Dos días antes de ser elegido Papa, el cardenal Ratzinger pronunció el célebre oxímoron:
"El relativismo ... aparece como la única postura a la altura de los tiempos modernos. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida al propio yo y a su voluntad".
Tan vetusto como Protágoras -El hombre es la medida de todas las cosas-, el relativismo fue refutado desde la época del Filósofo. Aristóteles decía que el relativismo cae en contradicción, porque justamente mientras dice: "la verdad no existe, es incognoscible" pretende conocer la verdad, al decir, que "la verdad no existe, es incognoscible"; mientras dice que "todo es subjetivo", pretende decir algo objetivo.
Hoy Nietzsche tendría que decir que el mundo agoniza de relativismo.
"El relativismo ... aparece como la única postura a la altura de los tiempos modernos. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida al propio yo y a su voluntad".
Tan vetusto como Protágoras -El hombre es la medida de todas las cosas-, el relativismo fue refutado desde la época del Filósofo. Aristóteles decía que el relativismo cae en contradicción, porque justamente mientras dice: "la verdad no existe, es incognoscible" pretende conocer la verdad, al decir, que "la verdad no existe, es incognoscible"; mientras dice que "todo es subjetivo", pretende decir algo objetivo.
Hoy Nietzsche tendría que decir que el mundo agoniza de relativismo.
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