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JEFE DE GOBIERNO EBRARD:
Por delante la voz de la gente, representada por Ignacio Eduardo Andrade Castro (pressandrade@yahoo.com.mx), que en democracia es la voz de Dios:
“Impresionados, estupefactos y temerosos quedamos los capitalinos después del operativo policíaco que dejó un saldo de 12 jóvenes muertos. Yo me pregunto, al margen de todos los errores cometidos, ¿es ésta la policía que nos va a defender contra el crimen organizado?, ¿son estos jefes policíacos los que van a planear las estrategias para combatir el narco en la ciudad?
“¡Qué miedo, qué terrible saber que estamos en las manos de esta gente para pedir protección!
“¿Y así quiere el presidente que denunciemos los delitos? Porque a final de cuentas esta tragedia se inició precisamente con una denuncia ciudadana. La verdad da miedo hablar con la policía, ya que carecen de criterio. Con razón todos los días hay crímenes impunes en todo el país, si la policía no es capaz ni siquiera de controlar a un grupo de adolescentes borrachos. Porque a estos niños sí los trata como criminales, y no sólo eso, después de los hechos y aún habiéndose dado cuenta los jefes policíacos que la habían regado, todavía permiten que estos jóvenes sean vejados en el Ministerio Público; los testimonios son innumerables.
“Ahora vendrán con toda una sarta de mentiras (que ya es más la regla que la excepción en el gobierno de Ebrard) para ‘mostrar’ que la tragedia la causaron los dueños del antro y no la policía. Sin embargo, en ese sitio todos los fines de semana se realizaban tardeadas como la de este viernes pasado y nunca había habido un solo muerto. El sitio había estado a reventar, yo mismo lo he visto (paso todos los días enfrente del lugar), y nunca había ocurrido un solo problema.
“Es cierto, siempre estaba lleno de menores de edad que acudían a embriagarse, pero ese es un problema social, es un problema con el dueño del establecimiento, no de las personas que ahí concurren. Es decir, la policía debió de tomar cartas en el asunto en contra del propietario del inmueble, por vender bebidas alcohólicas a menores de edad, pero no tenía el derecho de detener a los parroquianos, ya que no se encontraban consumiendo alcohol en la vía pública, y si además los padres les habían otorgado su permiso, la policía no tenía nada que hacer dentro del local.
“En fin, quedan muchas cosas por explicar, sólo espero que esto realmente sirva para que el gobierno capitalino se dé cuenta de que la policía que tenemos no tiene no sólo la capacitación necesaria para enfrentar los problemas de una ciudad tan grande, sino que carecen del más elemental criterio para tomar decisiones adecuadas. Y no me refiero al policía de la calle, al granadero o gendarme, el problema radica en los jefes, quienes están ahí nombrados por sus ‘cuates’, cobrando enormes sueldos y sin hacer nada.”
(Continúa)
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