No
Por Jaime Sánchez Susarrey
A Luis González de Alba
No, porque mintieron. De febrero a junio se transmitirán cada hora por radio y televisión entre las seis y las 24 horas los spots de los partidos políticos. 23 millones 400 mil spots en cinco meses. No hay medida. Los espacios se reparten gratis. Se trata no sólo de la spotización, sino de la idiotización de la política, dado el nulo y superfluo contenido de la propaganda. ¿Dónde quedó la promesa de que con la nueva legislación se terminaría, justamente, con la spotización de las campañas?
No, porque los abusos son escandalosos. Los partidos se asignaron 3 mil 600 millones de pesos para esta campaña. Esto significa que redujeron el presupuesto en 20 por ciento respecto del 2006, pero a cambio se ahorrarán el 60 por ciento que antes invertían en espacios de radio y televisión. Pero ahí no terminan las maravillas. El IFE estableció topes de campaña. Los gastos autorizados se situarán alrededor de los mil 600 millones de pesos. Esto deja un remanente de 2 mil millones de pesos. A ello hay que sumarle los presupuestos estatales mediante un cálculo somero y modesto: 100 millones de pesos para los partidos por cada una de las 32 entidades de la República. Esto equivale a otros 3 mil 200 millones de pesos. ¿Crisis? ¡Cuál crisis!
No, porque la nueva legislación prohíbe que un ciudadano o grupo de ciudadanos contrate espacios en radio y televisión para hacer propaganda. Ninguna asociación o sindicato tiene derecho a denunciar la ineficiencia de la clase política en su conjunto o el despilfarro de las organizaciones partidarias. La Constitución lo prohíbe. Los ciudadanos estamos para callar, votar y obedecer, no para opinar o discrepar de la partidocracia.
No, porque se ha violentado el derecho a la información que está consagrado en el artículo 6o. constitucional. La prohibición de las campañas negativas blinda a partidos y candidatos. Nadie puede criticar ni deslustrar (quitarle brillo) al adversario. No importa si la denuncia que se formula o la crítica que se expresa son verdaderas. La propaganda sólo puede ser "positiva". Los candidatos y los partidos ya no se pueden tocar entre ellos ni con el pétalo de una rosa. De ahí que los spots chorreen propaganda meliflua.
No, porque la reforma electoral minó la autonomía del IFE y lo convirtió en el gran censor de la vida política. La defenestración de los antiguos consejeros debió pasar por un juicio político previo. Jamás ocurrió. Fueron despedidos de manera artera. Pero además, las nuevas funciones del Consejo General son aberrantes. Por una parte deberá colocar a lo ancho y largo del país los 23 millones 400 mil spots. Por la otra, deberá vigilar que el contenido de los mismos no viole la legislación con mensajes "negativos". Y si algún grupo de ciudadanos optara por denunciar a partidos y candidatos por irresponsables será debidamente sancionado.
No, porque la partidocracia se ha blindado de doble manera. Para ser candidato a algún puesto de elección popular hay que ser miembro de un partido político. Las candidaturas independientes están prohibidas. Se confisca, así, el derecho a hacer política. Por otra parte, la prohibición de contratar espacios en los medios electrónicos confisca el debate y la propaganda. Los ciudadanos escucharán única y exclusivamente a los partidos políticos. Será el monólogo de la partidocracia.
No, porque en la noche todos los gatos son pardos. A lo largo de estos dos años, el gobierno de la República, el PAN, el PRI y el PRD nos han vendido el consenso como la esencia de la democracia. Cada una de las reformas ha sido aplaudida porque fue aprobada por consenso. El problema está en que las diferencias se borran y los programas se diluyen en ese idilio. Si todos están de acuerdo es que no hay diferencias y si no hay diferencias es que todos son iguales. Por qué, entonces, habría que votar por un partido y no por otro. Cómo hacer para diferenciarlos y sobre todo por qué tenerles confianza. Los adversarios de ayer son los tres compadres de hoy. ¿Cuál es su verdadero rostro e identidad?
No, porque la clase política en su conjunto ha actuado irresponsable y frívolamente. La "reforma fiscal" resultó insuficiente. Recaudó apenas 0.4 por ciento del PIB. Las finanzas públicas siguen petrolizadas. Cuarenta centavos de cada peso fiscal provienen de la renta petrolera. Si el precio del petróleo permanece bajo y sigue decayendo la producción de crudo, como es previsible que ocurra, el próximo año enfrentaremos una situación crítica. No habrá recursos para inversión ni para solventar el gasto corriente (sueldos y salarios de los burócratas). El futuro está a punto de alcanzarnos. La responsabilidad es de la clase política en su conjunto. No quisieron enfrentar el problema por el costo político que les representaba.
