Para reflexionar un poco.
Ricardo Alemán
Itinerario Político
19 de abril de 2009
El mesías negro
Sea por el color de su piel, por ser afroestadounidense, por lo inédito de su triunfo electoral y —por eso mismo— debido a lo esperanzador que para muchos parece su gobierno, resulta que en México y en buena parte del mundo el presidente de Estados Unidos es visto como una suerte de mesías
Beneficios, sólo para imagen de Calderón
“Chuchos”, ¿la única izquierda confiable?
Sea por el color de su piel, por ser afroestadounidense, por lo inédito de su triunfo electoral y —por eso mismo— debido a lo esperanzador que para muchos parece su gobierno, resulta que en México y en buena parte del mundo el presidente de Estados Unidos es visto como una suerte de mesías.
De pronto —y al más puro estilo de los destapes priístas—, las cualidades más formidables iluminaron a Obama, una vez que se convirtió en presidente del imperio del norte —bueno, hasta guapo lo ven algunas—, y por esa razón en su “gira mundial”, incluido México y el sur del continente, resulta que todo lo que toca, dice, señala o imagina se convierte en icono.
TRIUNFO DE CALDERÓN
En su visita a México —donde todo fue inédito, histórico, simbólico y por poco hasta milagroso—, el “mesías negro” no encontró problema alguno luego de que la eficiente Hillary Clinton “planchó” la visita. En realidad Obama sólo vino a decir lo que por décadas gobiernos y ciudadanos querían escuchar: que en materia de violencia, narcotráfico y crimen, “tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata”. O si se quiere, que en el narco y la violencia desatada, tanta culpa tienen los “metodistas” estadounidenses como los corruptos mexicanos.
La estadounidense es una sociedad de adictos; la mexicana va para allá que vuela, además de que es el asiento de los grandes cárteles de la droga. Por tanto, existe una corresponsabilidad entre los dos países, en la lucha contra los cárteles criminales y del narco, igual que en el tráfico de armas y dinero. ¿Qué tal? “Chulada” de conclusión. Debieron pasar décadas para ese “reconocimiento histórico”. Pero vamos al futuro. ¿A qué se comprometió el presidente Obama?
Retórica, buenas intenciones, “palmaditas en la espalda”, concurso de elogios, pero nada más. Es decir, lo mismo de siempre, fueran los Bush padre e hijo, fueran Clinton, Reagan… Es decir, Obama no se comprometió a nada concreto. Bueno, en realidad nadie puede regatear que existió una diferencia central: que el “mesías negro” extendió su mano amiga y enseñó su carismática sonrisa de comercial de dentífrico. Y eso, dicen los que saben, ya es ganancia.
¿Pero se puede decir, a partir de la anterior conclusión, que fue un fracaso la visita… que significó una derrota para el Presidente mexicano… que no se alcanzó nada en materia diplomática? Le guste o no a muchos, la respuesta es contundente. No fue un fracaso. Más aún, fue un notable triunfo para Calderón. ¿Por qué?
Porque a los ojos de muchos mexicanos —y de no pocos de los otrora malquerientes de Calderón—, la prioridad que le dio Obama a México y al gobierno del “espurio” —haiga sido por lo que haiga sido— en realidad significó un espaldarazo legitimador no sólo de la administración del michoacano, sino de su guerra contra el narco.
De esa manera, si el gobierno de Calderón subió en meses recientes sus bonos en las encuestas, luego de la visita de Obama su imagen estará cerca de las nubes. Y la razón parece elemental. Por algún motivo que aún no han explicado los estudiosos del comportamiento social, Obama es visto por muchos mexicanos como un presidente esperanzador, algo parecido a un mesías. Y que apoye y elogie a Calderón le transfiere al Presidente mexicano buena dosis de confianza.
LA IZQUIERDA Y OBAMA
Y la percepción de que Obama es visto como una suerte de mesías la confirmó la llamada izquierda mexicana. En un espectáculo que resultaría cómico si no es por su fuerte dosis de tragedia, resulta que organizadores de la visita decidieron dejar fuera de los actos protocolarios a esa simulación de izquierda que son los partidos Convergencia y del Trabajo, casualmente la “casa chica” de López Obrador. Todos conocen la conclusión: el grito en el cielo, vestiduras desgarradas, intentos suicidas con la bandera tricolor como mortaja.
En respuesta AMLO hizo pública —y mandó publicar— una carta a Obama, en la que da su simpática versión de los horrores que vive México en el gobierno del “espurio”, en el que todos son malos, horribles y feos, menos el mesías mexicano, su claque y proyecto. Por supuesto que nadie le hizo caso, igual que nadie atendió la llamada desesperada del jefe de Gobierno Marcelo Ebrard, para reunirse con Obama por lo menos un minuto para entregarle las llaves de la ciudad y —¡por supuesto!— tomarse la foto. Ahora resulta que la llamada izquierda mexicana se identifica —por quién sabe qué galáctica razón— con Obama, al que ahora prenden incienso.
Pero mientras convergentes, petistas, obradoristas y marcelistas fueron desairados —y otros “por dignidad” rechazaron la invitación—, el senador Carlos Navarrete aprovechó su invitación a la cena en Antropología para apersonarse como el verdadero representante de la izquierda mexicana. Es decir, en un acto en el que los presidentes Obama y Calderón intercambiaron elogios, Los Chuchos se presentaron ante el nuevo mesías —el “mesías negro”— como los dueños, interlocutores y representantes de la única izquierda mexicana confiable.
¿Y adivine usted con qué izquierda mexicana entablará relación el gobierno de Obama? Claro, si eso ocurre. Pues sí, con Los Chuchos, que se ratifican frente a Obama como los dueños de la franquicia.
