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Te queremos cerca, pero no tan cerca

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  • Te queremos cerca, pero no tan cerca

    Serpientes y escaleras
    Raymundo Riva Palacio 08:10

    Domingo 18 Octubre

    PRIMER TIEMPO: Te queremos cerca, pero no tan cerca Sin lugar a dudas, Andrés Manuel López Obrador iba a ser la gran figura en una puesta en escena que no era de él. Pero qué importaba. Imán social, figura política indiscutible, López Obrador era la cereza en el pastel eléctrico. Sería el último orador en el mitin en el Zócalo, donde desembocaría la gran marcha de apoyo al Sindicato Mexicano de Electricistas. El escenario estaba dispuesto para él. Abriría la lista de oradores Martín Esparza, el líder del SME, desconocido por el gobierno federal como líder, y cerraría López Obrador, el presidente legítimo. Arrancó la marcha, y López Obrador, que iba a jugar un papel protagónico, no inició en la primera línea. Se incorporó en un contingente a 300 metros de distancia. Pero López Obrador se fue retrasando, sin entenderse el porqué. La primera fila de la marcha lo dejó atrás, llegó al Zócalo, comenzó el mitin y cuando su cilindrero mayor, Porfirio Muñoz Ledo, volvía a incendiarse con la idea de derrocar al presidente Felipe Calderón, López Obrador dejó de marchar. Ya no estaba a 300 metros de las cabezas de la marcha; se encontraba a dos kilómetros. “Ya no puedo avanzar”, comunicó. “Estuvimos mucho tiempo parados en El Ángel”. Fue anticlimático para una sociedad política que veía en ese momento el relanzamiento del movimiento social amlista que va perdiendo adeptos de manera acelerada. Ni demorado, ni cansado. López Obrador no es de esos. Tampoco dejó escapar voluntariamente la oportunidad de montarse en una nueva ola de crisis política que le permitiera articular las otras crisis -social y de seguridad- en torno a su candidatura presidencial. Lo que sucedió es que le hicieron notar que su marca era demasiado costosa para el SME. Que si quería ayudar al sindicalismo, tendría que sacrificarse él mismo. Cosa rara en él, reculó. Cantó el himno nacional, lejos del Zócalo y se despidió.

    SEGUNDO TIEMPO: Eres nuestro líder, pero tómate unas vacaciones. Si la ausencia de Andrés Manuel López Obrador en el templete rojo en el Zócalo, durante el mitin del SME fue un elemento que desconcertó, más hubieran sido si las decenas de miles de voces enojadas por la liquidación abrupta de su fuente de empleo hubieran sabido las razones. López Obrador no los desairó. Nada más lejos de eso. López Obrador fue convencido de que no podía ir a la marcha porque le haría más daño que beneficio a la causa de SME. Los emisarios fueron el líder de los telefonistas, Francisco Hernández Juárez, y el líder de los trabajadores universitarios, Agustín Rodríguez. El primero también es diputado federal del PRD; el segundo, perdió en la elección. Pero ambos, que siempre fueron apoyados por el SME cuando sus propias luchas se volvieron críticas, tuvieron la difícil encomienda de pedirle que no llegara al Zócalo y, menos aún, que participara como orador. La razón que le esgrimieron era simple pero de fondo: si la lucha del SME contra la liquidación de la Compañía Luz y Fuerza se partidiza, se muere. La decisión del cierre de la empresa es irreversible, pero el SME aspira a que, en una nueva empresa que opere el suministro de energía eléctrica para el 40 por ciento de la población nacional, sea su contrato colectivo el que se mude de patrón. La apuesta es difícil, pues la lógica financiera que planteó el gobierno para la extinción de Luz y Fuerza está anclada en los privilegios y abusos plasmados en el contrato colectivo. Pero la conclusión era que si de sí el pleito es muy difícil de ganar, peor sería con la contaminación, perdone usted, podrían haberle dicho, de López Obrador.

    TERCER TIEMPO: Yo también me sumo, pues la papa es muy caliente Andrés Manuel López Obrador está comenzando a pagar los costos de su radicalismo y el poco oído que presta cuando le dicen sus cercanos que su decisión no es la correcta. Eso le dijeron cuando propuso el plantón sobre Paseo de la Reforma en los meses postelectorales en 2006. Que mejor se fuera a una huelga de hambre sin afectar a la ciudadanía, recomendaron. “Denme un voto de confianza”, pidió, “yo sé que esto será lo mejor”. Resultado: quebró el apoyo de las clases medias y empezó el declive sostenido de su popularidad. Le pidieron que no apoyara a los candidatos del PT en el Distrito Federal en las elecciones federales de 2009 porque confundía, y volvió a decir que no. Apoyó al PT y ganó en Iztapalapa, pero perdió en el resto de la capital y el país. El efecto López Obrador le quitó, en una noche, seis puntos de popularidad a la candidata del PRD en Miguel Hidalgo, Ana Guevara, y la esquizofrenia de partidos le quitó casi la mitad del voto al PRD en la capital, perdiendo además sus bastiones en el Estado de México. Ya no más. Aquél bono de confianza a su instinto político, se agotó este jueves. El jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, muy cercano a él, le pidió que también se hiciera a un lado de la causa del SME. Que él va a luchar por la controversia constitucional en la Suprema Corte para revertir el decreto de liquidación, y abrir fuentes de trabajo para los electricistas liquidados. Pero eso no lo podrá hacer si López Obrador se encuentra detrás de ellos. Su causa lastima la causa del SME. Ya no es un activo; se convirtió en lastre. La izquierda, finalmente, está tomando definiciones hacia el futuro.

    rrivapalacio@ejecentral.com.mx

  • #2
    Re: Te queremos cerca, pero no tan cerca

    http://www.razon.com.mx/spip.php?pag..._article=11182

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    • #3
      Re: Te queremos cerca, pero no tan cerca

      Gracias por poner el link, se me pasó.

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