Nos dieron…
Gato por liebre
Por Jaime Sánchez Susarrey
En medio de la peor crisis, Felipe Calderón propone aumentar los impuestos y poder continuar con el derroche en el gasto del gobierno federal
Felipe Calderón no predica con el ejemplo y se contradice flagrantemente. El giro de 180 grados que dio en su Tercer Informe de Gobierno no se refleja en su propuesta fiscal. El presidente de la República optó, de nuevo, por lo posible y dejó de lado lo necesario. Y tal como hizo con la reforma de Pemex, está evadiendo el debate con la esperanza de que las oposiciones, el PRI en particular, aprueben la miscelánea fiscal.
La estrategia adoptada es ingenua y está condenada al fracaso. La parte medular de la Ley de Ingresos es el nuevo impuesto denominado "Contribución para el combate a la pobreza" que gravará con 2 por ciento todos los productos de consumo -incluidos alimentos y medicinas. La novedad de este impuesto está en que esos ingresos serían etiquetados y tendrían una reglamentación diferente a la del IVA. El cambio de nombre y el objetivo declarado -combatir la pobreza- deberían, en la imaginación de los funcionarios de Hacienda, posibilitar que el PRI votara a favor.
Pero es evidente, tanto para los priistas como para la opinión pública, que Felipe Calderón nos está ofreciendo gato por liebre. Porque el incremento del 2 por ciento a todos los productos de consumo, no importa cómo se denomine o administre, es un impuesto al valor agregado (IVA puro y decantado). Así que en buen castellano la miscelánea fiscal propone incrementar el IVA del 15 al 17 por ciento y hacerlo extensivo -el 2 por ciento- a medicinas y alimentos.
La esperanza de Hacienda y del propio Calderón era que la aprobación del impuesto del 2 por ciento para todos los productos abriera las puertas a una reforma fiscal integral en el futuro. Esto es, una reforma que -como lo señaló el ex presidente Ernesto Zedillo- gravara el consumo en forma universal -incluidos alimentos y medicinas- y eliminara los regímenes especiales. Pero la estrategia diseñada por la Secretaría de Hacienda es tan ingenua que ya fracasó. Los priistas fijaron su posición definitiva esta semana: no votarán a favor del nuevo impuesto porque en la plataforma del PRI está consignada la oposición a gravar el consumo de medicinas y alimentos.
Así que el gobierno de la República está a punto de quedar, como le ocurrió con la reforma energética, en el peor de los mundos posibles. Después de rasurar su propuesta para alcanzar lo posible se encuentra con que el PRI la desaprueba y condena. Sorprende, por lo mismo, no sólo la ingenuidad, sino la repetición del guión y los errores que se cometieron ayer. Esto confirma que el presidente de la República no aprende de sus yerros o, peor aún, que no tiene imaginación ni audacia para poner en práctica otra política.
La estrategia alternativa estaba a la mano y era muy sencilla de implementar. Lo primero a considerar era y es que la aprobación de la miscelánea fiscal está en manos del PRI y de nadie más. Ésa es la correlación de fuerzas que dejó el 5 de julio. Y con ella los priistas, quiéranlo o no, se vuelven corresponsables de la política económica. Ante esta realidad, el presidente de la República debió haber mandado una iniciativa integral de reforma fiscal para abrir el debate en la Cámara de Diputados y en los medios de comunicación.
Iniciativa integral y lenguaje claro y preciso. Ésa, y no un lenguaje sibilino y tramposo, debió ser la esencia de la propuesta fiscal. Porque lo peor que podía pasar es lo que ya pasó: que el PRI la descalificara y la condenara. Pero al hacer eso la pelota quedaría automáticamente en la cancha de los priistas y les correspondería a ellos definir el contenido de la Ley de Ingresos. La oportunidad era única, pero se dejó pasar. El presidente de la República perdió la batalla en la Cámara de Diputados y en los medios de comunicación.
La percepción que se tiene, y no es errónea, es que Felipe Calderón quiere imponer más impuestos al consumo y a la producción. El listado pasma: el IVA pasa del 15 al 17 por ciento, el Impuesto Sobre la Renta (ISR) sube de 28 a 30 por ciento, se mantiene el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) y se limitan las deducciones, se incrementan los impuestos especiales sobre producción y servicios (IEPS) y se crean nuevos impuestos (4 por ciento) para internet y telefonía.
Esto se propone en medio de la peor crisis económica desde 1929, con sus notas dominantes: el desempleo, la quiebra de empresas y la reducción de los ingresos de las familias y las personas. Además de que la recuperación de la economía en Estados Unidos y México se anuncia como un proceso complicado y desigual. Pero no sólo eso. El contexto político y fiscal es todavía más escandaloso. La miscelánea fiscal golpeará, como siempre, a los causantes cautivos, no toca a la economía informal y no simplifica los trámites para pagar impuestos.
¿Y todo para qué? Para que el derroche del gobierno federal, de los gobiernos estatales, de las empresas paraestatales, de los sindicatos y los partidos continúe.Las cifras no mienten. A la Compañía Luz y Fuerza del Centro, que está completamente quebrada y presta un pésimo servicio, el gobierno le otorga un subsidio anual de 40 mil millones de pesos. Y qué decir del IFE y los partidos políticos que el próximo año recibirán 9 mil millones de pesos.
Felipe Calderón yerra. Al paso que va será recordado como el Presidente de la contrarreforma electoral de 2007, de las minirreformas, del incremento a los impuestos para mantener los privilegios de la clase política y del lenguaje sibilino que quiso vender gato por liebre. ¿Dónde quedó la brega de eternidades de Manuel Gómez Morin?
