¿Esto o lo otro es POSIBLE o IMPOSIBLE?
Lo posible a lo largo de la 'Historia de la Filosofía'
La postura radical de Parménides plantea la cuestión de una forma que no admite más que una única respuesta: El Ser es y el no-Ser, no es.
Los megáricos consideraban una única posibilidad lo “actual”, lo que existe.
La solución idealista platónica
Platón ofrece una solución lógica: se explica la inteligibilidad de la realidad por comprensión de conceptos, mediante las ideas; pero deja sin explicación el mundo material, el mundo sensible de las causas materiales sometido al tiempo, a los cambios, a lo posible.
Las ideas son la verdadera realidad como mundo verdadero; el mundo material no es más que un mundo de sombras de las ideas, mundo falso de meras apariencias.
Para Platón existen las ideas, las formas separadas, eternas, universales, perfectas, como posibilidades del mundo material, (modelos que modelan la materia mediante una forma), con independencia de cualquier materia, e independiente de la acción de las causas materiales.
Existe “el hombre en sí” o, si preferimos en abstracto “la Humanidad” en sí, como causa ejemplar (modelo) que explica y fundamenta la esencia de cada uno de los hombres individuales.
La idea de hombre constituye la “posibilidad” de existencia material de los hombres individuales.
La idea universal, como género o especie se individualiza en su unión con la “materia” a la que da “forma”.
Pero lo posible no es más que una sombra, una mezcla inexplicable de ser (forma) y no-ser (materia), de lo que Platón no acaba de dar una explicación convincente.
Solución materialista aristotélica
Aristóteles introduce la noción de posibilidad como puente entre el no-ser y el ser parmenideano. Lo que no es pero puede ser, es posible.
Pretende superar la radical separación entre el ser y el no-ser a través del cambio o movimiento. Se vale para ello de la dualidad "forma-materia" de Platón y un esquema lógico de “potencia-acto” de manera genial aunque tautológica en lo referente a la potencia o posibilidad.
Consideró la “potencia” (το δυνατόν) en dos sentidos, como “potencia” y como “posibilidad”.
El sentido aristotélico se dirige hacia la explicación del movimiento como “potencia” aplicado al devenir como cambio o movimiento producido por las causas, y consiste en la actualización de lo posible en tanto que posible,[1] lo que otorga la total primacía a lo actual existente sobre lo posible.
Lo posible depende de lo actual, de lo existente. El posible aristotélico depende de lo mundano material y existente sometido al régimen de la causalidad. Lo posible se encuentra en la materia en cuanto es capaz de recibir muchas formas.
Aristóteles considera el devenir de cuatro maneras posibles[2] con las siguientes consideraciones:
-De algo a no-algo es la corrupción.
-De no-algo a algo es la generación.
-De no-algo a no-algo no tiene ningún sentido pues no son términos ni contrarios ni contradictorios y por tanto no tienen definición comprensible.
-De algo a algo, lo que supone y exige la actualidad previa existente y hace posible el cambio o movimiento.
El movimiento aristotélico se define como: el paso de lo posible a lo actual, existente, en tanto que posible. Pues deja de ser posible lo que ya es acto, existente.
Explicación del movimiento según la teoría aristotélica
La semilla de manzano, como posible árbol manzano, mantendrá su vida y movimiento hasta hacerse árbol-manzano siempre y cuando interactuando con las causas naturales se actualicen las potencialidades contenidas en su forma sustancial, como manzano.
En caso contrario dicha semilla perderá su capacidad de desarrollo desapareciendo mediante la corrupción reintegrándose materialmente en la materia anterior que recibió aquella forma.
Lo que hace posible la generación de un nuevo manzano es que otro manzano anterior haya producido semillas de nuevos manzanos, reproduciendo la forma sustancial invariable y eterna, siempre en un proceso eterno sometido a la sucesión de las causas.
Por ello la actualidad es anterior a la potencia; lo actual es condición de lo posible. Y el mundo es eterno en un movimiento en que las formas sustanciales permanecen invariables.
Las sustancias, las cosas reales, son materias (potencia) que se “actualizan” en el movimiento cambiando las formas accidentales (actos) por la acción de las causas mientras permanece la forma sustancial de cada cosa.
El tema de la generación y corrupción de las sustancias se explica mediante el hilemorfismo: constitución de los seres en su sustantividad material.
Se recurre para ello al concepto de materia prima, como pura potencia de ser, “posibilidad pura” sin ser ni poseer ninguna determinación, lo que hace de la noción de materia prima algo incomprensible; pues su definición se convierte en algo meramente negativo.[3] Por lo que, en definitiva, el movimiento en cuanto a su fundamento último acaba fundado en una falacia conceptual.
