Formando palabras de 'poder'II:GOBERNANZA,GOBERNABILIDAD y/o GOBERNACIÓN...
El término "gobernabilidad", que aparece en los primeros años setenta en la bibliografía politológica, sobre todo norteamericana, y que será a partir de entonces cuestión recurrente durante casi veinte años, es función de esta problemática.
Siguiendo el proceso que acaba de describirse, salta la"gobernabilidad" de la academia al ámbito institucional en el marco de la Comisión TRIlateral.
Creada en 1973 por iniciativa de Rockfeller y de otros grandes empresarios de EE UU, Europa y Japón, encarga la TRIlateral a tres expertos del establishment académico tradicional (Crozier, Huntington y Watanuki) un informe sobre las disfunciones con que entonces se enfrentan los regímenes democrático-representativos y que los hacen difícilmente gobernables.
El análisis titulado "La Crisis de la democracia. Informe sobre la gobernabilidad de las democracias" (New York University Press, 1975) representa el primer lanzamiento público del tema y del término "gobernabilidad".
Su tesis parte del hecho tendencial de que las expectativas sociales de los ciudadanos y sus demandas al Estado han aumentado considerablemente, mientras que la capacidad y los recursos de éste para poder satisfacerlas han disminuido, lo que genera creciente frustración y rechazo.
En una perspectiva más general, el informe sostiene que la crisis política de las sociedades desarrolladas,y algunas de las no tanto, se debe sobre todo a la aceleración del progreso tecnológico y a la complejización de su entramado social,por lo que estas 2 son condiciones a las que la gestión pública tradicional es crecientemente incapaz de dar respuesta suficiente.
Por ello, predicar una mayor participación de los ciudadanos en la vida política y exigir mayor responsabilidad y protagonismo al Estado, lejos de hacer más gobernables nuestras democracias representativas, agrava algunas de sus deficiencias.
De aquí que para muchos"gobernantes" la mejor o menos costosa solución consista en disminuir la participación ciudadana, en tecnificar la conducción de la sociedad y en confiarla a los actores sociales"confiables" (empresas, asociaciones, grupos de interés) y a unas pocas instituciones que, al enmarcar sus interacciones, les permitan conciliar más fácilmente sus antagonismos y resolver sus conflictos.
De tal manera que, 15-20 años antes de que aparezca en uso común la palabra "gobernanza", la respuesta que los grandes poderes económicos y sociales dan al tema de la "gobernabilidad" coincide con el contenido que se asignará después a dicho término.
Ahora bien, la resistencia de los partidos socialdemócratas y/o similares,y además de una buena parte de la clase política a dar su aval público a una propuesta que suponía la negación de su razón de ser impidió la difusión e incluso la aceptación indiscutible y en ese momento de dicha categoría.
Sólo años más tarde, cuando venga emparejada con "gobernanza" y funcione como sinónimo suyo, logrará el término "gobernabilidad" alcanzar estatus público e institucional.
No sin grave confusión de su significado y perversión de su sentido.
La palabra "gobernanza", cuya primera aparición en el siglo XV es francesa bajo la forma de "gouvernance", recala en el mundo anglosajón a finales del XVII -"governance"-, y desde entonces es de circulación habitual allí como sinónimo de ejercicio del poder, de actividad propiamente de gobierno.
De forma inesperada, a mediados de los años ochenta irrumpe con fuerza en los ámbitos institucionales ligados a los problemas del desarrollo, en especial en las organizaciones económicas internacionales, con un significado nuevo y más preciso.
Concretamente, el Banco Mundial, en una publicación de 1989 sobre el África subsahariana (Bird, 1959), al intentar dar cuenta de las dificultades que se oponen al crecimiento en los países en desarrollo durante la fase poscolonial, recurre reiteradamente a la expresión "gobernanza".
La razón principal de este uso es que una institución internacional de esta naturaleza debe evitar toda consideración de tipo político, y el término "gobernanza" le servirá de coartada para hacerlo sin que así lo parezca (Bird: Governance, the World Bank Experience, 1994).
Pero dicha categoría adquiere también fuerte predicamento durante los noventa en el área de los estudios administrativos (J. Stewart, 1996), en el de las políticas públicas (Philippe Brand, 1992) y en especial urbanas (Jan Kooiman, 1993), así como en el sector de las relaciones internacionales (Rosenau y Czempiel, 1992, y Richard Falk, 1995).
Desde entonces su presencia es permanente en todas las agencias del sistema de Naciones Unidas y en las organizaciones regionales, en especial la OCDE, al igual que en los otros ámbitos institucionales y académicos, en particular anglosajones.
La "gobernanza" funciona como un instrumento intelectual y político que, sea cual sea la especificidad de sus utilizaciones concretas, tiene un objetivo principal: suplir, en realidad sustituir, al uso del antiguo concepto "poder político".
