La izquierda, enferma
Por: Gloria Leticia Díaz
México, D.F.; 5 de diciembre.- Como muchos mexicanos, el catedrático de la UNAM y expresidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE), José Woldenberg, se confiesa desencantado de la izquierda nacional.
El también novelista repasa, a través de su propia experiencia, el camino que ha seguido esa orientación ideológica y sus organizaciones, a fin de analizar las causas de la crisis que padece.
A tres años de que la izquierda partidista estuviera a “un tris de ganar la Presidencia de la República” con la candidatura de Andrés Manuel López Obrador al frente de la coalición Por el Bien de Todos y ante el descenso de la fuerza electoral del PRD –de 29% en 2006 a 12% en las elecciones de diputados federales de 2009– Woldenberg propone que “la izquierda democrática” realice un balance poselectoral para garantizar su futuro.
...
Para Woldenberg, la disminución de la presencia política de la izquierda comienza con la reacción poselectoral de 2006, sin dejar de reconocer que se llegó a la jornada del 2 de julio en condiciones de tensión política generada por la actitud “absolutamente irresponsable” del presidente Vicente Fox al impulsar el desafuero de López Obrador.
Sin embargo, aclara, la verdadera espiral de desencuentros empezó a las 11 de la noche, cuando Calderón y López Obrador se autoproclamaron triunfadores de la elección, pese a que el presidente del Consejo General del IFE, Luis Carlos Ugalde, declaró que no se podía nombrar a un ganador hasta que concluyera el conteo distrital.
“Yo creo que buena parte de la suerte que ha corrido el PRD se selló en esas jornadas poselectorales”, señala Woldenberg, ya que a su juicio el PRD y sus aliados “nunca pudieron demostrar el presunto fraude; esa es la pura verdad, y no se puede construir una política sólida con premisas falsas”.
Posteriormente, opina, al PRD y a López Obrador “les hizo más daño que bien” que el excandidato de la coalición se erigiera como presidente legítimo, “porque esas ficciones no se pueden mantener en el tiempo”.
Para el entrevistado, así lo comprobó el hecho de que, en los primeros meses, los gobernadores del PRD, con excepción de Marcelo Ebrard, reconocieron a Calderón como presidente de la República y sus legisladores atendieron las iniciativas enviadas por la Presidencia.
Otro factor que ha dañado a la izquierda, y sobre todo al PRD, es que si bien cuentan con seis gubernaturas, son la tercera fuerza en la Cámara de Diputados y mantienen una presencia importante en el Senado, actúan con una lógica de la década de los ochenta: “Los que están en el poder y los que estamos fuera”.
Explica: “Yo creo que son un partido de oposición y de poder, es su nuevo estatus. Durante muchos años la izquierda fue de oposición y punto, pero eso ya pasó y su discurso sigue siendo como si fuera de oposición, ¡hombre, por favor!”.
...
–¿Estamos al borde del estallido social?
–No. A mí no me gusta especular sobre esas cosas, yo no tengo una bola de cristal y por eso escribo cosas que tienen que ver más con la historia que con el futuro. El malestar y el mal humor público también derivan en apatía. ¿Cuánta gente sencillamente le da la espalda a todo lo que huela a política?
Por: Gloria Leticia Díaz
México, D.F.; 5 de diciembre.- Como muchos mexicanos, el catedrático de la UNAM y expresidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE), José Woldenberg, se confiesa desencantado de la izquierda nacional.
El también novelista repasa, a través de su propia experiencia, el camino que ha seguido esa orientación ideológica y sus organizaciones, a fin de analizar las causas de la crisis que padece.
A tres años de que la izquierda partidista estuviera a “un tris de ganar la Presidencia de la República” con la candidatura de Andrés Manuel López Obrador al frente de la coalición Por el Bien de Todos y ante el descenso de la fuerza electoral del PRD –de 29% en 2006 a 12% en las elecciones de diputados federales de 2009– Woldenberg propone que “la izquierda democrática” realice un balance poselectoral para garantizar su futuro.
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Para Woldenberg, la disminución de la presencia política de la izquierda comienza con la reacción poselectoral de 2006, sin dejar de reconocer que se llegó a la jornada del 2 de julio en condiciones de tensión política generada por la actitud “absolutamente irresponsable” del presidente Vicente Fox al impulsar el desafuero de López Obrador.
Sin embargo, aclara, la verdadera espiral de desencuentros empezó a las 11 de la noche, cuando Calderón y López Obrador se autoproclamaron triunfadores de la elección, pese a que el presidente del Consejo General del IFE, Luis Carlos Ugalde, declaró que no se podía nombrar a un ganador hasta que concluyera el conteo distrital.
“Yo creo que buena parte de la suerte que ha corrido el PRD se selló en esas jornadas poselectorales”, señala Woldenberg, ya que a su juicio el PRD y sus aliados “nunca pudieron demostrar el presunto fraude; esa es la pura verdad, y no se puede construir una política sólida con premisas falsas”.
Posteriormente, opina, al PRD y a López Obrador “les hizo más daño que bien” que el excandidato de la coalición se erigiera como presidente legítimo, “porque esas ficciones no se pueden mantener en el tiempo”.
Para el entrevistado, así lo comprobó el hecho de que, en los primeros meses, los gobernadores del PRD, con excepción de Marcelo Ebrard, reconocieron a Calderón como presidente de la República y sus legisladores atendieron las iniciativas enviadas por la Presidencia.
Otro factor que ha dañado a la izquierda, y sobre todo al PRD, es que si bien cuentan con seis gubernaturas, son la tercera fuerza en la Cámara de Diputados y mantienen una presencia importante en el Senado, actúan con una lógica de la década de los ochenta: “Los que están en el poder y los que estamos fuera”.
Explica: “Yo creo que son un partido de oposición y de poder, es su nuevo estatus. Durante muchos años la izquierda fue de oposición y punto, pero eso ya pasó y su discurso sigue siendo como si fuera de oposición, ¡hombre, por favor!”.
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–¿Estamos al borde del estallido social?
–No. A mí no me gusta especular sobre esas cosas, yo no tengo una bola de cristal y por eso escribo cosas que tienen que ver más con la historia que con el futuro. El malestar y el mal humor público también derivan en apatía. ¿Cuánta gente sencillamente le da la espalda a todo lo que huela a política?
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