Lobo y Caperuza
Por Denise Dresser
En el famoso cuento de Charles Perrault, a Caperucita Roja se la come el lobo por ingenua. Y lamentablemente ése va a ser el destino del gobierno de Felipe Calderón y su iniciativa sobre Pemex. Tanto el Presidente como lo que cargaba en su canasta están a punto de ser devorados por un PRI que supo cuándo acechar, cómo esconderse, de qué manera disfrazarse. Después de 21 foros de debate en el Senado, 210 exposiciones de legisladores, 62 ponentes externos, 10 semanas de discusiones y 132 horas de transmisión por el Canal del Congreso ya quedó claro quién ganó: el Lobo Feroz. Ese carnívoro astuto y mañoso, encarnado por el priismo que siempre ha soñado con comerse a la niña de la capa ondeante y ella misma le proveyó la oportunidad para hacerlo.
A partir de enero, Felipe Calderón comienza a deambular por el bosque de la reforma energética sin trazar una ruta fija, y cuando se topa con el Lobo le dice a dónde va. Anuncia su destino final y con ello alerta a quienes quieren comérselo de un bocado. Les ayuda a fraguar el plan. Porque cuando el Ejecutivo finalmente presenta una iniciativa que promueve la inversión privada en ciertos rubros, ya AMLO se había encargado de desacreditar esa posibilidad. Cuando el Ejecutivo finalmente habla de contratos incentivados con el capital privado, ya la izquierda se había encargado de denostarlos. Cuando el Presidente finalmente emprende una costosa campaña para exponer las ventajas de la reforma petrolera, ya el PRD se había encargado de alimentar la suspicacia en torno a ellas. Como la protagonista del cuento, la Caperuza Azul se vuelve responsable de su propia destrucción.
Obligado por las circunstancias políticas a marchar por una ruta estrecha y agreste, el Presidente agrava su situación precaria. Cuando conversa con el Lobo y le revela su destino, Caperucita acaba arrinconada por él. Cuando promueve la conversación con el cuadrúpedo voraz, acaba entre sus fauces. Hoy los priistas ganan mientras que el Presidente y los panistas pierden. Hoy la reforma minimalista del Presidente está a un paso de ser engullida. El PRI presenta una iniciativa incluso menos ambiciosa que la de Felipe Calderón, pero se regodea con ella. El PRI promueve una propuesta incluso menos transformadora que la del Presidente, pero la vende como si lo fuera. El PRI publicita una alternativa a los problemas de Pemex que dista de resolverlos, pero sugiere que sí lo hace. El PRI se pone la gorra, se coloca el camisón, se disfraza de abuelita y se sube a la cama desde donde determinará a quién más comer y cuándo.
Porque la propuesta del PRI no resuelve los problemas fundamentales a los cuales se enfrenta Pemex, no esclarece de qué manera se promoverá la asociación con el capital privado, no delinea puntualmente el funcionamiento de las "empresas espejo", no explica cómo se conseguirá la tecnología internacional necesaria para explorar aguas profundas, no encara el reto de la refinación, el almacenamiento y la transportación, no involucra cambios en el sindicato y no promueve la competencia necesaria. Lo que sí hace es reforzar el "nacionalismo energético" que le permite a los contratistas seguir expoliando. Que le permite al sindicato seguir saqueando. Que le permite a los particulares participar de facto en el sector sin la regulación necesaria. Que no toca los privilegios del sindicato. Que le dará autonomía presupuestal a la empresa en 4 años, sin replantear la forma en la cual usa y canaliza sus recursos. Disfrazada de abuelita adorable, el PRI invita a México, a los mexicanos, a subirse a la cama, convocándolos con la consigna tramposa: "Modernización Sí, Privatización No".
El PRI sabe, además, que no hay otros lobos rondando por allí con la capacidad para amedrentar a la Caperuza Azul y colocarla contra la pared como el PRI ya lo ha hecho. López Obrador ya aulló, ya dio un par de zarpazos espectaculares, ya definió los términos del debate en el Senado. Pero ahora le quedan pocos dientes que mostrar y pocos saltos audaces a los cuales recurrir. La consulta ciudadana en torno a la reforma petrolera desembocará en un rotundo "no". Tanto la iniciativa presidencial como la priista serán descartadas. Cualquier posibilidad de un "pacto petrolero" que incluya propuestas por parte del PRD será rechazada por los lopezobradoristas. Aunque Carlos Navarrete sugiera que "Pemex requiere una reforma, pero una reforma diferente a la que ha propuesto el gobierno", difícilmente habrá un legislador perredista que la proponga. AMLO tomará la tribuna y promoverá la movilización y convocará a los brigadistas y rechazará cualquier propuesta y con ello contribuirá a preservar el statu quo que tanto denuncia.
