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  • #16
    Chjna:sospechoso de terrorismo muere en explosion involuntaria...

    Sospechoso de ataques julio en China muere en explosión: Xinhua

    PEKIN (Reuters) - Un hombre sospechoso de realizar dos ataques con bomba a autobuses en la suroccidental ciudad china de Kunming en julio murió en una explosión en un café esta semana, dijo el sábado la agencia oficial de noticias Xinhua.

    Li Yan falleció el miércoles en Kunming cuando una bomba de amoníaco de su mochila inesperadamente estalló mientras salía del baño del café, citó Xinhua a Du Min, vicealcalde y jefe de la oficina de seguridad pública de la ciudad.

    Ninguna otra persona fue herida por la explosión, informó la agencia.

    Restos de los explosivos y muestras de ADN tomadas de la escena se equiparaban a la de dos ataques con bomba a autobuses en la ciudad el 21 de julio, llevando a la policía a confirmar que Li estaba detrás de esos hechos. destacó Xinhua.

    Más tarde hallaron explosivos de amoníaco, detonadores eléctricos, balas y un arma hecha a mano en el apartamento de Li, sostuvo Xinhua, que agregó que el hombre había sido sentenciado a nueve años de cárcel por robo y otros cargos en el 2001 pero fue liberado antes por buena conducta.

    Dos personas murieron y 14 fueron heridas en los ataques de julio, que se produjeron en medio de un gran marco de seguridad nacional semanas antes del inicio de los Juegos Olímpicos de Pekín.

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    • #17
      Sobrepoblacioneficit de LECHE en México..

      Advierten déficit de leche en México

      MORELIA, Mich. Según datos de la Secretaría de Agricultura en México, en el país se producen más de 10 mil millones de litros de leche, sin embargo, alrededor del 40 por ciento se importa de países como Estados Unidos y la Comunidad Europea, reveló Pedro Cano Celada, investigador y catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y quien es también especialista en Medicina Veterinaria.

      Pedro Cano indicó que esto refleja el enorme déficit que se mantiene en el país en este rubro, ya que la demanda del lácteo es superior a la oferta.

      De acuerdo con la Secretaría de Agricultura, son más de 10 mil millones de litros de leche los que producen, mismos que están por debajo del crecimiento mundial de un dos por ciento.

      Por esta razón, dijo el especialista, hay un déficit de tal grado que según la Secretaría de Agricultura, ellos están comprando leche y aproximadamente es el 40 por ciento equivalente de la producción para llenar los requerimientos nutricionales del país.

      Asimismo, apuntó que a esto se debe sumar que los números de todas las importaciones de las empresas transnacionales, de las particulares y el mercado negro.

      Mientras tanto, sostuvo que del mercado negro se tienen pocos datos, pero lo más preocupante, expresó, es que lo poco que se produce es a altos costos, por lo que esto no permite generar condiciones de competitividad.

      Pedro Cano Celada consideró necesario que el gobierno federal cierre las importaciones que no cumplen con los requisitos, ya que sostuvo son producciones que no son inocuas y que por lo tanto pueden dañar al ser humano.

      El problema principal, señaló, son las importaciones que ingresan de países de primer mundo como Estados Unidos y la Comunidad Europea, “con las que nuestros productores no pueden competir contra esas prácticas desleales, porque el litro de leche lo venden en 50 centavos y nosotros a seis pesos”, mencionó.

      En México, sostuvo, no existen leyes que regulen la importación. La producción lechera padece este tipo de políticas.

      Ésto, dijo, genera desempleo, y lo poco que se produce, “es a veces de mala calidad porque no se tienen condiciones ideales y porque no se tiene dinero”,concluyó.~

      MORELIA, Mich. Según datos de la Secretaría de Agricultura en México, en el país se producen más de 10 mil millones de litros de leche, sin embargo, alrededor del 40 por ciento se importa de países como Estados Unidos y la Comunidad Europea, reveló Pedro Cano Celada, investigador y catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y quien es también especialista en Medicina Veterinaria.

      Pedro Cano indicó que esto refleja el enorme déficit que se mantiene en el país en este rubro, ya que la demanda del lácteo es superior a la oferta.

      De acuerdo con la Secretaría de Agricultura, son más de 10 mil millones de litros de leche los que producen, mismos que están por debajo del crecimiento mundial de un dos por ciento.

      Por esta razón, dijo el especialista, hay un déficit de tal grado que según la Secretaría de Agricultura, ellos están comprando leche y aproximadamente es el 40 por ciento equivalente de la producción para llenar los requerimientos nutricionales del país.

      Asimismo, apuntó que a esto se debe sumar que los números de todas las importaciones de las empresas transnacionales, de las particulares y el mercado negro.

      Mientras tanto, sostuvo que del mercado negro se tienen pocos datos, pero lo más preocupante, expresó, es que lo poco que se produce es a altos costos, por lo que esto no permite generar condiciones de competitividad.

      Pedro Cano Celada consideró necesario que el gobierno federal cierre las importaciones que no cumplen con los requisitos, ya que sostuvo son producciones que no son inocuas y que por lo tanto pueden dañar al ser humano.

      El problema principal, señaló, son las importaciones que ingresan de países de primer mundo como Estados Unidos y la Comunidad Europea, “con las que nuestros productores no pueden competir contra esas prácticas desleales, porque el litro de leche lo venden en 50 centavos y nosotros a seis pesos”, mencionó.

      En México, sostuvo, no existen leyes que regulen la importación. La producción lechera padece

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      • #18
        El mesias tropical AMLO

        López Obrador ha proclamado que sus modelos son Cárdenas y Juárez. A través de una puntual interpretación biográfica, Enrique Krauze descubre en él inspiraciones mucho más profundas y perturbadoras, experiencias teológico-políticas y psicológicas que tuvieron lugar en su natal Tabasco.

        Hay en el sureste Un hombre de acción Que a todas las huestes Trajo redención Corrido tabasqueño

        1-Desayuno con “el Peje”

        Conocí a Andrés Manuel López Obrador, el famoso y controvertido jefe de gobierno del Distrito Federal, una mañana (casi una madrugada) de agosto de 2003.

        Tempranero como un gallo, rijoso símbolo con el que le gusta compararse, elusivo como el pejelagarto, típico pez de las aguas de Tabasco, del que proviene su sobrenombre, López Obrador convocaba diariamente a los medios a una conferencia a las seis de la mañana para informarles sobre la marcha de su gestión, pero también para sortear ingeniosamente las preguntas comprometedoras y lanzar certeros picotazos sobre el presidente Vicente Fox.

        El desayuno tendría lugar en sus oficinas, situadas en los altos del antiguo ayuntamiento.

        En el pequeño anexo a su despacho, mientras observaba sus objetos de culto personal (una imagen de Juárez, una foto de Salvador Allende, otra de Rosario Ibarra de Piedra, una más del propio López Obrador conversando con el “subcomandante Marcos”, la escultura en madera de un indígena), pensaba que su presencia cotidiana en aquel espacio casi teocrático de México revelaba su sagacidad política: entendía la gravitación histórica del lugar y por eso no salía de él.

        En cambio Fox despachaba exclusivamente en la residencia oficial de Los Pinos y sólo llegaba al Zócalo de vez en cuando.


        Jovial, directo y sencillo, con una sonrisa maliciosa pegada al rostro, era difícil no simpatizar con López Obrador.

        Nos acompañaba un hombre de sus confianzas, José Agustín Ortiz Pinchetti, veterano luchador democrático.

        López Obrador comenzó a hablar de historia.

        En los años ochenta, en un receso involuntario de su agitada vida política, había escrito dos libros sobre Tabasco en el siglo XIX. “Están muy basados en don Daniel”, reconoció, y la alusión al mayor historiador liberal del siglo XX me llevó a recordar la opinión que alguna vez me confió el propio Cosío Villegas sobre el general Lázaro Cárdenas: “Yo siempre lo admiré por su instinto popular.”

        Le dije que advertía en él la misma cualidad, y que bien usada podría enfilarlo a la Presidencia.

        López Obrador lo tomó como la constatación de algo evidente: “El pueblo no se equivoca.”

        Yo tenía curiosidad de saber si era cierto que no tenía pasaporte.

        “Es extraño –me dijo– que me reclamen eso. El presidente Venustiano Carranza nunca cruzó la frontera.” “Es verdad –le expliqué–, pero Carranza fue presidente entre 1916 y 1920, los tiempos han cambiado mucho.”

        Traje a cuento el caso de Plutarco Elías Calles, que antes de ocupar la Presidencia, y para preparar la serie de reformas económicas que llevó a cabo (entre ellas la fundación del Banco de México), había viajado por Europa. ¿Por qué no seguir sus pasos y luego entrevistarse con la prensa liberal en Nueva York? No fui convincente.

        Años atrás había pasado unos días en Estados Unidos, y con su esposa (Rocío Beltrán, fallecida en 2003) solía visitar Cuba.

        Eso era todo: “Hay que concentrarse en México –me dijo–. Para mí la mejor política exterior es la buena política interior.”


        Era obvio que el mundo lo tenía sin cuidado.

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        • #19
          Re: Para que EL A ni -M a L itO no se queje del "cerco informativo"

          Su mundo era México.

          2-Y el mundo de su mundo era Tabasco.

          Nacido el 13 de noviembre de 1953 en el pequeño pueblo de Tepetitán, en el seno de una esforzada familia de clase media dedicada a diversos ramos del comercio, nieto de campesinos veracruzanos y tabasqueños, y de un inmigrante santanderino que había llegado a “hacer las Américas”, López Obrador vivió una niñez tropical, libre y feliz.