¿Existen las formas sustanciales separadas, como universales, perfectas, como posibilidades del mundo existente con independencia de cualquier materia, e independiente de la acción de las causas? ¿existe “el hombre” o, si preferimos en abstracto “la Humanidad” en sí?
Para Aristóteles, no, pues no es concebible un algo existente sin materia, salvo el Acto Puro o Primer Motor, causa de todo el movimiento sin ser movido, por lo que el mundo es eterno y las formas se reproducen en un movimiento sin fin, atraídos por la perfección del Primer Motor como causa final de la perfección de las formas.
Edad Media y cristianismo
En la Edad Media el pensamiento cristiano continúa la tradición idealista neoplatónica del mundo de las ideas de Platón.
Lo posible tiene realidad en la mente divina puesto que para Dios todo es presente pues en Él no tiene sentido el tiempo. Lo posible mundano encuentra su realización en la sucesión de las causas en el tiempo a partir de la acción de Dios como Creador del mundo "de la nada".
Santo Tomás
Santo Tomás extendió el esquema “potencia-acto”, que Aristóteles aplicó al problema del movimiento, a la distinción lógica de “esencia-existencia” planteado por Avicena. Fundió así un solo sistema platónico-aristotélico. Es el pensamiento que ha permanecido en lo que se ha llamado "filosofía tradicional", en occidente, también llamada aristotélico-tomista y a veces, impropiamente, escolástica.
En este sistema lo posible responde por un lado al Plan Divino en la mente de Dios, pero al mismo tiempo sucede conforme a la acción de las causas materiales, siendo Dios al mismo tiempo Causa Primera y Final.
Los escolásticos distinguieron entre esencia “intrínsecamente posible” y “extrínsecamente posible”.
Pegaso, en tanto que caballo con alas es una “esencia” intrínsecamente posible, por cuanto las notas que caracterizan su concepto no implica contradicción. Es por tanto un ser “posible”.
Por el contrario un “cuadrado redondo” es imposible[4] por cuanto las notas esenciales de “ser cuadrado” son incompatibles, como contradictorias con la esencia de “ser redondo”.[5]
Una esencia extrínsecamente posible, es cuando su posibilidad está condicionada a la acción de las causas. El pegaso, como caballo con alas, es posible pero su posibilidad por la acción de las causas, de hecho, la hacen “imposible”.[6]
Mi tataranieto, en cambio, dependerá en su existencia de la acción de su padre y madre, de su abuelo y abuela, de su bisabuelo y bisabuela y finalmente mía y alguien más; lo que dada la interdependencia de las condiciones materiales de la experiencia, lo hacen realmente posible como posibilidad de existencia dependiente de las causas.
Lo posible en la Edad Moderna
En la Edad moderna las ideas, como principios de la realidad objetiva, independientes de la existencia mundana, ha sido mantenido por Descartes (ideas innatas) y los racionalistas y suele estar presente en los idealismos y logicismos matemáticos llegando hasta la edad contemporánea.[7]
Spinoza llega a pensar que lo real es real en tanto en cuanto ha sido posible, reduciendo la posibilidad real a la ideal como un “posibile logicum” donde el “orden y conexión de las ideas, entendidas como elementos simples e irreductibles, es igual al orden y conexión de las cosas”. Orden que se sustenta en Dios, Causa Necesaria y Necesitante de lo real, (Natura naturans – Naturans naturata), en un logicismo real y absoluto, pues Dios es tanto Naturaleza como su Ley y al mismo tiempo Dios, (Sive Deus sive Natura) en una unidad del pensamiento y el ser-real.
Los racionalistas consideran las ideas innatas como principios independientes de la experiencia (por ejemplo los principios matemáticos, la idea de sustancia, idea de causa-efecto etc.) mediante los cuales organizamos el conocimiento sensible en conceptos llenos de sentido. En definitiva se mantiene la idea de un Dios que funda la verdad del conocimiento y siembra en nuestro entendimiento unas semillas, ideas innatas, formas o principios del conocer, que organizan la experiencia del mundo de forma universal (conceptual) ordenada y comprensible, en cuyo ámbito se da la posibilidad de lo real.
Leibniz habla de la “composibilidad”, considerando que, sobre el fondo de lo posible en la mente divina, únicamente las mónadas[8] que puedan ser por sus notas constitutivas simultáneamente existentes, es decir “composibles”, pueden constituir un “mundo”. De entre los infinitos mundos posibles, sólo uno, regido por una “armonía preestablecida” ha sido el elegido por Dios en su Divina Providencia que, de “entre todos los mundos posibles”, ha elegido “el mejor”...