El solo título de la obra de Rosenau -"Gobernanza sin Gobierno" - es todo un manifiesto que resume sus rasgos más característicos:
- la presentación del mercado como instancia de regulación no sólo económica, sino tambien social;
- el papel determinante de los actores no estatales, y en especial sociales, en el funcionamiento de la comunidad;
- la multiplicidad de instancias, niveles y redes en la sociedad actual, que hacen casí necesariamente ineficaces los intentos de organización y control políticos de un gobierno central y que llevan a privilegiar las pautas de la coordinación interactiva y de la autoorganización.
Para que nadie se llame a engaño, se le añade el calificativo buena y se habla de "good governance"/"buena gobernanza".
-Lo que exige reducir al máximo las intervenciones-interferencias del Estado y de los poderes públicos, tanto más cuanto que la mundialización impone la dimensión global.
De acuerdo con ello, se crea en 1995 la "Comisión de la Gobernanza Global "y comienza a publicarse a partir de ese año una excelente revista del mismo nombre.
A partir de ahí, no hacen falta más precisiones.
Basta con utilizar la palabra confinándola en su significación genéricamente anglosajona de acción de gobernar, que es el contenido que le da Romano Prodi en su "Libro Blanco sobre La gobernanza europea" o el que preside la publicación de "La gobernanza en la Unión Europea", de la propia Comisión.
La "gobernanza", pues, denotativamente es la simple acción de gobernar, pero el aura connotativa que le acompaña usualmente se encarga de subrayar que esa actividad debe de ejercerse lejos del poder del Estado y cerca del poder de las empresas.
Hemos dado además un importante paso adelante en el proceso de extrañamiento de la política"tradicional".
La Real Academia de la Lengua, al trasladar el año pasado al contexto euroespañol ese término privilegia la opción sémica más consensual, la que corresponde al programa social-liberal, eje del pensamiento único: 'manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía'. Academia locuta causa finita. Ideología incluida.
Las Palabras del Imperio (I) Gobernabilidad y Gobernanza - José Vidal-Beneyto.
John Borger del Guardian informó certeramente:
"En la administración Bush, las empresas son la única voz.... Es lo más cercano que se puede llegar en una democracia a un gobierno de empresas, por empresas y para empresas."
Roberto Reich (no Otto), ex secretario de trabajo de Bill Clinton, informa:
"Ya no hay un contrapoder en Washington. Las empresas tienen control completo de la maquinaria gubernamental." 27 de abril de 2001...
El término "gobernabilidad", que aparece en los primeros años setenta en la bibliografía politológica, sobre todo norteamericana, y que será a partir de entonces cuestión recurrente durante casi veinte años, es función de esta problemática.
Siguiendo el proceso que acaba de describirse, salta la"gobernabilidad" de la academia al ámbito institucional en el marco de la Comisión TRIlateral.
Creada en 1973 por iniciativa de Rockfeller y de otros grandes empresarios de EE UU, Europa y Japón, encarga la TRIlateral a tres expertos del establishment académico tradicional (Crozier, Huntington y Watanuki) un informe sobre las disfunciones con que entonces se enfrentan los regímenes democrático-representativos y que los hacen difícilmente gobernables.
El análisis titulado "La Crisis de la democracia. Informe sobre la gobernabilidad de las democracias" (New York University Press, 1975) representa el primer lanzamiento público del tema y del término "gobernabilidad".
Su tesis parte del hecho tendencial de que las expectativas sociales de los ciudadanos y sus demandas al Estado han aumentado considerablemente, mientras que la capacidad y los recursos de éste para poder satisfacerlas han disminuido, lo que genera creciente frustración y rechazo.
En una perspectiva más general, el informe sostiene que la crisis política de las sociedades desarrolladas,y algunas de las no tanto, se debe sobre todo a la aceleración del progreso tecnológico y a la complejización de su entramado social,por lo que estas 2 son condiciones a las que la gestión pública tradicional es crecientemente incapaz de dar respuesta suficiente.
Por ello, predicar una mayor participación de los ciudadanos en la vida política y exigir mayor responsabilidad y protagonismo al Estado, lejos de hacer más gobernables nuestras democracias representativas, agrava algunas de sus deficiencias.
De aquí que para muchos"gobernantes" la mejor o menos costosa solución consista en disminuir la participación ciudadana, en tecnificar la conducción de la sociedad y en confiarla a los actores sociales"confiables" (empresas, asociaciones, grupos de interés) y a unas pocas instituciones que, al enmarcar sus interacciones, les permitan conciliar más fácilmente sus antagonismos y resolver sus conflictos.
De tal manera que, 15-20 años antes de que aparezca en uso común la palabra "gobernanza", la respuesta que los grandes poderes económicos y sociales dan al tema de la "gobernabilidad" coincide con el contenido que se asignará después a dicho término.
