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por esto siempre ayudo al chango del cilindrero....

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  • por esto siempre ayudo al chango del cilindrero....

    POR ESTO SIEMPRE AYUDO AL CHANGO DEL CILINDRERO


    NO LE AUNQUE SE LLAME CARLO$ $LIM, EMILIO AZCÁRRAGA JEAN O RICARDO $ALINA$ PLIEGO
    y es que soy muy aficionado a la música y a los músicos.



  • #2
    Re: por esto siempre ayudo al chango del cilindrero....

    Bicentenario ¿de qué?







    Escrito por Claudia Ruiz Arriola



    (20 septiembre 2009).- En 1776, cabreados por los nuevos impuestos que la Corona quería imponerles, los gringos iniciaron su movimiento de Independencia bajo el lema "no más impuestos sin representación". El resultante conflicto no sólo los libró de sus aristocráticos parásitos sino que hizo, de los ex súbditos del rey, ciudadanos de una República. Tras su Independencia, los gringos ganaron el derecho a elegir a sus gobernantes, destituirlos sin derramar sangre, exigirles cuentas y ver representados sus intereses. Algo muy diferente pasó de este lado del Río Bravo, donde la Independencia no logró ninguna de estas cosas. Tampoco la Revolución o la tan cacareada "transición democrática".



    Aquí, el 2009-2010 será el año para conmemorar el Bicentenario, Centenario y Década de una serie de movimientos sociales que han desembocado en .comillas: "un cambio para que nada cambie". Ninguno de los tres movimientos nos ha dado representación, ni nos ha librado de nuestras rémoras reales, ni nos ha convertido en ciudadanos de una República. Aquí seguimos siendo súbditos sometidos al poder omnímodo (y ambición omnívora) de unos partidos políticos que nos gravan sin representarnos, nos exprimen a voluntad mientras sus dinastías viven a cuerpo de rey sin darle cuentas a nadie. Aquí seguimos siendo el botín político de un puñado de parásitos con privilegios que se halagan a sí mismos con el nombre de "líderes democráticos". Aquí el rey ha muerto pero las Casas Reales viven. Y viven muy bien.



    Hoy esos sátrapas quieren más impuestos sin darnos nada a cambio. Impuestos unilaterales para mantener sus privilegios unilaterales: quieren recibir más sin representarnos, sin recortar sus gastos ni castigar a quienes se enriquecen del erario ilícitamente. Impuestos impúdicos, sin vergüenza alguna por sus derroches, promesas incumplidas o ineficiencia. Y nos van a hacer pagar porque los partidos que mantenemos para que sean diferentes son igualitos: todos necesitan más dinero para mantener sus privilegios y "maicear" a sus cortesanos, para derrochar escandalosamente en propaganda, pavoneando a herederos y Mesías que sepan vendernos la idea de que a ellos nuestro bienestar les importa más que el trono.



    Chiquitos y grandes
    quieren más impuestos para que el juego continúe y con él la pantomima del Estado democrático de la que viven. Un Estado democrático donde no es posible destituir a los gobernantes ineptos, ni se puede pedir cuentas a los corruptos, ni el ciudadano tiene voz una vez emitido su voto. Un Estado democrático donde el "demos" -el pueblo que no vive del gobierno- no cuenta pues los senadores y diputados, gobernadores y presidentes sólo se representan a sí mismos y a sus consortes reales (¿ya vieron a los priistas, acérrimos críticos de Fox y Martita, aplaudiendo e incitando la cursilería de Moreira y Peña Nieto nomás porque son de su partido?).



    Por mucho que se cacareen la Independencia, Grito y Revolución, el Estado aún está ahí para servirles a los gobernantes, para adular su ego, para satisfacer sus necesidades pues, como en las mejores épocas del absolutismo obsceno de Luis XVI, el Estado son ellos. Nosotros sólo somos medios para sus fines personales y partidistas: nos expolian para hacerse ricos sin trabajar, nos entretienen con romancitos de pacotilla para ser famosos, nos imponen su voluntad sin escuchar la nuestra. Todo bajo la tenue tapadera de unas elecciones democráticas que sirven para que el territorio cambie de manos sin que se modifique sustancialmente la calidad de "encomendados" de sus habitantes. Hoy, gracias a la "transición democrática" estrenamos amos cada tres o seis años, pero seguimos bajo el régimen de la encomienda.



    Nuestros derechos se reducen a trabajar para los señores y "apretarnos el cinturón" en pro de la patria. En contraste, nuestros zánganos señores carecen de obligaciones y les sobran privilegios: se pasean en caballo de hacienda (elefante para Carstens, plis), exigiendo mayor productividad y sacrificio a sus lacayos, creando leyes maquiavélicamente diseñadas para aumentar su control y rentas, promoviendo a sus herederos y dinastías, derrochando lo ajeno y, cuando bien nos va, inaugurando -con bombo y platillo- dos o tres letrinas (mal hechas) para que la población goce del admirable progreso que su gestión le ha acarreado a la nación y bese los pies de sus benefactores por tan inmerecida munificencia.



    Y el juego sigue: cada dos o tres años nuevos impuestos sin representación, sin cumplimiento de promesas de campaña (¿y la tenencia, apá?), sin rendición de cuentas o derecho a remover gobernantes. Nuevos dineros recaudados con la fuerza del Estado para alimentar a una aristocracia tan inútil como onerosa que vive conmemorando gestas históricas convertidas -por obra y gracia de PRI, PAN y PRD- en viles farsas. Sí, septiembre es el mes de la patria. Mes para recordar y celebrar que somos republicanos, demócratas, laicos (¡gracias a Dios!) e independientes. Mes para gritar: ¡El rey ha muerto! ¡Viva la tiranía de las lacras partidistas!

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