          Sus biografías oficiosas contendrían datos interesantes sobre su carácter temprano. “Fue un niño muy vivaracho –recordaba su padre– pero tenía una enfermedad: no se le podía decir nada ni regañarlo, porque se trababa.”

          Según parece, le decían “piedra”, porque pegaba duro: “Se peleaba con alguien, le ganaba, y salía con esa sonrisita burlona de ‘te gané’.”

          Era malo para las matemáticas y muy bueno para el beisbol, aunque “cuando perdía su equipo, terminaba enfurecido”.

          Tepetitán tenía unas cuantas calles, pero los López Obrador vivían a sus anchas: “No teníamos barreras –recuerda uno de sus hermanos–, teníamos el pueblo entero, era nuestro.”

          Si la familia salía, era para viajar en automóvil a las playas de Veracruz y Tampico.

          En los años sesenta se mudaron a Villahermosa, capital del estado; en los setenta, Andrés Manuel estudió ciencias políticas en la UNAM y se hospedó en la Casa del Estudiante Tabasqueño.

          A partir de 1977, hasta 1996, pasaría la mayor parte del tiempo en su patria chica.
          Había dos maneras de animar la conversación con López Obrador: hablar de beisbol o hablar de Tabasco.

          Opté por la segunda.

          El desayuno tabasqueño (pescado frito, plátano con arroz), el prehistórico pejelagarto disecado sobre un estante, el manoteo enfático y hasta la pronunciación del personaje (que, como es común en aquella zona del Golfo de México, convierte las “eses” en “jotas”), todo conspiraba para llevar la plática a Tabasco: cuna de la cultura madre de Mesoamérica, la olmeca; puerta de la Conquista (allí desembarcó Cortés y conoció a “la Malinche”).

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          • #20
            El mesias tropical AMLO/Enrique Krause

            3-La historia de Tabasco lo apasionaba tanto o más que la historia de México.

            Con evidente gusto me refirió su buena impresión de los dos grandes jefes del siglo XX en Tabasco (Tomás Garrido Canabal y Carlos Madrazo).

            Y con mayor placer aún recordó su amistad con el poeta Carlos Pellicer (“el tabasqueño más grande del siglo XX”) y reconoció la obra de Andrés Iduarte (“nuestro mejor escritor”).

            Yo recordaba que Tabasco –caso no único pero sí excepcional entre los 32 estados de México– no había dado un solo presidente a México y quise plantearle la cuestión, pero López Obrador abrió sin querer una posible pista: “a los tabasqueños se nos dificulta mucho acostumbrarnos al Altiplano –me dijo–, es otra cultura; también a mí me ha costado trabajo adaptarme.”

            Para explicarse mejor, me leyó en voz alta un párrafo extraído de uno de los libros que escribió sobre su estado:

            'En Tabasco la naturaleza tiene un papel relevante en el ejercicio del poder público. En consonancia con nuestro medio, los tabasqueños no sabemos disimular. Aquí todo aflora y se sale de cauce. En esta porción del territorio nacional, la más tropical de México, los ríos se desbordan, el cielo es proclive a la tempestad, los verdes se amotinan y el calor de la primavera o la ardiente canícula enciende las pasiones y brota con facilidad la ruda franqueza.'

            “De aquí parte –dijo–mi teoría sobre el ‘poder tropical’: el tabasqueño debe controlar sus pasiones.”

            Me había dado una clave biográfica que yo tardaría en descifrar.

            “Quizá en el futuro –le dije, al despedirme– tenga usted que hacer una adaptación aún mayor: pasar del Altiplano a la aldea global.”

            4-Lejos de Cárdenas

            Era difícil que un hombre sin mundo entendiera el mundo y el lugar de su país en el mundo.

            Era difícil que un hombre encerrado en su mundo viera la necesidad de reformarlo en un sentido a la vez realista y moderno.

            En el concepto de López Obrador, todo lo que México requería para su futuro estaba en su pasado.

            “La cosa es simple –me dijo meses más tarde, en una segunda y última conversación formal: hay que ser como Lázaro Cárdenas en lo social y como Benito Juárez en lo político.” Me propuse observar desde entonces los actos de su gobierno (anteriores y posteriores), para ver si confirmaban o desmentían su declarada fidelidad a aquellos dos modelos históricos.


            Lázaro Cárdenas fue un presidente popular pero no populista.

            De temple suave, pacífico y moderado, tan silencioso y ajeno a la retórica que lo apodaban “La esfinge”, en los años treinta repartió dieciocho millones de hectáreas entre un millón de campesinos.

            Cárdenas fue un constructor interesado en los detalles prácticos, quiso que los campesinos llegaran a ser autónomos y prósperos mediante la organización ejidal colectiva o a través de la pequeña propiedad, ambas apoyadas por la banca oficial.


            López Obrador se manifestaba cada vez más como un gobernante popular y populista.

            De temple rudo, combativo y apasionado, orador incendiario, su vía para emular a Cárdenas consistió en ofrecer un abanico de provisiones gratuitas, entre ellas el reparto de vales intercambiables por alimentos, equivalentes a setecientos pesos mensuales, a todas las personas mayores de setenta años. Estos programas, sobre todo el de apoyo a los “adultos mayores” (del cual no existe padrón), le granjeaban una gran simpatía pero no atacaban de fondo los problemas.

            “Andrés y su equipo no conocían la complejidad de la problemática social de la ciudad”, me dijo Clara Jusidman, su amiga de muchos años y su jefa en los años ochenta, en el Instituto Federal del Consumidor.

            En el gobierno perredista de Cuauhtémoc Cárdenas (1997-1999), Jusidman y su equipo habían establecido las bases de una amplia y laboriosa red de “facilitadores” que procuraba atender diversas necesidades relacionadas con la ruptura del tejido social en el DF.

            “Todo eso se desmanteló –lamentaba Jusidman–, se privilegiaron medidas sociales de relativa simplicidad pero con efectos masivos, como fue la entrega de ayudas económicas a los adultos mayores, a las madres solteras y a las familias con personas discapacitadas; o el montaje de dieciséis escuelas preparatorias y de una universidad sin requisitos de ingreso y con muy poco tiempo de planeación.”

            Claramente, el criterio que las sustentaba era más político e ideológico que práctico y técnico.

            Lo mismo ocurrió en otros ámbitos.

            A un costo que nunca se aclaró, en tiempos de López Obrador se construyeron los segundos pisos del Anillo Periférico, pero se relegaron necesidades mucho más urgentes que la fluidez vial para los automovilistas: el transporte público, el abasto de agua, la inseguridad, el empleo.

            Entre 2000 y 2004, el crecimiento del PIB en el DF fue inferior al crecimiento promedio acumulado en el resto de las entidades. Y el empleo formal entre 2000 y 2005 creció menos que en el resto del país.


            La gestión de Lázaro Cárdenas coincidió con el ascenso del nazismo europeo. Se enmarcó en una época en que, para amplios sectores intelectuales y políticos de Occidente, el socialismo soviético constituía una alternativa al capitalismo occidental.

            Por eso, en tiempos de Cárdenas la educación oficial en México era “socialista”.

            Con todo, Cárdenas no atizó el odio de clases ni era proclive a las ideologías que lo propugnaban.

            De hecho, tras la expropiación petrolera, Cárdenas fue el precursor de la industrialización en México y para ello fundó el Instituto Politécnico Nacional.


            En sus dichos y sus hechos, López Obrador ha seguido pautas muy distintas.

            A partir de las ruidosas querellas legales en las que se vio involucrado en 2004 y 2005, el jefe de gobierno recurrió a una retórica de polarización social que Cárdenas no habría avalado.

            Su vocabulario político se impregnó del conflicto entre las clases.

            Sus enemigos eran los enemigos del pueblo: “los de arriba”, los ricos, los “camajanes”, los “machucones”, los “finolis”, los “exquisitos”, los “picudos”.

            La palabra “dinero” era necesariamente sinónimo de abuso, de inmoralidad, de ausencia de decoro, de impureza.

            “Vamos a establecer –profetizó– una nueva convivencia social, más humana, más igualitaria, tenemos que frenar [...] a esa corriente según la cual el dinero siempre triunfa sobre la moral y la dignidad de nuestro pueblo.”

            Su argumento central era el tema del Fobaproa, operación de rescate bancario que evitó el colapso del sistema financiero (y la consiguiente pérdida para los cuentahabientes) pero que, sin lugar a dudas, tuvo irregularidades y abusos en verdad flagrantes.

            Si bien el peso de la operación sobre las finanzas públicas era y es muy oneroso, López Obrador lo utilizaba para concentrar el odio en la figura de los empresarios.


            Con López Obrador, la teoría de la conspiración se volvió política de Estado: toda crítica era parte de un “complot” para desbancarlo.

            El 27 de junio de 2004, cerca de setecientas mil personas de diversas clases sociales, alarmadas por la ola de secuestros y asaltos en la ciudad, marcharon a lo largo del Paseo de la Reforma.

            Horas más tarde, en vez de considerar la pertinencia objetiva de los reclamos, López Obrador se lanzó al palenque y declaró: “Sigo pensando que metieron la mano [...] para manipular este asunto, y señalo tres cosas: una, la politiquería de ‘las derechas’; dos, el oportunismo del gobierno federal [...] las declaraciones del ciudadano presidente [...] Y también el amarillismo en algunos medios de comunicación” Para remachar, agregó que seguramente los propios secuestradores habían desfilado ese día.

