Lo interesante del articulo del sr. rafael cardona es la denuncia de lo que sera UNA ELECCION ILEGAL permitida por el IEDF, ya de por si la eleccion en iztapalacra es de lo mas tartufa y circense agreguenle lo ilegal de las boletas de votacion, que como dice el sr. cardona, con este argumento cualquier leguleyo tira a la basura esta farsa de eleccion en iztapalacra...
En iztapalacra se perfila para una anulacion de la eleccion, hagan sus apuestas!!!...
La boleta electoral es un documento LEGAL Y OFICIAL para la eleccion, solo que miente en cuanto a quienes son los candidatos ¿conclusion??? es un documento falso, causal suficiente para anular la eleccion...
La denuncia esta hecha a tiempo...
El ridículo del IEDF
En iztapalacra se perfila para una anulacion de la eleccion, hagan sus apuestas!!!...
Viven todos orgullosos del cargo conferido. Se comportan como los custodios de la democracia (en Irán formarían el Consejo de los Guardianes) y viven en el dorado paraíso de una burocracia incapaz de resolver un problema y sí, en cambio, generar uno mayor. Son los consejeros del Instituto Electoral del Distrito Federal.
—¿Quién tiene la culpa del desastre mayúsculo por venir en Iztapalapa? Quizá todos menos Juanito.
No son los políticos legítimos o ridículos quienes han puesto en la confusa boleta electoral de Iztapalapa un nombre equivocado, cuya pérdida de vigencia en el registro, falsifica el documento entero.
Donde aparece el emblema del Partido de la Revolución Democrática está el nombre de Clara Brugada y eso es mentira. Ya vendrá algún leguleyo maravilloso a impugnar la elección nada más con base en la incorrección en el documento oficial.
Clara Brugada no podría aparecer como candidata por haber sido inhabilitada para tal aspiración por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, como consecuencia –dicen– de las irregularidades ya sabidas en el proceso interno en su partido.
Obviamente cuando esa decisión fue alcanzada por los magistrados de Culhuacán, las boletas ya habían sido impresas y la burocracia no tuvo otra salida sino la típica explicación del subdesarrollo: “ya no da tiempo señito, venga otro día”
“Las boletas electorales –dice la página del Instituto– se imprimen con base en las características aprobadas por el Consejo General del IEDF el pasado 27 de marzo y, en cumplimiento a lo establecido en el artículo 248 del Código Electoral del DF, el cual señala que las boletas se deberán imprimir dentro de los 30 días posteriores al registro de los candidatos, mismo que se llevó a cabo el pasado 12 de mayo.
“El IEDF tiene previsto contar con las boletas ya impresas para el próximo 11 de junio. Posteriormente se iniciará el proceso de revisión y elaboración de blocs para cada una de las casi 12 mil 500 casillas que serán instaladas el día de la elección”.
En el DF son elaboradas –según confirmó en su oportunidad la empresa de impresión Talleres Gráficos de México– 15 millones de boletas para los cargos de jefes delegacionales y diputados a la Asamblea Legislativa del DF por los principios de mayoría relativa y representación proporcional.
El enigma consiste en cómo se pueden hacer quince millones de boletas en un mes y no reponer las de Iztapalapa entre el 12 y el 30 de junio. La falta de tiempo no puede ser una explicación lógica al menos si se usa la aritmética. Se trataba de menos del 10 por ciento del trabajo en el 50 por ciento del tiempo sin contar con el avance en diseño, insumos y demás en una institución profesional y de alta calidad como han sido siempre los Talleres Gráficos de la Nación, hoy llamados de México.
Si la principal compañía impresora nacional no puede resolver un problema de este tamaño o no se lo piden, entonces vivimos en algo por debajo del subdesarrollo.
Obviamente en abono de las disculpas aparece el asunto de los “candados” de seguridad y las demás características de inviolabilidad de los documentos electorales, pero esas condiciones de elaboración permitieron –y lo digo una vez más– hacer quince millones de papeletas en un mes.
No es posible “tirar” toda la papelería sin tomar una mínima consideración en cuanto a posibles sustituciones, ya sea por litigios como el ocurrido entre Clara Brugada y Silvia Oliva, o bien por un deceso o la falta definitiva de un candidato debida a cualquier otro accidente de la vida o de la muerte.
—¿No existe una previsión para esos casos? Pues entonces el Instituto está jugando a las “pipis y gañas” y realiza su trabajo de manera muy poco segura. Dentro de poco estos magistrados ya podrán administrar guarderías subrogadas sin puertas de emergencia.
Hoy, lo más sencillo frente al desconcierto originado por las imprevisoras instituciones electorales es reírse del surrealismo “lopezobradorista” en torno a votar por uno para entregarle el cargo a la otra, y dejar en el sendero a la tercera en discordia. Hoy todo se va en la condena a quien desde afuera de las instituciones aprovecha en su favor el embrollo causado por ellas.
Si en la boleta de Iztapalapa apareciera el nombre de la candidata “legal”, no estaríamos viendo en un documento”, falsamente seguro, en cuya blindada elaboración se gastan miles y miles en “candados” tipográficos, marcas de agua, sellos, tintas sensibles a luces diversas, papel especial y quién sabe cuántas monerías, para a fin de cuentas presentarlo con un nombre indebido y equivocado.
Lo indispensable en una papeleta electoral es saber por quién se está votando. Y estas boletas no cumplen siquiera con ese requisito de certeza. Es un cheque de la chequera de otro; es la credencial ajena, es una falsedad.