Lo posible a lo largo de la 'Historia de la Filosofía'
La postura radical de Parménides plantea la cuestión de una forma que no admite más que una única respuesta: El Ser es y el no-Ser, no es.
Los megáricos consideraban una única posibilidad lo “actual”, lo que existe.
La solución idealista platónica
Platón ofrece una solución lógica: se explica la inteligibilidad de la realidad por comprensión de conceptos, mediante las ideas; pero deja sin explicación el mundo material, el mundo sensible de las causas materiales sometido al tiempo, a los cambios, a lo posible.
Las ideas son la verdadera realidad como mundo verdadero; el mundo material no es más que un mundo de sombras de las ideas, mundo falso de meras apariencias.
Para Platón existen las ideas, las formas separadas, eternas, universales, perfectas, como posibilidades del mundo material, (modelos que modelan la materia mediante una forma), con independencia de cualquier materia, e independiente de la acción de las causas materiales.
Existe “el hombre en sí” o, si preferimos en abstracto “la Humanidad” en sí, como causa ejemplar (modelo) que explica y fundamenta la esencia de cada uno de los hombres individuales.
La idea de hombre constituye la “posibilidad” de existencia material de los hombres individuales.
La idea universal, como género o especie se individualiza en su unión con la “materia” a la que da “forma”.
Pero lo posible no es más que una sombra, una mezcla inexplicable de ser (forma) y no-ser (materia), de lo que Platón no acaba de dar una explicación convincente.
Solución materialista aristotélica
Aristóteles introduce la noción de posibilidad como puente entre el no-ser y el ser parmenideano. Lo que no es pero puede ser, es posible.
Pretende superar la radical separación entre el ser y el no-ser a través del cambio o movimiento. Se vale para ello de la dualidad "forma-materia" de Platón y un esquema lógico de “potencia-acto” de manera genial aunque tautológica en lo referente a la potencia o posibilidad.
Consideró la “potencia” (το δυνατόν) en dos sentidos, como “potencia” y como “posibilidad”.
El sentido aristotélico se dirige hacia la explicación del movimiento como “potencia” aplicado al devenir como cambio o movimiento producido por las causas, y consiste en la actualización de lo posible en tanto que posible,[1] lo que otorga la total primacía a lo actual existente sobre lo posible.
Lo posible depende de lo actual, de lo existente. El posible aristotélico depende de lo mundano material y existente sometido al régimen de la causalidad. Lo posible se encuentra en la materia en cuanto es capaz de recibir muchas formas.
Aristóteles considera el devenir de cuatro maneras posibles[2] con las siguientes consideraciones:
-De algo a no-algo es la corrupción.
-De no-algo a algo es la generación.
-De no-algo a no-algo no tiene ningún sentido pues no son términos ni contrarios ni contradictorios y por tanto no tienen definición comprensible.
-De algo a algo, lo que supone y exige la actualidad previa existente y hace posible el cambio o movimiento.
El movimiento aristotélico se define como: el paso de lo posible a lo actual, existente, en tanto que posible. Pues deja de ser posible lo que ya es acto, existente.
Explicación del movimiento según la teoría aristotélica
La semilla de manzano, como posible árbol manzano, mantendrá su vida y movimiento hasta hacerse árbol-manzano siempre y cuando interactuando con las causas naturales se actualicen las potencialidades contenidas en su forma sustancial, como manzano.
En caso contrario dicha semilla perderá su capacidad de desarrollo desapareciendo mediante la corrupción reintegrándose materialmente en la materia anterior que recibió aquella forma.
Lo que hace posible la generación de un nuevo manzano es que otro manzano anterior haya producido semillas de nuevos manzanos, reproduciendo la forma sustancial invariable y eterna, siempre en un proceso eterno sometido a la sucesión de las causas.
Por ello la actualidad es anterior a la potencia; lo actual es condición de lo posible. Y el mundo es eterno en un movimiento en que las formas sustanciales permanecen invariables.
Las sustancias, las cosas reales, son materias (potencia) que se “actualizan” en el movimiento cambiando las formas accidentales (actos) por la acción de las causas mientras permanece la forma sustancial de cada cosa.
El tema de la generación y corrupción de las sustancias se explica mediante el hilemorfismo: constitución de los seres en su sustantividad material.
Se recurre para ello al concepto de materia prima, como pura potencia de ser, “posibilidad pura” sin ser ni poseer ninguna determinación, lo que hace de la noción de materia prima algo incomprensible; pues su definición se convierte en algo meramente negativo.[3] Por lo que, en definitiva, el movimiento en cuanto a su fundamento último acaba fundado en una falacia conceptual.