            Al poco tiempo, aparecieron unas historietas que representaban a los manifestantes como jóvenes de clase alta y pelo rubio, encantados de acudir a la manifestación para “estrenar” ropa nueva y tomarse una foto con sus amigos. “Eran unos pirrurris”, dijo el “Peje”, refiriéndose con desdén a los marchistas. Que la referencia a la piel de los manifestantes fuera racista, y las víctimas de la delincuencia fueran mayoritariamente pobres, no lo inmutaba.

            Para él, la delincuencia es una función de la desigualdad y la pobreza.


            El proyecto nacional de Lázaro Cárdenas se enmarcó siempre en los paradigmas de la Revolución Mexicana: por eso marginó a los comunistas prosoviéticos de la CTM, asiló a Trotsky, y dejó el poder en manos del moderado Ávila Camacho, no del radical Múgica.

            López Obrador repetiría incansablemente que su proyecto era “de izquierda”.

            Nunca sentiría la necesidad de explicar el significado de esa palabra en el mundo posterior a la caída del imperio soviético, un mundo en el que China es la estrella ascendente de la economía de mercado.

            .Pero es natural: el mundo no es interesante para López Obrador.

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            • #21
              El mesias tropical/AMLO/Enrique Krause

              5-Ajeno a Juárez

              López Obrador había afirmado, en innumerables ocasiones, que admiraba a Benito Juárez sobre todos los seres en la tierra.

              Pero su identificación política con Juárez era, sencillamente, insostenible.

              Fuera de una apelación formal a la “austeridad republicana” de aquel legendario presidente, o la repetición escolar de algunas de sus frases, López Obrador tenía poco en común con su héroe.


              La “austeridad republicana” de los gobiernos juaristas (1858-1872) debía hallar su contraparte en un manejo impecable de las finanzas públicas.

              No fue el caso.

              La opacidad en las cuentas públicas del gobierno del DF era ya entonces (y sigue siendo, hasta la fecha) la zona más turbia en su desempeño.

              Fox había sacado adelante una Ley de Transparencia que abría a cualquier ciudadano las cuentas públicas del gobierno federal.

              Muchos gobiernos estatales hicieron lo mismo, pero el del DF frenó y limitó la idea, aduciendo que era muy onerosa, y, cuando no tuvo más remedio que aceptarla, durante mucho tiempo se negó a dar oficinas al nuevo organismo.

              Finalmente, inconforme con el consejo nombrado, modificó la ley para disolverlo y nombrar otro.


              López Obrador decía admirar a Juárez por haber integrado su gabinete con los mejores mexicanos, pero de su propio gabinete no podía predicar lo mismo.

              Un video que se trasmitió en 2004 por la televisión abierta mostraba a su secretario de Finanzas del gobierno del DF apostando cuantiosas sumas en una habitación reservada a clientes VIP en Las Vegas.

              A los pocos días, un nuevo video mostraba a su principal operador político tomando fajos de dinero de manos de un empresario consentido por los anteriores gobiernos del PRD.

              Aunque ambos funcionarios fueron separados de sus cargos y sometidos a juicio, la estrategia política de López Obrador no consistió en honrar su lema de gobierno (la “honestidad valiente”) sino en relativizar los hechos, desmarcarse de toda responsabilidad, y por primera vez declararse víctima de un “complot” orquestado por “las fuerzas oscuras”, por “los de arriba”.


              La generación de Juárez produjo en 1857 una admirable constitución de corte liberal clásico que limitó el poder presidencial, instituyó la división de poderes y consignó las más amplias libertades y garantías individuales.

              Aquellos legisladores y juristas creyeron en el imperio de la ley y lo respetaron escrupulosamente.

              El presidente Juárez tenía adversarios de peso en la Suprema Corte y el Congreso, pero jamás utilizó contra ellos las más mínimas triquiñuelas, ni afectó o anuló su esfera autónoma.

              En cambio López Obrador, aunque rindiera homenaje retórico a Juárez, mostró muy pronto que no comulgaba con los preceptos esenciales de la democracia liberal.


              Al despuntar su sexenio, había ocurrido un linchamiento en el pueblo indígena de Magdalena Petlacalco.

              López Obrador dio a entender que había normas tradicionales más altas que la ley: “el caso hay que verlo en lo que es la historia de México, es un asunto que viene de lejos, es la cultura, son las creencias, es la manera comunitaria en que actúan los pueblos originarios... No nos metamos con las creencias de la gente.”

              En un problema similar (una sublevación indígena en Chiapas en 1869), Juárez no dudó en enviar a la fuerza pública y aplicar la ley.


              En octubre de 2003, una sentencia judicial dictada por un tribunal de circuito obligaba al gobierno del Distrito Federal a pagar una suma (en verdad absurda) por la expropiación de unos terrenos.

              López Obrador declaró, con tonos extrañamente evangélicos: “Ley que no es justa no sirve. La ley es para el hombre, no el hombre para la ley. Una ley que no imparte justicia no tiene sentido”, y agregó:

              'La Corte no puede estar por encima de la soberanía del pueblo. La jurisprudencia tiene que ver, precisamente, con el sentimiento popular. O sea que si una ley no recoge el sentir de la gente, no puede tener una función eficaz [...] La Corte no es una junta de notables ni un poder casi divino.'

              Si la ley era injusta, había caminos institucionales para cambiarla. Si el juez, como era el caso, había dado una sentencia excesiva, existían instancias jurídicas para combatirla.

              Los abogados del gobierno del Distrito Federal (los había, excelentes) hicieron uso de esas instancias y, al cabo del tiempo, lograron reducir sustancialmente la cantidad que se reclamaba.

              Pero el tema no era legal sino político.

              Al litigar el asunto en los medios y negar la autoridad de la Suprema Corte de Justicia, el “Peje” había dado una primera muestra de su idea de la justicia, y su imagen condicionada de la división de poderes.

              Un paisano suyo explicó el fundamento de su actitud: “Tiene un concepto marxista del derecho, para él es un arma de la burguesía para dominar al proletariado.”


              En mayo de 2004, otro proceso judicial comenzaría a ocupar las planas de los diarios y el espacio de los noticieros. El gobierno del DF se había negado a respetar una orden de suspensión dictada por un juez dentro de un juicio de amparo. El juez turnó el asunto a la Procuraduría para su consignación. Ante la posibilidad real de verse privado del fuero por la Cámara de diputados y ser sometido a juicio (proyecto que tanto el PAN como el PRI alentaban con la peregrina idea de inhabilitarlo como candidato a la Presidencia), López Obrador pasó de nuevo a la ofensiva, dobló las apuestas, declaró que no emplearía abogados ni se defendería y que –como admirador de Gandhi y Mandela– prefería ir a la cárcel en vez de acatar una orden que consideraba injusta.

              La responsabilidad directa recaía sobre un subordinado que había firmado la documentación, pero López Obrador se negó a involucrarlo y así liberarse legítimamente del problema.

              En términos legales, el caso era discutible.

              Para los defensores de López Obrador era inexistente o nimio; para sus críticos tenía un valor de principio, no debía permitirse el desacato a una sentencia judicial.

              López Obrador declaró que el poder judicial actuaba en connivencia con las “fuerzas oscuras” y dijo que lo reformaría al llegar a la Presidencia. Su “ruda franqueza” tabasqueña necesitaba de enemigos, y los encontró en la Suprema Corte.


              Años atrás, al tomar posesión, el “Peje” había delineado su concepto de la verdadera democracia, no la democracia liberal sino la “democracia popular”: “El gobierno es el pueblo organizado o, para decirlo de otra manera, el mejor gobierno es cuando el pueblo se organiza. La democracia es cuando el pueblo se organiza y se gobierna a sí mismo.”

              Pero esa democracia requería la presencia cotidiana de un líder social que midiera “el pulso a la gente”, que “metiéndose abajo” escuchara y canalizara –sin intermediaciones burocráticas o institucionales– las demandas de “la gente”.

              Ésa era, a su juicio, la función del jefe de gobierno.


              ¿A qué tradición correspondían estas ideas?

              “La nación –había escrito hacia 1837 el pensador conservador Lucas Alamán al carismático dictador Antonio López de Santa Anna– le ha confiado a usted un poder tal como el que se constituyó en la primera formación de las sociedades, superior al que pueden dar las formas de elección después de convenidas, porque procede de la manifestación directa de la voluntad popular, que es el origen presunto de toda autoridad pública.”

              Precisamente contra esa concepción “directa” del poder –de raíz medieval y monárquica–, la generación de Juárez concibió una constitución liberal en la que la “voluntad popular” se expresaba en votos individuales y el poder presidencial permanecía acotado por los otros poderes.


              Curiosamente, a fines de 2004 López Obrador se hizo fotografiar con un ejemplar de la biografía de santo Tomás de Aquino, en cuya Summa teologica la división de poderes no es siquiera imaginable.

              En esa visión orgánica del poder público (muy arraigada en la cultura política de los países hispánicos), la soberanía popular emana de Dios hacia el pueblo, y quien debe interpretarla correctamente es la autoridad elegida por Dios. (Por eso “no había que meterse con las creencias de la gente”).

              ¿Y quién interpreta el divino poder de la “soberanía popular”? El líder social que se autodesignaba “el rayo de esperanza”: López Obrador.


              En ningún momento quedó más clara esta inspiración divina que sentía encarnar el jefe de gobierno como en la fervorosa concentración del Zócalo, el día del desafuero.

              Ni en los tiempos dorados del PRI se había visto algo similar, porque en el viejo sistema político mexicano la gente acudía al Zócalo para apoyar al detentador temporal de la investidura presidencial.