Ahora bien, la resistencia de los partidos socialdemócratas y/o similares,y además de una buena parte de la clase política a dar su aval público a una propuesta que suponía la negación de su razón de ser impidió la difusión e incluso la aceptación indiscutible y en ese momento de dicha categoría.
Sólo años más tarde, cuando venga emparejada con "gobernanza" y funcione como sinónimo suyo, logrará el término "gobernabilidad" alcanzar estatus público e institucional.
No sin grave confusión de su significado y perversión de su sentido.
La palabra "gobernanza", cuya primera aparición en el siglo XV es francesa bajo la forma de "gouvernance", recala en el mundo anglosajón a finales del XVII -"governance"-, y desde entonces es de circulación habitual allí como sinónimo de ejercicio del poder, de actividad propiamente de gobierno.
De forma inesperada, a mediados de los años ochenta irrumpe con fuerza en los ámbitos institucionales ligados a los problemas del desarrollo, en especial en las organizaciones económicas internacionales, con un significado nuevo y más preciso.
Concretamente, el Banco Mundial, en una publicación de 1989 sobre el África subsahariana (Bird, 1959), al intentar dar cuenta de las dificultades que se oponen al crecimiento en los países en desarrollo durante la fase poscolonial, recurre reiteradamente a la expresión "gobernanza".
La razón principal de este uso es que una institución internacional de esta naturaleza debe evitar toda consideración de tipo político, y el término "gobernanza" le servirá de coartada para hacerlo sin que así lo parezca (Bird: Governance, the World Bank Experience, 1994).
Pero dicha categoría adquiere también fuerte predicamento durante los noventa en el área de los estudios administrativos (J. Stewart, 1996), en el de las políticas públicas (Philippe Brand, 1992) y en especial urbanas (Jan Kooiman, 1993), así como en el sector de las relaciones internacionales (Rosenau y Czempiel, 1992, y Richard Falk, 1995).
Desde entonces su presencia es permanente en todas las agencias del sistema de Naciones Unidas y en las organizaciones regionales, en especial la OCDE, al igual que en los otros ámbitos institucionales y académicos, en particular anglosajones.
La "gobernanza" funciona como un instrumento intelectual y político que, sea cual sea la especificidad de sus utilizaciones concretas, tiene un objetivo principal: suplir, en realidad sustituir, al uso del antiguo concepto "poder político".
El solo título de la obra de Rosenau -"Gobernanza sin Gobierno" - es todo un manifiesto que resume sus rasgos más característicos:
- la presentación del mercado como instancia de regulación no sólo económica, sino tambien social;
- el papel determinante de los actores no estatales, y en especial sociales, en el funcionamiento de la comunidad;
- la multiplicidad de instancias, niveles y redes en la sociedad actual, que hacen casí necesariamente ineficaces los intentos de organización y control políticos de un gobierno central y que llevan a privilegiar las pautas de la coordinación interactiva y de la autoorganización.
Para que nadie se llame a engaño, se le añade el calificativo buena y se habla de "good governance"/"buena gobernanza".
-Lo que exige reducir al máximo las intervenciones-interferencias del Estado y de los poderes públicos, tanto más cuanto que la mundialización impone la dimensión global.
De acuerdo con ello, se crea en 1995 la "Comisión de la Gobernanza Global "y comienza a publicarse a partir de ese año una excelente revista del mismo nombre.
A partir de ahí, no hacen falta más precisiones.
Basta con utilizar la palabra confinándola en su significación genéricamente anglosajona de acción de gobernar, que es el contenido que le da Romano Prodi en su "Libro Blanco sobre La gobernanza europea" o el que preside la publicación de "La gobernanza en la Unión Europea", de la propia Comisión.
La "gobernanza", pues, denotativamente es la simple acción de gobernar, pero el aura connotativa que le acompaña usualmente se encarga de subrayar que esa actividad debe de ejercerse lejos del poder del Estado y cerca del poder de las empresas.
Hemos dado además un importante paso adelante en el proceso de extrañamiento de la política"tradicional".
La Real Academia de la Lengua, al trasladar el año pasado al contexto euroespañol ese término privilegia la opción sémica más consensual, la que corresponde al programa social-liberal, eje del pensamiento único: 'manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía'. Academia locuta causa finita. Ideología incluida.
Las Palabras del Imperio (I) Gobernabilidad y Gobernanza - José Vidal-Beneyto.
John Borger del Guardian informó certeramente:
"En la administración Bush, las empresas son la única voz.... Es lo más cercano que se puede llegar en una democracia a un gobierno de empresas, por empresas y para empresas."
Roberto Reich (no Otto), ex secretario de trabajo de Bill Clinton, informa:
"Ya no hay un contrapoder en Washington. Las empresas tienen control completo de la maquinaria gubernamental." 27 de abril de 2001...
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