Ojo! que nadie está culpando a nadie de los actos de un fanático. Se está criticando la falta de adiestramiento y medidas preventivas para este tipo de situaciones.
22-Sep-2009
Archivos del poder
Martín Moreno
DF: gobierno fallido
El 17, el STC-Metro, advertimos: “Se ha convertido en un gusano reumático, lento, inseguro e insuficiente”.
El 18, sobre la falta de seguridad ahí, los hechos rebasaron la advertencia periodística: un fanático mató a un policía y a un civil que, al intentar desarmarlo, encontró la muerte.
Sin duda, ni Marcelo Ebrard ni Manuel Mondragón o Miguel Mancera tienen la culpa de que, el 18, el jalisciense Luis Felipe Hernández decidiera entrar a buscar camorra. Nadie los está culpando de ello. Cuando alguien quiere convertirse en asesino múltiple, no hay poder humano que lo frene. Pero el problema está en la falta de equipamiento y preparación de los policías encargados de vigilar el medio que transporta a más de cinco millones al día.
Nadie le regatea al agente Víctor Manuel Miranda su valentía al intentar desarmar a Luis Felipe en la estación Balderas, aunque fracasara en su intento, pero es precisamente en este punto donde surgen las interrogantes que hay, lo quiera o no entender el Gobierno del DF, sobre la seguridad de millones de capitalinos.
¿Por qué los policías de adentro del Metro no están armados, cuando tienen en sus manos la seguridad de millones? Y no hablamos solamente de portar pistola, con los riesgos que eso conlleva. Al agresor se le pudo haber sometido si el policía Miranda hubiera llevado “macana eléctrica”, paralizador o gas pimienta, suficientes para inmovilizar a cualquiera. Aún más: si todo empezó, como se observa en el video, con forcejeos y una pelea cuerpo a cuerpo, Miranda —sin minimizar su gallardía—, simplemente no pudo con Luis Felipe. ¿Dónde está el adiestramiento? ¿Dónde queda el entrenamiento policiaco que, se supone, deben tener los preventivos destacados a lugares de alto riesgo, como el Metro? El policía jamás pudo someter al fanático, a pesar de tenerlo frente a él, y allí están las consecuencias.
¿De qué sirve ahora que Ebrard y el iracundo Mondragón anuncien que habrá mil 600 policías más para vigilar el Metro, cuando el daño, por falta de equipo adecuado y preparación policiaca, ya se hizo en una “hora pico”?
Ni Ebrard ni Mondragón saben realmente a lo que se están enfrentando, por una razón de lógica elemental: no viajan ahí y, cuando lo hacen, les desalojan los vagones y solamente los rodean la prensa y unos cuantos colaboradores. Ignoran lo que sufren los usuarios. Desconocen que algunas estaciones se han vuelto centro de operaciones de ladrones, carteristas, mañosos, prostitutas, chantajistas y vendedores pirata. ¿Ir en Metro? ¡Ay, no, fuchi!
Les falta brecha. Creen que todo es caminar por el Centro Histórico o estar dentro de la comodidad de sus oficinas.
Pero el policía Miranda y el héroe Esteban Cervantes sí sabían de las penurias diarias de millones de viajeros. El primero murió porque no tuvo ni el arma ni el entrenamiento adecuados. El segundo, porque Miranda fracasó. Esa es la realidad. Y mientras el 20 al mediodía, en el Zócalo, Ebrard y su gabinete se autoaplaudían y se autofelicitaban en un festival de populismo y frivolidad —el sello de la casa—, eran enterrados Miranda y Cervantes, sin la presencia de ningún representante del GDF. El sábado, lagrimitas, y el domingo, carcajadas.
Pero como la ALDF censuró a los diputados de oposición para que nada le reclamen a Ebrad, nadie le pudo alegar en su Informe sobre la inseguridad, las inundaciones, los asesinatos por robo y tantos problemas que están hundiendo a la Ciudad de México.
El gobierno fallido se refleja en el miedo de los capitalinos, su inseguridad, las inundaciones mortales, la falta de empleo, los abusos y la corrupción en las delegaciones, las mentiras de la PGJDF, en una ciudad secuestrada por los grupos al servicio del PRD y en un transporte anárquico e inseguro.