              Ahora no, ahora acudía a mostrar su apego solidario al “hombre providencial”.

              Un grupo de ancianas portaban un letrero que decía “Que Dios te cuide, rayito de esperanza”.


              “La doble valla metálica que corta por la mitad a la multitud y dentro de la cual camina solitario el Jefe hacia la gran tribuna de la plaza”. ¿Qué recordaba la escena? Adolfo Gilly, historiador respetado y viejo militante de izquierda, señalaría tiempo después que la inspiración de aquella “coreografía y escenografía”, de aquel “método de centralización personal de la organización en la figura del Jefe”, provenía “de los años treinta, en la figura y las ideas del tabasqueño Tomás Garrido Canabal”.


              Tenía razón.

              La clave para comprender mejor la formación, la imaginería, el estilo y sobre todo la actitud política de Andrés Manuel López Obrador no estaba en la historia de México, en Cárdenas o Juárez. La clave –como él mismo me había dado a entrever en aquel desayuno de agosto de 2003– estaba en la historia de Tabasco, la tierra del “poder tropical”.

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              • #22
                El mesias tropical/AMLO/Enrique Krause

                6-Un “ferviente deseo de gobernar”

                “Ese estado pantanoso y aislado, puritano e impío”, escribió Graham Greene en 'Caminos sin ley' (1939), libro de viaje complementario a 'El poder y la gloria' (1940).

                A Graham Greene, que recorrió Tabasco en 1938, tres años después de terminada la era de Garrido, lo intrigaba la “oscura neurosis personal” de aquel “dictador incorruptible”.

                Su sombra seguía rondando.

                Ahí estaban las “escuelas racionalistas”, instituciones de disciplina casi militar donde los niños era adoctrinados “científicamente”, aprendían las virtudes de la razón, la técnica agrícola y los ejercicios físicos.

                Greene se impresionó con los carteles que vio en las escuelas: una mujer crucificada a la que un fraile le besa los pies, un cura borracho bebiendo vino en la Eucaristía, otro tomando dinero de manos indigentes.

                Su confesor en Orizaba se lo había advertido: “A very evil land”, y Greene, converso al catolicismo, creyó constatarlo a cada paso: “Supongo que siempre ha existido odio en México –apuntó–, pero ahora el odio es la enseñanza oficial: ha superado al amor en el plan de estudios [...] Uno se niega a creer que logrará algo bueno: y es que ese odio envenena los pozos de humanidad.”


                Ahí estaba también la huella de una existencia puritana (las luces se apagaban todavía a las 21:30, la venta y consumo de alcohol estaban prohibidos) y el recuerdo de una sociedad regimentada: cooperativas de distribución agrícola controladas por el gobierno, “ligas de resistencia” obligatorias para cada gremio de trabajadores o empleados, y, sobresaliendo entre todas, los llamados “camisas rojas”, contingentes estudiantiles de ambos sexos uniformados con colores rojinegros, recorriendo las calles con disciplina fascista y sirviendo como tropas de adoctrinamiento y choque para la intensa campaña “contra Dios y la religión”.

                En escenas filmadas por el gobierno de Garrido para fines de propaganda se veía cómo los “camisas rojas” (precursores de los “guardias rojos” chinos) empuñaban la piqueta para destruir, piedra por piedra, la Catedral de Villahermosa; arrojaban a las llamas imágenes piadosas de los templos destruidos y los objetos de culto que la gente guardaba en sus casas, y escenificaban tumultuosos “autos de fe” donde los niños, maestros, jóvenes y viejos se turnaban para destruir con la piqueta grandes esculturas de Cristo crucificado.


                A juicio de López Obrador, el mérito de Garrido fue convertir a Tabasco “en la Meca política del país”.

                El uso de la metáfora religiosa no era casual.

                Tabasco, en efecto, creció a través de los siglos con una población alimentada por la madre naturaleza, pero literalmente dejada de la mano de Dios: sin la presencia de los misioneros que evangelizaron a la mayor parte del país, casi sin templos ni parroquias (el Obispado, muy tardío, es de 1880), y con una cuota de sacerdotes pequeñísima frente al promedio nacional.

                Tampoco las instituciones de enseñanza –colegios o seminarios, comunes también en el resto de la República– se arraigaron en el lugar (el Instituto Juárez, único plantel de enseñanza superior, no se fundó hasta 1879).

                Además de su aislamiento geográfico, Tabasco resentía su marginalidad espiritual, y esperaba su oportunidad para afirmarse en la historia nacional, para convertirse en su Meca.

                Esa oportunidad arribó con la Revolución Mexicana.


                Había llegado de fuera, traída por los generales del norte y del Altiplano.

                El primero que puso su sello en Tabasco fue el general Francisco J. Múgica, antiguo seminarista de la seráfica ciudad de Zamora que, en un movimiento muy típico de los revolucionarios de la época, se había rebelado contra su formación católica llevando el jacobinismo a extremos de profanación sólo vistos en la Revolución Francesa o antes, en la Inglaterra isabelina.

                Al llegar a Tabasco en 1916, Múgica ocupó con sus tropas la catedral, cambió el nombre de la capital de San Juan Bautista a Villahermosa, y dio inicio a un reparto agrario.

                Múgica estaba orgulloso de la naturalidad con que los tabasqueños parecían adoptar su radicalismo antirreligioso: “Hay que tabasqueñizar a México”, llegó a decir.

                Según Andrés Manuel López Obrador, Múgica –tutor de Garrido– fue “el más idealista de los revolucionarios”.


                En su libro Entre la historia y la esperanza (1995), López Obrador describe este proceso como un historiador oficial, sin mayor distancia crítica.

                Gracias a Garrido –recuerda–, Álvaro Obregón había dicho: “Tabasco es el baluarte de la Revolución.”

                Debido a su falta de tradición religiosa –escribió–, Tabasco tenía “condiciones ideales” para la política anticlerical.

                Aunque entrecomilló la “obsesión” de Garrido por destruir de raíz “el virus religioso”, su recuento de aquella gestión era neutro o francamente positivo, como cuando refería la “extraordinaria” labor educativa, la organización de las Ligas de Resistencia obreras y campesinas, las ferias y los conciertos. Si bien le objetaba que, “en sentido estricto, no fuera socialista” y que “sin ser un dictador, fuese un caudillo autoritario”, lo consideraba “un visionario de gran sensibilidad que supo combinar armónicamente economía y política”.

                Para López Obrador, su verdadero error fue táctico y posterior a su gubernatura: “Querer trasladar la política anticlerical del trópico al altiplano [...] Eran otras las condiciones.” (En 1935, siendo ya ministro de Agricultura en el gobierno de Cárdenas, Garrido ordenó una matanza de católicos en la ciudad de México, hecho que le valió su dimisión y exilio a Costa Rica.)

                “Don Tomás”, en definitiva, era objeto de su admiración: “Era muy hábil, muy eficaz, muy sensible [...] Tenía un instinto certero [...] tenía otra cosa que también es fundamental [...] era un hombre con aplomo.”


                López Obrador admiraba al político en Garrido, pero no veía que el político era inseparable del teólogo.

                El celo antirreligioso de Garrido Canabal era en sí mismo “religioso”, un reverso torcido y cruel del celo que furiosamente combatía.

                Esa dialéctica está en el centro de la novela de Greene.

                Al describir al teniente garridista, puritano y ateo, Greene percibe “algo sacerdotal en su andar decidido y vigilante, parecía un teólogo que volvía sobre los errores de su pasado para destruirlos nuevamente [...] Hay místicos que dicen haber conocido directamente a Dios. Él también era un místico y lo que había conocido es el vacío”.

                El espacio de ese vacío, el espacio de la fe, no se llenó en Tabasco con un humanismo laico.

                Se llenó, sobre todo, con una fe agresiva y militante.

                En la Meca tabasqueña no se enseñaba la ciencia: se la predicaba.

                En términos históricos y culturales, en el Tabasco de entonces no había Ilustración: había una religiosidad invertida, y había iconoclasia.


                Esa paradójica inserción de Garrido en la sociología religiosa es un dato crucial: se daría también –aunque con un perfil distinto– en Andrés Manuel López Obrador.

                Según algunas versiones, su religión, como la de más de un veinte por ciento de tabasqueños, era evangélica.

                Según su propio testimonio, es católico, aunque no practicante.

                Una biografía oficiosa consigna que, siendo adolescente en Macuspana, fue monaguillo y recorría los pueblos pobres con los curas.

                La familia creyó que tenía vocación sacerdotal.

                Su amistad posterior con el poeta Carlos Pellicer (hermano espiritual de Neruda, hombre de izquierda, cantor de la naturaleza, de la América hispana y de la religiosidad cristiana) fue, seguramente, otro momento de inspiración.

                ¿Frecuentó en algún período posterior a los jesuitas postconciliares?

                En todo caso, su religiosidad fue buscando cauces propios, políticos, pero habría de tener una inspiración garridista: puritana, dogmática, autoritaria, proclive al odio y, sobre todas las cosas, redentorista.


                Gilly tenía razón, pero no sólo la coreografía, la escenografía, el culto a la personalidad que rodeaban a López Obrador provenían del Tabasco de Garrido Canabal.

                También la propensión al liderazgo religioso en la política.

                En la era de Garrido (que duró catorce años: un salvador, como se sabe, necesita tiempo), el diario oficial se llamaba Redención, se publicaban poemas religiosamente ateos, se escribían nuevos “credos” y loas al salvador: “Ese hombre es Garrido / el hombre de acción / que al pueblo oprimido / trajo redención.”


