Tweet
La desigual luha por el DF
La desigual lucha por el DF
René Avilés Fabila
18-Ene-2009
El PRI se recupera. Desde hace tiempo ha ganado de manera contundente todas las elecciones. No así en el DF, sede de los grandes poderes, donde una historia de agravios y humillaciones cuenta; sitio en el que fue visto el peor rostro del priismo. Como en 1968 o en 1971. El PRD es casi dueño del DF, sin embargo, se agota su riqueza política. Ha perdido las luchas presidenciales y disminuye aceleradamente su votación en la República. El PAN, con Los Pinos en su poder, ve que alrededor triunfa la total incapacidad de sus militantes y su devota entrega a favor de la familia “normal”, religiosa, y la prohibición de besos en Guanajuato.
El PRD, luego de la derrota de López Obrador, en lugar de reorganizarse a profundidad se ha dejado destruir por la tendencia fiel al caudillo, quien ahora choca con sus antiguos camaradas y se prepara a mostrar los “músculos” a fines de mes, en una concentración de “millones” en el Zócalo, desplante, que, piensa, le permitirá ganar Los Pinos en 2012. En realidad, las pugnas internas de tal organismo y su división en dos amplias secciones, la que comanda Jesús Ortega y la del PEJE, lo regresarán a la votación que existía en la época de Cárdenas, al 20% en el mejor de los escenarios.
Hoy el PRD vive un creciente desprestigio por razones que bien conocemos (pugnas internas, plantones, conductas rencorosas y violentas, el célebre cochinero interno…) y ello ha distanciado, según encuestas recientes, a sus simpatizantes. Les queda el núcleo, el sector duro, pero se halla fragmentado.
Este partido va de nuevo por la capital, la joya de la corona, que está seguro de conservar. No sólo ello: sus dirigentes han señalado que además rescatarán delegaciones como la Miguel Hidalgo y la Benito Juárez, enclaves panistas, para lograr la totalidad. Tal es el deseo de Alejandra Barrales, una joven audaz, con muchas dificultades partidarias por su cercanía con Encinas y AMLO y ya manchada por la corrupción. El PAN parece optimista, nadie sabe por qué: desde que está en manos de Germán Martínez ha logrado acumular derrota tras derrota; nada indica que pueda hacer un buen papel en el DF, donde Gabriela Cuevas y Mariana Gómez, prima de Margarita Zavala, se han encargado de probar que también los militantes reaccionarios son duros y autoritarios y que existen tribus en su interior. Por ello, Barrales ha decidido arrancar su lucha en la delegación Miguel Hidalgo. René Arce, más sensato, ha declarado que mantendrán el DF, pero con menos votantes debido a los problemas domésticos.
Pese a los esfuerzos del gobierno capitalino, sus delegados, los especialmente corruptos e incapaces de Cuauhtémoc, Iztapalapa y Tlalpan, no son de gran ayuda para mantener el caudal de votantes capitalinos. No importa que algunos se imaginen en la Cámara de Diputados como premio a sus pillerías. Aun así, ganarán, porque hay un DF que no acaba de hallar solución a sus dificultades políticas ni partido que le responda.
El PAN, desesperado porque no puede darle los resultados prometidos a Felipe Calderón, en medio de una lluvia de encuestas y opiniones que hacen presidente —¡desde ahora!— a Enrique Peña Nieto, usa las viejas tácticas priistas de adjudicarse como propias las obras del gobierno federal. Lo acabamos de ver en la apertura del tren suburbano, una obra realizada entre el gobierno de Calderón y el de Peña Nieto, inaugurada por ambos. Ello provocó que el gobernador del Edomex protestara afirmando que el PAN debe “separar la propaganda del erario”.
Lo inexplicable es la ausencia del PRI en el DF. ¿No tendría Beatriz Paredes que consolidar ese partido, al menos hacer un esfuerzo visible por que tenga nuevamente presencia, o está convencida de que los capitalinos fuimos tan agraviados por ese instituto político que no queremos más trato con él? No sé. En sus discursos triunfalistas no existe la capital. El PAN y el PRD se alistan para disputarla mientras que el otrora arrogante PRI insiste en esconderse. En Tlalpan, por ejemplo, hay un gran trabajo de resistencia al PRD y al delegado Guillermo Sánchez Torres, contra sus acciones de autoritarismo y corrupción en el Bosque de Tlalpan y, en general, en la delegación, lo que ha sido sistemáticamente denunciado por los vecinos y jamás aparecieron los priistas y el PAN delegacional intentó dejarse ver sin mucho entusiasmo, quizás ocupado en tareas religiosas. Fueron los vecinos quienes frenaron los negocios perredistas como la pista de hielo, los conciertos masivos en áreas naturales protegidas y ahora luchan contra el creciente ambulantaje.
Está visto, si nos atenemos a los datos actuales, que el PRI podrá ganar la Presidencia de la República —para ello trabaja hasta el presidente Calderón—, pero no el DF. La capital seguirá siendo un cheque en blanco que la mayoría de los capitalinos le entregará al PRD. A menos que se haga realidad la acusación de muchos y ambos opositores se conviertan en ¡PRIAN! El hartazgo en algunas delegaciones puede hacer realidad esta difícil alianza. Cuánta pobreza política
René Avilés Fabila
18-Ene-2009
El PRI se recupera. Desde hace tiempo ha ganado de manera contundente todas las elecciones. No así en el DF, sede de los grandes poderes, donde una historia de agravios y humillaciones cuenta; sitio en el que fue visto el peor rostro del priismo. Como en 1968 o en 1971. El PRD es casi dueño del DF, sin embargo, se agota su riqueza política. Ha perdido las luchas presidenciales y disminuye aceleradamente su votación en la República. El PAN, con Los Pinos en su poder, ve que alrededor triunfa la total incapacidad de sus militantes y su devota entrega a favor de la familia “normal”, religiosa, y la prohibición de besos en Guanajuato.