22-Sep-2009
Archivos del poder
Martín Moreno
DF: gobierno fallido
El 17, el STC-Metro, advertimos: “Se ha convertido en un gusano reumático, lento, inseguro e insuficiente”.
El 18, sobre la falta de seguridad ahí, los hechos rebasaron la advertencia periodística: un fanático mató a un policía y a un civil que, al intentar desarmarlo, encontró la muerte.
Sin duda, ni Marcelo Ebrard ni Manuel Mondragón o Miguel Mancera tienen la culpa de que, el 18, el jalisciense Luis Felipe Hernández decidiera entrar a buscar camorra. Nadie los está culpando de ello. Cuando alguien quiere convertirse en asesino múltiple, no hay poder humano que lo frene. Pero el problema está en la falta de equipamiento y preparación de los policías encargados de vigilar el medio que transporta a más de cinco millones al día.
Nadie le regatea al agente Víctor Manuel Miranda su valentía al intentar desarmar a Luis Felipe en la estación Balderas, aunque fracasara en su intento, pero es precisamente en este punto donde surgen las interrogantes que hay, lo quiera o no entender el Gobierno del DF, sobre la seguridad de millones de capitalinos.
¿Por qué los policías de adentro del Metro no están armados, cuando tienen en sus manos la seguridad de millones? Y no hablamos solamente de portar pistola, con los riesgos que eso conlleva. Al agresor se le pudo haber sometido si el policía Miranda hubiera llevado “macana eléctrica”, paralizador o gas pimienta, suficientes para inmovilizar a cualquiera. Aún más: si todo empezó, como se observa en el video, con forcejeos y una pelea cuerpo a cuerpo, Miranda —sin minimizar su gallardía—, simplemente no pudo con Luis Felipe. ¿Dónde está el adiestramiento? ¿Dónde queda el entrenamiento policiaco que, se supone, deben tener los preventivos destacados a lugares de alto riesgo, como el Metro? El policía jamás pudo someter al fanático, a pesar de tenerlo frente a él, y allí están las consecuencias.
¿De qué sirve ahora que Ebrard y el iracundo Mondragón anuncien que habrá mil 600 policías más para vigilar el Metro, cuando el daño, por falta de equipo adecuado y preparación policiaca, ya se hizo en una “hora pico”?
Ni Ebrard ni Mondragón saben realmente a lo que se están enfrentando, por una razón de lógica elemental: no viajan ahí y, cuando lo hacen, les desalojan los vagones y solamente los rodean la prensa y unos cuantos colaboradores. Ignoran lo que sufren los usuarios. Desconocen que algunas estaciones se han vuelto centro de operaciones de ladrones, carteristas, mañosos, prostitutas, chantajistas y vendedores pirata. ¿Ir en Metro? ¡Ay, no, fuchi!
Les falta brecha. Creen que todo es caminar por el Centro Histórico o estar dentro de la comodidad de sus oficinas.
Pero el policía Miranda y el héroe Esteban Cervantes sí sabían de las penurias diarias de millones de viajeros. El primero murió porque no tuvo ni el arma ni el entrenamiento adecuados. El segundo, porque Miranda fracasó. Esa es la realidad. Y mientras el 20 al mediodía, en el Zócalo, Ebrard y su gabinete se autoaplaudían y se autofelicitaban en un festival de populismo y frivolidad —el sello de la casa—, eran enterrados Miranda y Cervantes, sin la presencia de ningún representante del GDF. El sábado, lagrimitas, y el domingo, carcajadas.
Pero como la ALDF censuró a los diputados de oposición para que nada le reclamen a Ebrad, nadie le pudo alegar en su Informe sobre la inseguridad, las inundaciones, los asesinatos por robo y tantos problemas que están hundiendo a la Ciudad de México.
El gobierno fallido se refleja en el miedo de los capitalinos, su inseguridad, las inundaciones mortales, la falta de empleo, los abusos y la corrupción en las delegaciones, las mentiras de la PGJDF, en una ciudad secuestrada por los grupos al servicio del PRD y en un transporte anárquico e inseguro.
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