Saludos.
Ricardo Alemán
Itinerario Político
19 de abril de 2009
El mesías negro
Sea por el color de su piel, por ser afroestadounidense, por lo inédito de su triunfo electoral y —por eso mismo— debido a lo esperanzador que para muchos parece su gobierno, resulta que en México y en buena parte del mundo el presidente de Estados Unidos es visto como una suerte de mesías
Beneficios, sólo para imagen de Calderón
“Chuchos”, ¿la única izquierda confiable?
Sea por el color de su piel, por ser afroestadounidense, por lo inédito de su triunfo electoral y —por eso mismo— debido a lo esperanzador que para muchos parece su gobierno, resulta que en México y en buena parte del mundo el presidente de Estados Unidos es visto como una suerte de mesías.
De pronto —y al más puro estilo de los destapes priístas—, las cualidades más formidables iluminaron a Obama, una vez que se convirtió en presidente del imperio del norte —bueno, hasta guapo lo ven algunas—, y por esa razón en su “gira mundial”, incluido México y el sur del continente, resulta que todo lo que toca, dice, señala o imagina se convierte en icono.
TRIUNFO DE CALDERÓN
En su visita a México —donde todo fue inédito, histórico, simbólico y por poco hasta milagroso—, el “mesías negro” no encontró problema alguno luego de que la eficiente Hillary Clinton “planchó” la visita. En realidad Obama sólo vino a decir lo que por décadas gobiernos y ciudadanos querían escuchar: que en materia de violencia, narcotráfico y crimen, “tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata”. O si se quiere, que en el narco y la violencia desatada, tanta culpa tienen los “metodistas” estadounidenses como los corruptos mexicanos.
La estadounidense es una sociedad de adictos; la mexicana va para allá que vuela, además de que es el asiento de los grandes cárteles de la droga. Por tanto, existe una corresponsabilidad entre los dos países, en la lucha contra los cárteles criminales y del narco, igual que en el tráfico de armas y dinero. ¿Qué tal? “Chulada” de conclusión. Debieron pasar décadas para ese “reconocimiento histórico”. Pero vamos al futuro. ¿A qué se comprometió el presidente Obama?
Retórica, buenas intenciones, “palmaditas en la espalda”, concurso de elogios, pero nada más. Es decir, lo mismo de siempre, fueran los Bush padre e hijo, fueran Clinton, Reagan… Es decir, Obama no se comprometió a nada concreto. Bueno, en realidad nadie puede regatear que existió una diferencia central: que el “mesías negro” extendió su mano amiga y enseñó su carismática sonrisa de comercial de dentífrico. Y eso, dicen los que saben, ya es ganancia.
¿Pero se puede decir, a partir de la anterior conclusión, que fue un fracaso la visita… que significó una derrota para el Presidente mexicano… que no se alcanzó nada en materia diplomática? Le guste o no a muchos, la respuesta es contundente. No fue un fracaso. Más aún, fue un notable triunfo para Calderón. ¿Por qué?
Porque a los ojos de muchos mexicanos —y de no pocos de los otrora malquerientes de Calderón—, la prioridad que le dio Obama a México y al gobierno del “espurio” —haiga sido por lo que haiga sido— en realidad significó un espaldarazo legitimador no sólo de la administración del michoacano, sino de su guerra contra el narco.
De esa manera, si el gobierno de Calderón subió en meses recientes sus bonos en las encuestas, luego de la visita de Obama su imagen estará cerca de las nubes. Y la razón parece elemental. Por algún motivo que aún no han explicado los estudiosos del comportamiento social, Obama es visto por muchos mexicanos como un presidente esperanzador, algo parecido a un mesías. Y que apoye y elogie a Calderón le transfiere al Presidente mexicano buena dosis de confianza.
LA IZQUIERDA Y OBAMA
Y la percepción de que Obama es visto como una suerte de mesías la confirmó la llamada izquierda mexicana. En un espectáculo que resultaría cómico si no es por su fuerte dosis de tragedia, resulta que organizadores de la visita decidieron dejar fuera de los actos protocolarios a esa simulación de izquierda que son los partidos Convergencia y del Trabajo, casualmente la “casa chica” de López Obrador. Todos conocen la conclusión: el grito en el cielo, vestiduras desgarradas, intentos suicidas con la bandera tricolor como mortaja.
En respuesta AMLO hizo pública —y mandó publicar— una carta a Obama, en la que da su simpática versión de los horrores que vive México en el gobierno del “espurio”, en el que todos son malos, horribles y feos, menos el mesías mexicano, su claque y proyecto. Por supuesto que nadie le hizo caso, igual que nadie atendió la llamada desesperada del jefe de Gobierno Marcelo Ebrard, para reunirse con Obama por lo menos un minuto para entregarle las llaves de la ciudad y —¡por supuesto!— tomarse la foto. Ahora resulta que la llamada izquierda mexicana se identifica —por quién sabe qué galáctica razón— con Obama, al que ahora prenden incienso.
Pero mientras convergentes, petistas, obradoristas y marcelistas fueron desairados —y otros “por dignidad” rechazaron la invitación—, el senador Carlos Navarrete aprovechó su invitación a la cena en Antropología para apersonarse como el verdadero representante de la izquierda mexicana. Es decir, en un acto en el que los presidentes Obama y Calderón intercambiaron elogios, Los Chuchos se presentaron ante el nuevo mesías —el “mesías negro”— como los dueños, interlocutores y representantes de la única izquierda mexicana confiable.
¿Y adivine usted con qué izquierda mexicana entablará relación el gobierno de Obama? Claro, si eso ocurre. Pues sí, con Los Chuchos, que se ratifican frente a Obama como los dueños de la franquicia.
Saludos.
Comment