–Fernando Díaz Naranjo, consejero electoral del IEDF, afirmó (15 de junio) que las 15 millones de boletas electorales que se utilizarán para la contienda del próximo 5 de julio ya están impresas, incluidas las de la elección para jefe delegacional en Iztapalapa, registradas (¿?) con el nombre de Clara Brugada.
–¿Y del 15 de junio al 1 de julio se quedaron nada más con los brazos cruzados. Además del ridículo, no pudieron hacer otra cosa.
—¿Quién tiene la culpa del desastre mayúsculo por venir en Iztapalapa? Quizá todos menos Juanito.
No son los políticos legítimos o ridículos quienes han puesto en la confusa boleta electoral de Iztapalapa un nombre equivocado, cuya pérdida de vigencia en el registro, falsifica el documento entero.
Donde aparece el emblema del Partido de la Revolución Democrática está el nombre de Clara Brugada y eso es mentira. Ya vendrá algún leguleyo maravilloso a impugnar la elección nada más con base en la incorrección en el documento oficial.
Clara Brugada no podría aparecer como candidata por haber sido inhabilitada para tal aspiración por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, como consecuencia –dicen– de las irregularidades ya sabidas en el proceso interno en su partido.
Obviamente cuando esa decisión fue alcanzada por los magistrados de Culhuacán, las boletas ya habían sido impresas y la burocracia no tuvo otra salida sino la típica explicación del subdesarrollo: “ya no da tiempo señito, venga otro día”
“Las boletas electorales –dice la página del Instituto– se imprimen con base en las características aprobadas por el Consejo General del IEDF el pasado 27 de marzo y, en cumplimiento a lo establecido en el artículo 248 del Código Electoral del DF, el cual señala que las boletas se deberán imprimir dentro de los 30 días posteriores al registro de los candidatos, mismo que se llevó a cabo el pasado 12 de mayo.
“El IEDF tiene previsto contar con las boletas ya impresas para el próximo 11 de junio. Posteriormente se iniciará el proceso de revisión y elaboración de blocs para cada una de las casi 12 mil 500 casillas que serán instaladas el día de la elección”.
En el DF son elaboradas –según confirmó en su oportunidad la empresa de impresión Talleres Gráficos de México– 15 millones de boletas para los cargos de jefes delegacionales y diputados a la Asamblea Legislativa del DF por los principios de mayoría relativa y representación proporcional.
El enigma consiste en cómo se pueden hacer quince millones de boletas en un mes y no reponer las de Iztapalapa entre el 12 y el 30 de junio. La falta de tiempo no puede ser una explicación lógica al menos si se usa la aritmética. Se trataba de menos del 10 por ciento del trabajo en el 50 por ciento del tiempo sin contar con el avance en diseño, insumos y demás en una institución profesional y de alta calidad como han sido siempre los Talleres Gráficos de la Nación, hoy llamados de México.
Si la principal compañía impresora nacional no puede resolver un problema de este tamaño o no se lo piden, entonces vivimos en algo por debajo del subdesarrollo.
Obviamente en abono de las disculpas aparece el asunto de los “candados” de seguridad y las demás características de inviolabilidad de los documentos electorales, pero esas condiciones de elaboración permitieron –y lo digo una vez más– hacer quince millones de papeletas en un mes.
No es posible “tirar” toda la papelería sin tomar una mínima consideración en cuanto a posibles sustituciones, ya sea por litigios como el ocurrido entre Clara Brugada y Silvia Oliva, o bien por un deceso o la falta definitiva de un candidato debida a cualquier otro accidente de la vida o de la muerte.
—¿No existe una previsión para esos casos? Pues entonces el Instituto está jugando a las “pipis y gañas” y realiza su trabajo de manera muy poco segura. Dentro de poco estos magistrados ya podrán administrar guarderías subrogadas sin puertas de emergencia.
Hoy, lo más sencillo frente al desconcierto originado por las imprevisoras instituciones electorales es reírse del surrealismo “lopezobradorista” en torno a votar por uno para entregarle el cargo a la otra, y dejar en el sendero a la tercera en discordia. Hoy todo se va en la condena a quien desde afuera de las instituciones aprovecha en su favor el embrollo causado por ellas.
Si en la boleta de Iztapalapa apareciera el nombre de la candidata “legal”, no estaríamos viendo en un documento”, falsamente seguro, en cuya blindada elaboración se gastan miles y miles en “candados” tipográficos, marcas de agua, sellos, tintas sensibles a luces diversas, papel especial y quién sabe cuántas monerías, para a fin de cuentas presentarlo con un nombre indebido y equivocado.
Lo indispensable en una papeleta electoral es saber por quién se está votando. Y estas boletas no cumplen siquiera con ese requisito de certeza. Es un cheque de la chequera de otro; es la credencial ajena, es una falsedad.
–Fernando Díaz Naranjo, consejero electoral del IEDF, afirmó (15 de junio) que las 15 millones de boletas electorales que se utilizarán para la contienda del próximo 5 de julio ya están impresas, incluidas las de la elección para jefe delegacional en Iztapalapa, registradas (¿?) con el nombre de Clara Brugada.
–¿Y del 15 de junio al 1 de julio se quedaron nada más con los brazos cruzados. Además del ridículo, no pudieron hacer otra cosa.
La denuncia esta hecha a tiempo...
El ridículo del IEDF
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