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Ayman es un herrero reconvertido en topo zapador. A la fuerza ahorcan. Ya ha excavado más de 20 túneles que desembocan en suelo egipcio. "Hay por lo menos 1.500", asegura. Paralela a la frontera, la hilera de carpas blancas que resguardan la entrada de los túneles se extiende a lo largo de tres kilómetros. Es el polo económico de la franja de Gaza, el lugar al que acuden hombres de cualquier rincón del enclave en busca del único empleo atractivo.
El permiso del municipio, controlado por Hamás, es requisito fundamental. La tasa de 10.000 shekels (2.000 euros) que abonan los propietarios de los túneles da derecho a que el Ayuntamiento suministre la energía imprescindible para que los generadores eléctricos impulsen las poleas y las vagonetas empleadas para transportar mercancías. En alguno se han instalado tuberías para combustible.
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