Segun una carta publicada en el diario de Chihuahua, no dice exactamente quienes son las fuentes pero algo muy, muy predecible:
NUEVA REFORMA FISCAL EN PUERTA
Por Serafín Peralta Martínez
Serafín Peralta Martínez
Viernes, 03 de Julio de 2009
No es ningún secreto que ante los impactos y estragos que está registrando la economía en nuestro país, con un desplome sin precedentes del aparato productivo, que afecta de manera importante la recaudación de ingresos fiscales; la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha tenido que recortar el presupuesto federal, limitando y deteniendo la ejecución de proyectos de infraestructura física en todo el país; ha tenido que recortar mes con mes, participaciones federales a los gobiernos de los estados y municipios, que les está afectando su presupuesto de gasto público, por lo que el presidente Felipe Calderón, prepara ya una salida fácil y emergente: presentar ante la Cámara de Diputados -inmediatamente pasadas las elecciones-, una propuesta de reforma fiscal.
¿Una reforma fiscal en medio de la crisis?. Así es: el gabinete económico de Calderón muestra su ineficacia en la planificación del desarrollo al no encontrar una salida a tantos problemas que está generando la recesión en la economía nacional. El hecho de no haber previsto, con la debida anticipación, los impactos que generaría la crisis financiera de los Estados Unidos de Norteamérica, y por la falta de una adecuada articulación de medidas contingentes anticíclicas entre el Gobierno federal, las entidades federativas y el aparato productivo, para proteger al empleo y estimular la economía, llevaron a generar lo que hoy estamos viendo: un desplome de la economía combinado con un masivo desempleo.
El que la economía se encuentre totalmente estancada (el crecimiento económico actual es de -8.2%), o, en una situación de franco deterioro, no permite vislumbrar ni siquiera al final del presente año, una pronta solución para los casi 3 millones de desempleados que demandan con urgencia un empleo y un salario que devengar. Las oportunidades de empleos y el estímulo a la economía, las debería de inducir el Gobierno federal, si realmente tuviera voluntad para que el presupuesto federal se ejerciera, en tiempo, con agilidad y sin mucha burocracia de por medio. Podría también el gobierno de Calderón, implementar una política fiscal expansiva para reactivar la economía, a través de una mayor gasto público, como una alternativa viable para atacar el desempleo; lo que le llevaría incluso a registrar un déficit fiscal mayor al previsto de 1.8% del PIB al cierre del presente año.
Ante una crisis del tamaño como la que estamos viviendo, el Gobierno del presidente Calderón debe de actuar con urgencia y prontitud –no esperar más-, por el único camino más eficaz que llevaría a estimular la economía: la inversión pública a través de un mayor gasto público. Si el Gobierno federal no dispone de los recursos presupuestales –por la impresionante caída de los ingresos fiscales-, es razonable que debe de obtenerlos por la vía del financiamiento; es decir, mediante deuda pública interna y externa. Por el contrario, si continúa con la estrategia actual –de inacción o de no hacer nada-, de anunciar programas llenos de buenas intenciones pero con pocos o nulos resultados, lo que está haciendo es prolongar la crisis y la agonía de la economía. Proponer una reforma fiscal contingente por ante la recesión económica, es caer en la precipitación y en profundizar más la desigualdad social. Veamos el fondo de esta idea.
Pensar en una reforma fiscal, es pensar en la capacidad contributiva del sujeto obligado (contribuyente) como criterio rector de las contribuciones o de todo gravamen que se desee imponer. Y como la capacidad económica y cualquier índice de riqueza son elementos que legitiman el impuesto, habría que ver si en medio de una crisis económica como la actual, los contribuyentes soportarían nuevas cargas tributarias. No olvidemos que las cargas tributarias surgen donde existe riqueza –que hoy por la crisis simplemente no la hay-. Un impuesto que no se sustente en índices efectivos de representación económica nace para morir, para ser declarado inconstitucional (p.e hay consenso por que el IETU sea derogado). Este es el riesgo que puede enfrentar el legislador, al no identificar bien el presupuesto de hecho: el hecho imponible.
Y como están las cosas en la economía, con tantas empresas en paro y tanto desempleo, una reforma fiscal como la que se está proponiendo de gravar con IVA los alimentos y medicinas y un posible aumento en la tasa del ISR, gravarían la riqueza de familias con bajos ingresos, lo que podría significar un proyecto montado en un escenario económico artificial, dominado por único criterio: el recaudatorio.
¿Una reforma fiscal en medio de la crisis? Efectivamente el gobierno de Calderón cocina una propuesta, que a mi parecer no es la mejor salida, pues México es un país donde un alto porcentaje de la población vive en pobreza y extrema pobreza, según datos del INEGI, por lo que la percepción de ingresos de ese estrato social, es apenas suficiente para satisfacer las necesidades primarias.