                Hacia mediados de 2004, el tema del liderazgo religioso comenzó a aparecer explícitamente en las entrevistas de López Obrador.


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                • #23
                  El mesias tropical/AMLO/Enrique Krause

                  7-El “rayo de esperanza”

                  Su trayectoria de líder social y activista político, recogida en ese libro y en varias biografías subsiguientes, es notable por su tenacidad y eficacia.

                  Su carrera había comenzado en 1976, como director de campaña de Carlos Pellicer, cuando el viejo poeta lanzó su candidatura como senador del PRI (y de los indígenas chontales, decía él) por Tabasco.

                  Quizá fue suya la idea de no gastarse en publicidad todo el dinero que el PRI les dio para la campaña, sino comprar máquinas de coser y regalarlas a las comunidades pobres, como se hizo.

                  Pellicer moriría en 1977, pero recomendaría a su discípulo con el gobernador Leandro Rovirosa, que al advertir de inmediato la “emoción social” de aquel joven impetuoso, le encomienda la dirección del centro que atendía a los indígenas de Tabasco, los “chontales”.

                  “Andrés lo tomó como si se hubiera tratado de una misión –recordaba su esposa–. Muchas veces, en lugar de ir al cine o a un parque conmigo, yo lo acompañaba a reuniones o a asambleas para aprovechar el poco tiempo que teníamos para vernos.”

                  Gracias al súbito y fugaz boom petrolero de esos años, el gobierno pudo apoyarlo para financiar la construcción de obras sanitarias, pisos de concreto, letrinas y viviendas para los indígenas.

                  Los “camellones chontales” creados por López Obrador (islotes de tierra firme ganados al agua, inspirados en técnicas de los aztecas) serían sus primeras “obras públicas”, visibles y útiles.


                  En 1982 tomó posesión un nuevo gobernador, Enrique González Pedrero. Brillante maestro de la UNAM y de López Obrador, hombre de izquierda y teórico de la política, González Pedrero y su esposa, la escritora Julieta Campos, reconocieron la vocación social del fogoso líder, y el gobernador le encomendó la dirección del PRI estatal.

                  López Obrador puso en marcha una reforma democrática interna no muy distinta de la que Carlos Madrazo había intentado en su momento.

                  Se dice que, al advertir en el proyecto ecos de la organización territorial del Partido Comunista Cubano, González Pedrero le advirtió “esto no es Cuba”, pero el líder persistió en su plan.

                  Igual que con Madrazo, los jefes políticos locales se rebelaron y, de manera intempestiva, el gobernador le exigió la renuncia, ofreciéndole la Oficialía mayor.

                  López Obrador declinó, y emigró con su familia a México.

                  Del exilio lo sacó la siguiente elección estatal.

                  Todavía dentro del PRI, buscó la candidatura a la Presidencia municipal de Macuspana y, al serle denegada, la fraguó con una coalición de partidos de izquierda.


                  Su trayectoria correría en paralelo a la de Cuauhtémoc Cárdenas que, sintiéndose verosímilmente despojado del triunfo legítimo en las elecciones presidenciales de 1988, optaría por fundar el PRD.

                  Su hombre en Tabasco fue López Obrador.

                  Recorriendo los pueblos, pernoctando en las comunidades, editando un periódico combativo –Corre la voz–, López Obrador edificó exitosamente al PRD tabasqueño.

                  Su primera gran campanada fueron las elecciones intermedias de 1991.

                  El PRI reclamó, como siempre, el triunfo completo, pero López Obrador había construido una poderosa base social y, para protestar por el fraude, encabezó un “éxodo por la democracia” (de obvias resonancias bíblicas) a la ciudad de México.

                  Una multitud de campesinos recorrió el país, del Trópico al Altiplano, y acampó en el Zócalo (la zona teocrática).

                  El gobierno de Salinas de Gortari no tuvo más remedio que ceder a la presión.

                  López Obrador regresó a Tabasco con una buena cosecha: tres municipios reconocidos para el PRD y la inminente renuncia del gobernador.

                  De aquel movimiento, López Obrador extrajo una experiencia clave, que le confió a un amigo: “Diálogo verdaderamente sustantivo para el avance de la democracia es el que se acompaña de la movilización ciudadana.”

                  En 1992, López Obrador amplía su radio de acción: organiza exitosas movilizaciones y marchas en defensa de trabajadores transitorios despedidos por Pemex.

                  “La empresa –recuerda en su libro– tuvo que acceder a pagar las prestaciones básicas de miles de transitorios, no sólo en Tabasco sino en todas las zonas petroleras del país.”

                  Dos años más tarde, va tras la huella de Garrido y Madrazo: se lanza a la gubernatura de Tabasco. Su contrincante es nada menos que Roberto Madrazo que, a diferencia de su padre, ha seguido una trayectoria de ortodoxia partidista y ha operado de manera turbia en no pocos procesos electorales.

                  En su campaña, López Obrador ofrece 32 compromisos muy similares a los que aplicará en el gobierno del DF.

                  Visita todos los municipios, conoce a cientos de miles de ciudadanos.

                  “La gente estaba prendida”, recuerda.

                  Las elecciones son disputadas, y por una diferencia de apenas veinte mil votos se declara el triunfo de Madrazo.

                  López Obrador busca deliberadamente una proyección nacional y organiza una “caravana por la democracia” hacia la ciudad de México.

                  En Tabasco, la protesta incluye nuevas tomas de las instalaciones petroleras.

                  Sus simpatizantes se posesionan de la plaza de armas en Villahermosa, se declaran en desobediencia civil e instalan un gobierno paralelo.

                  A principios de 1995, decidido a abrir de verdad el sistema político, el presidente Zedillo pacta con todas las fuerzas –incluido el PRD– una reforma que consolidaría la autonomía del Instituto Federal Electoral y echaría a andar la transición democrática.

                  Zedillo no acude a la toma de protesta de Madrazo, que habita un “búnker” en Villahermosa.

                  Ante el peligro inminente de una represión, López Obrador disuelve el plantón en Villahermosa, pero al poco tiempo convierte su derrota en victoria al exhibir, en un segundo “éxodo” de campesinos tabasqueños al Zócalo de México, las cajas con documentos que contenían pruebas del fraude electoral en Tabasco.

                  En el horizonte se dibuja la oportunidad de incidir, no ya en la política de Tabasco, sino en la nacional.

                  En 1996 moviliza a las organizaciones indígenas de La Chontalpa para tomar cincuenta pozos petroleros.

                  Protestan por el daño ecológico causado por la empresa y apoyan a productores con carteras vencidas.

                  La fuerza pública encarcela a doscientos seguidores.

                  López Obrador cumple ya veinte años como líder social, siempre en ascenso: “Este país no avanza con procesos electorales –le confía entonces a su paisano, Arturo Núñez–, avanza con movilizaciones sociales.”

                  Había arribado a su teoría de la movilización permanente.

                  El problema, claro, era que la movilización y algunas formas de resistencia (como la negativa a pagar la luz) podían entrar en conflicto con el estado de derecho.

                  Pero el derecho para López Obrador –apunta el propio Núñez– no era (ni es) más que una “superestructura” creada por los burgueses para oprimir al trabajador.

                  El 10 de noviembre escribió la última línea de su libro, con una profecía:

                  'Hemos aprendido que se puede gobernar desde abajo y con la gente; desde las comunidades y las colonias; desde las carreteras y las plazas públicas; que no hace falta tener asesores ni secretarías ni guaruras; que lo indispensable es poseer autoridad moral y autoridad política; y tenemos la convicción de que mientras no haya ambiciones de dinero y no estemos pensando nada más en los puestos públicos, seremos políticamente indestructibles.

                  Gobernar es una palabra que le gusta a López Obrador.

                  La usa como sinónimo de mando.

                  Gobernaba sin ser gobernador.

                  Y seguiría su incontenible ascenso hasta volverse “el rayo de esperanza”: la Presidencia nacional del PRD en 1996 (muy exitosa en lo electoral pero no en el avance de la democracia interna del partido), la Jefatura al gobierno del DF en el 2000 y, a fines de 2005, la candidatura a la Presidencia de la República por el PRD.



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                  • #24
                    El mesias tropical/AMLO/Enrique Krause

                    8-“Tabasco en sangre madura”

                    En términos sociológicos, su misión “providencial” proviene del redentorismo garridista.

                    Pero ¿cuál es el resorte psicológico de su actitud?

                    Sus hagiografías refieren el episodio de una excursión con el poeta Pellicer y unos amigos, en el que la traicionera corriente de un río en Tabasco puso al joven Andrés Manuel en trance de muerte.

                    Según esa versión, López Obrador habría interpretado su salvación como un llamado a cumplir con una misión trascendental.

                    Pero otras publicaciones consignan un hecho anterior, íntimo, que tuvo lugar en Tabasco.

                    Graham Greene había escrito que Tabasco “era como África viéndose a sí misma en un espejo a través del Atlántico”.

                    Extrañamente, Andrés Iduarte –“el mejor escritor de Tabasco” según López Obrador– tenía una línea similar: “Tabasco es un país de nombres griegos y alma africana.”

                    En su obra 'Un niño en la Revolución Mexicana', uno de los textos clásicos del género, Iduarte se refiere con insistencia a los rostros de la violencia en Tabasco: “El desprecio a la muerte, presente en todo mexicano, adquiere en Tabasco un diapasón subido [...] El tabasqueño peleaba y mataba sin saber que hacía algo malo [...] Lo malo no es que maten [en Tabasco], lo malo es que crean que matar es algo natural.”

