 'contra natura' ya que de venir determinado por los genes, el homosexual estaría siendo exactamente lo que es. "La utilidad de los trabajos de Savic y Lindström tal vez sea la de acabar con la vieja idea de que las malas influencias y experiencias están detrás de la atracción por personas del mismo sexo", señala Manuel Martín-Loeches, responsable de la sección de neurociencia Cognitiva del Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos.
Desde COGAM, el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid, su presidente, Miguel Ángel González, resta importancia a este tipo de trabajos ya que considera tratan temas 'olvidados' y sentencia: "El homosexual ni nace ni se hace, el homosexual es".
Desde que el polémico Simon LeVay hiciera públicas sus conclusiones acerca de las diferencias entre el cerebro de homosexuales y heterosexuales, muchos estudios han detectado ciertas divergencias entre unos y otros. Los trabajos con hermanos gemelos dejan entrever cierto papel de la impronta genética en la orientación sexual, que, sin duda, tendrá su influencia. Pero también el ambiente es determinante, como revelan los porcentajes de hijos adoptados por homosexuales que prefieren a parejas de su mismo sexo, un 14% frente al 2% de la población general.
Los autores suecos parecen inclinados hacia la teoría multifactorial. En la cuestión del dimorfismo sexual del cerebro, "hay que tener tres factores en cuenta: el entorno, la genética y las hormonas.
ABC, periodico
La imagen muestra las diferencias entre el cerebro de personas homo y heterosexuales. (Foto: PNAS)
Actualizado lunes 16/06/2008 19:32 (CET)
CRISTINA DE MARTOS
MADRID.- Un equipo de científicos del prestigioso Instituto Karolinska sueco está cambiando la concepción de la sexualidad humana. Su última aportación a este campo promete levantar cierta polémica: el cerebro de las personas homosexuales tiene algunas diferencias respecto al de los heterosexuales. En concreto, la simetría de los hemisferios y ciertas conexiones nerviosas de los sujetos gays difieren de lo que cabría esperar atendiendo a su sexo biológico. Lo mismo ocurre con el cerebro de las lesbianas.
Después de comprobar cómo gays y lesbianas procesaban los olores de manera distinta a como lo hacen las personas atraídas por el sexo opuesto, Ivanka Savic, una de las investigadoras más prolíficas en este campo, y su colega Per Lindström, del departamento de neurociencia del Instituto Karolinsa, se han lanzado a explorar directamente el cerebro y algunas de sus conexiones en 90 sujetos de distinta orientación sexual.
Estudios previos sugerían que las mujeres y hombres homosexuales tenían una estructura cerebral atípica para su sexo durante la realización de ciertas pruebas. La actividad de los dos hemisferios no era la normal, cosa que podría explicarse por cambios en el volumen de los mismos. Eso fue precisamente lo que Savic y Lindström midieron utilizando la resonancia magnética en los participantes.
Feminización y masculinización
En el cerebelo –una estructura situada en la parte posterior e inferior de la cabeza rodeando al tronco del encéfalo, que integra una gran cantidad de información- no se han detectado diferencias llamativas. Sin embargo, el cerebro de los homosexuales, en lugar de la disposición típica de su sexo muestra una similar a la del opuesto. El de los gays está feminizado y el de las lesbianas masculinizado.
En las mujeres 'hetero' el hemisferio derecho suele ser más grande que el izquierdo. Esta característica se observa, paradójicamente, en los varones homosexuales. "Las lesbianas, por el contrario, tienen un cerebro más simétrico, más parecido al de los hombres heterosexuales. El hallazgo “encaja bien con observaciones anteriores", señalan los autores.
También han detectado, gracias al PET (tomografía por emisión de positrones), diferencias funcionales en una región llamada amígdala. Esta estructura, que es bilateral (hay una en cada lado del cerebro) forma parte del sistema límbico y está implicada en el procesamiento y almacenamiento de las emociones.
En el caso de los varones gays, las conexiones de este pequeño centro informativo mostraban un patrón marcadamente femenino. Se establecían preferentemente desde la amígdala izquierda hacia la contralateral, el cingulado anterior, el núcleo subcalloso y el hipotálamo. Por el contrario, la amígdala derecha de las lesbianas era, al igual que en los hombres heterosexuales, la más dominante y establecía comunicación con los núcleos caudado, putamen y el córtex prefrontal.
Genética o ambiente
(Foto: Paco Toledo)
Para Francisco Mora, profesor de fisiología humana de la facultad de medicina de la Universidad Complutense de Madrid, estas diferencias pueden explicarse a través de influencias sociales, psicológicas y culturales.
"La amígdala es la puerta de entrada al sistémica límbico. A ella llega toda la información sensorial, que emocionalmente es neutra, y en ella se le confiere una categoría (bueno, malo, etc.)", explica a elmundo.es Mora. "Aunque en esta estructura existan circuitos que están preprogramados, es necesario aprender para hacer esa clasificación", añade.
Desde este punto de vista, "los patrones culturales son capaces de modificar física y químicamente el cerebro" de forma que las observaciones de Savic y Lindström pueden explicarse a partir del ambiente y no serían innatas sino adquiridas.
Campo de estudio controvertido
Si el homosexual nace o se hace es una vieja pregunta; y su respuesta, temida por muchos. La posibilidad de que la orientación sexual sea algo innato, es decir, que tenga un sustrato biológico, podría abrir de nuevo la puerta a la búsqueda, que tanto daño ha provocado, de una cura para esta condición que dejó de ser considerada una enfermedad por la Organización Mundial de la Salud hace 18 años.
Por otro lado, que la orientación sexual venga 'de fábrica' daría la vuelta al feo argumento 'contra natura' ya que de venir determinado por los genes, el homosexual estaría siendo exactamente lo que es. "La utilidad de los trabajos de Savic y Lindström tal vez sea la de acabar con la vieja idea de que las malas influencias y experiencias están detrás de la atracción por personas del mismo sexo", señala Manuel Martín-Loeches, responsable de la sección de neurociencia Cognitiva del Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos.
Desde COGAM, el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid, su presidente, Miguel Ángel González, resta importancia a este tipo de trabajos ya que considera tratan temas 'olvidados' y sentencia: "El homosexual ni nace ni se hace, el homosexual es".
Desde que el polémico Simon LeVay hiciera públicas sus conclusiones acerca de las diferencias entre el cerebro de homosexuales y heterosexuales, muchos estudios han detectado ciertas divergencias entre unos y otros. Los trabajos con hermanos gemelos dejan entrever cierto papel de la impronta genética en la orientación sexual, que, sin duda, tendrá su influencia. Pero también el ambiente es determinante, como revelan los porcentajes de hijos adoptados por homosexuales que prefieren a parejas de su mismo sexo, un 14% frente al 2% de la población general.
Los autores suecos parecen inclinados hacia la teoría multifactorial. En la cuestión del dimorfismo sexual del cerebro, "hay que tener tres factores en cuenta: el entorno, la genética y las hormonas.
ABC, periodico
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