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Aunque no queramos....

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  • Aunque no queramos....

    Tenemos que darle mértio a Fox.
    En quince minutos despachó a Marcos, y en un poco más de tiempo,le partió el queso a AMLO.
    Los demás, hicieron el resto.

    Lo siento.


    Marcelo Ebrard no quiere saber nada de AMLO; lo dejó “colgado de la brocha”
    Casi todos, desde intelectuales hasta políticos, lo han abandonado




    La razón lo abandonó desde hace mucho. La pasión poco a poco lo deja solo. Y la conveniencia política de plano que no quiere saber nada de él, sobre todo ante 2009 y 2012. ¿De quién hablamos?

    Todos saben que de Andrés Manuel López Obrador, hoy convertido en la “versión legítima” del “solitario de Palacio”, en la “clonación” del fenómeno Marcos —que señaló la ruta que hoy sigue AMLO—, y en el político del que más se habla. Sí, el más mencionado en medios, pero al que más cuestionan sus otrora fieles, aliados, feligreses y sacerdotes.

    ¿Quiénes están hoy con AMLO? Pocos: Porfirio Muñoz Ledo, Ricardo Monreal, Manuel Bartlett, Gerardo Fernández Noroña y René Bejarano. También lo siguen políticos de medio pelo que creen en el milagro, en un hueso, que convirtieron “el movimiento” en religión y confirmaron el carácter de “mesías” del tabasqueño.

    ¿Quiénes ya no están con AMLO? Lo dejaron Alejandro Encinas, buena parte de los “intelectuales” —que no lo dicen, pero lo hacen saber, igual que hicieron con el subcomandante Marcos—, Manuel Camacho, casi todo su “gabinete legítimo”, los gobernadores amarillos, senadores y diputados —están con AMLO 5%—, casi todos los asambleístas y jefes delegacionales y, especialmente, lo abandonó Marcelo Ebrard. ¿Marcelo?

    Sí, el jefe del GDF ya “pintó su raya” y nada quiere saber de AMLO. ¿Y por qué Marcelo no lo dice de manera abierta; por qué juega al “conejo”? Porque harto abusadillo, juega las mismas cartas de AMLO. ¿Cuáles cartas? Elemental. Las de caminar por los senderos de la política “como pateando un bote...”. Pero se deben responder interrogantes. ¿Por qué han dejado solo a AMLO aquellos que hace poco le quemaban incienso y ponían en blanco los ojitos cuando les hablaba?

    Las razones son muchas y de cata variada. La primera es que a poco más de dos años de julio de 2006, Andrés ya no tiene poder. El poder real. Todos saben que desde 1996 —cuando Andrés se convirtió en el presidente del PRD, y desde que se alió a Ernesto Zedillo para pactar la transición democrática y la alternancia del poder, y luego como jefe del GDF—, uno de los políticos más poderosos era el tabasqueño.

    Su palabra, decisiones y chabacanerías eran ley divina —todos, políticos, intelectuales y periodistas olvidaban razón y sentido común frente a la demoledora fuerza de poder— a la que todos se sometían. ¿Por qué se sometían? Por la misma razón, por el poder. Porque decir “no” a esa encarnación de Dios en la tierra, era el pasaporte al infierno político. Todo aspirante a una carrera política, al reconocimiento intelectual y académico, a aparecer como parte del “movimiento por el cambio”, debía quedar bien con AMLO. Lo políticamente correcto era estar con AMLO. Los que cometíamos el pecado de cuestionarlo éramos algo así como herejes insensatos incapaces de ver y entender la palabra divina. Al final de cuentas ganó espacio la razón por sobre la pasión.

    Pero luego vino la conveniencia política. ¿Eso qué es? La renta que obtienen los políticos de los líderes y caudillos. Es decir, que un líder como AMLO pudiera ser capaz de empujar o jalar tal o cual causa, a tal o cual candidato, a tal o cual gobierno. Pero en el caso de AMLO ocurrió precisamente todo lo contrario. Toda aspiración política a la que se acercó López Obrador, se convirtió en derrota asegurada. Se puede seguir puntual la historia desde el 2 de julio de 2006 a la fecha, y se concluirá que todo lo tocado por AMLO terminó en derrota. Bueno, el asunto llegó a extremos como el de Guerrero, en donde las elecciones destrozaron al PRD. A partir de ahí lo motejaron como el “jugo gástrico”, con todo lo que eso implica.

    Y si en buena parte del país nada quieren saber de AMLO, en tanto liderazgo capaz de convertirse en votos, en poder, en el crecimiento de un movimiento político, en el DF menos. Y ese es el caso de Ebrard, cuyas ambiciones presidenciales y de poder para 2012 chocan de manera frontal con los delirios del “legítimo”. Marcelo lo dejó “colgado de la brocha” y va solo rumbo a su única oportunidad como un buen presidenciable. Y si no, al tiempo.
    Ricardo Alemás.
    El Universal.

    Saludos.
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