                    “Estábamos envenenados de una hombría bárbara” –apuntaba Iduarte–, recordando cómo los muchachos “usaban una pistola encajada en el pantalón, bajo la blusa” y se liaban “con brutalidad”, en “verdaderas batallas [...] con rifles de salón bajo los platanares”.

                    ¿Cómo explicarlo?

                    Era el “ambiente de Tabasco, cargado de pasiones tempestuosas”, era el “individualismo tropicalmente vital, impetuoso, desorbitado”, era la voz de la selva a cuya escucha los hombres se “agujereaban a tiros por la más leve ofensa”.

                    Iduarte hablaba por experiencia propia.

                    Hombre culto y gentil, escribía su memoria en 1937, fuera del país.

                    Autor de una obra literaria e histórica vastísima, Iduarte llegaría a ser Profesor Emérito de la Universidad de Columbia en Nueva York, pero viviría casi todo el resto de su vida en destierro voluntario.

                    Presa de la “pasión tropical”, el caballeroso Iduarte había matado a un hombre.


                    Andrés Manuel López Obrador vivió también una dolorosa experiencia con la muerte.

                    En su edición del 9 de julio de 1969, los periódicos 'Rumbo nuevo', 'Diario de Tabasco' y 'Diario Presente' consignaban la muerte de su hermano, José Ramón López Obrador.

                    Los hechos habían ocurrido a las dieciséis horas del día anterior, en el interior del almacén de telas “Novedades Andrés”, propiedad de la familia en Villahermosa.

                    De la declaración que rindió Andrés Manuel López Obrador ante el agente del ministerio público (recogida parcialmente en la prensa), se desprendía que los dos hermanos habían tenido una discusión. Tomando un arma, José Ramón había querido convencer a su hermano de “espantar” a un empleado de una zapatería cercana. Andrés Manuel habría intentado disuadirlo, pero José Ramón lo tildaba de miedoso. De pronto, al darle la espalda a su hermano, Andrés Manuel escuchó un disparo. Trató de auxiliarlo y quiso llevarlo rápidamente con un médico, pero al poco tiempo José Ramón dejó de existir.

                    Versiones distintas consignaban que a Andrés Manuel, accidentalmente, se le había escapado un tiro.

                    La declaración ministerial desapareció de los archivos.

                    Cabe conjeturar que la muerte de su hermano no pudo menos que pesar profundamente en la vida de Andrés Manuel.

                    Tal vez de allí proviene su conciencia de los peligros de la “pasión tropical”, de esa “ruda franqueza”, tempestuosa, desbordante, que sin embargo aflora en él saliéndose de cauce con mucha frecuencia.

                    Y quizá también de allí provenga su actitud mesiánica.

                    Él no había sido culpable de los hechos, pero tal vez pensaría que podía haberlos evitado.

                    En un cuadro así parece difícil liberarse de la culpa.

                    Y la culpa, a su vez, busca liberarse a través de una agresividad vehemente, tan temeraria como para tomar pozos petroleros.

                    O mediante vastas mutaciones espirituales.

                    López Obrador pudo haber encontrado su forma de expiación llenando su existencia con una misión redentora.

                    Dedicaría la vida al servicio de los chontales, de los tabasqueños, de los mexicanos, del “pueblo”.

                    “Tabasco en sangre madura”, había escrito Carlos Pellicer. Andrés Iduarte y Andrés Manuel López Obrador sabían con cuánta verdad.

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                    • #25
                      El mesias tropical AMLO/Enrique Krause

                      9-Personalidad “maná”

                      Ése es “el hombre de acción que a todas sus huestes trae redención”.

                      La versión actual de Garrido Canabal que desde el poder purificará y organizará a la sociedad, mostrándole el camino de la verdadera convivencia, liberándola de sus opresores.

                      En sus ratos de ocio lee cuentos sobre Pancho Villa, y –dato curioso– recomienda la lectura de 'El poder y la gloria'.

                      Lo inquietante no es su ideología: la opinión liberal en México podría ver con naturalidad y con buenos ojos la llegada al poder de una izquierda democrática, responsable y moderna, como ocurrió en Brasil y Chile.

                      Tampoco preocupa demasiado su programa: da la espalda a las ineludibles realidades del mundo globalizado e incluye planes extravagantes e irrealizables, pero contiene también ideas innovadoras, socialmente necesarias.

                      Lo que preocupa de López Obrador es López Obrador.

                      No representa a la izquierda moderna que, a mi juicio, sería la alternativa ideal frente a un PAN ultramontano, sin autoridad política, y un PRI anquilosado, sin autoridad moral.

                      Representa a la izquierda autoritaria.

                      “No es un pragmático –comenta Gustavo Rosario Torres, perspicaz tabasqueño, psicólogo de tabasqueños–, el altiplano no lo atempera, le gana la ‘pasión tropical’.”

                      Pero la suya no es una simple pasión política, sino una pasión nimbada por una misión providencial que no podrá dejar de ser esencialmente disruptiva, intolerante.


                      En una entrevista de televisión, al preguntársele por su religión, contestó que era “católico, fundamentalmente cristiano, porque me apasiona la vida y la obra de Jesús; fue perseguido en su tiempo, espiado por los poderosos de su época, y lo crucificaron”.

                      López Obrador no era cristiano porque admirara la doctrina de amor de los Evangelios, porque creyera en el perdón, la misericordia, la “paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.

                      Él era “fundamentalmente cristiano” porque admiraba a Jesús en la justa medida en que la vida de Jesús se parecía a la suya propia: comprometida con los pobres hasta ser perseguido por los poderosos.

                      La doble referencia a “su época” y “su tiempo” implicaba necesariamente la referencia tácita a nuestra época y a nuestro tiempo, donde otro rebelde, oriundo no de Belén sino de Tepetitán, había sido perseguido y espiado por los poderosos, y estuvo a punto de ser crucificado en el calvario del desafuero.

                      No había sombra de cinismo en esta declaración: había candor, el candor de un líder mesiánico que, para serlo cabalmente, y para convocar la fe, tiene que ser el primero en creer en su propio llamado.

                      No se cree Jesús, pero sí algo parecido.


                      Hay diversos escenarios para la mañana del 3 de julio, pero son tres los que, en mi opinión, tienen mayor posibilidad.

                      El menos probable es la derrota de López Obrador por un margen amplio, digamos más de un siete por ciento: en ese caso, el tabasqueño esperaría una nueva oportunidad en el 2012.

                      Si el margen fuera menor que un siete por ciento, López Obrador repetirá su experiencia en Tabasco: desconocerá los resultados, aducirá fraude, hablará de complot, fustigará a los ricos, redoblará sus apuestas, invocará la resistencia civil, llamará a movilizaciones en todo el país para convocar a nuevos comicios y hasta intentará formar un gobierno paralelo.

                      Si Madrazo se suma a las protestas, la situación sería caótica: aunque, en teoría, ese endurecimiento le daría una posición más fuerte para negociar un pacto de gobernabilidad, las fuerzas desatadas en el proceso podrían resultar incontenibles.

                      En caso de darse la convergencia, ésta tendería a desacreditar la movilización del PRD, aunque no necesariamente a detenerla, porque para ello haría falta también negociar con López Obrador y el PRD.

                      La tercera posibilidad –que es alta en este momento–, es el triunfo de López Obrador en las elecciones.

                      En ese caso, la democracia en México también enfrentará una prueba histórica, aunque en otros términos.


                      Hace treinta años, en su ensayo “El 18 Brumario de Luis Echeverría” (Vuelta, diciembre de 1976), Gabriel Zaid recordaba los estudios de Jung sobre la “personalidad maná”: “El inconsciente colectivo puede arrastrar a un hombre al desequilibrio, exigiéndole cumplir expectativas mesiánicas”.

                      Para compensar suresponsabilidad en el crimen del 68, Echeverría asumió una personalidad mesiánica.

                      Pero para acotarlo –además del límite infranqueable de los seis años–, el sistema político mexicano tenía sus propios valladares internos, como la fuerza de los sindicatos.

                      Ahora, mucho más que en la época de Echeverría, la dialéctica descrita por Jung está operando.

                      El “inconsciente colectivo” de muchos mexicanos está arrastrando a López Obrador al desequilibrio, exigiéndole cumplir expectativas mesiánicas: “Acá Andrés Manuel es como una creencia, nosotros pedimos en la iglesia para él” –dijo una mujer de la comunidad Pentecostés, durante la gira por Tabasco–. “Yo que soy católica también pido que gane”, dijo otra.

                      “México necesitaba un Mesías y ya llegó López Obrador”, decía una pancarta en el pueblo natal de Juárez.

                      Pero él ha sido el primero en alentar esas expectativas y en creer que puede cumplirlas.

                      “Ungido”, más que electo, por el pueblo, podría tener la tentación revolucionaria y autocrática de disolver de un golpe o poco a poco las instituciones democráticas, incluyendo la no reelección.

                      Ésta parece ser, por cierto, la preocupación de Cuauhtémoc Cárdenas, líder histórico de la izquierda mexicana, hombre tan ajeno a la explotación de la religiosidad popular para fines políticos como lo fue su padre, que por ese motivo rompió con Garrido Canabal.

                      En una charla, Cárdenas me dio a entender que no descarta la perpetuación de su antiguo discípulo en el poder.

                      Quizá tenga razón. Un proyecto mesiánico aborrece los límites y necesita tiempo: no cabe en el breve período de un sexenio.


                      Pero México no es Venezuela.

