Cuando Bernardo Bátiz era procurador del DF, uno de sus máximos orgullos fue la articulación de un grupo femenil de agentes judiciales capacitadas en Israel, llamadas Gacelas.
Tan importante para la protección de los ciudadanos se consideraba a ese selecto grupo, que la ciudad no reparó en recursos para que nada les faltara a fin de que pudieran cuidar la integridad de los capitalinos.
Todo mundo sabe que acabaron como guardaespaldas de Andrés Manuel López Obrador; incluso algunas como adelitas de Claudia Scheinbaum en su cruzada contra la privatización de Pemex.
Por supuesto que las Gacelas de Bátiz, quien la administración pasada fungió como ministerio público personal de El Peje, siguen en activo, solamente que haciendo labores de nanas.
Un par de ellas cuidan día y noche a la mujer del tabasqueño, Beatriz Gutiérrez Müller, y al hijo que tuvo con ella, Jesús Ernesto. Las Gacelas viajan con ella incluso a hacer el súper.
Lejos están los días en que Gutiérrez Müller, modesta empleada del Gobierno del DF, conducía se Polo color arena; ese auto lo cambió por una camioneta CV-R negra, que tanto gustan a los pirrurris que su marido odia.
Desde que en octubre de 2006 se casó con el mesías tropical, la señora cuenta con un verdadero condominio, nada comparado con el modesto depa~ que López Obrador presumía en Copilco.
Cualquier gente con un trabajo estable y bien remunerado puede pagar una camioneta de ese tipo, pero ni ella ni su marido trabajan y aún así tienen escoltas privados, vehículos de lujo, condominio en la Del Valle y gastos.
Tan sólo Beatriz tiene tres guaruras; le gusta manejar su camioneta por lo que una Gacela va de copiloto y la otra va atrás, cuidando al heredero. Un tercer escolta del sexo masculino, armado, se les pega en un Jetta gris.
O sea, como debe ser la seguridad para una primera dama legítima, solamente que nadie sabe de dónde sale tanto dinero para tener seguridad de élite, ni los permisos para las armas.
Marcelo Ebrard no se queda atrás, pues además la vigilancia de su esposa Mariagna Prats, están los guaruras que cuidan un condominio horizontal en la calle Rebsamen, de la Del Valle, donde vive Francesca Ramos Morgan, casualmente su ex mujer.
Vaya que está dura la inseguridad en el DF… pero sólo para la los simples mortales.
CENTAVITOS… Al inaugurar la Escuela de Administración Pública del GDF, que certificará a los futuros funcionarios capitalinos, Ebrard dijo que con ello acabarán “los nombramientos discrecionales y derivados de intereses de corto plazo”. ¿Habrá querido decir Marcelo que los actuales responden a intereses personales y a capricho de las tribus? … Por cierto, la directora de esa escuela será Mara Robles, pareja de Salvador Martínez El Pino, quien se ofreció a cerrarle el paso a la gente de Pablo Gómez que ya saboreaba el hueso
Tan importante para la protección de los ciudadanos se consideraba a ese selecto grupo, que la ciudad no reparó en recursos para que nada les faltara a fin de que pudieran cuidar la integridad de los capitalinos.
Todo mundo sabe que acabaron como guardaespaldas de Andrés Manuel López Obrador; incluso algunas como adelitas de Claudia Scheinbaum en su cruzada contra la privatización de Pemex.
Por supuesto que las Gacelas de Bátiz, quien la administración pasada fungió como ministerio público personal de El Peje, siguen en activo, solamente que haciendo labores de nanas.
Un par de ellas cuidan día y noche a la mujer del tabasqueño, Beatriz Gutiérrez Müller, y al hijo que tuvo con ella, Jesús Ernesto. Las Gacelas viajan con ella incluso a hacer el súper.
Lejos están los días en que Gutiérrez Müller, modesta empleada del Gobierno del DF, conducía se Polo color arena; ese auto lo cambió por una camioneta CV-R negra, que tanto gustan a los pirrurris que su marido odia.
Desde que en octubre de 2006 se casó con el mesías tropical, la señora cuenta con un verdadero condominio, nada comparado con el modesto depa~ que López Obrador presumía en Copilco.
Cualquier gente con un trabajo estable y bien remunerado puede pagar una camioneta de ese tipo, pero ni ella ni su marido trabajan y aún así tienen escoltas privados, vehículos de lujo, condominio en la Del Valle y gastos.
Tan sólo Beatriz tiene tres guaruras; le gusta manejar su camioneta por lo que una Gacela va de copiloto y la otra va atrás, cuidando al heredero. Un tercer escolta del sexo masculino, armado, se les pega en un Jetta gris.
O sea, como debe ser la seguridad para una primera dama legítima, solamente que nadie sabe de dónde sale tanto dinero para tener seguridad de élite, ni los permisos para las armas.
Marcelo Ebrard no se queda atrás, pues además la vigilancia de su esposa Mariagna Prats, están los guaruras que cuidan un condominio horizontal en la calle Rebsamen, de la Del Valle, donde vive Francesca Ramos Morgan, casualmente su ex mujer.
Vaya que está dura la inseguridad en el DF… pero sólo para la los simples mortales.
CENTAVITOS… Al inaugurar la Escuela de Administración Pública del GDF, que certificará a los futuros funcionarios capitalinos, Ebrard dijo que con ello acabarán “los nombramientos discrecionales y derivados de intereses de corto plazo”. ¿Habrá querido decir Marcelo que los actuales responden a intereses personales y a capricho de las tribus? … Por cierto, la directora de esa escuela será Mara Robles, pareja de Salvador Martínez El Pino, quien se ofreció a cerrarle el paso a la gente de Pablo Gómez que ya saboreaba el hueso
Comment