Re: Soy Cátolico y estoy contra el aborto pero...
Don Manuel:
Conforme leo las opiniones que expresa no logro discernir si en su caso se trata de candidez o cinismo. Si no se da cuenta de la magnitud de los dislates históricos, jurídicos y éticos que significan las modificaciones constitucionales que se han aprobado en 17 Estados o sí por el contrario, lo sabe y los apoya con plena conciencia del daño y de las consecuencias que éstos tendrán, que ya están provocando.
Cuando se señala la incapacidad moral de la iglesia católica para “defender la vida” usted se evade diciendo que “son cosas del pasado”.
Cuando se le aclara que estamos hablando del presente y del caso concreto del tema de este debate busca la salida fácil de descargar la culpa en “personas” y no en la institución.
Cuando se demuestran los efectos perversos que tales medidas comienzan a causar, se evade “reconociendo” que “hay errores” y que toda ley es perfectible. (Al fin y al cabo, ya vendrán Papas futuros para “pedir perdón” por los crímenes contra la humanidad que hoy están cometiendo).
Cuando se le ponen nombres y apellidos a los delincuentes que encabezan este nuevo intento de destruir el Estado secular manipulando el fanatismo, cínicamente responde: “No, habemos muchos más”. (Claro que hay muchos más y la mayoría actúa hipócritamente en la sombra para poder traicionar sin tener que asumir las consecuencias de sus actos).
Lo que están haciendo -lo que hicieron en Sinaloa- no fue “evitar que se aprobara una ley similar a la del D.F., como usted afirma. Lo que hicieron fue derogar el delito de aborto y dejaron únicamente el de homicidio o infanticidio. De tal manera que si la pérdida del producto es consecuencia de algún problema fisiológico involuntario, sería un homicidio culposo y cabrían algunas de las causas excluyentes de delito previstas en el artículo 26 del Código Penal; pero si el aborto es intencional, se convierte en un homicidio doloso con todas las agravantes.
Las mujeres violadas, las que corren el riesgo de morir o las que detectan que su producto presenta malformaciones, en caso de decidir abortar se convierten en culpables de homicidio con agravantes: Premeditación, ventaja y traición.
Las sanciones por el delito de abortar, que iban de tres meses a tres años de prisión, pasarán a un mínimo de 22 años y a un máximo de 50 años de reclusión. Estas sanciones sólo son equivalentes a las que se aplican en Sinaloa al delito de homicidio precedido de secuestro.
La ciudadanía califica al secuestro seguido de homicidio como el más deleznable delito posible, lo que han hecho los legisladores del PAN y del PRI, con la complicidad o el chantaje de la iglesia católica, es equiparar a las mujeres que abortan con esos asesinos. ¿Defensa de la vida?
Resulta grotesca su apelación a “los principios de la democracia” para intentar justificarse. Principios en los que evidentemente no creen ni mucho menos respetan, como queda demostrado con sus aplausos al sacerdote Jay Scott Newman y al veto que la Arquidiócesis de México se atrevió a imponer a Emilio Álvarez Icaza. Además de lo ya señalado por otro forista respecto a que los congresos locales no pueden legislar en contra de la Constitución, de la resolución de la SCJN y de los Derechos Humanos.
Una frase suya parece resumir el cinismo de tal actitud: “y a los que no... pos se chingan, así de fácil…”
No, no sueñen con que les será fácil destruir al Estado Mexicano y al laicismo para imponer una dictadura rociada con agua bendita y bendición papal. Y si están dispuestos a someter al país a otro baño de sangre como los que ya han provocado en el pasado so pretexto de su religión, sepan de una vez que volveremos a derrotarlos, no les quepa la menor duda.
Le envío un cordial saludo.
Don Manuel:
Conforme leo las opiniones que expresa no logro discernir si en su caso se trata de candidez o cinismo. Si no se da cuenta de la magnitud de los dislates históricos, jurídicos y éticos que significan las modificaciones constitucionales que se han aprobado en 17 Estados o sí por el contrario, lo sabe y los apoya con plena conciencia del daño y de las consecuencias que éstos tendrán, que ya están provocando.
Cuando se señala la incapacidad moral de la iglesia católica para “defender la vida” usted se evade diciendo que “son cosas del pasado”.
Cuando se le aclara que estamos hablando del presente y del caso concreto del tema de este debate busca la salida fácil de descargar la culpa en “personas” y no en la institución.
Cuando se demuestran los efectos perversos que tales medidas comienzan a causar, se evade “reconociendo” que “hay errores” y que toda ley es perfectible. (Al fin y al cabo, ya vendrán Papas futuros para “pedir perdón” por los crímenes contra la humanidad que hoy están cometiendo).
Cuando se le ponen nombres y apellidos a los delincuentes que encabezan este nuevo intento de destruir el Estado secular manipulando el fanatismo, cínicamente responde: “No, habemos muchos más”. (Claro que hay muchos más y la mayoría actúa hipócritamente en la sombra para poder traicionar sin tener que asumir las consecuencias de sus actos).
Lo que están haciendo -lo que hicieron en Sinaloa- no fue “evitar que se aprobara una ley similar a la del D.F., como usted afirma. Lo que hicieron fue derogar el delito de aborto y dejaron únicamente el de homicidio o infanticidio. De tal manera que si la pérdida del producto es consecuencia de algún problema fisiológico involuntario, sería un homicidio culposo y cabrían algunas de las causas excluyentes de delito previstas en el artículo 26 del Código Penal; pero si el aborto es intencional, se convierte en un homicidio doloso con todas las agravantes.
Las mujeres violadas, las que corren el riesgo de morir o las que detectan que su producto presenta malformaciones, en caso de decidir abortar se convierten en culpables de homicidio con agravantes: Premeditación, ventaja y traición.
Las sanciones por el delito de abortar, que iban de tres meses a tres años de prisión, pasarán a un mínimo de 22 años y a un máximo de 50 años de reclusión. Estas sanciones sólo son equivalentes a las que se aplican en Sinaloa al delito de homicidio precedido de secuestro.
La ciudadanía califica al secuestro seguido de homicidio como el más deleznable delito posible, lo que han hecho los legisladores del PAN y del PRI, con la complicidad o el chantaje de la iglesia católica, es equiparar a las mujeres que abortan con esos asesinos. ¿Defensa de la vida?
Resulta grotesca su apelación a “los principios de la democracia” para intentar justificarse. Principios en los que evidentemente no creen ni mucho menos respetan, como queda demostrado con sus aplausos al sacerdote Jay Scott Newman y al veto que la Arquidiócesis de México se atrevió a imponer a Emilio Álvarez Icaza. Además de lo ya señalado por otro forista respecto a que los congresos locales no pueden legislar en contra de la Constitución, de la resolución de la SCJN y de los Derechos Humanos.
Una frase suya parece resumir el cinismo de tal actitud: “y a los que no... pos se chingan, así de fácil…”
No, no sueñen con que les será fácil destruir al Estado Mexicano y al laicismo para imponer una dictadura rociada con agua bendita y bendición papal. Y si están dispuestos a someter al país a otro baño de sangre como los que ya han provocado en el pasado so pretexto de su religión, sepan de una vez que volveremos a derrotarlos, no les quepa la menor duda.
Le envío un cordial saludo.
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