                      Si bien ya no existen los antiguos valladares del sistema que autolimitaban un poco los excesos del poder absoluto, ahora contamos con otros, nuevos pero más sólidos: la división de poderes, la independencia del poder judicial, la libertad de opinión en la prensa y los medios, el Banco de México, el IFE.

                      México es, además, un país sumamente descentralizado en términos políticos y diversificado en su economía.

                      El federalismo es una realidad tangible: los gobernadores y los estados tienen un margen notable de autonomía y fuerza propia frente al centro.

                      Adicionalmente, dos protagonistas históricos, la Iglesia y el Ejército, representarán un límite a las pretensiones de poder absoluto, o a un intento de desestabilización revolucionaria: la Iglesia se ha pronunciado ya por el respecto irrestricto al voto, y el Ejército es institucional.

                      Por sobre todas las cosas, México cuenta con una ciudadanía moderna y alerta.

                      Los instintos dominantes del mexicano son pacíficos y conservadores: teme a la violencia porque en su historia la ha padecido en demasía.


                      Costó casi un siglo transitar pacíficamente a la democracia.

                      El mexicano lo sabe y lo valora.

                      De optar por la movilización interminable, potencialmente revolucionaria, López Obrador jugará con un fuego que acabará por devorarlo.

                      Y de llegar al poder, el “hombre maná”, que se ha propuesto purificar, de una vez por todas, la existencia de México, descubrirá tarde o temprano que los países no se purifican: en todo caso se mejoran.

                      Descubrirá que el mundo existe fuera de Tabasco y que México es parte del mundo.

                      Descubrirá que, para gobernar democráticamente a México, no sólo tendrá que pasar del trópico al Altiplano sino del Altiplano a la aldea global.

                      En uno u otro caso, la desilusión de las expectativas mesiánicas sobrevendrá inevitablemente.

                      En cambio la democracia y la fe sobrevivirán, cada una en su esfera propia.

                      Pero en el trance, México habrá perdido años irrecuperables. ~

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                      • #26
                        Sucesos mas Importantes del Año:El megafraude de MADOFF

                        Afecta Madoff a mexicanos hasta por 300 mdd: The Wall Street Journal
                        De acuerdo con el diario estadunidense, inversionistas latinoamericanos estarían entre los grandes perdedores del fraude piramidal orquestado por Madoff y que sería por más de 50 mil millones de dólares.

                        El fraude más grande de la historia afectó a inversionistas mexicanos.

                        Miembros de la familia Clariond de Monterrey podrían estar entre los mexicanos que perdieron cuantiosas sumas de dinero en el fondo de inversión del financiero Bernard Madoff, publicó hoy el diario estadunidense The Wall Street Journal.

                        Inversionistas mexicanos, clientes del Banco Santander, pueden haber perdido hasta 300 millones de dólares luego que la institución colocó su dinero en el fondo de Madoff, apuntó el rotativo.

                        De acuerdo con el diario, inversionistas latinoamericanos estarían entre los grandes perdedores del fraude piramidal orquestado por Madoff y que sería por más de 50 mil millones de dólares.

                        El Banco Santander, que opera en Puerto Rico y en ocho países latinoamericanos, incluyendo a México y Argentina, admitió haber perdido más de tres mil 220 millones de dólares invertidos en el fondo de Madoff.

                        "Clientes de Santander en Monterrey fueron invitados a invertir en ese fondo", aseguró al periódico Ernesto Canales, un abogado corporativo de Monterrey, la capital industrial de México.

                        Canales consideró que dada la dimensión de Santander en México y el tamaño de las pérdidas reconocidas por el banco, los clientes mexicanos de la institución pudieron haber perdido hasta unos 300 millones de dólares.

                        El periódico indicó que fuentes cercanas al asunto afirmaron que miembros de la familia Clariond de Monterrey, que recibió millones de dólares cuando vendió su compañía de acero IMSA al argentino Grupo Ternium, podrían estar entre los mexicanos que perdieron dinero con Madoff.

                        El presidente y director ejecutivo de IMSA, Eugenio Clariond Reyes, señaló que no tenía nada que decir sobre el asunto, al ser contactado por el rotativo estadunidense en sus oficinas en Monterrey.

                        Una vocera de banco español Santander rechazó hacer algún comentario respecto a la información publicada por The Wall Street Journal.

                        El rotativo apuntó que los inversionistas afectados en la región no desean hacer pública su situación debido a la naturaleza privada de las fortunas en Latinoamérica, la preocupación sobre seguridad, y para no alertar a las autoridades fiscales locales.

                        En Brasil ningún inversionista ha salido a declarar pérdidas por el fraude de Madoff, aún cuando administradores locales de fondos de inversión sostienen que algunos de sus adinerados clientes resultaron afectados.

                        En Chile, gerentes de fondos de inversión han señalado que inversionistas locales pudieron haber perdido grandes cantidades de dinero.

                        La revista colombiana de negocios Poder informó la semana pasada que inversionistas de ese país sudamericano pudieron haber perdido hasta unos 200 millones de dólares con Madoff.

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                        • #27
                          100 Propósitos para año nuevo:renovar nuetra mente!!!

                          Un año nuevo exige renovar nuestra mente

                          ¿Cómo es una mente renovada? Probablemente te estás haciendo esta pregunta; quiero contribuir en la respuesta en aras de fomentar una conciencia solidaria y solicitarte respetuosamente a que hagas una reflexión sobre el curso de tus proyectos y acciones en el próximo año

                          Una mente renovada es una mente con ansia de saber. La humildad socrática, “yo sólo sé que no sé nada”, debe dominar nuestra ansia y nuestro deseo de saber, dado que nunca es suficiente lo que se conoce y domina. Un ser humano con una mente fuerte tiene la posibilidad de estar en constante actitud de vigilia, dado que cada día es una oportunidad para saber más, ser más y ser mejor.

                          Una mente renovada es una mente sin prejuicio.
                          Una mente renovada no permitirá que haya cuestionamientos destructivos, no permitirá que el prejuicio entre en acción.
                          Pues una mente renovada es una mente sencilla.

                          Una mente renovada es una mente sin negativismo.
                          Para una mente renovada no habrá derrota pues si realmente está renovada es porque gobierna la razón y los sentimientos nobles.
                          En la mente renovada de una persona no puede caber el negativismo, pues el negativismo es señal de la necesidad de ser renovado.

                          Una mente renovada es una mente que sabe perdonar. Una de las formas de saber si realmente mi mente ha sido renovada, es saber qué grado de perdón existe en ella. Pues una vida que no ha aprendido a perdonar y que por ende recuerda cada cierto tiempo el mal momento que pasó y a la persona que no puede perdonar, es una mente que no ha sido renovada, pues el perdón es uno de los frutos de una mente realmente renovada.

                          ¿Cómo es una mente que aún no ha sido renovada? Bueno, citaré rápidamente algunas características de una persona cuya mente aún no ha sido renovada.
                          - Tiene una vida llena de resentimientos y falta perdón.
                          - No ve las cosas espirituales como un objetivo.
                          - Su pensamiento es simplista y centrado únicamente en lo material.
                          - Se cree inferior a los demás o acomplejado, porque no ha aprendido a valorarse a sí mismo y tampoco ha aprendido el valor que los demás tienen en su vida.
                          - Es una persona cuyo egoísmo lo hace incapaz de cultivar la solidaridad y el sano desprendimiento para procurar hacer felices a quienes lo rodean.
                          - Se preocupa más por poseer cosas que poseerse a sí mismo.
                          - Todo el tiempo piensa que no se lograrán las cosas.
                          - Se deleita en los placeres pasajeros y se olvida de construir la parte del mundo que le corresponde.

                          Es una persona pesimista y no ve nada positivo.
                          Usualmente critica todo aquello que no se acomoda con su mentalidad egoísta.
                          Es una persona que deja mucho qué desear con su testimonio.

                          Ante el contraste natural entre una mente renovada y otra anquilosada se erige una situación mundial cuyas proporciones amenazan con extenderse a muchos lugares de nuestro planeta. Sólo para nombrar el caso más dramático, la crisis financiera y económica ha vuelto a poner sobre la mesa -a poco que se quiera mirar- los graves problemas que atraviesa esa gran parte de la población mundial que ya está en permanente estado de pobreza. Sobre sus espaldas, aunque apenas ocupen espacio en los informativos, se están cargando las graves consecuencias de una crisis sin precedentes, difícil de comprender por quienes desconocen el argot, y mucho menos de asumir, dada su génesis especulativa.

                          El impacto de esta crisis global en nuestro país, con sus características específicas, se va asomando ya a numerosos rostros, muchos de ellos con los rasgos de la población más vulnerable, la mayor parte de ella procedente de la Sierra, la Huasteca y la zona Otomí Tepehua.
                          No es muy halagüeño ver decenas de mujeres y hombres cargando a niños de pecho, pidiendo caridad en los cruceros de nuestros principales centros poblacionales.
                          La crisis afecta fundamentalmente a quienes ya atravesaban por otra crisis y comienza a hacer sus estragos entre otros colectivos sociales que, hasta ahora, habían soslayado el problema gracias, fundamentalmente, al periodo alcista vivido en el sector de la construcción. Pero, éste, también ha entrado en una fase crítica.

                          Otros, que mantienen su puesto de trabajo, sin embargo, han perdido poder adquisitivo con la subida del precio de la compra, las hipotecas y el combustible.
                          Llegar a fin de mes, se ha puesto más complicado para muchos.
                          Aparecen ahora los que se ha dado en denominar “nuevos pobres”, aquéllos que vivían de forma sencilla, sin excesos, pero a los que la crisis arrastra peligrosamente a los umbrales de la pobreza.
                          Emerge un nuevo perfil, distinto y variopinto, que rompe moldes, razón por la cual es exigible una mayor atención para descubrir esos nuevos rostros.