No, porque están poniendo en riesgo la viabilidad misma del Estado y la seguridad de los ciudadanos. La guerra contra el crimen organizado es cada vez más cruenta e intensa. La preocupación que existe del otro lado de la frontera es real y racional. Aquí, sin embargo, las cosas se minimizan. Pero lo más grave es que no hay una estrategia para enfrentar el problema. Bajo los gobernadores y los presidentes municipales está el 95 por ciento de los cuerpos de seguridad. Los policías federales suman el 5 por ciento restante. Sin embargo, los gobernadores permanecen al margen del conflicto por temor, conveniencia o, peor aún, connivencia. Es por eso que no hay otra alternativa que crear una policía nacional única, profesional y moderna. Ése es el único camino que permitiría sacar al Ejército de la primera línea de fuego. Pero la solución es inalcanzable porque afecta intereses, privilegios y prejuicios de la clase política. Mientras tanto, las ejecuciones pasaron de 2 mil 773 en el 2007 a 5 mil 661 en el 2008.
Por todas estas razones no se puede ir a la elección de este año como si no pasara nada. Se han afectado derechos fundamentales de libertad e información. La clase política en su conjunto se comporta irresponsablemente y derrocha recursos en medio de una crisis sin precedente. Ningún partido se hace cargo del malestar ciudadano. Pero todos se amafian en la defensa de sus intereses mezquinos. El presidente de la República cambió principios e instituciones democráticas por un plato de lentejas (la "reforma fiscal"). Y lo más grave, nadie llama a las cosas por su nombre. Las preguntas se vuelven entonces obligadas: ¿cómo manifestar nuestra inconformidad? ¿Tiene sentido votar? Y sobre todo, ¿por quién hacerlo si todos son iguales?
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ANULA TU VOTO S I E M P R E
"Ama nesciri," dice La Imitación de Cristo. "Ama ser ignorado."
Sólo estamos contentos con nosotros mismos y con el mundo si nos conformamos a este precepto
Emil Michel Ciorán.
Por Jaime Sánchez Susarrey
A Luis González de Alba
No, porque mintieron. De febrero a junio se transmitirán cada hora por radio y televisión entre las seis y las 24 horas los spots de los partidos políticos. 23 millones 400 mil spots en cinco meses. No hay medida. Los espacios se reparten gratis. Se trata no sólo de la spotización, sino de la idiotización de la política, dado el nulo y superfluo contenido de la propaganda. ¿Dónde quedó la promesa de que con la nueva legislación se terminaría, justamente, con la spotización de las campañas?
No, porque los abusos son escandalosos. Los partidos se asignaron 3 mil 600 millones de pesos para esta campaña. Esto significa que redujeron el presupuesto en 20 por ciento respecto del 2006, pero a cambio se ahorrarán el 60 por ciento que antes invertían en espacios de radio y televisión. Pero ahí no terminan las maravillas. El IFE estableció topes de campaña. Los gastos autorizados se situarán alrededor de los mil 600 millones de pesos. Esto deja un remanente de 2 mil millones de pesos. A ello hay que sumarle los presupuestos estatales mediante un cálculo somero y modesto: 100 millones de pesos para los partidos por cada una de las 32 entidades de la República. Esto equivale a otros 3 mil 200 millones de pesos. ¿Crisis? ¡Cuál crisis!
No, porque la nueva legislación prohíbe que un ciudadano o grupo de ciudadanos contrate espacios en radio y televisión para hacer propaganda. Ninguna asociación o sindicato tiene derecho a denunciar la ineficiencia de la clase política en su conjunto o el despilfarro de las organizaciones partidarias. La Constitución lo prohíbe. Los ciudadanos estamos para callar, votar y obedecer, no para opinar o discrepar de la partidocracia.
No, porque se ha violentado el derecho a la información que está consagrado en el artículo 6o. constitucional. La prohibición de las campañas negativas blinda a partidos y candidatos. Nadie puede criticar ni deslustrar (quitarle brillo) al adversario. No importa si la denuncia que se formula o la crítica que se expresa son verdaderas. La propaganda sólo puede ser "positiva". Los candidatos y los partidos ya no se pueden tocar entre ellos ni con el pétalo de una rosa. De ahí que los spots chorreen propaganda meliflua.