Mientras tanto en Los Pinos, Caperucita Azul continuará aceptando todo lo que el Lobo diga y haga. Cuando le comente al Lobo: "Qué ojos tan grandes tienes", aceptará que la respuesta del Lobo sea: "son para verte mejor". Cuando Caperucita diga: "Qué orejas tan grandes tienes", aceptará que el Lobo revire: "son para escucharte mejor". Cuando Caperucita musite: "Qué nariz tan grande tienes", aceptará que el Lobo insista: "son para olerte mejor". Y con ello revelará la enorme ingenuidad de una niña que -según el autor de Caperucita Roja, Charles Perrault- no debería andar hablando con extraños ni revelándoles todos sus pasos. Felipe Calderón se niega a ver al Lobo escondido bajo la gorra de dormir de su abuelita. Parece dispuesto a aceptar una reforma parcial con tal de obtenerla. Parece dispuesto a obtener una parte pequeña de lo que cargaba en la canasta, con tal de decir que atravesó el bosque con ella. Parece dispuesto a sacrificar partes importantes de su contenido, con tal de anunciar que lo hizo por consenso. Como lo ha explicado Germán Martínez, el PRI es aliado para las reformas del 2008 aunque sea adversario para las elecciones del 2009.
En la versión original de Caperucita Roja, el Lobo se la come de un solo golpe y así termina el relato. Lamentablemente México está cerca de ese final infeliz porque el PRI ya está saboreando lo que viene. La aprobación de una iniciativa que se jacta de modernizar cuando en realidad no lo hace a fondo. La perpetuación de un modelo para Pemex que le sirve a la clase política más que al país. La continuación de un paradigma sobre el petróleo que se basa en la extracción de rentas para compensar clientelas. Todo ello envuelto en el consenso promovido por el PAN y aprovechado por el PRI, que esconde -debajo de la piyama de franela y el gorrito para dormir- a un partido astuto. Ya lo decía Perrault en su cuento clásico: "los lobos gentiles son los más peligrosos".
Copyright © Grupo Reforma Servicio Informativo
Fecha de publicación: 28 Jul. 08
Por Denise Dresser
En el famoso cuento de Charles Perrault, a Caperucita Roja se la come el lobo por ingenua. Y lamentablemente ése va a ser el destino del gobierno de Felipe Calderón y su iniciativa sobre Pemex. Tanto el Presidente como lo que cargaba en su canasta están a punto de ser devorados por un PRI que supo cuándo acechar, cómo esconderse, de qué manera disfrazarse. Después de 21 foros de debate en el Senado, 210 exposiciones de legisladores, 62 ponentes externos, 10 semanas de discusiones y 132 horas de transmisión por el Canal del Congreso ya quedó claro quién ganó: el Lobo Feroz. Ese carnívoro astuto y mañoso, encarnado por el priismo que siempre ha soñado con comerse a la niña de la capa ondeante y ella misma le proveyó la oportunidad para hacerlo.
A partir de enero, Felipe Calderón comienza a deambular por el bosque de la reforma energética sin trazar una ruta fija, y cuando se topa con el Lobo le dice a dónde va. Anuncia su destino final y con ello alerta a quienes quieren comérselo de un bocado. Les ayuda a fraguar el plan. Porque cuando el Ejecutivo finalmente presenta una iniciativa que promueve la inversión privada en ciertos rubros, ya AMLO se había encargado de desacreditar esa posibilidad. Cuando el Ejecutivo finalmente habla de contratos incentivados con el capital privado, ya la izquierda se había encargado de denostarlos. Cuando el Presidente finalmente emprende una costosa campaña para exponer las ventajas de la reforma petrolera, ya el PRD se había encargado de alimentar la suspicacia en torno a ellas. Como la protagonista del cuento, la Caperuza Azul se vuelve responsable de su propia destrucción.
Obligado por las circunstancias políticas a marchar por una ruta estrecha y agreste, el Presidente agrava su situación precaria. Cuando conversa con el Lobo y le revela su destino, Caperucita acaba arrinconada por él. Cuando promueve la conversación con el cuadrúpedo voraz, acaba entre sus fauces. Hoy los priistas ganan mientras que el Presidente y los panistas pierden. Hoy la reforma minimalista del Presidente está a un paso de ser engullida. El PRI presenta una iniciativa incluso menos ambiciosa que la de Felipe Calderón, pero se regodea con ella. El PRI promueve una propuesta incluso menos transformadora que la del Presidente, pero la vende como si lo fuera. El PRI publicita una alternativa a los problemas de Pemex que dista de resolverlos, pero sugiere que sí lo hace. El PRI se pone la gorra, se coloca el camisón, se disfraza de abuelita y se sube a la cama desde donde determinará a quién más comer y cuándo.