                          Ante el reto de un nuevo año, precisamos también unir fuerzas, proyectos y propuestas para superar la problemática social que padecemos, siempre con el propósito de seguir construyendo el país que todos queremos y por el que dieron su vida nuestros padres. Que 2009 nos una en el trabajo, en el esfuerzo y en el exito...

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                          • #28
                            Los merolicos del siglo xxi:muchos en el festival'Digna Rabia'...

                            ■ Convocado por el EZLN, ofrece un espacio a todos los géneros sin importar la fama del artista

                            En el festival Digna Rabia, más de 100 propuestas de teatro, música y danza
                            ■ Participan integrantes del Congreso Nacional Indígena –purépechas y los wirrárikas–, así como creadores de otros países

                            ■ El encuentro incluye muestras de fotografía, pintura y gráfica

                            El arte ha acompañado al movimiento zapatista desde que emergió a la luz pública hace 15 años.
                            El sector más visible han sido los músicos, sobre todo los roqueros, inspirados por los rebeldes del sur.

                            En el Festival Mundial de la Digna Rabia, convocado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), confluyen casi 100 propuestas musicales, teatrales y de danza, en la sede de la ciudad de México, un lienzo charro en Iztapalapa, del Frente Popular Francisco Villa Independiente-UNOPII, con todo y desconcertados caballos en los corrales.

                            En paralelo con las mesas de debate y denuncia en torno al capitalismo y las luchas de resistencia, se llevan a cabo, en dos escenarios medianos, con modestos equipos de sonido y luz, conciertos, obras de teatro y danza.

                            La idea es ofrecer un espacio de reunión para todos los géneros, sin importar la popularidad del artista: Hay desde el joven rapero en busca de foro hasta nombres conocidos, como Botellita de Jerez y Panteón Rococó. Pero también participan integrantes del Congreso Nacional Indígena, como los purépechas y los wirrárika, así como artistas de otros países.

                            Como se escuchó en un promocional entre un acto y otro, con la voz de la cantante española Amparo Sánchez: “Que tu silencio y tu dolor se conviertan en digna rabia”.

                            Desde sonidos griegos hasta ska

                            Un poco alejado, desafortunadamente, de ambas áreas (mesas de trabajo y artísticas), está un bullicioso espacio, lleno de vida, con puestos de colectivos, cooperativas, organizaciones sociales, “medios libres” y demás, mexicanos y extranjeros, cuyos integrantes conviven e intercambian experiencias.
                            Al caminar por uno de los pasillos, lo mismo se puede escuchar música griega que ska.
                            Alguien por ahí discute con otro si un pueblo debe o no hacerse justicia por mano propia.

                            Estaban ahí, por ejemplo, la Asamblea Nacional de Braceros y la cooperativa Euzkadi.

                            De regreso al escenario principal, la tarde del sábado se presentó Botellita de Jerez. La banda, que hizo historia en el rock en español, fue recibida con aplausos, pero no demasiado entusiasmo. Quizá muchos eran demasiado jóvenes como para corear “guarda mi corazón, ai te lo encargo”. Se comenzaron a prender con la canción del “primer zapatista enmascarado”. “Que lo oigan de aquí a la selva lacandona”, dijo Armando Vega-Gil mientras coreaban “Saanto-Santo-Santo”. Cuando ya se armó la pachanga fue con Alármala de tos, pero, otra vez, quizá por la versión que hizo popular Café Tacvba.

                            Un wirrárika con vestimenta tradicional se acercó, se paró al lado de dos chavas, una con cabello rosa y otra azul, durante unos minutos miró, muy serio, a los botellos, y luego se retiró.

                            Poco antes, se había presentado Contrapeso, grupo teatral establecido en Morelia, que invitó a los espectadores a participar en ejercicios teatrales y luego montó una pequeña historia acerca de un campesino que intenta cruzar la frontera norte.

                            Dentro de la diversidad, estuvo Telekrimen, un grupo surfero de jóvenes que se acercan a los 30 años. El tecladista Órgano Zombie comentó que cuando surgió el EZLN iba en la secundaria: “Uno vive en la vida rutinaria y te enfocas en lo que te quieren vender, piensas que no pasa nada. En tu comunidad tienes una vida muy light, pero te das cuenta de las injusticias…”. Órgano Zombie opinó: “El mundo va a cambiar para bien. Estamos en un momento de colapso, pero la esperanza siempre existe, siempre tienes que llegar a lo más profundo y decir ‘basta’ para que llegue algo bueno”.

                            Como parte del festival también hay una exposición de fotografía, pintura y gráfica.

                            La exposición fue creciendo a partir de la base de aquella llamada 69 miradas, que se montó para el aniversario 20-10 del EZLN.

                            Muestra el levantamiento, la vida en las comunidades indígenas chiapanecas, el recorrido del Delegado Zero (2006).

                            La fotógrafa Yuriria Pantoja, que ha seguido de cerca al movimiento zapatista, ofrece imágenes como aquella de una hermosa joven con el rostro cubierto por un paliacate, asomada por una ventana, y otra con el subcomandante Marcos tocando una guitarra eléctrica.

                            También hay fotos de Vanessa García, Sandra Gayou y del Colectivo italiano Ya Basta.

                            La exposición de pintura es de Homero Santamaría y la gráfica reúne trabajo de Sublevarte y la Escuela de Mártires del 68 (carteles, pegatinas).

                            Al fondo del lienzo se montó otra exposición de fotografía, colectiva, llamada La otra mirada, ordenada en lo que el festival llama “las cuatro ruedas del capitalismo”: el despojo, la explotación, el desprecio y la represión.

                            Asimismo se exhiben películas como Maquilápolis, así como videos de colectivos y organizaciones.

                            Además, crews grafitearon las paredes del lienzo.

                            Las actividades del festival se transmiten por radio a través del 104.5 FM e Internet (dignarabia.ezln.org.mx).

                            Hoy se presenta Panteón Rococó a las cinco de la tarde.

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                            • #29
                              Los Sucesos catastróficos mas Importantes del Año.

                              Catástrofes de 2008 fueron de las peores en un siglo

                              Los desastres naturales más graves del 2008 se destacaron el ciclón Nargis, que se abatió sobre Myanmar en mayo, con 85 mil muertos, así como en el mismo mes el terremoto que sacudió la provincia china de Sichuan, con 70 mil muertos.

                              Myanmar y China fueron los países más afectados en este año.

                              -Las catástrofes naturales que sufrió el mundo en 2008 fueron, sumadas, de las peores en los últimos 100 años, indica el balance anual de la reaseguradora Münchener Rück, una de las líderes mundiales del sector, divulgado hoy en Múnich.

                              Los múltiples terreomotos, huracanes y otros fenómenos naturales causaron la muerte a unas 220 mil personas, señala el informe. El daño material sumó en el mundo entero unos 200 mil millones de dólares (140 mil millones de euros).

                              Los desastres naturales más graves del 2008 se destacaron el ciclón Nargis, que se abatió sobre Myanmar en mayo, con 85 mil muertos y 50 mil parecidos, así como en el mismo mes el terremoto que sacudió la provincia china de Sichuan, con 70 mil muertos y casi cinco millones de personas que perdieron su hogar.

                              Los mayores daños, unos 30 mil millones de dólares, fueron ocasionados por el ciclón "Ike", que pasó por el Caribe y la costa estadounidense en septiembre.

                              En el último siglo, y desde que se empezaron a contabilizar los daños a nivel mundial, sólo hubo tres años en los que las pérdidas humanas y materiales fueron mayores: 1995, a raíz de un terremoto en Kobe (Japón), en 2004 con el tsunami en Asia y 2005 con numerosos huracanes y ciclones.

                              DPA

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                              • #30
                                ¡Hay que comer + y + pescado,por el Omega-3

                                Previene Omega tres enfermedades crónico-degenerativas

                                Los ácidos grasos, contenidos en el pescado, son determinantes en la nutrición, afirma la SSa

                                Los ácidos grasos omega tres, contenidos en el pescado, confieren protección contra enfermedades crónico-degenerativas, reveló un estudio realizado por el Departamento de Nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición (INCMN).

                                Al respecto, la dependencia, perteneciente a la Secretaría de Salud (SSa), indicó que pese a que estos ácidos son determinantes en la nutrición de los individuos, en México se registra un consumo per cápita de apenas cinco gramos anuales de pescado por persona, cuando el ideal debería ser 70 kilogramos.

                                El estudio señaló que los ácidos grasos omega tres, además de conferir protección a las membranas contra cualquier enfermedad, deben ser consumidos en mayor cantidad por mujeres embarazadas, debido a que estos alimentos generan un buen desarrollo psicomotor del bebé, mientras que su deficiencia ocasiona retardo de aprendizaje.

                                Por otra parte, José Luis Silencio Barritia, investigador del INCMN, señaló que a través de diversos estudios realizados por este Instituto, se comprobó que la deficiencia de selenio, un elemento contenido en frutas y verduras, así como en riñón, cerebro o moronga, puede incrementar el riesgo de desarrollar cáncer, un problema de salud que se ubica en el tercer lugar como causa de mortalidad general.

                                Explicó que el selenio va hacia las membranas y las protege contra radicales libres relacionados con el envejecimiento y enfermedades crónico-degenerativas.

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