El PRD, luego de la derrota de López Obrador, en lugar de reorganizarse a profundidad se ha dejado destruir por la tendencia fiel al caudillo, quien ahora choca con sus antiguos camaradas y se prepara a mostrar los “músculos” a fines de mes, en una concentración de “millones” en el Zócalo, desplante, que, piensa, le permitirá ganar Los Pinos en 2012. En realidad, las pugnas internas de tal organismo y su división en dos amplias secciones, la que comanda Jesús Ortega y la del PEJE, lo regresarán a la votación que existía en la época de Cárdenas, al 20% en el mejor de los escenarios.
Hoy el PRD vive un creciente desprestigio por razones que bien conocemos (pugnas internas, plantones, conductas rencorosas y violentas, el célebre cochinero interno…) y ello ha distanciado, según encuestas recientes, a sus simpatizantes. Les queda el núcleo, el sector duro, pero se halla fragmentado.
Este partido va de nuevo por la capital, la joya de la corona, que está seguro de conservar. No sólo ello: sus dirigentes han señalado que además rescatarán delegaciones como la Miguel Hidalgo y la Benito Juárez, enclaves panistas, para lograr la totalidad. Tal es el deseo de Alejandra Barrales, una joven audaz, con muchas dificultades partidarias por su cercanía con Encinas y AMLO y ya manchada por la corrupción. El PAN parece optimista, nadie sabe por qué: desde que está en manos de Germán Martínez ha logrado acumular derrota tras derrota; nada indica que pueda hacer un buen papel en el DF, donde Gabriela Cuevas y Mariana Gómez, prima de Margarita Zavala, se han encargado de probar que también los militantes reaccionarios son duros y autoritarios y que existen tribus en su interior. Por ello, Barrales ha decidido arrancar su lucha en la delegación Miguel Hidalgo. René Arce, más sensato, ha declarado que mantendrán el DF, pero con menos votantes debido a los problemas domésticos.
Pese a los esfuerzos del gobierno capitalino, sus delegados, los especialmente corruptos e incapaces de Cuauhtémoc, Iztapalapa y Tlalpan, no son de gran ayuda para mantener el caudal de votantes capitalinos. No importa que algunos se imaginen en la Cámara de Diputados como premio a sus pillerías. Aun así, ganarán, porque hay un DF que no acaba de hallar solución a sus dificultades políticas ni partido que le responda.
El PAN, desesperado porque no puede darle los resultados prometidos a Felipe Calderón, en medio de una lluvia de encuestas y opiniones que hacen presidente —¡desde ahora!— a Enrique Peña Nieto, usa las viejas tácticas priistas de adjudicarse como propias las obras del gobierno federal. Lo acabamos de ver en la apertura del tren suburbano, una obra realizada entre el gobierno de Calderón y el de Peña Nieto, inaugurada por ambos. Ello provocó que el gobernador del Edomex protestara afirmando que el PAN debe “separar la propaganda del erario”.
Lo inexplicable es la ausencia del PRI en el DF. ¿No tendría Beatriz Paredes que consolidar ese partido, al menos hacer un esfuerzo visible por que tenga nuevamente presencia, o está convencida de que los capitalinos fuimos tan agraviados por ese instituto político que no queremos más trato con él? No sé. En sus discursos triunfalistas no existe la capital. El PAN y el PRD se alistan para disputarla mientras que el otrora arrogante PRI insiste en esconderse. En Tlalpan, por ejemplo, hay un gran trabajo de resistencia al PRD y al delegado Guillermo Sánchez Torres, contra sus acciones de autoritarismo y corrupción en el Bosque de Tlalpan y, en general, en la delegación, lo que ha sido sistemáticamente denunciado por los vecinos y jamás aparecieron los priistas y el PAN delegacional intentó dejarse ver sin mucho entusiasmo, quizás ocupado en tareas religiosas. Fueron los vecinos quienes frenaron los negocios perredistas como la pista de hielo, los conciertos masivos en áreas naturales protegidas y ahora luchan contra el creciente ambulantaje.
Está visto, si nos atenemos a los datos actuales, que el PRI podrá ganar la Presidencia de la República —para ello trabaja hasta el presidente Calderón—, pero no el DF. La capital seguirá siendo un cheque en blanco que la mayoría de los capitalinos le entregará al PRD. A menos que se haga realidad la acusación de muchos y ambos opositores se conviertan en ¡PRIAN! El hartazgo en algunas delegaciones puede hacer realidad esta difícil alianza. Cuánta pobreza política
No así en el DF, sede de los grandes poderes, donde una historia de agravios y humillaciones cuenta; sitio en el que fue visto el peor rostro del priismo. Como en 1968 o en 1971. El PRD es casi dueño del DF, sin embargo, se agota su riqueza política. Ha perdido las luchas presidenciales y disminuye aceleradamente su votación en la República. El PAN, con Los Pinos en su poder, ve que alrededor triunfa la total incapacidad de sus militantes y su devota entrega a favor de la familia “normal”, religiosa, y la prohibición de besos en Guanajuato.
Comment