NUEVA REFORMA FISCAL EN PUERTA
Por Serafín Peralta Martínez
Serafín Peralta Martínez
Viernes, 03 de Julio de 2009
No es ningún secreto que ante los impactos y estragos que está registrando la economía en nuestro país, con un desplome sin precedentes del aparato productivo, que afecta de manera importante la recaudación de ingresos fiscales; la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha tenido que recortar el presupuesto federal, limitando y deteniendo la ejecución de proyectos de infraestructura física en todo el país; ha tenido que recortar mes con mes, participaciones federales a los gobiernos de los estados y municipios, que les está afectando su presupuesto de gasto público, por lo que el presidente Felipe Calderón, prepara ya una salida fácil y emergente: presentar ante la Cámara de Diputados -inmediatamente pasadas las elecciones-, una propuesta de reforma fiscal.
¿Una reforma fiscal en medio de la crisis?. Así es: el gabinete económico de Calderón muestra su ineficacia en la planificación del desarrollo al no encontrar una salida a tantos problemas que está generando la recesión en la economía nacional. El hecho de no haber previsto, con la debida anticipación, los impactos que generaría la crisis financiera de los Estados Unidos de Norteamérica, y por la falta de una adecuada articulación de medidas contingentes anticíclicas entre el Gobierno federal, las entidades federativas y el aparato productivo, para proteger al empleo y estimular la economía, llevaron a generar lo que hoy estamos viendo: un desplome de la economía combinado con un masivo desempleo.
El que la economía se encuentre totalmente estancada (el crecimiento económico actual es de -8.2%), o, en una situación de franco deterioro, no permite vislumbrar ni siquiera al final del presente año, una pronta solución para los casi 3 millones de desempleados que demandan con urgencia un empleo y un salario que devengar. Las oportunidades de empleos y el estímulo a la economía, las debería de inducir el Gobierno federal, si realmente tuviera voluntad para que el presupuesto federal se ejerciera, en tiempo, con agilidad y sin mucha burocracia de por medio. Podría también el gobierno de Calderón, implementar una política fiscal expansiva para reactivar la economía, a través de una mayor gasto público, como una alternativa viable para atacar el desempleo; lo que le llevaría incluso a registrar un déficit fiscal mayor al previsto de 1.8% del PIB al cierre del presente año.
Ante una crisis del tamaño como la que estamos viviendo, el Gobierno del presidente Calderón debe de actuar con urgencia y prontitud –no esperar más-, por el único camino más eficaz que llevaría a estimular la economía: la inversión pública a través de un mayor gasto público. Si el Gobierno federal no dispone de los recursos presupuestales –por la impresionante caída de los ingresos fiscales-, es razonable que debe de obtenerlos por la vía del financiamiento; es decir, mediante deuda pública interna y externa. Por el contrario, si continúa con la estrategia actual –de inacción o de no hacer nada-, de anunciar programas llenos de buenas intenciones pero con pocos o nulos resultados, lo que está haciendo es prolongar la crisis y la agonía de la economía. Proponer una reforma fiscal contingente por ante la recesión económica, es caer en la precipitación y en profundizar más la desigualdad social. Veamos el fondo de esta idea.
Pensar en una reforma fiscal, es pensar en la capacidad contributiva del sujeto obligado (contribuyente) como criterio rector de las contribuciones o de todo gravamen que se desee imponer. Y como la capacidad económica y cualquier índice de riqueza son elementos que legitiman el impuesto, habría que ver si en medio de una crisis económica como la actual, los contribuyentes soportarían nuevas cargas tributarias. No olvidemos que las cargas tributarias surgen donde existe riqueza –que hoy por la crisis simplemente no la hay-. Un impuesto que no se sustente en índices efectivos de representación económica nace para morir, para ser declarado inconstitucional (p.e hay consenso por que el IETU sea derogado). Este es el riesgo que puede enfrentar el legislador, al no identificar bien el presupuesto de hecho: el hecho imponible.
Y como están las cosas en la economía, con tantas empresas en paro y tanto desempleo, una reforma fiscal como la que se está proponiendo de gravar con IVA los alimentos y medicinas y un posible aumento en la tasa del ISR, gravarían la riqueza de familias con bajos ingresos, lo que podría significar un proyecto montado en un escenario económico artificial, dominado por único criterio: el recaudatorio.
¿Una reforma fiscal en medio de la crisis? Efectivamente el gobierno de Calderón cocina una propuesta, que a mi parecer no es la mejor salida, pues México es un país donde un alto porcentaje de la población vive en pobreza y extrema pobreza, según datos del INEGI, por lo que la percepción de ingresos de ese estrato social, es apenas suficiente para satisfacer las necesidades primarias.
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