¡Estamos salvados!; ya opinó AM
Por: Rafael Cardona | Opinión Martes 19 de Agosto de 2008 | Hora de publicación: 03:13
En la artificial dicotomía de los valores políticos, el gobierno “legítimo” (pero inexistente) de AM López ha venido al rescate de todos nosotros. En un desplegado a plana entera, decorado con el águila de alas abiertas de la República, se revela un hecho de la mayor trascendencia: “En la actualidad –dice AM López—, muchos mexicanos están sufriendo o viven angustiados por la violencia imperante en todo el país.
“Por eso, he decidido dar a conocer mi opinión (hombre, sin ella estábamos huérfanos) sobre este grave problema y proponer al mismo tiempo algunas medidas para enfrentar el flagelo (bonita y original metáfora) de la delincuencia.”
Algunas de las propuestas del señor López –aumento del gasto educativo, redistribución del presupuesto federal, creación de empleos—, son en términos generales sensatas y recomendables, es cierto.
Otras están basadas, como veremos más adelante, en una falsa premisa: los pobres no tienen otro remedio sino la delincuencia. Y eso es mentira. Si tal fuera así, en los países ricos no habría delitos ni serían los Estados Unidos el país con más reos condenados en el mundo.
Obviamente la desigualdad y la injusticia generan violencia, pero en los casos concretos de México, hay asuntos graves en los cuales AM no repara, por ejemplo la corrupción de las fuerzas policíacas en sus diferentes órdenes.
En su largo desplegado no se menciona una sola vez la palabra policía, no se menciona la complicidad de las fuerzas “del orden” con los mafiosos, ni se habla de la ineptitud crónica del Ministerio Público. En ese sentido, nada más se pide la renuncia de todo mundo. Mouriño, García Luna, Medina Mora, pero nada se habla de la necesidad de una fuerza policiaca en defensa de la seguridad pública y por consecuencia la seguridad del Estado.
El diagnóstico no deja de ser interesante. López se pregunta y nos pregunta: ¿cómo fue que llegamos a estos extremos de inseguridad?
“Desde mi punto de vista, esta descomposición social viene de lejos, se acentuó en los últimos tiempos y se precipitó después del fraude electoral… el fraude causó un daño inmenso; lastimó los sentimientos de millones de mexicanos, socavó las instituciones, envileció por entero la llamada sociedad política y quien actualmente se ostenta como Presidente de la República no sólo carece de autoridad moral, sino que su ineptitud es cada vez más evidente.”
El análisis parece más una oportunidad para el desahogo de las obsesiones personales y menos un ajuste intelectual de cuentas con la realidad.
“Y desde aquí advertimos que si no cambia Calderón sus políticas antipopulares, no sólo lo seguiré llamando espurio, pelele, inepto y mentiroso, sino que le agregaré el calificativo de hambreador del pueblo”, dijo el caudillo el 4 de junio de 2008 en Tabasco, cuando dio a conocer sus planteamientos en torno al combate a la carestía. El mismo sustrato, la igual esencia.
Dos son los rasgos dominantes en estas exposiciones (la de la carestía y la de la inseguridad). El primero, la actitud casi monárquica de quien se mira a sí mismo como el propietario de todos los diagnósticos certeros. El segundo, el ajuste artificial de cualquier cosa a fenómenos ajenos. ¿Llueve? Es por el fraude electoral y el gobierno espurio. ¿No llueve? También. “Piove… porco goberno…” dicen en Italia los anarquistas.
Aun concediendo la existencia de un fraude electoral; nada sostiene una afirmación de causalidad entre un asunto y otro.
La intolerable delincuencia ya era evidente antes del “fraude”. La manifestación previa a la de este sábado, a la cual él desestimó y condenó en el 2004 como obra de estúpidos opositores (así algunos la hayan aprovechado en ese sentido), no ocurrió después del 2006 sino antes, cuando –como ahora—, el clima de secuestros y violencia era insoportable.
López dice: si se privatiza el petróleo se ahondará la violencia, lo cual nos autorizaría a decir lo contrario: cuando se nacionalizó la industria energética nacional, este fue un país sin robo ni delito. Y eso es mentira. La expropiación y el nacionalismo revolucionario no produjeron un México justo.
La ventaja del “Presidente legítimo” es evidente: él no habla, sentencia. Él no tiene argumentos, tiene dogmas inamovibles. Él no conoce la crítica ni la autocrítica. La primera no vale; la segunda no es necesaria. Así es muy fácil todo. Cuando él gobernó esta ciudad no descendieron los índices de la violencia a pesar de sus programas sociales y su demagogia populista de preparatorias “patito”.
Sus policías eran los mismos de hoy. Marcelo era su secretario y ya vimos su eficiencia. No pudo ni con Giuliani encima.
Hoy le pide al Gobierno federal becas para estudiantes, aumento del gasto educativo, y no lo hace por la bienhechora consecuencia de estos proyectos, sino para insistir en un rollo frente a sus devotos.
“No se pueden enfrentar los graves y grandes problemas nacionales si continúa el predominio de una mafia política tanto o más peligrosa que la delincuencia organizada”, ha dicho. Y yo pregunto: ¿no es el PRD otra mafia política?
racarsa@hotmail.com
No tardan en llegar las huestes tragatortas a la defensa
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