De espurios y patitos...
Si en futbol tenemos la “decepción nacional”, si en olímpicos México suele ser “chafa”, y si surgen presidentes “espurios” y “patito” de las elecciones, ¿por qué no esperar que la epidemia sea “decepcionante”, “chafa”, “patito” o “espuria”?
La hipótesis surge de la tendencia esquizoide que se abrió paso en días recientes para explicar la epidemia a partir de tres miradores opuestos —y antagónicos—, que lo mismo argumentan que el gobierno reaccionó de manera tardía, que sostienen que se trató de una grosera sobreactuación, mientras que el propio Presidente —no menos exagerado—, asegura “salvar al mundo” del mortal virus. ¿Quién tiene razón?
Ninguno. Y es que las tres hipótesis están lejos del absoluto. Es decir, cada una tiene una dosis de verdad, pero también de fantasía. Es cierto, por un lado, que fue tardía la reacción inicial del gobierno federal, pero también es verdad que la tardanza se debió a lo desconocido del virus. Aún así, la reacción estuvo dentro de los criterios de la OMS.
Lo más curioso es que avanza la opinión de los decepcionados de que el virus resultó “chafa”, “pato” o “espurio”, y hasta se quejan que no produjo oleadas mortales por todo el suelo nacional. “Pinche virus, apenas mató a 45”, parecen decir. Pudieran tener razón si lo comparan con la influenza española. Pero no, es el muy mexicano virus “chafa”, “espurio”, “pato”. ¿Cómo se identifica la agresividad de un virus; su resistencia a múltiples contagios, si es más o menos mortal? No existe más que el método científico. Ver los efectos.
Dicen otros que los gobiernos de Felipe Calderón y Marcelo Ebrard sobreactuaron, exageraron y, por eso, hicieron un circo político con fines electorales. También pueden tener razón. Porque las medidas tomadas fueron vistas como excesivas, exageradas, innecesarias, sólo hasta que el virus probó baja potencia. Nadie sabe lo que diríamos si el virus resultara letal. Lo que sí sabemos es que los bomberos escuchan todos los días voces necias que se ríen de los simulacros de incendio. Claro, ríen hasta que llega el incendio.
Lo que indigna a otros, como el simpático “Cid Campeador Tropical”, es la potente renta electoral y de imagen que significó la epidemia para Calderón y el PAN; para Ebrard y su causa presidencial. Está claro que Calderón exageró con “salvar al mundo”. Pero el tema es otro. ¿Qué gobernante no habría sacado raja política?
El enojo no es por un virus “pato”, “espurio” o “chafa”. La molestia es porque unos ganan la iniciativa y ponen la agenda, y otros pierden. Vale la clintoniana: Pelean el poder, no por la salud, “estúpidos”.
Ja, ja, lo mejor es la despedida...
Saludos.
Ricardo Alemán.
El Universal.
Si en futbol tenemos la “decepción nacional”, si en olímpicos México suele ser “chafa”, y si surgen presidentes “espurios” y “patito” de las elecciones, ¿por qué no esperar que la epidemia sea “decepcionante”, “chafa”, “patito” o “espuria”?
La hipótesis surge de la tendencia esquizoide que se abrió paso en días recientes para explicar la epidemia a partir de tres miradores opuestos —y antagónicos—, que lo mismo argumentan que el gobierno reaccionó de manera tardía, que sostienen que se trató de una grosera sobreactuación, mientras que el propio Presidente —no menos exagerado—, asegura “salvar al mundo” del mortal virus. ¿Quién tiene razón?
Ninguno. Y es que las tres hipótesis están lejos del absoluto. Es decir, cada una tiene una dosis de verdad, pero también de fantasía. Es cierto, por un lado, que fue tardía la reacción inicial del gobierno federal, pero también es verdad que la tardanza se debió a lo desconocido del virus. Aún así, la reacción estuvo dentro de los criterios de la OMS.
Lo más curioso es que avanza la opinión de los decepcionados de que el virus resultó “chafa”, “pato” o “espurio”, y hasta se quejan que no produjo oleadas mortales por todo el suelo nacional. “Pinche virus, apenas mató a 45”, parecen decir. Pudieran tener razón si lo comparan con la influenza española. Pero no, es el muy mexicano virus “chafa”, “espurio”, “pato”. ¿Cómo se identifica la agresividad de un virus; su resistencia a múltiples contagios, si es más o menos mortal? No existe más que el método científico. Ver los efectos.
Dicen otros que los gobiernos de Felipe Calderón y Marcelo Ebrard sobreactuaron, exageraron y, por eso, hicieron un circo político con fines electorales. También pueden tener razón. Porque las medidas tomadas fueron vistas como excesivas, exageradas, innecesarias, sólo hasta que el virus probó baja potencia. Nadie sabe lo que diríamos si el virus resultara letal. Lo que sí sabemos es que los bomberos escuchan todos los días voces necias que se ríen de los simulacros de incendio. Claro, ríen hasta que llega el incendio.
Lo que indigna a otros, como el simpático “Cid Campeador Tropical”, es la potente renta electoral y de imagen que significó la epidemia para Calderón y el PAN; para Ebrard y su causa presidencial. Está claro que Calderón exageró con “salvar al mundo”. Pero el tema es otro. ¿Qué gobernante no habría sacado raja política?
El enojo no es por un virus “pato”, “espurio” o “chafa”. La molestia es porque unos ganan la iniciativa y ponen la agenda, y otros pierden. Vale la clintoniana: Pelean el poder, no por la salud, “estúpidos”.
Ja, ja, lo mejor es la despedida...
Saludos.
Ricardo Alemán.
El Universal.
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