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El petate del muerto

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    El petate del muerto
    Claudia Ruiz Arriola
    20 Dic. 08

    Estoy de acuerdo con el gobernícola Moreira: restituyamos la pena de muerte pa' asustar a los secuestradores y obligarlos a dejar su lucrativo oficio. Sin embargo, antes de lanzarnos a lo grande, probemos la efectividad de tan paleozoico escarmiento introduciendo en el Código Penal otros históricos "petates del muerto" como la guillotina, pa' librarnos de los malos gobernantes, y la ley islámica, que autoriza cortarles las manos a los funcionarios rateros, mocharles la nariz a los policías traidores y podar cierta preciada partecita de la anatomía de los violadores.

    Y es que si la lógica del gobernador coahuilense realmente funcionara, bastaría con desnarigar a un par de policías traidores, dejar manco a uno que otro munícipe rata y decapitar a una tercia de impresentables gobernadores (Marín, Montiel y Ulises) para que sus colegas vean lo hartos que estamos de ellos y se pongan a chambear en serio.

    Digo, si alguna vez Hébert, Robespierre y Saint Just hicieron de la guillotina "el remedio contra los fracasos de la revolución", nosotros instauremos las penas arriba mencionadas como "remedio contra los fracasos de la partidocracia y sus pseudogobiernos". Si tras un periodo razonable de despescuezar gobernantes ineptos y mutilar servidores públicos corruptos vemos que tan severas medidas funcionan, entonces discutamos la pena de muerte para sus secuaces, los secuestradores.

    No sé cómo la vean ustedes pero para mí la propuesta de Moreira no merece más comentario que éste.

    De hecho, reintroducir la pena capital me parece una sugerencia totalmente priista: manipuladora, irresponsable, comodona y mediocre (más lo que se acumule esta semana). Porque bajo el argumento de permitirnos "dormir tranquilos", esta solución está diseñada (como todo lo priista) para dejar intacto el meollo del problema: la negligencia, ineptitud y corrupción de ese sistema de justicia que nuestros gobernantes se comprometieron a apuntalar y transparentar hace poquito más de 100 días (¿ya se cansaron los nenes?).

    Que a tres meses de iniciada la "lucha" contra la delincuencia los priistas bajen los brazos y, en vez de proponer remedios de fondo -como limpiar los cuerpos policiales, hacer transparente y expedita la justicia o hacer tareas de inteligencia, capacitación de policías y prevención de delitos-, nos salgan con que la solución es la pena de muerte, no me parece ni muy audaz ni muy valiente como nos quieren hacer creer algunos.

    Más bien la propuesta revela la incapacidad y pusilanimidad de los priistas cuando se trata de picar piedra para crear una sociedad democrática, segura y justa (ya sabemos que lo suyo es la "justicia" sensacionalista y arbitraria como meter al bote a La Quina y al Negro Durazo, dejando intacto el sistema de corrupción que los parió).

    Y es que me resulta comprensible que la sociedad en su indignación e impotencia clame por la pena capital, pero que la propongan gobernantes que saben que en este país el 99 por ciento de los delitos quedan impunes, que el 80 por ciento de las audiencias en los procesos penales se desarrollan sin la presencia del juez, que el 70 por ciento de los condenados no tuvieron abogado, que el 60 por ciento de las órdenes de aprehensión no se cumplen y que el 40 por ciento de los presos actuales no ha recibido aún sentencia condenatoria es una estupidez del tamaño del Himalaya.

    (Dedíquenle 20 minutos a ver "El túnel", un documental sobre la justicia mexicana del CIDE con Germán Dehesa y Lydia Cacho en http://www.youtube.com/watch?v=-8HQ4XtE7jQ, o léanse "El abismo del sistema penal" en http://www.nexos.com.mx/ y me dicen si hablar de la pena de muerte en nuestras circunstancias no es criminal y demagógico).

    Si es más que sabido que los verdaderos criminales mantienen en su nómina a las múltiples y variadas policías, si los Ministerios Públicos consignan a quien sea con tal de ganar un bono y, si los jueces han hecho de la justicia un lucrativo negocio: ¿a quiénes vamos a ejecutar? Obvio que a los chivos expiatorios que nuestras autoridades se saquen de la manga para "demostrar" que están cumpliendo su deber ante la presión de la ciudadanía pudiente, la IP y los medios. Y eso, más que dejarnos dormir tranquilos, nos debería dar insomnio, pues mientras la aplicación de la ley siga dependiendo de la influencia, contactos y poder económico de víctimas o de victimarios seguiremos en manos de delincuentes, aunque se apruebe la pena de muerte pa' taparle un ojo al macho.
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