Copyright © Grupo Reforma Servicio Informativo
Fecha de publicación: 26 Sep. 09
Gato por liebre
Por Jaime Sánchez Susarrey
En medio de la peor crisis, Felipe Calderón propone aumentar los impuestos y poder continuar con el derroche en el gasto del gobierno federal
Felipe Calderón no predica con el ejemplo y se contradice flagrantemente. El giro de 180 grados que dio en su Tercer Informe de Gobierno no se refleja en su propuesta fiscal. El presidente de la República optó, de nuevo, por lo posible y dejó de lado lo necesario. Y tal como hizo con la reforma de Pemex, está evadiendo el debate con la esperanza de que las oposiciones, el PRI en particular, aprueben la miscelánea fiscal.
La estrategia adoptada es ingenua y está condenada al fracaso. La parte medular de la Ley de Ingresos es el nuevo impuesto denominado "Contribución para el combate a la pobreza" que gravará con 2 por ciento todos los productos de consumo -incluidos alimentos y medicinas. La novedad de este impuesto está en que esos ingresos serían etiquetados y tendrían una reglamentación diferente a la del IVA. El cambio de nombre y el objetivo declarado -combatir la pobreza- deberían, en la imaginación de los funcionarios de Hacienda, posibilitar que el PRI votara a favor.
Pero es evidente, tanto para los priistas como para la opinión pública, que Felipe Calderón nos está ofreciendo gato por liebre. Porque el incremento del 2 por ciento a todos los productos de consumo, no importa cómo se denomine o administre, es un impuesto al valor agregado (IVA puro y decantado). Así que en buen castellano la miscelánea fiscal propone incrementar el IVA del 15 al 17 por ciento y hacerlo extensivo -el 2 por ciento- a medicinas y alimentos.
La esperanza de Hacienda y del propio Calderón era que la aprobación del impuesto del 2 por ciento para todos los productos abriera las puertas a una reforma fiscal integral en el futuro. Esto es, una reforma que -como lo señaló el ex presidente Ernesto Zedillo- gravara el consumo en forma universal -incluidos alimentos y medicinas- y eliminara los regímenes especiales. Pero la estrategia diseñada por la Secretaría de Hacienda es tan ingenua que ya fracasó. Los priistas fijaron su posición definitiva esta semana: no votarán a favor del nuevo impuesto porque en la plataforma del PRI está consignada la oposición a gravar el consumo de medicinas y alimentos.
Así que el gobierno de la República está a punto de quedar, como le ocurrió con la reforma energética, en el peor de los mundos posibles. Después de rasurar su propuesta para alcanzar lo posible se encuentra con que el PRI la desaprueba y condena. Sorprende, por lo mismo, no sólo la ingenuidad, sino la repetición del guión y los errores que se cometieron ayer. Esto confirma que el presidente de la República no aprende de sus yerros o, peor aún, que no tiene imaginación ni audacia para poner en práctica otra política.
La estrategia alternativa estaba a la mano y era muy sencilla de implementar. Lo primero a considerar era y es que la aprobación de la miscelánea fiscal está en manos del PRI y de nadie más. Ésa es la correlación de fuerzas que dejó el 5 de julio. Y con ella los priistas, quiéranlo o no, se vuelven corresponsables de la política económica. Ante esta realidad, el presidente de la República debió haber mandado una iniciativa integral de reforma fiscal para abrir el debate en la Cámara de Diputados y en los medios de comunicación.
Iniciativa integral y lenguaje claro y preciso. Ésa, y no un lenguaje sibilino y tramposo, debió ser la esencia de la propuesta fiscal. Porque lo peor que podía pasar es lo que ya pasó: que el PRI la descalificara y la condenara. Pero al hacer eso la pelota quedaría automáticamente en la cancha de los priistas y les correspondería a ellos definir el contenido de la Ley de Ingresos. La oportunidad era única, pero se dejó pasar. El presidente de la República perdió la batalla en la Cámara de Diputados y en los medios de comunicación.
La percepción que se tiene, y no es errónea, es que Felipe Calderón quiere imponer más impuestos al consumo y a la producción. El listado pasma: el IVA pasa del 15 al 17 por ciento, el Impuesto Sobre la Renta (ISR) sube de 28 a 30 por ciento, se mantiene el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) y se limitan las deducciones, se incrementan los impuestos especiales sobre producción y servicios (IEPS) y se crean nuevos impuestos (4 por ciento) para internet y telefonía.
Esto se propone en medio de la peor crisis económica desde 1929, con sus notas dominantes: el desempleo, la quiebra de empresas y la reducción de los ingresos de las familias y las personas. Además de que la recuperación de la economía en Estados Unidos y México se anuncia como un proceso complicado y desigual. Pero no sólo eso. El contexto político y fiscal es todavía más escandaloso. La miscelánea fiscal golpeará, como siempre, a los causantes cautivos, no toca a la economía informal y no simplifica los trámites para pagar impuestos.
¿Y todo para qué? Para que el derroche del gobierno federal, de los gobiernos estatales, de las empresas paraestatales, de los sindicatos y los partidos continúe.Las cifras no mienten. A la Compañía Luz y Fuerza del Centro, que está completamente quebrada y presta un pésimo servicio, el gobierno le otorga un subsidio anual de 40 mil millones de pesos. Y qué decir del IFE y los partidos políticos que el próximo año recibirán 9 mil millones de pesos.
Felipe Calderón yerra. Al paso que va será recordado como el Presidente de la contrarreforma electoral de 2007, de las minirreformas, del incremento a los impuestos para mantener los privilegios de la clase política y del lenguaje sibilino que quiso vender gato por liebre. ¿Dónde quedó la brega de eternidades de Manuel Gómez Morin?
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Fecha de publicación: 26 Sep. 09
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