No, porque la reforma electoral minó la autonomía del IFE y lo convirtió en el gran censor de la vida política. La defenestración de los antiguos consejeros debió pasar por un juicio político previo. Jamás ocurrió. Fueron despedidos de manera artera. Pero además, las nuevas funciones del Consejo General son aberrantes. Por una parte deberá colocar a lo ancho y largo del país los 23 millones 400 mil spots. Por la otra, deberá vigilar que el contenido de los mismos no viole la legislación con mensajes "negativos". Y si algún grupo de ciudadanos optara por denunciar a partidos y candidatos por irresponsables será debidamente sancionado.
No, porque la partidocracia se ha blindado de doble manera. Para ser candidato a algún puesto de elección popular hay que ser miembro de un partido político. Las candidaturas independientes están prohibidas. Se confisca, así, el derecho a hacer política. Por otra parte, la prohibición de contratar espacios en los medios electrónicos confisca el debate y la propaganda. Los ciudadanos escucharán única y exclusivamente a los partidos políticos. Será el monólogo de la partidocracia.
No, porque en la noche todos los gatos son pardos. A lo largo de estos dos años, el gobierno de la República, el PAN, el PRI y el PRD nos han vendido el consenso como la esencia de la democracia. Cada una de las reformas ha sido aplaudida porque fue aprobada por consenso. El problema está en que las diferencias se borran y los programas se diluyen en ese idilio. Si todos están de acuerdo es que no hay diferencias y si no hay diferencias es que todos son iguales. Por qué, entonces, habría que votar por un partido y no por otro. Cómo hacer para diferenciarlos y sobre todo por qué tenerles confianza. Los adversarios de ayer son los tres compadres de hoy. ¿Cuál es su verdadero rostro e identidad?
No, porque la clase política en su conjunto ha actuado irresponsable y frívolamente. La "reforma fiscal" resultó insuficiente. Recaudó apenas 0.4 por ciento del PIB. Las finanzas públicas siguen petrolizadas. Cuarenta centavos de cada peso fiscal provienen de la renta petrolera. Si el precio del petróleo permanece bajo y sigue decayendo la producción de crudo, como es previsible que ocurra, el próximo año enfrentaremos una situación crítica. No habrá recursos para inversión ni para solventar el gasto corriente (sueldos y salarios de los burócratas). El futuro está a punto de alcanzarnos. La responsabilidad es de la clase política en su conjunto. No quisieron enfrentar el problema por el costo político que les representaba.
No, porque están poniendo en riesgo la viabilidad misma del Estado y la seguridad de los ciudadanos. La guerra contra el crimen organizado es cada vez más cruenta e intensa. La preocupación que existe del otro lado de la frontera es real y racional. Aquí, sin embargo, las cosas se minimizan. Pero lo más grave es que no hay una estrategia para enfrentar el problema. Bajo los gobernadores y los presidentes municipales está el 95 por ciento de los cuerpos de seguridad. Los policías federales suman el 5 por ciento restante. Sin embargo, los gobernadores permanecen al margen del conflicto por temor, conveniencia o, peor aún, connivencia. Es por eso que no hay otra alternativa que crear una policía nacional única, profesional y moderna. Ése es el único camino que permitiría sacar al Ejército de la primera línea de fuego. Pero la solución es inalcanzable porque afecta intereses, privilegios y prejuicios de la clase política. Mientras tanto, las ejecuciones pasaron de 2 mil 773 en el 2007 a 5 mil 661 en el 2008.
Por todas estas razones no se puede ir a la elección de este año como si no pasara nada. Se han afectado derechos fundamentales de libertad e información. La clase política en su conjunto se comporta irresponsablemente y derrocha recursos en medio de una crisis sin precedente. Ningún partido se hace cargo del malestar ciudadano. Pero todos se amafian en la defensa de sus intereses mezquinos. El presidente de la República cambió principios e instituciones democráticas por un plato de lentejas (la "reforma fiscal"). Y lo más grave, nadie llama a las cosas por su nombre. Las preguntas se vuelven entonces obligadas: ¿cómo manifestar nuestra inconformidad? ¿Tiene sentido votar? Y sobre todo, ¿por quién hacerlo si todos son iguales?
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"Ama nesciri," dice La Imitación de Cristo. "Ama ser ignorado."
Sólo estamos contentos con nosotros mismos y con el mundo si nos conformamos a este precepto
Emil Michel Ciorán.
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