¿Existen las formas sustanciales separadas, como universales, perfectas, como posibilidades del mundo existente con independencia de cualquier materia, e independiente de la acción de las causas? ¿existe “el hombre” o, si preferimos en abstracto “la Humanidad” en sí?
Para Aristóteles, no, pues no es concebible un algo existente sin materia, salvo el Acto Puro o Primer Motor, causa de todo el movimiento sin ser movido, por lo que el mundo es eterno y las formas se reproducen en un movimiento sin fin, atraídos por la perfección del Primer Motor como causa final de la perfección de las formas.
Edad Media y cristianismo
En la Edad Media el pensamiento cristiano continúa la tradición idealista neoplatónica del mundo de las ideas de Platón.
Lo posible tiene realidad en la mente divina puesto que para Dios todo es presente pues en Él no tiene sentido el tiempo. Lo posible mundano encuentra su realización en la sucesión de las causas en el tiempo a partir de la acción de Dios como Creador del mundo "de la nada".
Santo Tomás
Santo Tomás extendió el esquema “potencia-acto”, que Aristóteles aplicó al problema del movimiento, a la distinción lógica de “esencia-existencia” planteado por Avicena. Fundió así un solo sistema platónico-aristotélico. Es el pensamiento que ha permanecido en lo que se ha llamado "filosofía tradicional", en occidente, también llamada aristotélico-tomista y a veces, impropiamente, escolástica.
En este sistema lo posible responde por un lado al Plan Divino en la mente de Dios, pero al mismo tiempo sucede conforme a la acción de las causas materiales, siendo Dios al mismo tiempo Causa Primera y Final.
Los escolásticos distinguieron entre esencia “intrínsecamente posible” y “extrínsecamente posible”.
Pegaso, en tanto que caballo con alas es una “esencia” intrínsecamente posible, por cuanto las notas que caracterizan su concepto no implica contradicción. Es por tanto un ser “posible”.
Por el contrario un “cuadrado redondo” es imposible[4] por cuanto las notas esenciales de “ser cuadrado” son incompatibles, como contradictorias con la esencia de “ser redondo”.[5]
Una esencia extrínsecamente posible, es cuando su posibilidad está condicionada a la acción de las causas. El pegaso, como caballo con alas, es posible pero su posibilidad por la acción de las causas, de hecho, la hacen “imposible”.[6]
Mi tataranieto, en cambio, dependerá en su existencia de la acción de su padre y madre, de su abuelo y abuela, de su bisabuelo y bisabuela y finalmente mía y alguien más; lo que dada la interdependencia de las condiciones materiales de la experiencia, lo hacen realmente posible como posibilidad de existencia dependiente de las causas.
Lo posible en la Edad Moderna
En la Edad moderna las ideas, como principios de la realidad objetiva, independientes de la existencia mundana, ha sido mantenido por Descartes (ideas innatas) y los racionalistas y suele estar presente en los idealismos y logicismos matemáticos llegando hasta la edad contemporánea.[7]
Spinoza llega a pensar que lo real es real en tanto en cuanto ha sido posible, reduciendo la posibilidad real a la ideal como un “posibile logicum” donde el “orden y conexión de las ideas, entendidas como elementos simples e irreductibles, es igual al orden y conexión de las cosas”. Orden que se sustenta en Dios, Causa Necesaria y Necesitante de lo real, (Natura naturans – Naturans naturata), en un logicismo real y absoluto, pues Dios es tanto Naturaleza como su Ley y al mismo tiempo Dios, (Sive Deus sive Natura) en una unidad del pensamiento y el ser-real.
Los racionalistas consideran las ideas innatas como principios independientes de la experiencia (por ejemplo los principios matemáticos, la idea de sustancia, idea de causa-efecto etc.) mediante los cuales organizamos el conocimiento sensible en conceptos llenos de sentido. En definitiva se mantiene la idea de un Dios que funda la verdad del conocimiento y siembra en nuestro entendimiento unas semillas, ideas innatas, formas o principios del conocer, que organizan la experiencia del mundo de forma universal (conceptual) ordenada y comprensible, en cuyo ámbito se da la posibilidad de lo real.
Leibniz habla de la “composibilidad”, considerando que, sobre el fondo de lo posible en la mente divina, únicamente las mónadas[8] que puedan ser por sus notas constitutivas simultáneamente existentes, es decir “composibles”, pueden constituir un “mundo”. De entre los infinitos mundos posibles, sólo uno, regido por una “armonía preestablecida” ha sido el elegido por Dios en su Divina Providencia que, de “entre todos los mundos posibles”, ha elegido “el mejor”...
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