La posición política de izquierda parte del principio de que la equidad social es una condición indispensable para garantizar el crecimiento y desarrollo de cualquier sociedad. En este contexto la democracia se convierte en un instrumento que debe favorecer esta tendencia en el momento de llegar al poder.
En 2006, la izquierda mexicana estuvo a unos centímetros de alcanzar esa posición al aglutinarse en torno a Andrés Manuel López Obrador quien, teniendo el triunfo al alcance de la mano, cometió todos los errores posibles para entregar la victoria a su adversario panista.
Con la derrota de 2006 y la radicalización de la posición de la izquierda argumentando fraude y el no reconocimiento del gobierno legalmente establecido, se llegó al punto de ruptura entre los políticos dispuestos a seguir jugando en el terreno de la competencia legal, y aquellos otros aglutinados en torno a AMLO, y quienes optaron por la movilización social y el rechazo a las reglas establecidas.
Los “políticos” del Partido de la Revolución Democrática (PRD) encabezados por Jesús Ortega ganaron el control del aparato partidario, y los “movilizadores” de López una parte de la militancia nacional, apoyándose fundamentalmente en su fuerza corporativa, el Distrito Federal.
La ruptura resultaba improcedente porque ambas partes se necesitaban para operar la elección de julio, pero el nivel de confrontación, que fue creciendo con el tiempo, terminó por dañar más aún la intención del voto ciudadano a favor del PRD.
Un AMLO con un pie en el partido del sol azteca y el otro en el Partido del Trabajo (PT) y Convergencia agudizó la división y la guerra interna. La pugna entre Amalia García y Ricardo Monreal y la negativa de Ortega a presentar a López Obrador como un personaje de apoyo a los candidatos perredistas en el Distrito Federal demuestran inequívocamente que la tregua entre ambos grupos, para efectos electorales, no funciona y que cada feudo político está dispuesto a sacrificar al otro, aunque el partido se hunda en la elección del 5 de julio.
Hoy más que nunca, y en medio de una crisis económica profunda, la posición de una izquierda moderna se presenta como una alternativa viable para México.
El problema es que la izquierda con la que contamos está más atada a su pasado priísta y a la ausencia de un proyecto común entre sus distintas facciones, que al objetivo fundamental de construir un México más justo y más desarrollado. Así, la izquierda mexicana corre hacia el suicidio colectivo, sin que nada ni nadie pueda detenerla.
En 2006, la izquierda mexicana estuvo a unos centímetros de alcanzar esa posición al aglutinarse en torno a Andrés Manuel López Obrador quien, teniendo el triunfo al alcance de la mano, cometió todos los errores posibles para entregar la victoria a su adversario panista.
Con la derrota de 2006 y la radicalización de la posición de la izquierda argumentando fraude y el no reconocimiento del gobierno legalmente establecido, se llegó al punto de ruptura entre los políticos dispuestos a seguir jugando en el terreno de la competencia legal, y aquellos otros aglutinados en torno a AMLO, y quienes optaron por la movilización social y el rechazo a las reglas establecidas.
Los “políticos” del Partido de la Revolución Democrática (PRD) encabezados por Jesús Ortega ganaron el control del aparato partidario, y los “movilizadores” de López una parte de la militancia nacional, apoyándose fundamentalmente en su fuerza corporativa, el Distrito Federal.
La ruptura resultaba improcedente porque ambas partes se necesitaban para operar la elección de julio, pero el nivel de confrontación, que fue creciendo con el tiempo, terminó por dañar más aún la intención del voto ciudadano a favor del PRD.
Un AMLO con un pie en el partido del sol azteca y el otro en el Partido del Trabajo (PT) y Convergencia agudizó la división y la guerra interna. La pugna entre Amalia García y Ricardo Monreal y la negativa de Ortega a presentar a López Obrador como un personaje de apoyo a los candidatos perredistas en el Distrito Federal demuestran inequívocamente que la tregua entre ambos grupos, para efectos electorales, no funciona y que cada feudo político está dispuesto a sacrificar al otro, aunque el partido se hunda en la elección del 5 de julio.
Hoy más que nunca, y en medio de una crisis económica profunda, la posición de una izquierda moderna se presenta como una alternativa viable para México.
El problema es que la izquierda con la que contamos está más atada a su pasado priísta y a la ausencia de un proyecto común entre sus distintas facciones, que al objetivo fundamental de construir un México más justo y más desarrollado. Así, la izquierda mexicana corre hacia el suicidio colectivo, sin que nada ni nadie pueda detenerla.
Ciudad de México.— Con siete votos en contra y dos en favor, la Comisión Política Nacional del PRD desautorizó la transmisión del spot de Andrés Manuel López Obrador, en el que promueve el voto en favor de sus candidatos en esta capital.
El partido tomó dicha determinación luego de conocer los resultados de dos encuestas -una cualitativa y otra cuantitativa- realizadas por las empresas Parametría y Consulta Mitofski, en las que se concluye que dicho promocional causa confusión y no aporta votos al PRD.
Tras una larga reunión, Ricardo Ruiz, integrante del movimiento del tabasqueño, informó que una vez conocidos esos resultados, los representantes de Nueva Izquierda, incluido el presidente nacional, Jesús Ortega, votaron en contra de que se difundiera el promocional.
También lo hicieron Héctor Bautista, dirigente de Alternativa Democrática Nacional (ADN) , aliada de la corriente de Los Chuchos , y los representantes de Foro Nuevo Sol, Juan José García Ochoa, subsecretario de gobierno con Marcelo Ebrard, y Hortensia Aragón, secretaria general del Partido de la Revolución Democrática (PRD) .
El partido tomó dicha determinación luego de conocer los resultados de dos encuestas -una cualitativa y otra cuantitativa- realizadas por las empresas Parametría y Consulta Mitofski, en las que se concluye que dicho promocional causa confusión y no aporta votos al PRD.
Tras una larga reunión, Ricardo Ruiz, integrante del movimiento del tabasqueño, informó que una vez conocidos esos resultados, los representantes de Nueva Izquierda, incluido el presidente nacional, Jesús Ortega, votaron en contra de que se difundiera el promocional.
También lo hicieron Héctor Bautista, dirigente de Alternativa Democrática Nacional (ADN) , aliada de la corriente de Los Chuchos , y los representantes de Foro Nuevo Sol, Juan José García Ochoa, subsecretario de gobierno con Marcelo Ebrard, y Hortensia Aragón, secretaria general del Partido de la Revolución Democrática (PRD) .
Deberia el pedorre de una buena terminar con la farsa de que el pejediondo mesias es "pedorrista", como dice el articulo anterior es "suicida" para la "izquierda" seguir ligados a la nefasta persona del mesias, ya de plano no hay muestra mas clara de repudio que la de vetar que el pejediondo salga en spots promoviendo el voto a ciertos candidotes pedorristas, solo alguien de piel de marrano, muy gruesa, para que se le resbalen tamaños desaires puede sentirse miembro de un instituto politico que de plano le da una patada en el hocicote...
Pobre pejediondo, cada dia hay mas muestras de repudio hacia el y sin embargo el sigue como el conejo de duracell "a jode y jode"...
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