Porque la propuesta del PRI no resuelve los problemas fundamentales a los cuales se enfrenta Pemex, no esclarece de qué manera se promoverá la asociación con el capital privado, no delinea puntualmente el funcionamiento de las "empresas espejo", no explica cómo se conseguirá la tecnología internacional necesaria para explorar aguas profundas, no encara el reto de la refinación, el almacenamiento y la transportación, no involucra cambios en el sindicato y no promueve la competencia necesaria. Lo que sí hace es reforzar el "nacionalismo energético" que le permite a los contratistas seguir expoliando. Que le permite al sindicato seguir saqueando. Que le permite a los particulares participar de facto en el sector sin la regulación necesaria. Que no toca los privilegios del sindicato. Que le dará autonomía presupuestal a la empresa en 4 años, sin replantear la forma en la cual usa y canaliza sus recursos. Disfrazada de abuelita adorable, el PRI invita a México, a los mexicanos, a subirse a la cama, convocándolos con la consigna tramposa: "Modernización Sí, Privatización No".
El PRI sabe, además, que no hay otros lobos rondando por allí con la capacidad para amedrentar a la Caperuza Azul y colocarla contra la pared como el PRI ya lo ha hecho. López Obrador ya aulló, ya dio un par de zarpazos espectaculares, ya definió los términos del debate en el Senado. Pero ahora le quedan pocos dientes que mostrar y pocos saltos audaces a los cuales recurrir. La consulta ciudadana en torno a la reforma petrolera desembocará en un rotundo "no". Tanto la iniciativa presidencial como la priista serán descartadas. Cualquier posibilidad de un "pacto petrolero" que incluya propuestas por parte del PRD será rechazada por los lopezobradoristas. Aunque Carlos Navarrete sugiera que "Pemex requiere una reforma, pero una reforma diferente a la que ha propuesto el gobierno", difícilmente habrá un legislador perredista que la proponga. AMLO tomará la tribuna y promoverá la movilización y convocará a los brigadistas y rechazará cualquier propuesta y con ello contribuirá a preservar el statu quo que tanto denuncia.
Mientras tanto en Los Pinos, Caperucita Azul continuará aceptando todo lo que el Lobo diga y haga. Cuando le comente al Lobo: "Qué ojos tan grandes tienes", aceptará que la respuesta del Lobo sea: "son para verte mejor". Cuando Caperucita diga: "Qué orejas tan grandes tienes", aceptará que el Lobo revire: "son para escucharte mejor". Cuando Caperucita musite: "Qué nariz tan grande tienes", aceptará que el Lobo insista: "son para olerte mejor". Y con ello revelará la enorme ingenuidad de una niña que -según el autor de Caperucita Roja, Charles Perrault- no debería andar hablando con extraños ni revelándoles todos sus pasos. Felipe Calderón se niega a ver al Lobo escondido bajo la gorra de dormir de su abuelita. Parece dispuesto a aceptar una reforma parcial con tal de obtenerla. Parece dispuesto a obtener una parte pequeña de lo que cargaba en la canasta, con tal de decir que atravesó el bosque con ella. Parece dispuesto a sacrificar partes importantes de su contenido, con tal de anunciar que lo hizo por consenso. Como lo ha explicado Germán Martínez, el PRI es aliado para las reformas del 2008 aunque sea adversario para las elecciones del 2009.
En la versión original de Caperucita Roja, el Lobo se la come de un solo golpe y así termina el relato. Lamentablemente México está cerca de ese final infeliz porque el PRI ya está saboreando lo que viene. La aprobación de una iniciativa que se jacta de modernizar cuando en realidad no lo hace a fondo. La perpetuación de un modelo para Pemex que le sirve a la clase política más que al país. La continuación de un paradigma sobre el petróleo que se basa en la extracción de rentas para compensar clientelas. Todo ello envuelto en el consenso promovido por el PAN y aprovechado por el PRI, que esconde -debajo de la piyama de franela y el gorrito para dormir- a un partido astuto. Ya lo decía Perrault en su cuento clásico: "los lobos gentiles son los más peligrosos".
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Fecha de publicación: 28 Jul. 08
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